Alma Méndez.Durante los últimos días, me había refugiado en la casa, agradeciendo que Mauro no se hubiera presentado aquí, pues no tenía el deseo de verlo.Marko y yo estábamos mejor que nunca. A pesar de ello, deseaba convencerlo de mudarnos para tener más privacidad, aunque él era fuertemente unido a su padre, sin darse cuenta de la crueldad de este hombre conmigo.Mientras ordenaba la ropa con mi suegra, ella y yo charlábamos animadamente. Estaba emocionada enseñándome la ropita de Marko de bebé.—No es presión, pero me encantaría ser abuela. Guardé toda la ropa de mis hijos, y le quedarían perfectos a mis futuros nietos —agregó mi suegra.Reí — Yo también muero de ganas de tener un bebé, pero en este momento no está en mis planes. Es gracioso que guardes las prendas de Marko de bebé.—Sí, me encantaba comprarle su ropita a mi pequeño —asintió ella.—El señor Emir ya me confesó el nombre de mi madre.— Comenté.—Tu madre se llamaba Juliana Méndez y era sumamente bella como tú.— Con
Un mes después.Mis sentimientos eran intensos, incapaces de contener los gemidos que escapaban de mis labios. Cerré los ojos, mordiéndome para silenciarme, sintiendo una mezcla de vergüenza y placer. Él sostenía una mirada intensa mientras exploraba entre mis piernas, y no pude evitar jalar su cabello cuando la excitación se volvió incontrolable. Nos conocíamos bien después de semanas de encuentros íntimos, entendíamos mutuamente nuestros deseos.Sus labios se unieron a los míos en un beso apasionado antes de que me acomodara sobre él. Comencé con movimientos circulares y lentos los cuales marcaron el inicio. Sus manos ascendieron a mis pechos, animándome a moverme con rapidez de arriba a abajo, disfrutando del control. Me encantaba estar encima, dominándolo, perdida en la lujuria reflejada en sus ojos grises.Tomando mis caderas, él guió nuestros movimientos, prolongando la experiencia. Estuvimos inmersos en la pasión durante minutos que parecían eternos. Apreciaba la dualidad de s
Alma Méndez...Me desperté con un dolor punzante en la cabeza y la sensación de que mi estómago quería rebelarse desde hacía días. Cada vez que abría los ojos, el dolor se intensificaba, y me costaba distinguir si era por la luz que se filtraba por las cortinas o por el malestar que me invadía. Cuando finalmente logré levantarme, noté que Marko ya no estaba a mi lado en la cama. Me sentí un poco desorientada, pero decidí bajar a desayunar sola. Al llegar a la cocina, me di cuenta de que no estaba sola. El señor Emir estaba allí, sentado en la mesa, con una expresión preocupada en el rostro. Me miró con atención mientras me acercaba, y pude notar que algo no andaba bien. Las preguntas empezaron a formarse en mi mente, pero antes de que pudiera articular alguna palabra, el señor Emir me habló con voz serena pero cargada de preocupación.— Espero que estés feliz, Alma. Parece que Marko está bajando en las encuestas. Nadie lo votará, ya que perdió el apoyo de los Montesinos y todos conoc
Marko Ferrer.Me encontraba demasiado enfadado mientras charlaba con mi padre, y Emir estaba aún más molesto que yo.— No puedo creer que mi propio hijo me recrimine por causa de una chiquilla insolente. ¿Acaso le crees más a ella que a tu propio padre? —gruñó mi padre, con frustración evidente en su voz.Negué con la cabeza. — Por supuesto que no, papá, pero Alma no tendría por qué mentir.— Tú eres consciente de que me odia. Ella inventaría cualquier cosa para separarnos. Quiere alejarte de tu familia. Alma es mucho peor que Elsa y no dudaría que también te sea infiel.— ¡Papá, no te permito que hables de esa forma de mi mujer! —espeté molesto, sintiendo cómo la rabia se apoderaba de mí.— Eres un ciego, Marko. Muy pronto te darás cuenta de que ella solo te ve la cara de estúpido. —sentenció antes de marcharse, dejando tras de sí un amargo sabor en el aire.Cuando mi padre se marchó, llamé a Brian para que enviara a dos hombres a buscarla. No me gusta que mi mujer esté sola a estas
Alma Méndez.No recordaba con exactitud lo que había ocurrido la noche anterior. Solo recordaba que empeñé mi anillo y me dirigí a una habitación de hotel, después no supe nada más de mí.Desperté en una cama de clínica, rodeando los ojos al percatarme de que Marko se encontraba en la habitación, dormido en un sillón. Él era la última persona que deseaba ver en ese momento.Al verme, abre los ojos, se acerca a mí, lanza un bostezo y toma mis manos. Me mira y esboza una sonrisa en su rostro.—Al fin despierta mi princesa bella —intentó unir sus labios a los míos, pero me moví y el beso impactó en mi mejilla.—¿Qué haces aquí? ¿Qué me pasó? —pregunté confusa.—Tranquila, mi vida, te desmayaste y los empleados del hotel te trajeron aquí. No puedo creer que seas tan terca y hayas ido a ese mugroso hotel —expuso el cínico.—Prefiero estar en ese mugroso hotel en lugar de en tu casa con tu padre corrupto, Marko. Tú me corriste de tu casa, lo preferiste a él, así que no comprendo qué haces a
Mauro RomanoMe siento como si estuviera ardiendo por dentro, consumido por una ira que no puedo controlar. La noticia de que Alma llevará el hijo de Marko me golpeó como un puñetazo en el estómago. ¿Cómo puede ser que justo él sea el padre de su hijo? No sé si son celos lo que estoy experimentando o simplemente una profunda sensación de injusticia.Nunca antes había sentido esta mezcla de emociones: ira, frustración y una pizca de desesperación. ¿Por qué Marko lo tiene todo mientras yo sigo luchando por cada pequeña victoria en la vida? Él creció en un hogar lleno de amor y lujos, con padres que lo apoyaban en cada paso. Mientras tanto, yo he tenido que enfrentarme al mundo solo, luchando contra viento y marea para llegar a donde estoy.Y ahora, él será padre. Tendrá un hijo con la mujer que yo deseo, la mujer que anhelo con todo mi ser. Pero su felicidad será efímera cuando vea mi regalo. Su mundo se desmoronará por completo cuando descubra lo que he planeado.Siento que el destino,
Alma — ¿Mi madre?— Inquirí con voz temblorosa— Necesito saber toda la verdad sobre su muerte, se lo suplico.—Sí, yo había conocido a tu madre poco tiempo antes de mi reencuentro con Gabriel y ella me comentó lo preocupada que estaba por tu futuro. Deseaba huir y llevarte lejos de este mundo de narcotráfico, por ello le pedí a mi Gabriel que las ayudara a huir. Nunca me imaginé lo que ocasionaría. Emir creyó que ellos eran amantes y los asesinó a los dos. —confesó con pesar.Abracé a Mariel intentando consolarla. Me dolía muchísimo verla así;podía entender el sufrimiento que había vivido todos estos años.—Nada es su culpa, señora, solo de Emir. Él mató a mi mamá y al papá de Marko. Por favor, dígame que ese señor no es mi papá — le supliqué entre lágrimas —Por favor, dígamelo. Mi papá no pudo matar a mi mamá. Eso no es posible.— Emir amaba a Juliana, pero no sentía un amor sano, sino una obsesión hacia ella. A pesar de que la sacó del burdel y la trajo a vivir con nosotros, él te
Alma Méndez.Estaba paralizada por la frialdad en los ojos de Marko, su silencio era más elocuente que mil palabras. Sentí como si el mundo se desmoronara a mi alrededor, incapaz de comprender cómo Mauro pudo difamarme de esa manera. No había hecho nada para merecer tal traición.Me invadía un torbellino de emociones. No podía creer que Mauro me hubiera utilizado tan despiadadamente, manipulándome como un títere en su venganza contra su propio hermano. Y lo peor de todo, había cruzado la línea más sagrada al abusar de mi cuerpo y ahora hacerme quedar como una infiel.Aunque no sentía nada por Mauro, sus acciones me herían profundamente. ¿Cómo podía disfrutar al hacerme sufrir de esta manera, cuando yo nunca le había hecho ningún daño?Mi mente se enfocó en Marko, mi esposo. Necesitaba explicarle la verdad, hacerle entender que su hermano había mentido y difamado nuestra relación. La rabia me consumía al darme cuenta de que Mauro no solo me estaba atacando a mí, sino también a nuestro