Xavier estaba contemplando en como las líneas oscuras dibujaban aquella montaña desde lo lejos, las luces de la ciudad ya estaban encendidas y en sus manos tenía el décimo vaso de whisky, que estaba llevando a su estómago vacío.
Una lágrima fría comenzó a rodar por su mejilla, y de alguna forma sintió rabia cuando la vio deslizarse por su rostro.
—No seas idiota —se susurró así mismo mientras todos sus nudos iban a su garganta.
Apretó la barandilla de madera y reprimió sus ojos recordando cuando ella estuvo de pie aquí, frente a él y le dijo. Te amo.
Se tomó el líquido de golpe y fue a caminar para ir dentro de su casa, pero un mareo fuerte lo dominó haciéndolo retroceder para tomar nuevamente la baranda.
Soltó el aire y se restregó los ojos para recuperarse, y trat&oacut
El auto de Kath se estacionó frente a la casa de Xavier, ella tenía acceso para entrar, y no tuvieron problema con la seguridad de afuera.Después de apagar el motor, la mujer se bajó del auto y fue al maletero, en vista de eso, Ana salió rápidamente, y fue hasta la parte de atrás también. Cuando bajaron las maletas, Kath tomó las llaves, abrió la casa y le indicó que pasara.Ana agarró una de las maletas mientras se adentraba con la chica y dejaban las cosas en la sala. Todo estaba en silencio, y una luz fue encendida para que pudiesen verse con claridad.—Bien… supongo que, los veré como en un mes —dijo Kath en son de broma y a Ana no le quedó de otra cosa que sonreír y negar.—Eso espero, espero que no se le salga el Cox antiguo y me eche de su casa…La mirada de Kath cambió y luego negó
—¿Qué quieres que te diga? Es insoportable…Ana rodó los ojos mientras escuchaba a Andrew hablar sobre esa chica otra vez.Habían pasado 7 meses desde que prácticamente su vida dio un giro de 180 grados, y eso marcando que su vivencia con Cox se superaba cada día.—Lo único que no entiendo es… que me llamas 4 veces y hablas 5 de ella… Entonces…—No digas tonterías… —respondió Andrew.—Bueno, no es tontería —atacó Ana mientras vio que Cox pasaba recién bañado por la habitación y parecía que estaba buscando alguna ropa para salir—. Yo solo digo que puede ser que estés interesado, porque la estás odiando mucho estos últimos días.La chica famosa en los labios de Andrew se llamaba, Anne, y no estudiaba medicina, sino derecho, en e
Xavier…—Anaelise Becher…Justo cuando escuché su nombre me puse de pie, estaba nervioso, no podía ocultar que ahora mismo mi corazón saltaba en un galope.El rector a mi lado me pasó el diploma que debía entregarle a Anaelise y caminé unos pasos hacia delante para cuando ella llegara a mí.Acomodé un poco mi chaqueta y luego la vi saliendo de los puestos del auditorio. Ahora tenía una enorme toga negra que cubría su cuerpo entero, asomándome una gran sonrisa que se deslizaba en su rostro, mientras se llevaba el cabello detrás de su oreja.Ana comenzó a caminar hacia mí, subió las escaleras de una forma jodidamente perfecta, mientras dé vez en cuando conectaba sus ojos con los míos, quizás pensando que, hasta este mismo instante para ella, yo me estaba inmiscuyendo hasta
Hola, mis chicas, esté libro termina aquí, pero a continuación habrá un capítulo extra donde conectará con una secuela en donde Ana y Xavier también estarán involucrados. Este capítulo abrirá un poco el contexto y también les dará una sorpresa muy furtiva que no se esperan, así que prepárense para leer algo que los dejará sorprendidas y con mucha expectativa. Así que sin más los dejo para que lean el capítulo extra, porque muy pronto estaré subiendo el siguiente libro. Les agradezco muchísimo su apoyo y los cometarios hermosos que me han dejado para con este libro, las quiero un montón.
Seis años después…Ana entró por cuarta vez al baño durante la mañana, mientras limpió su frente con el dorso de su mano. En unos pasos llegó hacia el lavamanos y metió sus palmas frotándoselas varias veces, para luego llevarlas a su cuello.Cada día era peor, cada día estaba siendo más agobiante, por tal motivo, estaba aquí, esperando.Su móvil resonó por todo el cuarto de baño, pero Ana sabía perfectamente quien estaba llamándola ahora mismo.—Amor…—¿Ana?, ¿Dónde estás? —el tono de Xavier fue entre preocupado y… posesivo, una característica que nunca se iba de él, a pesar del tiempo, y de ellos mismos.—En el hospital…—Son las nueve de la mañana, ¿Qué haces all&i
—Entonces… ¡Felicidades, Anaelise!Ella alzó su mirada lentamente y observó sin ninguna expresión a Oliver Walsh. Su Psiquiatra desde que tenía 5 años. Había pasado mucho tiempo ya desde el primer día en que llegó a este sitio, Anaelise actualmente tenía 19 años, pero su alma parecía como de 80.Ella sintió algo amargo en la boca al escuchar esas palabras, sabía lo que él intentaba hacer cada vez que ella venía a este lugar. Oliver no era su persona favorita, de hecho, no tenía una. Pero Walsh de cierto modo era el respiro que necesitaba una vez por semana.—¿Por qué me felicita? —preguntó muy bajo.Oliver pasó un trago. Eran muchos años estudiando a esa chica que estaba frente a él. De hecho, ahora mismo la consideraba parte de su vida. Anaelise tenía la mi
El día era gris, lluvioso y aburrido… aunque la época determinaba que no habría mucha lluvia, hoy era un día de esos en que el tiempo tomó desprevenidos a todos los habitantes de Durango, Colorado.De hecho, hasta a la misma controladora Anaelise que estaba refutando empapada, mientras trataba de abrir la puerta de su casa.Ana vivía en una especie de residencia de clase media, en ella solo se encontraban 20 casas alrededor de la suya y sus vecinos siempre trataban de llevar una buena convivencia para la comunidad. Sin embargo, esta casa, donde residía con su padre, nunca sumó para hacer parte de esa armonía. Pagaba su condominio por transferencia y nunca participaba en ninguna actividad que solía realizarse los fines de semana.Ahora mismo, frustrada por no poder abrir, Anaelise sabía que la señora lambiscona e intrépida estaba en el porche frente a su cas
Era seguro que, en el final de su subconsciente, el sentido de la audición le gritaba que debía escuchar algo insistente. Así que batalló por removerse sin ni siquiera saber qué día era hoy y en qué lugar se encontraba.Esta sensación se la adjudicaba a los efectos que dejaban los medicamentos, esta era la parte que no le gustaba mucho de quedar completamente dopada. Sin embargo, Anaelise prefería esta sensación cada mañana que tener pesadillas. «Porque sus pesadillas no eran nada normales». Ella podía levantarse empapada como si hubiese entrado en una ducha, y no conforme con eso su día era un completo desastre. «Así que no, ella nunca las dejaría», pensó abriendo los ojos lentamente.Cuando sus sentidos se pusieron más alertas, entendió que era su móvil sonando, y cuando lo tomó,