Mila:
—Y entonces esa fue tu noche, vaya aburrida—exclamó Hillary, al contarle que anoche fui a mi habitación a terminar trabajo que ya tenía y que me había enfrascado tanto y decidí dormir.
—Sí, así fue…
—Te escapaste de Kevin, hoy tendremos un almuerzo todos y así que acabado el fin de semana, nos veremos hasta dentro de tres meses hermana, así que deberías aprovechar para conectar con Kev—expresó mi hermana, quien quería que yo fuera la próxima que me casara.
Eso no pasaba por mi cabeza, no desde lo que viví anoche con ese hombre que no salía de mi mente, porque si su cuerpo fuese un mapa, segura lo recorrería hasta aprendérmelo.
—Estas muy distraída, voy a caminar por la orilla del mar, ¿Vienes?—pregunto.
Me dolía todo el cuerpo, de verdad.
—No gracias, iré al bar a ver si encuentro algo para la resaca del sueño—exclame, mientras ella se alejaba un poco más.
Me levante de la tumbona y camine hacia el bar, mientras que pensaba en que pedir, pero el destino y la vida me ponían el pecado hecho carne frente a mi, dándome una chance de volver a coincidir con él, pero me hice la que no veía quien era y seguí caminando hacia la barra, cuando una mano fuerte apresó mi brazo, halando de mí y poniéndome frente a frente con él y ver sus preciosos ojos destellar al ver mi cuerpo detalladamente, el cuerpo que había sido suyo toda la noche y parte de la madrugada.
—Desperté en mi cabaña y no estabas, Mila Callaghan… y eso fue descortés de tu parte—dijo con su voz gruesa y apretujándome más a su torso perfecto.
No sabía cómo había empezado esa noche, pero tampoco me arrepentía de haber coincidido con ese monumento de hombre y, lo hecho ya estaba hecho.
—Perdóname, es solo que quería mantenerlo así, no espero una relación o una charla motivación al post coito, todo en este mundo es temporal, y en eso no podía ser yo quien pasara a la historia, guapo—exprese segura de mi misma.
Él detallo una vez más mi cuerpo y con una mano acuno mi rostro, palpándolo con su pulgar y acercando su rostro a mi, hasta no dejar un centímetro de distancia.
—Hoy estaremos hasta el amanecer nuevamente Mila, así que te espero en esta barra a las nueve en punto. No falles—expresó, clavándome un beso en la frente, mientras que dio unos cuantos pasos y se desapareció con sus gorilas.
Para mí era algo irrisorio que un hombre como él se haya fijado en mi, me pesaba tanto el corazón por la emoción que sentía y la adrenalina de no decir una sola palabra de lo que me estaba pasando en este viaje de locura.
Terminé de pedirle al bar tender que me preparará dos margaritas y un suero reparador, porque en verdad estaba muriéndome.
Volví de nuevo a la tumbona y me senté, mientras Hillary estaba hablando con el fracasado de Kevin, y de lejos él me estaba saludando, correspondí por educación al saludo, concentrándome en la cita y en estar regia en toda la expresión.
(***)
Luego de esa tomada de sol y de margaritas reparadoras, me fui a mi habitación de hotel, escribiendo lo que me había pasado hoy con Harry, ese príncipe de mi corazón.
—Debo ponerme hermosa, aunque no seamos nada, debo de estar prolija—exprese para mí, mientras que agradecía que Lorain me regalara tantas cosas sensuales para este viaje.
Me puse una lencería color borgoña, que le quedaba bien a mi piel, se ajustaba bastante bien a mis pechos y a mi trasero esponjoso, aplique mi perfume favorito y encontré un vestido de cuero, totalmente pegado y agradecí al cielo todo ese lapso en el que me vestía y me arreglaba.
Como obviamente los nuevos esposos estarían celebrando en otro lugar, los mismos invitados aprovecharon el after del after, así es… hubo una fiesta post fiesta… así que nadie se daría cuenta de mi miserable existencia.
—Estoy lista—dije en cuanto me vi en el espejo.
Una vez más no estaría mal y así sería ya que mañana me regresaría a Washington a mi aburrida vida.
Baje directo al lobby, mientras que veía por todos lados si aparecía él, pero no obtuve respuesta, así que me fui al bar, mientras había música a todo volumen y me concentre en esperarlo, así que me senté en la barra y le ordene al bar tender un Vodka doble frío, para quitar mis nervios, y entonces llegó lo impensable; Kevin estaba ahí frente a mi, morboseando mi cuerpo.
—¡wow! Te ves fabulosa Mila—exclamó.
—Gracias Kevin, un gusto verte—exprese, dándome la vuelta directo a ver al bar tender.
Él se sentí a la par de mi, pidiendo una cerveza y una margarita, mientras que se dirigió a mí, con una sonrisa tonta.
—Pensé que estarías con los demás en la otra fiesta—Dijo, jugando con sus dedos y actuando como un hombre desagradable, viendo mis pechos con deseo.
—Pensaste mal Kevin, me gusta estar sola
—Estar sólo no es bueno, deberías de tener una compañía que te haga sentir bien, que te haga sentir mujer en la cama y en la cocina—expresó, derribando la barrera del espacio entre ambos.
—Mira Kevin, no te permitiré que me hables así, te pido mejor que te retires y me dejes sola—acote con molestia, mientras el bar tender solo veía lo que pasaba.
Sintiéndome incomoda y viendo que el tiempo pasaba y él no llegaba, pague el vodka que me tome a fondo blanco y decidí volver a la habitación.
—¿ya te vas? Muñeca, si la fiesta aun no empieza, vamos a un lugar más privado y follamos como bestias, bien que te hace falta una revolcada—Expreso ese pusilánime.
Me levante del sitio en el que estaba y empecé a caminar yéndome a mi lugar seguro, pero su fuerte mano me tomó y me agarro con fuerza, tirando de mí y acercándose a mi oído, mientras trato de morder el lóbulo de mi oreja.
—¡¿Pero que demonios te pasa?!—exprese molesta y un poco asustada, pero no debía de demostrarle lo segundo.
Él me vio y sonrió descaradamente, como todo un depravado.
—¿Por qué te haces la monja? Si eres una pequeña zorra—exclamó, cerca de mi rostro y pasando su asquerosa lengua en mi cuello.
Tomé más valor y machuque su pie con mi tacón, mientras este me soltó, iba a darle una bofetada cuando Harry apareció de repente.
—¿Mila, tienes problemas?—dijo furioso.
—Lárgate tarado, que esto lo arreglo con esta zorra—expresó Kevin, tratando de abalanzarse hacia mí.
Este hombre había llegado para salvarme y hacerme enloquecer en la cama, Harry agarro a Kevin en el momento preciso y empezó a molerlo a golpes, mientras que todos veían la escena y yo trataba de separarlos.
—¡Basta, Basta! —dije, interponiéndome entre ambos.
—Te denunciare con el Hotel, imbécil, me rompiste la nariz—Dijo Kevin, mientras que Harry volvió a tomarlo del cuello, pero uno de los gorilas que tenía con él, le dijo que parará.
—Pídele disculpas a Mila, ahora—expresó ese guapo pelirrojo, que me tenía embobada.
—¿Y es porque tu me obligas? Me haces reír, tonto—Dijo Kevin, mientras que el gorila le dio un puño en la boca.
—Dilo—exigió Harry.
Kevin me vio y empezó a llorar como niña, y me pidió perdón entre dientes. Luego de una mirada imponente de ese hombre, él reflexionó mejor y pidió disculpas sinceras, mientras yo no las acepte…
—Sáquenlo de aquí, ya saben que hacer—Dijo Harry, mientras lo obedecieron y nadie dijo absolutamente nada.
Me tomo de la mano y empezamos a caminar en la arena de la playa, juntos pero él iba molesto.
—Hey, ¿Qué pasa? —exprese acongojada, mientras él estaba molesto.
—¿Le estabas coqueteando a ese idiota?
—¿Qué?
—Lo que escuchaste Mila, responde
Yo me quedé pasmada en el lugar, mientras que me zafe de su agarre y empecé a caminar al lado contrario.
—Espera, ¿Qué haces?—exclamó molesto y dubitativo.
—Me largo, todos aquí están locos, no he hecho nada con ese imbécil, el quería abusar de mí y si tu no hubieses venido no se que habría pasado y tú, tú sales con esto ahora—dije rabiosa y llorando.
El me alcanzó y tomó mi rostro desastroso por el maquillaje corrido y me beso, demostrando que estaba molesto y celoso… «celoso»
—Vamos a la cabaña por última vez, luego ninguno de los dos recordará al otro—Dijo suplicante
Creo que esa era la manera en despedirnos y de sopesar esta absurda noche llena de drama escándalo.
Lo besé nuevamente y fuimos a la cabaña, mientras que hoy nadie nos seguía, supongo que estaban arreglando la situación con Kevin.
Pregunté asustada qué pasaría con ese tipo, mientras el sonrió y dijo;— no lo mataré si eso es lo que piensas, no he llegado a ensuciarme las manos con una escoria como esa—.
Eso me dejó tranquila, así que entramos a la cabaña y nos empezamos a besar, pero quería que esta noche fuese diferente, así que hable con la verdad.
—Ayer fue mi primera vez… y fue fabulosa, en serio que sí, pero…
—¿Por qué no me dijiste nada de eso anoche, Mila?
—Tenía vergüenza y miedo de que te burlaras de mí—exprese.
Él me dio una mirada y beso mi frente.
—Esta noche seré un caballero, pero no me pidas que vaya lento porque contigo me pasa que no puedo controlarme, así que hoy te haré a que me recuerdes por siempre…
«Por siempre».
Desnudos empezamos a danzar en ese sensual baile de cuerpos, cada empellón era más fuerte que el otro, haciéndome gemir como una loca, excitada y bañada en sudor, mientras el ronroneaba excitado y con vos gruesa, meciéndose hacia dentro y ajustándose al vaivén de mis caderas, entrando profundo en mi estrechez y lamiendo mis cremosa tetas, quienes rebotaban al compás de sus estocadas perfectas, partiéndome en dos de placer…
Esa noche sería la última vez que lo vería y la última vez estaba bien… sin sentimientos ni compromisos de por medio.
Mila: Esta vez si hubo despedida, un beso largo que me hizo seguir soñando y atesorando el recuerdo de su pasión, de su seducción y de esas dos noches en las que me hizo sentir mujer. Nadie iba a poder borrar eso, y sí, si moría mañana no me arrepentiría de lo que había hecho. Flashback —Debo irme—espere, levantándome de su cálida cama. —Espérate un poco más, por favor… apenas son las cuatro de la madrugada—rodeo mi cintura con sus fuertes brazos. Me di la media vuelta, rodando en la cama y me pose arriba de su firme y sensual torso, atacando a besos su boca, mientras él no desaprovechaba la situación y palpaba mi desnudo cuerpo que había sido suyo toda la noche. —Te dejaré ir solo con una condición—entre mis labios había susurrado. —¿Qué condición?—dije a secas, acomodándome en su enorme pecho, acariciándolo. —Qué siempre me recuerdes como tu primer hombre, que recuerdes estas dos noches como yo lo haré… aparte, ¿Cuál es tu lugar favorito en Washington?—. Pensé y pensé en lo
Harry: Cuando desperté en esa cabaña solo, me sentí un poco desanimado. Había palpado el cuerpo desnudo de una mujer que no sabía nada de mí, más que sólo el nombre y sabía que quería tenerla así, prometimos no hablarnos de amor, repetir la faena de una noche anterior y estar totalmente desligados con sentimientos. Era la segunda vez que amanecía solo y ahí me demostró que era perfecta, sin complicaciones y ajustada a mi ritmo. —Señor, la chica salió hace unas horas de Asturias, rumbo a Washington—Espeto Giorgio, uno de los guardaespaldas que había sacado al tipo asqueroso de la escena en la noche. —Gracias Giorgio, ¿Alguna novedad del mequetrefe de anoche?–acote levantándome con elegancia de la cama, poniéndome el albornoz y dirigiéndome a la ducha. —Lo sacaron del hotel dejándolo en otra sede y salió con que demandaría al hotel y a su persona, señor. —¡Ja!, pobre iluso. Gracias Giorgio, me daré un baño, y nos iremos nuevamente a Windertrov. Hoy debo llegar a hacer trabajo pesad
Mila: He pasado estresada desde que regrese del viaje en Asturias, y no logro concentrarme en lo que debería, mientras que el señor Ford no pierde el tiempo en esta coqueteándome y pidiendo más de tres veces al día salir a comer o tomar algún coctel en un bar de estrato social alto, aunque conozca ese tipo de lugares, no me gusta ir mucho qué digamos, mas bien, adoro comer waffle todo el tiempo, no me culpen por eso. —Querida, necesitas urgentemente una terapia de seducción y acción—espeto Lorain, bebiendo la cuarta taza de café con vodka. Mi amiga tenía un serio problema de alcohol, pero era lo único que la mantenía a flote, después de un divorcio y tres relaciones fallidas, era normal en ella refugiarse en el alcohol, y nadie, absolutamente nadie, había podido sacarla de ese cuadro destructivo. —Hey, deja de beber tan temprano, en serio—acote, mientras pensé que mi vida no era tan perfecta. Me levante del asiento, agarrando su vaso y cambiándolo por café con dulce, para bajarle
Mila: ¿Ángel o demonio? No lo sé, lo único que sabía era que él, había robado mi alma y mi corazón y que nada ni nadie borraría su huella. Fui por mi auto luego de recomponerme del enojo que tuve con mi familia, llegué a mi loft y me empecé a desvestir, quedándome en tanga y brasier, mis tacones volaron a otra dimensión, abrí una cena de esas para microondas y la cocine por 2 minutos, teniendo así una cena conmigo misma. Comí con hambre, comí tranquila y sin disgustos, ya me sentía mejor, así que iba a empezar a adelantar trabajo. Una llamada de un número desconocido me quito el aliento, al contestar, era el señor Ford, hablándome ebrio, sin sentido y quitando la poca paz que estaba rescatando. —No entiendo porque te hiciste para atrás con este caso, Mila Callaghan… esto te haría millonaria—Dijo molesto y con distorsión. Respire profundo y colgué la llamada, ese señor, en esa fachada de buena persona, solo escondía la escoria que era y obviamente no quería tener nada que ver con
Harry: Me encontraba ya en Washington, debía de cerrar esos acuerdos con el presidente de los Estados Unidos, en lugar de mi padre, ya debía yo ejercer ciertos títulos y compromisos, por eso, habían decidido que al momento de coronarme, debía estar ya casado y eso era lo que más me pesaba. —Su majestad, el presidente lo recibirá en breves instantes, mientras tanto, puede dar con nosotros un recorrido por la casa Blanca—espeto una hermosa secretaria, que tenía un culo perfecto, y mi lívido estaba más alterada que de costumbre. Empezamos con el recorrido, pero una opresión en el pecho me hizo detenerme de repente, mientras los demás se adelantaron un poco, Giorgio me vio y llegó de dos zancadas hacia mí, monitoreando que yo estuviese bien. —Su majestad ¿se encuentra bien? —Si, Giorgio, solamente fue una presión en el pecho, nada grave. —¿Necesita aire fresco? La sexy secretaría se giro y llegó hasta donde yo estaba con Giorgio e inmediatamente el gabinete de representantes de Wind
Harry: Ver a esa mujer que me había encandilado en Asturias, había sido sin duda mi día de suerte y que mejor, querer recordar como la hice mujer a mi gusto y mi antojo, aunque lo que estaba por venir era algo abismal, algo divino pero, que a las reglas de mi hogar y al compromiso de boda que tenía con la mujer que mis padres querían, se vería afectado en un abrir y cerrar de ojos. Ella me dio una cachetada, era evidente y me la tenía bien merecida, no lo reprochó. —¿Es eso cierto Mila?—dije en cuanto me enteré que estaba esperando un hijo mío. No dudo de ella, sé que no había conocido hombre más que sólo yo, y tenía la fe en que ella sería la madre del futuro príncipe de Windertrov, ya había empezado un linaje, pero él problema era, ¿cómo explicarle a mis padres y al consejo real sobre la llegada de un hijo? Un hijo que no era totalmente de sangre azul, que yacía en el vientre de una plebeya que había elegido como cuna de mi semilla… ¡Dios mío! —Vámonos—dije, tomándole de la mano
Mila: Estoy aquí, sentada en mi computadora, redactando un contrato prenupcial y otro de confidencia, legalizando mi propio destino. ¿Cuántas veces soñé con casarme con un príncipe? Muchas veces, sin duda, pero está vez era diferente, está vez no sería por amor, si este bebé no viniera en camino, no estuviera aquí redactando esto, pero, más sin embargo, aquí me encuentro, comiendo manzana en rodajas y escribiendo conforme a las bases legales de Washington y Windertrov, Inglaterra. Mi teléfono estallaba en notificaciones, pero por alguna razón, no quise responder ni verlo, tenía muchos sentimientos encontrados, el temor era el que embargaba todo mi ser, y no me permitía pensar en más, menos, en algo positivo por ahora más que solo el mi prueba de embarazo y en el enojo de un hombre que, no dudaba de la paternidad de su hijo, y tampoco de mi. —¡Por fin, terminé!—dije en voz alta. Me levante de la silla, apague la computadora y encamine hacia mi habitación, para todo esto ya eran las
Harry: Amanecí con una doncella en mi pecho, con las piernas enredadas en mi cuerpo y con mis manos en su cintura, sus ronquidos retumbaban en mi pecho, este momento era algo que no podía explicar, me gustaba pero tenía miedo, yo era un alma fría, un corazón demasiado congelado, pero sus labios y su cuerpo eran un deleite, un vicio… me había robado el alma, el corazón y arrancado los suspiros de lo más profundo de mi ser, quería llevarla conmigo a todas partes y ahora el sentimiento era más grande al saber que estaba embarazada de mí. ¿Quién diría que en las primeras noches iba a terminar apuntando a un heredero en un vientre humilde? Una llamada me sacó de mis pensamientos, como pide me escurrí de entre sus brazos y enrolle una toalla en mi cintura, salí de la habitación y me enfile hacia el pequeño balcón que tenía la castaña en el pequeño lugar al que llamaba apartamento. —¿Cómo pudiste hacernos esto Harry?—acota mi madre al otro lado del teléfono. —Madre, buen día. —¿es buen