Aunque Anaelise le hizo una súplica con su mirada, no tuvo más opción que dejarla y que por sí sola enfrentara y contara todo lo que debía decir.
No podía hacerlo todo por ella, aunque era lo él quería, sin embargo, sabía que Ana ya no era la misma que conoció hace un tiempo atrás, esta vez se estaba haciendo fuerte, y por alguna razón eso lo llenaba de orgullo y le hacía respirar mejor. Por supuesto no pasaba desapercibido que su vida se estuviera hundiendo literalmente, cada día veía que se estaba yendo al caño, pero ahora no perdería el tiempo de pensar en eso.
«Cada día traería su propio afán», pensó Xavier mientras caminaba hacia la salida.
Escribió unos mensajes para Ana, ya que lo de la denuncia tardaría más de la cuenta, y debía ir a casa para arreglars
Xavier estacionó su auto y Ana ingresó de inmediato sintiendo su penetrante mirada encima. Ajustó su cinturón y él no demoró en arrancar de nuevo.—Tengo el trabajo… comenzaré el sábado… —anunció como por decir algo.Cox asintió enviándole una sonrisa para luego atrapar su mano con la de él.—Es bueno saberlo… me alegro por ti —respondió Xavier entrelazando los dedos y llevando su muñeca hacia la boca para dar un beso suave en ella.Por supuesto esto estremeció en sobremanera a Ana, y su respiración se entrecortó.—Sé que no vas a aceptar estar en mi casa, y ahora que está mi familia en ella, sería imposible decirte que te quedes…Ana giró muy rápido.—Por supuesto que no… escucha, tengo algo de dinero, puedo paga
Los ojos de Ana seguían abiertos, aun y cuando era de madrugada, no podía dejar su mente quieta, y ni siquiera conseguía estar tranquila.Se acomodó mientras subió la manta para arropar un poco más su cuerpo, las piernas de Xavier ahora mismo estaban entrelazadas con las de ella, y su brazo reposaba en su vientre.Lo observaba con detalle a la vez que parpadeaba lentamente. Puntualizaba cada línea de su hermoso rostro. Ese rostro del que se había enamorado con locura.Soltó el aliento varias veces mientras la presión aumentaba dentro de ella. Esta sensación era como estar en el cielo unos segundos y volver al infierno. Y así se mantenía todo el tiempo con Xavier… porque no sabía nada de él, aunque conociera a su familia.Procesó todo lo que haría en cuanto se levantara de esta cama, una cama que no era suya. «Nada era suy
Ana llegó a su salón casi corriendo, pero en el momento en que ingresó al aula, vio que sus compañeros aún esperaban a su profesor y esto la hizo sentir extraña.Si ella había llegado, por ende, él debía estar aquí, sin embargo, por su postura en cuanto hablaron hace un momento supo que debía estar tratando de tranquilizarse para dar su clase sin ningún tipo de inconvenientes.Resopló para sí misma aun sintiendo como poco a poco drenaba la rabia que tenía dentro de ella, aunque supo que él reaccionaría un poco mal, simplemente esperó otra cosa de él, y no una advertencia de no involucrar sus sentimientos.«¿Qué podía hacer ahora si estaba totalmente involucrada?», era una pérdida de tiempo creer que solo con decir, “no te enamores”, las cosas se solucionarí
Ana estaba sentada frente a Oliver en la sala de su casa, con una taza de té entre sus manos y con la toalla cubriéndola, encima de su ropa mojada.Parecía que habían vuelto al pasado cuando ella sostenía largas charlas en su consultorio, solo que esta vez ella no era el tema principal.—¿Sabes qué he ido a la comisaria? —Oliver inició la conversación.—¿Por qué? —preguntó un poco nerviosa.—El sheriff pidió que fuera a testificar, ya que estuve muchos años en tu caso… quiero decirte que estoy muy orgulloso de ti… y que, aunque la rabia come mis entrañas por todo este tiempo perdido, me alegro de que por fin hayas decidido dar este paso. Jamás en mi vida imaginé que ese… —Oliver hizo silencio y luego apretó su puño—. Incluso a mí mismo me engañ&oacu
Por más que había pasado una media hora después de que Oliver le dio toda esa horrible información, Ana no podía moverse por lo rígido que se encontraba su cuerpo. Su cabeza explotaría en cualquier momento. Todo hacia un remolino dentro de ella mientras pensaba cualquier cosa, cualquiera que pudiera hacerla mover o reaccionar.Nunca sintió un dolor parecido, sentía como si estuviesen desgarrándola por dentro y solo imaginar cómo se podía sentir Xavier con todo esto, le hacía parecer más enferma de lo en realidad estaba.«¿Por qué?, ¿por qué debían suceder estas cosas? ¿Por qué? ¿En qué parte del mundo se debía nacer, o cuál era la clave para que a un ser humano que no tenía un ápice de culpa, le pasaran estas cosas?»Ana estaba muy aturdida.Entonce
Varias semanas pasaron después de aquel día en que el corazón de Ana se comprimió al saber la verdad del hombre en quien se había enamorado. Parecía que después de eso la vida le abrió un espacio de tiempo incierto, un tiempo estático porque nada pasó después de ello.Todo seguía quieto, Xavier le advirtió sobre su profesora Olivia, informándole que ella los vio juntos en su auto el día de la pelea. Y sí, la mujer era una patada en el culo en cada clase, pero Ana trató de no hacer caso a sus estúpidas indirectas y se preguntó cuántos años tenía Olivia para comportarse de tal forma.Siguió las indicaciones de su ginecóloga, y mantuvo cortas terapias al frente de un Xavier totalmente diferente. Avanzó mucho, no lo podía negar.Andrew seguía a su lado como buen amigo, compart&iac
Andrew estaba de pie junto a su hermano mayor, Adam. Pero su mirada solo podía dejarle claro a Ana lo impactado que estaba; él simplemente no pudo cerrar su boca. Aunque quiso saludar a Ana para decirle que era una coincidencia que se hubiesen encontrado aquí junto con su familia, sus intenciones cayeron. Verla vestida de esa forma, y lo más impactante, con ese hombre al que pensaba Ana odiaba, lo había dejado mudo. Totalmente conmocionado mientras su corazón quería salirse de su pecho.Ana estaba estática en el puesto, mientras el corazón le latía a mil por segundo, y como si las cosas no pudiesen empeorar, el hermano de Adam se giró para decir:—¡Hey Pá, estamos aquí con la chica de Andrew…!Ella abrió los ojos de golpe mientras vio detrás de Andrew como Jarol, Sofía y Andrea, venían hacia la mesa. Toda la familia White esta
—Ella se llama, Dayane… —dijo Xavier mientras su garganta se movió varias veces, aun con la mirada hacia arriba, a la vez que Ana se quedó helada.«No era posible, él estaba hablando de ella», pensó Anaelise sin saber qué iba a hacer, ni qué decir.—Era mi esposa… —volvió a decir para luego abrir sus manos donde Ana vio dos anillos reposando en su palma. Los mismos que ella descubrió aquel día.—Xavier —Ana necesitaba de forma urgente decirle que no era necesario, además que ella sabía parte de la historia, sentía que en algún punto estaba traicionando su confianza.Xavier bajó la mirada detallando los anillos.—Ni siquiera sé por qué los tengo aún… realmente no quiero verlos en mi vida —levantó su vista y luego los puso en la có