Dos horas después, todo había vuelto a estar tranquilo. Bueno, no exactamente. Había bastantes heridos, pero afortunadamente, nadie se encontraba entre la vida y la muerte.
Al parecer, la emboscada consistía en eliminar a los nuevos reclutas, las marcas de balas en las camionetas y el hecho de que desaparecieron 5 de las 20 camionetas enviadas, solo indicaba que había sido planeado con antelación. La pregunta era ¿cómo es que lo sabían? ¿Quién les dijo a los betas que precisamente ese día llegarían los reclutas? ¿Sera que hay algún traidor en sus filas?
Se supone que eso es lo que Craig debería estar investigando, pero en vez de eso seguía sentado en el mismo lugar, en la misma silla, junto a la misma persona.
Después de que Marcus estuvo estable, Eliza se fue a atender sus responsabilidades como doctora. Craig también tenía responsabilidades pero no pudo moverse, y la verdad es que ni siquiera lo había intentado. Tenía tantas dudas en su cabeza que no sabía por dónde empezar. ¿Quién era él? ¿Por qué si ni siquiera lo conocía se sentía tan bien estar junto a él? ¿Por qué los latidos de su corazón le provocaban tanta tranquilidad? ¿Y cómo es que era tan hermoso?
-Mmh—un quejido salió de entre los labios de Marcus y Craig saltó de su asiento.
Marcus apretaba los ojos, los sentía pesados y le costaba lograr ver algo en concreto cuando decidió abrirlos. Todo estaba borroso y no supo decir con exactitud cuánto tardaron sus ojos en enfocar las cosas a su alrededor.
Cuando se acostumbró a la luz, su mirada se posó en Craig.
Ambos contuvieron la respiración por unos segundos, sus ojos examinaban la cara del otro mientras cada uno tenía pensamientos diferentes.
Marcus estaba confundido e hipnotizado por los ojos negros del extraño frente a él. Un extraño que era increíblemente guapo y con una piel ligeramente bronceada que le recordaba a su caramelo favorito.
Mientras que Craig, solo podía pensar que si dormido era hermoso, despierto era más que precioso. Todo este tiempo se estuvo preguntando de qué color serían sus ojos y ahora que los veía, notaba pequeños destellos dorados entre ese abundante color café que le hicieron sentir que miraba directamente a una joya.
-Quien… ¿Quién eres?—preguntó finalmente Marcus— ¿Dónde estoy?
Su voz era suave y sonaba evidentemente confundido.
-Mi nombre es Craig Elsher, soy el general a cargo de esta base militar.
Por el contrario, la voz de Craig era más profunda, a diferencia de que esta vez no sonaba como comúnmente lo hacía. Era más sencilla y relajada, menos demandante.
-¿Y cómo es que llegue aquí?
Craig iba a contestar su pregunta, pero una vocecilla gritó desde lejos, interrumpiendo su conexión visual.
-¡Marcus! Por fin despertaste, estaba muy asustado, creí que no abrirías los ojos hasta mañana o peor, ¡que no lo harías nunca!
Si la memoria de Craig no fallaba, el nombre de ese parlanchín era Owen.
-¿Cómo te sientes? ¿Tienes dolor? ¿Tienes hambre? Yo estaría muriéndome de hambre, así que supongo que tú también. Volveré en seguida, traeré una enfermera.
¿Cómo es que este chico podía respirar y hablar tanto al mismo tiempo? Incluso Craig se sentía un poco mareado de solo escucharlo.
-No es necesario que vayas, yo iré. —lo interrumpió Craig.
No supo cómo es que por fin pudo moverse de ese lugar, pero lo hizo.
Marcus, al darse cuenta de que Craig se alejaba, estiró su brazo de manera involuntaria intentando detenerlo, pero sus dedos apenas y tocaron una parte de la piel de Craig sintió un ligero cosquilleo que cubrió desde la punta de sus dedos hasta su pecho.
Craig detuvo su andar, volteó ligeramente la cabeza y vio el brazo de Marcus estirado, intentando tocarlo. Sus ojos volvieron a encontrarse y las mejillas de Marcus adoptaron un ligero color rosado que lo hizo verse tan adorable. Pero de alguna manera, Craig había recuperado un poco de su sentido del deber.
-Enviare a una enfermera, te pondrás bien.
Marcus estuvo a punto de pedirle que se quedara, pero las palabras se atoraron en su garganta cuando intento levantarse y una descarga de dolor lo invadió.
Tal y como Craig le dijo, una enfermera llegó junto con una bandeja de comida, pero sin Craig.
Marcus estuvo toda la noche en la enfermería, su herida se estaba curando más rápido de lo previsto, lo cual era bueno. Bastante inusual, pero bueno a fin de cuentas. Antes de irse a dormir, una doctora pasó a verlo para explicarle lo que había pasado con él.-Hola, mi nombre es Eliza, yo te atendí cuando llegaste aquí.Su sonrisa y su voz eran bastante agradables, Marcus le devolvió la sonrisa y Eliza quedo casi rendida a sus encantos. Casi, pues tenía novio.-Muchas gracias por haber cuidado de mí, espero no haber interferido con el cuidado de otros pacientes.Eliza soltó una pequeña risa, era la primera vez que uno de sus pacientes se disculpaba con ella en lugar de solo darle las gracias. Eliza supo al instante que este chico era todo un caballero.-No te preocupes, aunque no solo debes de agradecerme a mí. De no ser porque el General decidió
Marcus estaba en el comedor junto con todos los reclutas. Era bastante curioso como todos se hablaban como si se conocieran y que a pesar de la situación nadie había mencionado nada sobre el acontecimiento de ayer.En el camino a su mesa, escuchó como algunos hablaban de su escuela, un trabajo, chicas y uno que otro chico.Pero la única razón por la que estaba tan atento a las conversaciones ajenas, era porque quería concentrarse en algo más que en el hecho de que le había coqueteado a Craig. ¿Cómo es que pudo ser capaz de hacer algo así? ¿Desde cuándo era tan desvergonzado? Eso había pasado hace menos de una hora y la duda sobre cómo es que eso llegó a pasar lo acompañaría más tiempo del que pensó.Él no era así, jamás le había coqueteado a nadie en su vida, normalmente era al revés.<
CraigDesde ayer he intentado descifrar que hacia tan especial a Marcus. Desde que lo vi la primera vez, fue como si mis ojos no pudieran ver a nadie más. Cuando entré al comedor, lo busqué inmediatamente, sabía que estaba por ahí, podía sentirlo. Fue gratificante encontrarlo, y más aún cuando vi como sus mejillas se encendieron al momento en que nuestros ojos se encontraron. Después de eso, tuve la sensación de que no importaba donde estuviera, iba a encontrarlo.Tampoco había podido dejar de pensar en lo de esta mañana. ¿Acaso Marcus me coqueteó? No, eso no era posible. Aunque, si lo pensaba bien, la idea no era tan descabellada, ni desagradable.Iba tan sumido en mis pensamientos, que solo volví a la realidad cuando mi cara choco con la puerta de la entrada.-¡Mierda!—sí, dolió.Entre a las oficinas y
Normalmente disfruto lo que hago, pero desde la visita de Ann el estrés y la preocupación de lo que debía hacer no me dejaron dormir.Tuve que hablar con mis amigos al respecto, como los encargados de este lugar y los reclutas, tenemos que saber a qué nos enfrentamos. Todos reaccionaron de diferente manera, pero con la misma seriedad y determinación a dar lo mejor de todos para ganar esta guerra; incluso Garret se puso serio por un momento.Claro que eso fue solo ayer, ahora, mientras intentaba conversar con Takeo sobre cómo mejorar el entrenamiento, Garret no cerraba la boca.-Garret, ¿podrías callarte solo un momento? Estamos intentando resolver un problema aquí.Una vez más, no le tomo importancia a lo que dije.-Si lo que quieres es silencio, deberías irte a ese comedor privado que tu padre hizo para nosotros—dijo sin considerar mi idea de cerrar la boca.
MarcusUna cita. Craig dijo que tendríamos una cita.Me repetí a mí mismo que no debía hacerme ilusiones, que tal vez, Craig solo estaba siendo amable porque yo era vulnerable. Pero, si así fuera, ¿no debería entrenar a más personas? ¿Por qué solo a mí?-¿Podrías quitar esa sonrisa de tu cara? Eres demasiado obvio Marcus—como un buen amigo, Owen se estaba burlando de mí. -Lo siento, no puedo evitarlo—dije haciendo mi sonrisa más amplia.-En serio debe de gustarte mucho.Mis mejillas se encendieron inmediatamente.Solo conocía a Craig desde hace tres días, pero estoy más que seguro que me gusta. Desde la primera vez que lo vi, he sentido cosas que hasta el momento me son inexplicables. Me pone demasiado nervioso estar cerca de él, mi corazón comienza a latir tan fuert
-Craig—gimió Marcus.-Hazlo otra vez—suplicó Craig—Dilo. Di mi nombre.-Craig, no pares.El cuerpo de Marcus se estremeció ante el tacto de Craig, su cuerpo delgado y frágil se sentía tan bien bajo su cuerpo fornido. Sus labios rojos estaba hinchados por tantos besos y de sus ojos brotaban lágrimas de placer.Pero algo estaba mal. Aunque Craig se sentía perdido entre el placer y la lujuria algo lo inquietaba.Un sonido.Alguien o algo hacia ruido cerca de su habitación y arruinaba su atmosfera caliente, hasta que llegó a un punto de no poder soportarlo más. Abrió sus ojos y se encontró solo en su cama y con un enorme problema en su entrepierna.Otra vez había soñado con Marcus.Otra vez fantaseaba con tenerlo. Otra vez ansiaba hacerlo suyo.¿Qué demonios le pasaba? Él no era as
Hace exactamente un mes que el entrenamiento de ciento cincuenta chicos había comenzado; Craig y Takeo se habían hecho cargo de entrenarlos a todos, los nuevos generales se habían encargado de hacerlos sudar, ejercitarlos hasta que les dolieran los huesos y derramar una que otra lagrima.Los chicos habían decidido adelantar el combate cuerpo a cuerpo, no les explicaron por qué a sus reclutas ya que si se enteraban de que las posibilidades de perder esta guerra habían aumentado se desataría el caos.Pero había una duda flotando en el ambiente. Se supone que todos estaban recibiendo el mismo entrenamiento, entonces, ¿cómo es que nuestro omega Marcus ha podido derribar a tres de sus compañeros en combate?En teoría los omegas son menos fuertes que todos los demás, lentos incluso. ¿Por qué Marcus no representaba nada de eso? Obviamente porque nadie sab&iacu
Normalmente para Marcus los días cotidianos eran lo peor que le podía pasar. La monotonía lo volvía loco, lo estresaba a niveles que no entendía y desde que había llegado a la base, su rutina era exactamente la misma. Pero esta vez no le molestaba en lo absoluto.Cuando su entrenamiento se terminaba a las 7 de la noche, corría a prepararse para su hora extra con Craig; entrenaban y al terminar hablaban de cualquier cosa, que por más absurda que fuera a los ojos de alguien más, para ellos solo era un pretexto para quedarse más tiempo juntos. Era bastante monótono. No hubo cambios durante días y jamás eso le molestó.Adoraba pasar tiempo con Craig; le encantaba la manera en que le contaba cosas sobre él y le aceleraba el corazón la forma en que lo miraba cuando era su turno de hablar. Aunque, puede que la razón de que no le moleste su rutina, es po