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Primer día de entrenamiento

Marcus estaba en el comedor junto con todos los reclutas. Era bastante curioso como todos se hablaban como si se conocieran y que a pesar de la situación nadie había mencionado nada sobre el acontecimiento de ayer.

En el camino a su mesa, escuchó como algunos hablaban de su escuela, un trabajo, chicas y uno que otro chico.

Pero la única razón por la que estaba tan atento a las conversaciones ajenas, era porque quería concentrarse en algo más que en el hecho de que le había coqueteado a Craig. ¿Cómo es que pudo ser capaz de hacer algo así? ¿Desde cuándo era tan desvergonzado? Eso había pasado hace menos de una hora y la duda sobre cómo es que eso llegó a pasar lo acompañaría más tiempo del que pensó.

Él no era así, jamás le había coqueteado a nadie en su vida, normalmente era al revés.

-¡Marcus! Al fin te encuentro—dijo Owen saliendo de quien sabe dónde.

-Hola Owen.

-¿Dónde estuviste esta mañana? Regrese a buscarte a la enfermería pero tu cama ya estaba vacía cuando llegue.

-Me levanté temprano para ir a mi habitación, por cierto, ¿en cuál estás tú?—preguntó Marcus solo para no decirle a su amigo que fue a ver a Craig.

-¡Oh, cierto! Fui a buscarte para darte la noticia de que seremos compañeros de habitación, ¿no es genial?

Marcus le sonrió en respuesta, claro que era genial.

Owen tenía intenciones de continuar con su conversación pero un grupo conformado por sus superiores entró al comedor y caminó hasta el centro del lugar.

El grupo estaba conformado por tres hombres y una sola mujer. Marcus reconoció a dos de esas cuatro personas: Craig, a quien le había coqueteado a primera hora de esta mañana y Eliza, la agradable doctora que lo atendió y evitó que muriera desangrado.

 Todos los reclutas se pusieron de pie y el comedor permaneció en silencio hasta que Craig dio un paso al frente e hizo resonar su voz grave por todo el lugar.

-Buenos días a todos, bienvenidos a la base militar #19, mi nombre es Craig Elsher y soy el general a cargo—los ojos de Craig recorrieron todo el lugar, como si estuviera buscando algo y una vez más, sus ojos hicieron contacto con los de Marcus—lamento tener que quitarles tiempo de su desayuno, pero debido a los inconvenientes de ayer, no pudimos darles la introducción planeada—sus ojos iban y volvían a los de Marcus como por inercia—Ahora, mis compañeros les darán las indicaciones para su estadía aquí.

Craig dio un paso atrás y automáticamente un chico alto, bastante atractivo y de mirada fría tomó el mando de voz.

-Mi nombre es Takeo Thatcher y seré uno de sus entrenadores. Mi trabajo será prepararlos físicamente para lo que se aproxima. No quiero holgazanes, no quiero retrasos ni quejas durante su entrenamiento. Las clases comenzaran a las 7 de la mañana y aquel tenga más de 3 faltas, será enviado a casa.

Todos sabían lo que regresar a casa significaba. Era un regreso lleno de vergüenza y deshonra por el que nadie quería pasar.

-Sé que no es algo fácil de asimilar, pero ninguno de ustedes es un niño y esto no es un campamento de verano. Esta es la guerra, afuera hay personas que dependen de nosotros para volver a tener una vida tranquila. Así que si alguno de ustedes no se siente listo y tiene el valor para admitir que no puede con esta responsabilidad, váyase ahora.

Como era de esperarse, nadie se levantó. Pero tanto Craig como Takeo sabían que después de este día, varias solicitudes de baja llegarían a sus escritorios.

Takeo regresó a su lugar y fue el turno de la chica y el muchacho restante de hablar.

-Buenos días, sé que la mayoría ya me conoce, pero aun así permítanme presentarme de nuevo, mi nombre es Eliza y soy la encargada del área de salud. —como siempre, la voz de Eliza era dulce y su sonrisa cálida—Debido a que nuestra base es una de las pocas con genero mixto, se decidió abrir un complejo a las afueras de la base con el fin de que si en algún momento a alguien se le presentan sus días de celo, no haya ningún inconveniente.

Todos comenzaron a murmurar cosas, era un tema bastante incómodo, sobre todo para los omegas. Su celo duraba más días que el de los alfas y por su desarrollo eran los más vulnerables y perjudicados. A Marcus lo invadió un sentimiento de pánico solo de pensar que tendría que pasar por eso en un lugar que no tenía la seguridad de su casa

Craig vio como apenas se mencionó el tema, Marcus agachó la cabeza y se encogió del miedo. A Craig le hubiera gustado ir hasta él para decirle que no tenía nada que temer, que él jamás dejaría que le pasara nada.

-No hay nada por lo que alarmarse chicos, el complejo está bastante alejado de aquí, está equipado con todo lo que necesiten para esos días y cada habitación contiene su propio botiquín con supresores—esta vez fue el muchacho el que habló—por cierto, mi nombre es Garret y ayudaré en el área de servicios sociales. Básicamente van a verme por todos lados—su sonrisa era bastante contagiosa y aligeró el ambiente—y como dato curioso extra, la bella doctora es mi novia.

Marcus no creyó jamás ver a esa linda doctora golpear a alguien como acababa de hacerlo con su, ya conocido por todos, novio.

Ambos regresaron a sus lugares y Craig regresó al frente.

-A partir de este momento, todos tienen 40 minutos para terminar su desayuno e ir a agruparse al campo. A las afueras de aquí encontraran su horario de actividades. Espero que todos pongan de su parte, porque como ya les mencionó el general Thatcher, esto no es un juego—esta vez no solo miro a Marcus, sino a todos en los que sus ojos pudieran posicionarse—Gracias por escuchar, nos vemos en un momento.

Los cuatro salieron de aquel lugar, pero antes de irse, Craig le dedicó a Marcus una mirada, fue pequeña, pero suficiente para hacerlo sonrojar y a Craig le estaba empezando a gustar como se veía su cara de esa manera. 

Marcus no pudo comer nada después de eso, se levantó y le dijo a Owen que lo vería después. Sabía que su amigo tardaría bastante en terminar de desayunar. Fue a donde Craig dijo que estaría su horario, buscó su nombre y encontró su primera actividad del día: Combate. Y como por obra del destino, sus profesores serian ese tal Takeo y Craig. Ahora no había manera de que llegara tarde.

Una vez que todos se encontraron en el enorme campo de entrenamiento, fueron acomodados por los asistentes y se les dijo que no se movieran hasta que sus maestros llegaran. Marcus estaba desesperado, no sabía porque pero odiaba no tener a Craig al alcance de su vista. Se sentía inquieto, desesperado y algo triste si lo pensaba bien. Y como si lo hubiera invocado, dicho general apareció de repente junto con Takeo y se colocaron hasta el frente, mirándolos a todos y asegurándose de que todos pudieran verlos.

-Les advierto que esto no va a ser fácil—empezó Craig—comenzare enseñándoles una serie de movimientos, después de que aprendan todo lo básico, les enseñaremos a usar sus armas, la naturaleza no les dio garras y colmillos para nada—una sonrisa traviesa asomó en su rostro—y al final trabajaremos con mi favorito: el combate cuerpo a cuerpo.

No esperó a que nadie asimilara lo que acababa de decir, simplemente se dio la vuelta y se quitó la camisa, quedando solo con  la que traía debajo.

Marcus intentó apartar la mirada, pero sucumbió a sus deseos de mirar a Craig.

Observó como se colocaba de espaldas a todos y les daba indicaciones sobre cómo debían pararse, como mover sus piernas y sus brazos pero él no prestaba más atención que a su ancha espalda, a como los músculos de sus brazos se tensaban con cada movimiento, la manera en que un pequeño mechón de cabello le cubría parte del rostro… Y Marcus sintió que podía morir ahí mismo.

-¿Quedó claro?—la voz de Craig sacó a Marcus de su trance.

Maldición, no había prestado atención a absolutamente nada.

-Lo hare contigo una vez más, solo por si acaso—dijo Takeo.

Marcus repitió el agradecimiento en su mente varias veces y se propuso por fin a poner atención.

Esta vez no solo le dio las gracias a Takeo, sino también al cielo.

Craig era todo un maestro en lo que estaba haciendo. Sus golpes eran precisos, firmes y duros, como si hubiera nacido para lo hacerlo. La coordinación de sus movimientos era perfecta y la sincronización con Takeo parecía ensayada. Ambos eran increíbles, pero Marcus solo tuvo ojos para la grandeza de Craig.

-Creo que con eso basta. Ahora empiecen ustedes.

Todos hicieron lo que se les dijo. Craig se dio cuenta de que había algunos que parecían haberlo captado a la primera; otros tenían problemas en la coordinación de sus movimientos y había otros que simplemente no sabían lo que estaban haciendo.

En el momento en que sus ojos encontraron a Marcus, no fueron más allá. Lo observo con detenimiento y se dio cuenta de que no era malo. Sus movimientos eran rápidos pero carecían de fuerza, además de que le faltaba mejorar los ángulos de sus golpes. Sonrió sin poder evitarlo. Se acercó lentamente fingiendo mirar de cerca lo que los otros reclutas hacían, pero tenía un solo objetivo en mente.

-¿Necesitas ayuda?

Su voz hizo saltar a Marcus del susto, ¿o fue de los nervios?

-Lo-lo siento—agachó la cabeza—sé que soy terrible.

Craig no estaba seguro, pero podría jurar que vio a Marcus hacer pucheros.

-No, no eres terrible. Es solo que nunca habías hecho algo como esto. —Craig intentó que sus palabras sonaran tranquilizadoras, después de todo no estaba mintiendo—Déjame ayudarte.

Sin pensarlo, Craig se colocó justo detrás de Marcus.

-Tus movimientos son rápidos, lo cual ya hace la mitad del trabajo. Ahora, debes enfocarte en que sean fuertes. —Su aliento golpeaba el cuello de Marcus, enviando ondas eléctricas por toda su columna.

Su mano tocó la de Marcus e intentó hacer que realizara el mismo movimiento, pero Marcus estaba tan nervioso que movió una de sus piernas al mismo tiempo y casi pierde el equilibrio.

Las manos de Craig se apoderaron de su cadera, sosteniéndolo con fuerza y pegando su cuerpo al suyo.

-Controla esas piernas—le susurró.

Craig movió una de sus piernas hasta quedar en medio de las de Marcus, con sus manos giró su cadera y logró colocar el cuerpo de su alumno en la posición correcta. Una de sus manos recorrió con la punta de sus dedos el brazo de Marcus, desde su hombro hasta su muñeca.

Craig había empezado a tener calor, su respiración se estaba haciendo más pesada y sintió la necesidad de pegarse más a Marcus. Cuando su otra mano viajo de su cadera hasta la cintura de Marcus, notó como este tembló ante su tacto.

Marcus giró su cara y sintió la punta de la nariz de Craig contra la suya. Sus mejillas se llenaron de color y notó como Craig sonreía al mismo tiempo que su mano le daba pequeñas caricias en la palma de la suya. Craig podía sentir la respiración pausada de Marcus y descubrió por fin que era ese aroma que en ese momento le nublaba la razón a tal grado de olvidar donde estaba. Los labios rosados de Marcus parecían haber sido creados para ser besados y mentiría si dijera que no quería hacerlo.

-¡General!—gritó alguien a sus espaldas.

Ambos se separaron inmediatamente. El rostro de Marcus se tornó complemente rojo y Craig había comenzado a sudar.

-¿Qué sucede Garret?

-Tienes visitas, te esperan en tu oficina.

La sonrisa pícara de Garret solo indicaba que podía visitarlo una sola persona en específico.

Craig asintió con la cabeza y antes de marcharse se giró para mirar a Marcus.

-Sigue practicando, volveré en un segundo.

Le hubiera encantado quedarse ahí un poco más, pero no parecía tener tanta suerte. Caminaba con una enorme sonrisa en el rostro y el corazón aún le latía rápido.

                                                         “Tulipanes. Marcus huele a tulipanes.”

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