24. La cena de compromiso

Harry:

Después de aquel baile con Mila, de sentir a nuestro hijo por primera vez, nuestra relación como pareja había mejorado, aunque ella seguía sin creerme el cambio tan abrupto de actitud, decidí seguir luchando por una nueva oportunidad.

Mi madre llegaba cada mañana a constatar el estado de Mila en las clases con Gustav, mientras que la cuna de mi panquecito hacia todo de una manera muy desenvuelta, adaptándose rápidamente al ritmo de Alighieri, y, yo era su conejillo de indias al momento del baile y de la práctica de la flecha enardecida. Todos los días de esas dos semanas estuve pegado a ella y a mi hijo, luchando para que ella aprendiera rápido y de una buena manera, aunque debía de hacer suficiente fuerza y eso me asustaba, porque ya a sus cuatro meses había cosas que no podía hacer como tal.

–Quiero invitarte hoy– dije cerca de su oído, pegado a su espalda y tomando su mano derecha, con la cual agarraba la flecha que estaba a punto de lanzar.

–Dime, cariño mio.

–vayamos a ce
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