Alma En la oscura camioneta, después de más de una hora con la vista obstruida, finalmente retiraron la bolsa de mi rostro. Al descender, dos individuos sujetaron mis brazos, y al recobrar la visión, lo vi a él. Con cabello oscuro como la noche, ojos verdes profundos, traje negro y corbata blanca, me resistía a aceptar que no fuera Iván, pues la semejanza entre ambos parecía imposible.—Buenos días, Alma. Disculpa si mis hombres fueron toscos. — Dice con calma, buscando suavizar la situación.—¿Para qué me trajiste aquí, maldito infeliz? ¿Acaso me secuestrarás nuevamente? — Inquiero molesta, con un tono de desconfianza evidente.—No querrás que discutamos frente a mis hombres, gatita. — Él toma mi mano y me guía hacia la sala de la mansión, intentando mantener cierta elegancia a pesar de la tensión en el ambiente.Odio que me hables como si fuera una cualquiera.Era la misma casa en la que habíamos vivido antes con el Cuervo, lo que significa que el Alacrán no vivía demasiado lejos d
Me desperté con el corazón acelerado, empapada en sudor, incapaz de creer que solo quedaba un día para mi boda. Sentía una extrañeza abrumadora, como si la presencia del Alacrán, Ivan, Marko y todo en mi vida conspiraran para perturbarme. Decidida a descubrir la verdad sobre mi origen y el misterio del Alacrán, me dirigí al despacho en medio de mi insomnio. Aprovechando la ausencia del señor Emir, me sumergí en la búsqueda de pistas. Los cajones revelaron solo documentos de inversiones y movimientos empresariales, pero la caja fuerte permanecía inaccesible. Frustrada, me dirigí a la estantería, donde tropecé con una fotografía intrigante. En ella, un hombre con uniforme policial llamó mi atención por sus ojos: uno azul, el otro verde. Recordé haber leído sobre ese raro padecimiento y, al darle la vuelta, descubrí la fecha y la frase "Capitán Gabriel Romano", remontándome a hace más de treinta años. El sobresalto me invadió cuando Marko ingresó al despacho, encontrándome en medio de
Mauro Romano.Había sido una de las noches más intensas de mi vida. Alma resultó ser mucho más apasionada de lo que esperaba, a pesar de su aparente inocencia virginal.Observé su cuerpo desnudo entre mis sábanas, completamente dormida, víctima de la droga que le administré. Una lástima que no pudiera disfrutar de nada.Mi único interés en ella era Marko. Él la adoraba y la idea de que fuera mía le rompería el corazón. Era lo menos que merecía aquel miserable que me arrebató todo.Harto de fingir amistad, de sonrisas falsas, deseaba destruir a Marko. Quería quitarle todo: su fortuna, su prestigio, su familia y, especialmente, a su mujer, que ya era mía.Moví el cuerpo de Alma y tomé varias fotografías con ella, abrazándola y besándola. En algunas fotos se veía mi rostro, en otras no.Me alejé de la cama al percatarme de que mi celular vibraba. Respondí al segundo tono.— Me imaginé que estuviste muy ocupado y no pudiste responderme. — Brian formuló con ironía.Él no tenía idea de lo q
Alma Me hallé en un estado deplorable después de lo que ocurrió. Me sentía horrible después de lo que pasó. Al despertar, estaba desnuda en esa habitación, y mi cuerpo entero dolía mucho, sobre todo mi zona íntima.No podía dejar de llorar. No podía creer que Mauro, ese desgraciado, se hubiera atrevido a hacerme eso. Además del dolor físico, mi alma se sentía destrozada. Estaba hecha pedazos, llorando sin parar.Me sentía completamente rota y sucia, y también culpable. Si sabía que Mauro era un criminal, nunca debería haber venido a su casa ni haber tomado esa copa de vino. Cada decisión pesaba en mí como un recordatorio de mi propia inocencia, y el arrepentimiento me envolvía como una sombra constante.Las lágrimas seguían fluyendo sin cesar; no podía creer que aquel despreciable se hubiera atrevido a abusar de mí. Más allá del dolor físico, mi alma yacía destrozada. Era un mar de lágrimas, una mezcla de desesperación y angustia.La sensación de estar rota y sucia era abrumadora. Ca
El fin de semana se deslizó entre las olas con sorprendente velocidad. Aunque los lazos románticos con Marko no se habían consolidado, la experiencia en el mar fue excepcional. Marko se disculpó, su apretada agenda laboral solo nos permitió disfrutar de un fugaz fin de semana, pero prometió más escapadas en el futuro cercano.Hace apenas unos minutos, llegamos a la imponente mansión, y Marko envolvía mi cintura con sus brazos de manera afectuosa. Su ternura como esposo era palpable. Era un ser lleno de amor y comprensión, dejándome segura de que sería un compañero de vida excepcional y un futuro padre ejemplar. Estaba convencida de que con él, el resto de mi existencia sería plena y llena de felicidad.—Por lo visto siguen de luna de miel — bromea Mariel al bajar las escaleras, y él ríe.—Sí, mamá, lo que ocurre es que amo a mi bella esposa. Alma es la mujer de mi vida. ¿Ya alistaron nuestra habitación?— Inquiere mi esposo.Ella asiente — Sí, mi amor, ya está todo listo como tú lo ped
AlmaMe sentía muy triste, como si fuera un títere controlado por todos. Quería que todo terminara, pensaba en morir y sumergirme en un sueño sin despertar.Aunque mi vida parecía destinada al sufrimiento, deseaba con fuerza encontrar algo que me diera esperanza, alguien en quien pudiera apoyarme.Las palabras de Brian me dolieron, y las de Emir empeoraron las cosas. Me refugié en mi habitación con la idea de dormir, pero noté que la ducha estaba encendida.Mis manos se deshicieron sin titubear del vestido y la ropa interior, dejándome completamente desnuda. Sin pensarlo demasiado, ingresé a la ducha, envolviendo a Marko con mis brazos desde la cintura mientras disfrutaba de la serena cascada de agua sobre él.Cautivada, observé cada detalle de su cuerpo esculpido y musculoso, sus contornos acentuados por las gotas que danzaban sobre su piel. Con su pelo oscuro goteando, giró hacia mí en un movimiento fluido, y sus ojos grises se encontraron con los míos, forjando un vínculo profundo e
MarkoMientras estábamos juntos en mi habitación, sentía que mi corazón latía con fuerza, solo por ella. Le susurraba palabras de amor al oído, sintiendo que éramos perfectos el uno para el otro. Cada momento que pasaba con ella me hacía estar más seguro de que nuestra unión era especial y duradera.La suavidad de su piel desnuda debajo de mis manos me hacía sentir una felicidad que nunca había experimentado. Cada toque, cada caricia, era como una melodía de emociones que inundaba mi ser. No podía apartar los ojos de ella, como si quisiera grabar cada detalle de su belleza en mi mente para siempre.Compararla con Elsa y otras experiencias pasadas era como intentar comparar la luz de la luna con el resplandor del sol. Con Alma, encontré una conexión que iba más allá de lo físico; era un lazo profundo que nos unía en todos los aspectos de la vida.Con el amor también surgieron sombras inesperadas en mi interior. Los celos, un sentimiento que no conocía en su magnitud, se arraigaron en mi
Alma Méndez.Durante los últimos días, me había refugiado en la casa, agradeciendo que Mauro no se hubiera presentado aquí, pues no tenía el deseo de verlo.Marko y yo estábamos mejor que nunca. A pesar de ello, deseaba convencerlo de mudarnos para tener más privacidad, aunque él era fuertemente unido a su padre, sin darse cuenta de la crueldad de este hombre conmigo.Mientras ordenaba la ropa con mi suegra, ella y yo charlábamos animadamente. Estaba emocionada enseñándome la ropita de Marko de bebé.—No es presión, pero me encantaría ser abuela. Guardé toda la ropa de mis hijos, y le quedarían perfectos a mis futuros nietos —agregó mi suegra.Reí — Yo también muero de ganas de tener un bebé, pero en este momento no está en mis planes. Es gracioso que guardes las prendas de Marko de bebé.—Sí, me encantaba comprarle su ropita a mi pequeño —asintió ella.—El señor Emir ya me confesó el nombre de mi madre.— Comenté.—Tu madre se llamaba Juliana Méndez y era sumamente bella como tú.— Con