Mila:
La cena de ensayo estuvo preciosa, cada uno hizo lo que debía de hacer y mi hermano lucía feliz, eso era lo que importaba, bebí algunos mojitos y luego me retire a mi frío y solo apartamento.
Debía de hacer ml maleta para salir el viernes por la noche, el vuelo era de 19 horas, por lo que debía de salir a las 6:00 p.m., para estar allá a las 5:00 a.m. en Asturias.
Me sentía feliz por mi hermano, aunque toda la noche la pasé un tanto incomoda. Muchas preguntas sobre el mismo tema me ponían de un humor pésimo.
—¿Pará cuándo te casas tú?, ¿Para cuándo un bebé tuyo?, mira que el tiempo pasa y estás quedándote atrás—, eso y muchas cosas más, me tenían de mal humor.
Por ser la mayor de tres hermanos, debía casarme antes según mis padres, quienes ya me tenían un tanto harta de presionarme con cualquiera. Tuve un novio desde preparatoria, pero el muy tonto me engaño con una chica de intercambio en la universidad. Aún me costaba superar ese hecho, así que me enfrasque en ropa aburrida, mi trabajo como abogada y, en mis tiempos libros escribir sobre romance.
Soñaba con una familia, un príncipe azul que me rescatará de la torre y de muchos hijos. Pero eso solo era en mi imaginación y debía de poner los pies sobre la tierra y los ojos hacia el cielo, como debía de ser.
Llamé a Lorain, ella me cubriría en el trabajo el sábado y también sería mi asesora en moda para ese fin de semana. Había pagado mi estadía para hasta el domingo en la noche y disfrutar de un fin de semana alocado. Todas mis amigas me molestaban porque, aquí entre nosotros… yo aún soy virgen.
Muchas de mis amigas se burlaban por ese hecho, pero para mí, eso era sagrado. Debía de entregarme al hombre que amaría para el resto de mi vida pero; el tiempo ya no podía seguir pasando. Así que, me propuse experimentar una alocada salida furtiva con alguien que me gustara, pero lo dejaría para después de regresar de Asturias.
A los dos timbrazos del teléfono, Lorain contestó el celular un tanto ebria, haciéndome la solicitud de facetime y ayudarme con la ropa que llevaría para cautivar a más de algún extranjero guapo.
—A ver querida, la falda de cuero que te regale para tu cumpleaños, ponte esa y el croptop palo rosa que te dio Nelly—Dijo Lorain, señalando la parte más profunda de mi closet.
Obedecí por el simple hecho que ha estaba cansada de ser ignorada y de sumergirme en mi propia burbuja de lástima y depresión. Ya debía de superar el engaño de Travis.
Saque el conjunto y me lo talle, me daba pena como me quedaba ya que no era mi estilo, pero dicen que un cambio de look hace a que salgas de tu zona de confort.
—Me da miedo que me vean así—exclame angustiada y, tapándome el ombligo con la mano.
El atuendo era muy revelador a mi parecer, inmediatamente me ruborice al verme al espejo y verme diferente, mientras que Lorain gritaba improperios hacia mí persona, chiflando al verme de manera tan provocativas.
—Eso es mamacita, te ves deliciosamente bella. Ningún tipo se resistirá a ti, mañana te llevo unos regalitos a la oficina, mientras déjame en paz y empaca ese atuendo, que yo me encargo del resto—dice alocadamente, mientras se besa con un chico que no conozco.
—Esta bien, ¡pásala lindo!—acote y termine la llamada.
Eso había sido muy liberador, así que terminé de hacer mi maleta y me dedique a dormir, mañana sería un día muy corrido ya que tenía mucho trabajo y, el cual llevaría para adelantar algo en el camino a Asturias y ese fin de Semana, obviamente después de la boda, claro.
(***)
—Te traje estos trajes de baño, esta lencería sexy y… estos vestidos para que salgas de cacería, ya es hora que te liberes—exclamó la loquita de mi amiga, quien había llegado súper cargada de maquillaje en el rostro y café, mucho café para beber.
Había tenido mucho festejo ayer, así que, agradecí que pensara en mi al traerme todo ese arsenal lujurioso.
Tenía razón en algo, yo debía de liberarme de mi pasado, de los prejuicios y de mi misma, renovarme y ser una nueva versión de mí, disfrutar la vida porque solo era una.
—¡Gracias por tanto Lorain, prometo contarte todo cuando venga del viaje!—dije feliz.
La mañana transcurrió normal, salí temprano del trabajo ya que ella y Celi se encargarían de atender los asuntos del señor Ford y me fui directo al salón de belleza para aplicar un tratamiento en mi cabello y cortarlo. Un corte Bob combinaba con mi nuevo aspecto.
Mi tez trigueña, ojos azules y mi cabello castaño me hacían justicia. Mi altura de 1.70cm, eran lo que le daba el plus a todo; mis piernas largas.
Llegué a casa luego de hacerme la magia, me duche y maquille un poco, llegué al aeropuerto, sabía que mi vida cambiaría en este viaje, lo presentía y me daba miedo, me aferraba a la idea de experimentar cosas nuevas, aunque siempre tenía miedo a pesar de tener ya 23 años.
Subí al avión, me dispuse a leer unos documentos sobre el caso del señor Ford, algo me intrigaba y es que, a pesar de descubrir que el señor tenía varias denuncias por agresión, me parecía irrisorio por su actitud tan noble y sensible. Hice las correcciones en las actas que debía y me relaje, durmiéndome en caso todo el vuelo.
—Esperamos hayan disfrutado volar con nosotros, feliz destino y nos vemos al regreso—Dijo el piloto del avión, quien ya había aterrizado y yo no siquiera sentí.
Salí del avión rumbo al hotel, ya todo estaba arreglado, así que tomé un taxi y me fui.
Llegando al hotel, encontré a casi todos los invitados de parte de mi hermano, todos felices al llegar al magno evento, que, era toda una parafernalia. La novia tenía gustos carísimos, ella misma podía costearlos y mi hermano tampoco se quedaba atrás, aunque dudo que haya puesto un centavo en esta boda tan exorbitante.
Todos los invitados estaban listos para arreglarse e ir a la boda tan esperada de los Callaghan-Sheik.
Hice el check-in, de inmediato un botones me ayudo con mi equipaje, todos los presentes no me habían reconocido y, agradecí por ello.
Me cruce con unos hermosos ojos celestes, eran el mismo cielo, cabello pelirrojo, nariz respingada y de tez blanca como la nieve, un hombre perfecto con una altura mínima de 1.88cm. ¿Cómo podía calcular? Fácil, era el doble de lo mio y lo contaba por cabezas. Su mirada penetrante me dio escalofríos raros, pero el botones me sacó de ese ensueño y lo perdí de vista.
Me instale en la habitación 244 del hotel, me tomé una refrescante ducha y dormí un poco. Dieron las 11 de la mañana, la boda sería a las dos de la tarde, así que desayune en la suite, tomé de nuevo otra ducha y me empecé a arreglar, dejando los correos que debía enviar, ya entregados.
Tocaron a mi puerta, así que salí a abrir, la sorpresa era mi hermana mediana, Hillary. La abrace y la invite a entrar.
—¡Amo tu nuevo corte!—exclamó al borde de la locura.
Me sentí bien que me dijera eso, llevaba con ella el vestido que la novia hacía pedido para mí, su dama de honor.
—¡Gracias Hill, tú estás bellísima!— dije entre risas y emociones a flor de piel.
Hablamos de muchas cosas y, definitivamente hacía falta hablar con mi hermana, quien vivía una situación difícil con su pareja.
Me arregle y nos fuimos a la boda de nuestro querido hermano, bajamos el ascensor y ella se adelantó a saludar a nuestros padres, quienes no habían dejado de llorar de la emoción y los nervios de entregar a mi hermano en matrimonio.
Mientras eso pasaba, yo iba a tropezar con un perrito que se escapó de su dueño, sin duda.
Unos centímetros bastarían para caerme y salir lesionada, pero unos brazos fuertes y musculosos me sostuvieron… cuando abrí los ojos era él, eran esos ojos cielo que me habían hecho sentir escalofríos de pies a cabeza.
—¿Esta bien, señorita?—exclamó ese hombre guapísimo.
Mis manos sudaban y mi cara ardía de la vergüenza.
Me levante de su regazo y alise mi vestido color celeste que, me quedaba tallado y tenía un escote muy pronunciado. ¡GRACIAS CUÑADA!.
—Sí, gracias por salvarme—dije nerviosa.
Él asintió y me dedico una sonrisa coqueta, luego se estaba acercando Hillary, cuando de repente el hombre guapo ya no estaba ahí conmigo.
—¿Por qué tandas tanto? La ceremonia ya va a empezar y la novia ya está intranquila porque no llegas—acotó mi hermana, mientras me recompuse de ese encuentro y camine con ella hacia la playa, donde sería la boda.
Una ceremonia hermosa, un amor tan bello el que se nota a en el ambiente, me dio mucha nostalgia, llore de principio a fin, luego con el “Si, acepto”, fue algo mágico y, a la vez sentí una pizca de envidia.
Era horrible, lo sé.
Luego de eso y de despejar mis pensamientos, todos se pusieron a bailar, comer y beber, fue una gran fiesta.
Mi hermano estaba necio de presentarme a un amigo, Kevin.
Era aburrido, feo y no tenía gusto ni tacto para tratar a las mujeres, así que lo evite y salí rumbo al bar que tenía el hotel, pedí una copa y me olvide de la boda de mi hermano, ya había cumplido con estar ahí.
Mila:Sentada en la barra del bar, pedí unos chupitos de tequila, ya no sentía ninguna gana de regresar a la habitación y menos a enfrascarme en el trabajo.—Aquí tiene su chupito, bella dama—exclamó el bar tender, tratando de ligar conmigo, mientras yo, estaba aprovechando el servicio deluxe.En el bar sonaba la canción del momento, “Provenza” de una cantante latina muy famosa, el ritmo era muy pegajoso y mi cuerpo con un buen cargamento de alcohol, necesitaba ponerse en actividad.Me encamine hacia la pista de baile y empecé a mecerme al ritmo de la buena música, sacudiendo las caderas en un vaivén meramente provocador, si bien dicen que el alcohol te ayuda a desinhibirse, hoy me consideraba una alcohólica declarada. Empezaron los chicos del lugar a hacerme una rueda y empezar a gritar y a ocasionar me por los movimientos que estaba tomando, un movimiento de manos haciendo como que atraía al hombre guapo que me había ayudado hoy por la tarde a no caer de bruces al piso, solo el hec
Mila:Pérdida en el calor de su cuerpo, el sabor a vodka con menta de su boca, acariciar su tonificado cuerpo, sin duda era un elixir que no podía dejar pasar, total; sólo está noche lo vería.—¡Vamos, aquí no es lugar para esto!—espeto, tomando la ropa y poniéndosela, igualmente hice lo mismo.Le tomé de la mano, caminamos unos cuantos metros de donde estábamos, más sin embargo había algo que no me tenía tranquila del todo, y es que, los gorilas que estaban en el bar y pagaron la cuenta cuando el hizo la señal, venían a una distancia prudencial, sin quitarle la vista a ese hombre hermoso que me llevaba de la mano, ansioso por probarme.—Harry, creo que nos están siguiendo—acote nerviosa.Nos detuvimos abruptamente, me miró a los ojos y acuno mi rostro en sus manos grandes, me plantó un beso en la frente y vio directo hacia atrás de mí, hizo una señal con su mano nuevamente y volvió a verme.—Deja que nos miren, son sólo seguridad, no te preocupes que ahora estarán un poco más alejado
Mila:—Y entonces esa fue tu noche, vaya aburrida—exclamó Hillary, al contarle que anoche fui a mi habitación a terminar trabajo que ya tenía y que me había enfrascado tanto y decidí dormir.—Sí, así fue…—Te escapaste de Kevin, hoy tendremos un almuerzo todos y así que acabado el fin de semana, nos veremos hasta dentro de tres meses hermana, así que deberías aprovechar para conectar con Kev—expresó mi hermana, quien quería que yo fuera la próxima que me casara.Eso no pasaba por mi cabeza, no desde lo que viví anoche con ese hombre que no salía de mi mente, porque si su cuerpo fuese un mapa, segura lo recorrería hasta aprendérmelo.—Estas muy distraída, voy a caminar por la orilla del mar, ¿Vienes?—pregunto.Me dolía todo el cuerpo, de verdad.—No gracias, iré al bar a ver si encuentro algo para la resaca del sueño—exclame, mientras ella se alejaba un poco más.Me levante de la tumbona y camine hacia el bar, mientras que pensaba en que pedir, pero el destino y la vida me ponían el pe
Mila: Esta vez si hubo despedida, un beso largo que me hizo seguir soñando y atesorando el recuerdo de su pasión, de su seducción y de esas dos noches en las que me hizo sentir mujer. Nadie iba a poder borrar eso, y sí, si moría mañana no me arrepentiría de lo que había hecho. Flashback —Debo irme—espere, levantándome de su cálida cama. —Espérate un poco más, por favor… apenas son las cuatro de la madrugada—rodeo mi cintura con sus fuertes brazos. Me di la media vuelta, rodando en la cama y me pose arriba de su firme y sensual torso, atacando a besos su boca, mientras él no desaprovechaba la situación y palpaba mi desnudo cuerpo que había sido suyo toda la noche. —Te dejaré ir solo con una condición—entre mis labios había susurrado. —¿Qué condición?—dije a secas, acomodándome en su enorme pecho, acariciándolo. —Qué siempre me recuerdes como tu primer hombre, que recuerdes estas dos noches como yo lo haré… aparte, ¿Cuál es tu lugar favorito en Washington?—. Pensé y pensé en lo
Harry: Cuando desperté en esa cabaña solo, me sentí un poco desanimado. Había palpado el cuerpo desnudo de una mujer que no sabía nada de mí, más que sólo el nombre y sabía que quería tenerla así, prometimos no hablarnos de amor, repetir la faena de una noche anterior y estar totalmente desligados con sentimientos. Era la segunda vez que amanecía solo y ahí me demostró que era perfecta, sin complicaciones y ajustada a mi ritmo. —Señor, la chica salió hace unas horas de Asturias, rumbo a Washington—Espeto Giorgio, uno de los guardaespaldas que había sacado al tipo asqueroso de la escena en la noche. —Gracias Giorgio, ¿Alguna novedad del mequetrefe de anoche?–acote levantándome con elegancia de la cama, poniéndome el albornoz y dirigiéndome a la ducha. —Lo sacaron del hotel dejándolo en otra sede y salió con que demandaría al hotel y a su persona, señor. —¡Ja!, pobre iluso. Gracias Giorgio, me daré un baño, y nos iremos nuevamente a Windertrov. Hoy debo llegar a hacer trabajo pesad
Mila: He pasado estresada desde que regrese del viaje en Asturias, y no logro concentrarme en lo que debería, mientras que el señor Ford no pierde el tiempo en esta coqueteándome y pidiendo más de tres veces al día salir a comer o tomar algún coctel en un bar de estrato social alto, aunque conozca ese tipo de lugares, no me gusta ir mucho qué digamos, mas bien, adoro comer waffle todo el tiempo, no me culpen por eso. —Querida, necesitas urgentemente una terapia de seducción y acción—espeto Lorain, bebiendo la cuarta taza de café con vodka. Mi amiga tenía un serio problema de alcohol, pero era lo único que la mantenía a flote, después de un divorcio y tres relaciones fallidas, era normal en ella refugiarse en el alcohol, y nadie, absolutamente nadie, había podido sacarla de ese cuadro destructivo. —Hey, deja de beber tan temprano, en serio—acote, mientras pensé que mi vida no era tan perfecta. Me levante del asiento, agarrando su vaso y cambiándolo por café con dulce, para bajarle
Mila: ¿Ángel o demonio? No lo sé, lo único que sabía era que él, había robado mi alma y mi corazón y que nada ni nadie borraría su huella. Fui por mi auto luego de recomponerme del enojo que tuve con mi familia, llegué a mi loft y me empecé a desvestir, quedándome en tanga y brasier, mis tacones volaron a otra dimensión, abrí una cena de esas para microondas y la cocine por 2 minutos, teniendo así una cena conmigo misma. Comí con hambre, comí tranquila y sin disgustos, ya me sentía mejor, así que iba a empezar a adelantar trabajo. Una llamada de un número desconocido me quito el aliento, al contestar, era el señor Ford, hablándome ebrio, sin sentido y quitando la poca paz que estaba rescatando. —No entiendo porque te hiciste para atrás con este caso, Mila Callaghan… esto te haría millonaria—Dijo molesto y con distorsión. Respire profundo y colgué la llamada, ese señor, en esa fachada de buena persona, solo escondía la escoria que era y obviamente no quería tener nada que ver con
Harry: Me encontraba ya en Washington, debía de cerrar esos acuerdos con el presidente de los Estados Unidos, en lugar de mi padre, ya debía yo ejercer ciertos títulos y compromisos, por eso, habían decidido que al momento de coronarme, debía estar ya casado y eso era lo que más me pesaba. —Su majestad, el presidente lo recibirá en breves instantes, mientras tanto, puede dar con nosotros un recorrido por la casa Blanca—espeto una hermosa secretaria, que tenía un culo perfecto, y mi lívido estaba más alterada que de costumbre. Empezamos con el recorrido, pero una opresión en el pecho me hizo detenerme de repente, mientras los demás se adelantaron un poco, Giorgio me vio y llegó de dos zancadas hacia mí, monitoreando que yo estuviese bien. —Su majestad ¿se encuentra bien? —Si, Giorgio, solamente fue una presión en el pecho, nada grave. —¿Necesita aire fresco? La sexy secretaría se giro y llegó hasta donde yo estaba con Giorgio e inmediatamente el gabinete de representantes de Wind