—Ella se llama, Dayane… —dijo Xavier mientras su garganta se movió varias veces, aun con la mirada hacia arriba, a la vez que Ana se quedó helada.
«No era posible, él estaba hablando de ella», pensó Anaelise sin saber qué iba a hacer, ni qué decir.
—Era mi esposa… —volvió a decir para luego abrir sus manos donde Ana vio dos anillos reposando en su palma. Los mismos que ella descubrió aquel día.
—Xavier —Ana necesitaba de forma urgente decirle que no era necesario, además que ella sabía parte de la historia, sentía que en algún punto estaba traicionando su confianza.
Xavier bajó la mirada detallando los anillos.
—Ni siquiera sé por qué los tengo aún… realmente no quiero verlos en mi vida —levantó su vista y luego los puso en la có
Aunque el hueco seguía en su pecho, y el recordar lo volvía a hacer sentir como una nada, de repente sus hombros se sintieron más livianos. La sensación de embargo salió de él, y aunque sus ojos se sentían hinchados y doloridos, pudo soltar el aire esta vez menos pesado.Ya pasaron 3 años de ese suceso, y a pesar de todo el esfuerzo, no podía dejar de recordar ese día como si hubiese sucedido ayer. La familia de Dayane nunca apareció, y él tampoco esperó que lo hicieran, ella siempre fue un problema para sus padres, y no le sorprendió siquiera recibir una palabra de apoyo o un interés por saber qué harían con su hija después de que todos sus cercanos, se enteraron del suceso.Mucha gente lo ayudó, de eso no había duda, Robert encubrió el hecho en la ciudad, y muy poca gente supo la realidad de su vida. Aunq
—Mi querida sobrina… —exclamó el hombre con una sonrisa siniestra cuando llegó al sitio, a la vez que Ana taladraba el brazo de Andrew con sus uñas, totalmente estática y con la respiración entre cortada.Ella retrocedió todo lo que pudo, pero lo que menos pensó fue que su tío Ned, pusiera la mano encima de su brazo para atajarla.La piel se le contrajo en repudio y sintió unas náuseas apremiantes. Su cabeza le dio vueltas y por un momento supo que había perdido el equilibrio.—¿Quién es usted? —preguntó Andrew bastante preocupado tratando de proteger a Ana, pero no obtuvo sino una mirada asesina de aquel hombre.Ned, era tan alto como Xavier y robusto; Andrew, aunque era alto, no tenía ventaja con el hombre, y Overent lo supo desde un inicio. Ojeó al chico y luego desvió la mirada en Ana, quien per
Él se fue, se había ido del recinto sin decirle una palabra, mientras su estabilidad se iba haciendo añicos cada vez. Se sentó en la silla de nuevo mientras sus ojos se nublaron y pasó un trago amargo que presionó su pecho.Andrew apretó nuevamente su mano en silencio por largos segundos, para luego ver que volvía a salir gente de allí adentro. No se levantó, pero supo que el Sheriff estaba dando unas indicaciones y luego salieron dos policías, con su tío Ned esposado.Robert la observó asintiendo y luego les dijo a los policías que continuaran. Y como si el tiempo se hubiese estancado, ella vio como de forma lenta pasaba Ned por su lado y le enviaba una sonrisa deteniéndose frente a ella, y así reteniendo a los policías que lo llevaban.—Que tengas una buena vida, sobrina… —fueron sus palabras mientras un of
Ana entró a su apartamento sintiendo que había tomado la mejor decisión en estar con Andrew durante la tarde. Colocó las llaves encima de la mesa y encendió las luces, porque eran eso de las 7 de la noche.Fue directo a la cocina, y revisó la nevera. Era momento de comprar cosas para su alacena así que después de darse un largo baño, ella haría una lista como acostumbraba.Estaba terminando de colocarse unos shorts y una franelilla, cuando vio encima de su mesa como su teléfono encendía y apagaba la luz de una notificación. Tomó el móvil sintiéndose algo nerviosa, y cuando deslizó su dedo en la pantalla, su corazón dio un vuelco cuando vio “el” como llamada perdida.Fue hace diez minutos, y ella maldijo bajo a la vez que las manos le temblaban. Rápidamente marcó al número devolviendo la llamada mi
Xavier pasó un trago, como si hubiese comido un puñado de vidrios de golpe y los hubiese pasado por su garganta. Quería gritar en desespero, golpearse a sí mismo, o que ahora mismo la vida desgraciada, se convirtiera en una persona para que él pudiese deshacerla con sus manos.Su corazón estaba volviéndose mierda al verla en ese estado, y lo pensó tantas veces en venir aquí por su misma reacción. «Pero, ¿cómo se iría de este lugar sin verla una última vez?, ¿cómo no llevaría su olor y su recuerdo con él para continuar de ahora en adelante?»Se odió a sí mismo por permitir todo esto, y se sentía miserable cuando veía bajar cada lágrima en el rostro de Anaelise. Sin embargo, ella superaría esto, era una mujer fuerte, más fuerte de lo que muchos lo pensaban, continuaría y
—Aquí están tus horarios —Andrew le pasó dos hojas impresas a Anaelise mientras se sentaba frente a ella en la cafetería habitual.Ana revisó los horarios, y marcó con resaltador las horas en que estaría más apretado su horario, con respecto a su trabajo.—¿Quieres un poco? —volvió a preguntar Andrew con un refresco de gas hacia ella.Ella arrugó el rostro y negó.—Sabes que no tomo porquerías a esta hora, vas a enfermarte, eso tiene más de cinco cucharadas de azúcar…—Un contenido de sodio más elevado que el tres comidas del día, colorante 6 y 5 y eso sin hablar que lo gasificado no es bueno para el estómago… —interrumpió Andrew agregando la retahíla que siempre le daba Ana cada mañana.—No entiendo, si sabes eso, ¿por qué
Andrew estaba sentado con su móvil apuntando su cámara en dirección de Ana. Ella no se dio cuenta de que él capturaba varias imágenes en su celular, porque ahora se concentraba haciendo una tarea en su mesa, mientras él tenía la laptop en sus piernas.Bajó su móvil y utilizó el Zoom para observar con detalle las partes de su rostro. Ana había cambiado un poco desde que la conoció, ahora era más femenina, un poco más estilizada, y por supuesto, con un mejor cuerpo.Sin embargo, no era eso lo que llamaba su atención, ni lo que lo conmocionaba en gran manera. Era ella en esencia, Anaelise era el último pensamiento antes de irse a dormir y el primero con el que se levantaba.Tener un hombro para ella donde recordaba a otro hombre le era muy difícil de lidiar a diario, eso sumado a que era tan cerrada en muchos aspectos, que nunca se daba cuenta de s
—Ok chicos, saquen sus libretas y hagan anotaciones, tengo noticias importantes.El silencio se impregnó en el lugar y Ana ni siquiera levantó la mirada, el corazón iba a salirse de su pecho por lo rápido que era su latido. Aquí estaba de nuevo desecha de los nervios por algo que no debería pensar, tampoco era que el lugar cambiara su realidad.Sin embargo…Los sonidos se le agudizaron y pudo incluso palpar su respiración.«Es imposible…», pensó repitiéndose a sí misma una y otra vez.—Nuestra convención será en Los Ángeles —las palabras hicieron eco en sus oídos—. Es confirmado, así que prepárense, porque en un mes y medio estaremos yendo hacia dicha ciudad, y tendremos dos semanas agitadas… —Su profesor encendió un reflector para darle continuidad a su clase,