Brian Murat.Me di cuenta desde temprano de la expresión radiante que Marko llevaba en su rostro durante todo el día. No podía ignorar que esa sonrisa tenía un nombre: Alma Méndez, el objeto del profundo amor de mi jefe, y no era el único cautivado por ella.La presencia de Alma prometía desatar una guerra de emociones y lealtades. Incluso para mí, su regreso marcaba una revolución en la mansión Ferrer. Sin embargo, a pesar de las turbulencias, mantenía mis objetivos claros; ni siquiera Alma podría desviarme de mi camino trazado.Con habilidad cultivada a lo largo de mi vida, jugaba en tres bandos: el de Marko de los correctos, el del Alacrán y el de Emir. Cada uno pensaba que era su leal servidor, pero yo tejía mis propios planes en las sombras. Mi venganza personal estaba dirigida hacia aquel hombre que me arrebató lo que más amaba.En la majestuosa mansión Ferrer, me encontraba como un observador astuto, escuchando la acalorada discusión entre Marko y su esposa Elsa. Esa mujer, con
Caminé decidida hacia la oficina de Marko, sintiendo la tensión por la incertidumbre sobre el futuro de Brian. No podía permitir que se cometiera una injusticia.Antes de entrar, me topé con Karla, su sonrisa amable ante Marko contrastaba con la hostilidad que experimentaba cuando estábamos solas. Ignoré la fachada y continué hacia la oficina, decidida a abordar la situación con Marko; sin embargo, ella me detuvo del brazo.— ¡Alma, Marko está ocupado! — advirtió Karla, frunciendo el ceño —. No deberías molestarlo en este momento.— Para mí, nunca está ocupado cuando se trata de asuntos importantes — Respondí con determinación.— Siempre estás tratando de llamar su atención. Es obvio que quieres ser su amante — acotó Karla, cruzando los brazos.— No estoy interesada en quitarle tu lugar, Karla. Solo me preocupo por lo que está sucediendo con Brian — expliqué buscando comprensión.— Tus intenciones son claras. No te hagas la inocente. No permitiré que interfieras en nuestra relación lab
Mientras tarareaba una melodía, mis oídos captaron la creciente discusión entre Elsa y Marko. Mi risa amenazaba con brotar, pero con la señora Mariel presente, me esforcé por contenerla. En secreto, había enviado el video a Marko y lo compartí en línea. Mi pensamiento interior resonaba: "Una de cal por las que van de arena, querida Elsa." Finalmente, Marko expulsó a Elsa de la casa con firmeza, advirtiéndole que no quería volver a verla. A pesar de las evidencias en su contra, Elsa negaba vehementemente su participación, alegando un fotomontaje. Antes de partir, me lanzó una mirada asesina, dejando un rastro de tensión en el aire. —¿Estás bien, hijo? — le pregunta su madre, y él asiente con la cabeza. Conozco a Marko lo suficiente como para entender que la situación le duele profundamente. No sé si se trata de su orgullo herido o simplemente el dolor de una traición amorosa. A pesar de su tristeza, decidí cumplir con nuestras obligaciones y juntos visitamos uno de los orfanatos b
No he recibido más noticias del Alacrán, pero su llamada me hizo recordar que regresé a esta casa con un propósito claro, y debo seguir con el plan. He intentado investigar a la familia Arismendi, y todo lo dicho por el cuervo resulta verídico. Eran un matrimonio feliz; él, socio de Emir, y ella, con una bebé al momento de su asesinato. Sin embargo, no hay registros de que la niña haya sobrevivido. La falta de evidencia no significa nada; con el poder de Emir, pudo tejer cualquier historia o incluso adquirir el cadáver de un bebé. Creo que es capaz de todo. Me encuentro en la cocina, preparando un postre de chocolate para Ian. Ninguna de las empleadas quiere ayudarme, obedecen a Don Emir, quien me detesta. Además, la ama de llaves aún no me tolera. Siempre he sospechado que ella y Don Emir esconden un terrible secreto, lo cual explica su cercanía y su sentido de poder. —Al fin estás en el lugar que te corresponde, la cocina— ríe Ana mientras se acerca. Rodeé los ojos—Prefiero coc
Marko Había logrado finalmente la anulación del matrimonio con Elsa, como si estuviéramos deshaciendo un nudo que nunca debió atarse. En ese momento, sentía una liberación que se reflejaba en mi sonrisa y en la certeza de que pronto estaría casado con el amor de mi vida, Alma.Mi felicidad se veía ampliada al imaginar un futuro político brillante. Ser el próximo gobernador era solo el comienzo; mis ojos se fijaban en alcanzar la presidencia en unos pocos años. Todo parecía encajar perfectamente en mi vida, como si estuviera siguiendo un guion meticulosamente escrito.Estaba emocionado por proponerle matrimonio a Alma y planeaba una boda secreta con el respaldo total de mi madre, quien llegó temprano para ser parte de este momento importante. Con la temporal ausencia de mi padre, todo parecía estar en su lugar para que mi vida alcanzara nuevos logros.Mi madre, siempre apoyándome, era fundamental en mi vida. Su constante respaldo impulsaba mis metas y, en este momento de éxito personal
Alma Desperté con la sensación de que mi cabeza estaba a punto de estallar. Al abrir los ojos, me di cuenta de que estaba en una habitación de hotel junto a Mariel y aquel individuo a mi lado.No podía asimilar lo que acababa de presenciar. Él no debería estar aquí, pero estaba segura de que era él. No podía estar tan equivocada. Era El Alacrán.Aunque si no era él, debía ser su gemelo, ya que era idéntico. También me miraba con la misma intensidad asesina que lo hacía El Alacrán. La confusión y el miedo se apoderaron de mí mientras intentaba entender la razón de su presencia.—Mi amor, al fin despiertas —pronunció Mariel mientras se acerca a mí—. Te desmayaste, Alma.—¿Dónde está Marko? —inquirí aterrada, no quería imaginar que ese hombre lo haya lastimado. —¿Dónde está Marko? ¿Qué le hiciste? —le grito molesta y él esboza una leve sonrisa.—Señora Mariel, creo que Alma está muy alterada. ¿Por qué no le trae un vaso con agua?— Sugiere Iván.Cuando la señora Mariel se marchó, yo me le
Alma En la oscura camioneta, después de más de una hora con la vista obstruida, finalmente retiraron la bolsa de mi rostro. Al descender, dos individuos sujetaron mis brazos, y al recobrar la visión, lo vi a él. Con cabello oscuro como la noche, ojos verdes profundos, traje negro y corbata blanca, me resistía a aceptar que no fuera Iván, pues la semejanza entre ambos parecía imposible.—Buenos días, Alma. Disculpa si mis hombres fueron toscos. — Dice con calma, buscando suavizar la situación.—¿Para qué me trajiste aquí, maldito infeliz? ¿Acaso me secuestrarás nuevamente? — Inquiero molesta, con un tono de desconfianza evidente.—No querrás que discutamos frente a mis hombres, gatita. — Él toma mi mano y me guía hacia la sala de la mansión, intentando mantener cierta elegancia a pesar de la tensión en el ambiente.Odio que me hables como si fuera una cualquiera.Era la misma casa en la que habíamos vivido antes con el Cuervo, lo que significa que el Alacrán no vivía demasiado lejos d
Me desperté con el corazón acelerado, empapada en sudor, incapaz de creer que solo quedaba un día para mi boda. Sentía una extrañeza abrumadora, como si la presencia del Alacrán, Ivan, Marko y todo en mi vida conspiraran para perturbarme. Decidida a descubrir la verdad sobre mi origen y el misterio del Alacrán, me dirigí al despacho en medio de mi insomnio. Aprovechando la ausencia del señor Emir, me sumergí en la búsqueda de pistas. Los cajones revelaron solo documentos de inversiones y movimientos empresariales, pero la caja fuerte permanecía inaccesible. Frustrada, me dirigí a la estantería, donde tropecé con una fotografía intrigante. En ella, un hombre con uniforme policial llamó mi atención por sus ojos: uno azul, el otro verde. Recordé haber leído sobre ese raro padecimiento y, al darle la vuelta, descubrí la fecha y la frase "Capitán Gabriel Romano", remontándome a hace más de treinta años. El sobresalto me invadió cuando Marko ingresó al despacho, encontrándome en medio de