Ana llegó a su salón casi corriendo, pero en el momento en que ingresó al aula, vio que sus compañeros aún esperaban a su profesor y esto la hizo sentir extraña.
Si ella había llegado, por ende, él debía estar aquí, sin embargo, por su postura en cuanto hablaron hace un momento supo que debía estar tratando de tranquilizarse para dar su clase sin ningún tipo de inconvenientes.
Resopló para sí misma aun sintiendo como poco a poco drenaba la rabia que tenía dentro de ella, aunque supo que él reaccionaría un poco mal, simplemente esperó otra cosa de él, y no una advertencia de no involucrar sus sentimientos.
«¿Qué podía hacer ahora si estaba totalmente involucrada?», era una pérdida de tiempo creer que solo con decir, “no te enamores”, las cosas se solucionarí
Ana estaba sentada frente a Oliver en la sala de su casa, con una taza de té entre sus manos y con la toalla cubriéndola, encima de su ropa mojada.Parecía que habían vuelto al pasado cuando ella sostenía largas charlas en su consultorio, solo que esta vez ella no era el tema principal.—¿Sabes qué he ido a la comisaria? —Oliver inició la conversación.—¿Por qué? —preguntó un poco nerviosa.—El sheriff pidió que fuera a testificar, ya que estuve muchos años en tu caso… quiero decirte que estoy muy orgulloso de ti… y que, aunque la rabia come mis entrañas por todo este tiempo perdido, me alegro de que por fin hayas decidido dar este paso. Jamás en mi vida imaginé que ese… —Oliver hizo silencio y luego apretó su puño—. Incluso a mí mismo me engañ&oacu
Por más que había pasado una media hora después de que Oliver le dio toda esa horrible información, Ana no podía moverse por lo rígido que se encontraba su cuerpo. Su cabeza explotaría en cualquier momento. Todo hacia un remolino dentro de ella mientras pensaba cualquier cosa, cualquiera que pudiera hacerla mover o reaccionar.Nunca sintió un dolor parecido, sentía como si estuviesen desgarrándola por dentro y solo imaginar cómo se podía sentir Xavier con todo esto, le hacía parecer más enferma de lo en realidad estaba.«¿Por qué?, ¿por qué debían suceder estas cosas? ¿Por qué? ¿En qué parte del mundo se debía nacer, o cuál era la clave para que a un ser humano que no tenía un ápice de culpa, le pasaran estas cosas?»Ana estaba muy aturdida.Entonce
Varias semanas pasaron después de aquel día en que el corazón de Ana se comprimió al saber la verdad del hombre en quien se había enamorado. Parecía que después de eso la vida le abrió un espacio de tiempo incierto, un tiempo estático porque nada pasó después de ello.Todo seguía quieto, Xavier le advirtió sobre su profesora Olivia, informándole que ella los vio juntos en su auto el día de la pelea. Y sí, la mujer era una patada en el culo en cada clase, pero Ana trató de no hacer caso a sus estúpidas indirectas y se preguntó cuántos años tenía Olivia para comportarse de tal forma.Siguió las indicaciones de su ginecóloga, y mantuvo cortas terapias al frente de un Xavier totalmente diferente. Avanzó mucho, no lo podía negar.Andrew seguía a su lado como buen amigo, compart&iac
Andrew estaba de pie junto a su hermano mayor, Adam. Pero su mirada solo podía dejarle claro a Ana lo impactado que estaba; él simplemente no pudo cerrar su boca. Aunque quiso saludar a Ana para decirle que era una coincidencia que se hubiesen encontrado aquí junto con su familia, sus intenciones cayeron. Verla vestida de esa forma, y lo más impactante, con ese hombre al que pensaba Ana odiaba, lo había dejado mudo. Totalmente conmocionado mientras su corazón quería salirse de su pecho.Ana estaba estática en el puesto, mientras el corazón le latía a mil por segundo, y como si las cosas no pudiesen empeorar, el hermano de Adam se giró para decir:—¡Hey Pá, estamos aquí con la chica de Andrew…!Ella abrió los ojos de golpe mientras vio detrás de Andrew como Jarol, Sofía y Andrea, venían hacia la mesa. Toda la familia White esta
—Ella se llama, Dayane… —dijo Xavier mientras su garganta se movió varias veces, aun con la mirada hacia arriba, a la vez que Ana se quedó helada.«No era posible, él estaba hablando de ella», pensó Anaelise sin saber qué iba a hacer, ni qué decir.—Era mi esposa… —volvió a decir para luego abrir sus manos donde Ana vio dos anillos reposando en su palma. Los mismos que ella descubrió aquel día.—Xavier —Ana necesitaba de forma urgente decirle que no era necesario, además que ella sabía parte de la historia, sentía que en algún punto estaba traicionando su confianza.Xavier bajó la mirada detallando los anillos.—Ni siquiera sé por qué los tengo aún… realmente no quiero verlos en mi vida —levantó su vista y luego los puso en la có
Aunque el hueco seguía en su pecho, y el recordar lo volvía a hacer sentir como una nada, de repente sus hombros se sintieron más livianos. La sensación de embargo salió de él, y aunque sus ojos se sentían hinchados y doloridos, pudo soltar el aire esta vez menos pesado.Ya pasaron 3 años de ese suceso, y a pesar de todo el esfuerzo, no podía dejar de recordar ese día como si hubiese sucedido ayer. La familia de Dayane nunca apareció, y él tampoco esperó que lo hicieran, ella siempre fue un problema para sus padres, y no le sorprendió siquiera recibir una palabra de apoyo o un interés por saber qué harían con su hija después de que todos sus cercanos, se enteraron del suceso.Mucha gente lo ayudó, de eso no había duda, Robert encubrió el hecho en la ciudad, y muy poca gente supo la realidad de su vida. Aunq
—Mi querida sobrina… —exclamó el hombre con una sonrisa siniestra cuando llegó al sitio, a la vez que Ana taladraba el brazo de Andrew con sus uñas, totalmente estática y con la respiración entre cortada.Ella retrocedió todo lo que pudo, pero lo que menos pensó fue que su tío Ned, pusiera la mano encima de su brazo para atajarla.La piel se le contrajo en repudio y sintió unas náuseas apremiantes. Su cabeza le dio vueltas y por un momento supo que había perdido el equilibrio.—¿Quién es usted? —preguntó Andrew bastante preocupado tratando de proteger a Ana, pero no obtuvo sino una mirada asesina de aquel hombre.Ned, era tan alto como Xavier y robusto; Andrew, aunque era alto, no tenía ventaja con el hombre, y Overent lo supo desde un inicio. Ojeó al chico y luego desvió la mirada en Ana, quien per
Él se fue, se había ido del recinto sin decirle una palabra, mientras su estabilidad se iba haciendo añicos cada vez. Se sentó en la silla de nuevo mientras sus ojos se nublaron y pasó un trago amargo que presionó su pecho.Andrew apretó nuevamente su mano en silencio por largos segundos, para luego ver que volvía a salir gente de allí adentro. No se levantó, pero supo que el Sheriff estaba dando unas indicaciones y luego salieron dos policías, con su tío Ned esposado.Robert la observó asintiendo y luego les dijo a los policías que continuaran. Y como si el tiempo se hubiese estancado, ella vio como de forma lenta pasaba Ned por su lado y le enviaba una sonrisa deteniéndose frente a ella, y así reteniendo a los policías que lo llevaban.—Que tengas una buena vida, sobrina… —fueron sus palabras mientras un of