Capítulo 37

Ana estaba sentada frente a Oliver en la sala de su casa, con una taza de té entre sus manos y con la toalla cubriéndola, encima de su ropa mojada.

Parecía que habían vuelto al pasado cuando ella sostenía largas charlas en su consultorio, solo que esta vez ella no era el tema principal.

—¿Sabes qué he ido a la comisaria? —Oliver inició la conversación.

—¿Por qué? —preguntó un poco nerviosa.

—El sheriff pidió que fuera a testificar, ya que estuve muchos años en tu caso… quiero decirte que estoy muy orgulloso de ti… y que, aunque la rabia come mis entrañas por todo este tiempo perdido, me alegro de que por fin hayas decidido dar este paso. Jamás en mi vida imaginé que ese… —Oliver hizo silencio y luego apretó su puño—. Incluso a mí mismo me engañ&oacu

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