Mientras aquellas cosas revoloteaban por mi mente, a la vez que jugaba con mi comida, Alexander apareció de sorpresa quitando mi sándwich de la mano para llevárselo a la boca.
—¡Eh, eso es mío! –le dije molesta–, ¿No tienes comida acaso?
—Sí, pero es más divertido quitártela a ti –me contesto sacándome la lengua–, ¿Dónde m****a te habías metido? Te estuve buscando por todo el instituto como un maldito perro.
Por un momento se lo iba a decir, pero sabía lo que pasaría si lo hacía… Se pondría muy celoso, y lo que menos quería era empezar el día peleando con mi novio.
—Nada, lo mismo de siempre… me escondí a fumar por ahí –dije sin importancia mientras le daba un gran mordisco a mi manzana.
No sé por qué le mentí, tal vez debería haberle contado mi encuentro con ese chico, pero me pareció un detalle irrelevante que sencillamente no tenía importancia. Además, Adam podía ser un poco fastidioso cuando se trataba de otros chicos, era un poco irritante.
Se sentó cerca de mi asiento, para estar más cerca mientras seguía devorando lo que quedaba de mi sándwich de atún, mientras que con su brazo libre me tomaba de la cintura.
–¡Te quiero, no lo olvides! –dijo dándome un sonoro beso en la cien.
–Y yo a ti –dije mirándolo a los ojos–, con todo mi corazón.
Siempre éramos así, desde muy pequeños nos llevábamos bien, hasta el día que dejo de ser mi simple vecino, compañero de estudio, a ser mi novio. Para todos fue una total sorpresa, porque vivíamos peleando cómo perro y gato, ya que él siempre fue un don juan, y yo a pesar de no ser celosa me molestaba bastante. No sé cuándo ocurrió todo, quizá cuando me di cuenta que ya no era un muchachito, sino todo un hombre, hecho y derecho.
Adam me llevaba un par de años, aunque íbamos al mismo salón él había repetido un par de veces, yo era una alumna algo sobresaliente pero rebelde. A veces solíamos salir, a las ferias, exposiciones de autos –él tenía un maserati–, al centro comercial, y poco a poco se fue metiendo cada vez más en mi cabeza. Lo que más me gusta no es solo su apariencia física, el color de su cabello oscuro, la forma en la que viste con esos vaqueros ajustados de color negro, o sus tantos jerseys, la seriedad de su mirada, el reflejo de sus ojos azules, todo eso era un simple bonus, a mí me gustaba que a pesar de no ser un tío muy expresivo, siempre lograba sacarme un pequeña sonrisa con cualquier tontería, y siempre estuvo ahí para mí, sobre todo después que mi madre muriera.
Sabía que él era un tío complicado, más allá de su carácter indomable, grosero, mal humorado, era algo agradable, al menos conmigo lo era. A pesar de todo no había cambiado su forma de ser, tras los miles de contratiempos que lo azotaron a lo largo de los años. No entendía bien su humor sarcástico, ni tampoco porque siempre tenía cara de haberse peleado con el mundo entero, pero lograba siempre hacerlo soltar un par de muecas, lo cual me llenaba por completo.
Él era mi gran amor.
Mi otra mitad.
Iba a levantarme para retirar mi bandeja del almuerzo cuando noté que Adam se quedó mirando un punto fijo, y al darme cuenta lo que era mi cara se tiño de rojo. Enfrente de nuestra mesa se encontraba “el sequito de taradas”, así le decía yo a Sandy y sus tres amigas, una más tonta que la otra. Ese día Sandy se había puesto un leggins de cuero que dejaba ver su huesudo trasero y mi novio estaba observándolo muy detenidamente.
Le di un zapé muy sonoro en la nuca mientras intentaba no hacer un alboroto en medio de la cafetería
—¿A ti que bicho te pico? –pregunto cabreado
—¡Eres un puerco! –Dije a punto de llorar, pero me contuve–, no quiero verte ¿¡ME HAS ODIO!?
Salí de ahí hecha una furia esquivando a los que se me cruzaban en el camino, mientras todos mi miraban como si yo estuviera loca. Sí, termine armando un numerito que hizo que todos se dieran cuenta, al igual que Sandy que al verme comenzó a reírse con su sequito de taradas oxigenadas.
A pesar de lo ocurrido, mientras caminaba directo a la salida mi mente estaba inundada con el hecho de qué mi novio era un imbécil, y que estaba más raro de lo normal.
En un par de días sería nuestro aniversario, y no sé porque siento que las cosas no están bien, para nada bien. Al llegar a la salida, me choque con un par de musculitos que provenían de aquél chico raro, y al momento ni siquiera me disculpé por haberlo empujado, sólo me limite a salir corriendo de allí. A los minutos me percate que alguien me seguía el paso, y aunque no quería ni mirar sabia de quien se trataba. Ese chico, venía siguiendo mi paso como si no se cansara de seguirme, aunque mi humor no fuera optimo preferí darme la vuelta para saber qué quería.
—¿Qué quieres? –Espeté–, no ves qué no quiero hablar con nadie. Quiero estar sola.
Él no hizo caso a mis palabras, solo se limitó a caminar a mi lado en silencio, mientras metía mis manos en los bolsillos de mi chaqueta para calentarme.
—A veces, es bueno hablar con alguien… puedes hablar conmigo.
—¿Por qué m****a hablaría contigo? –Lo encaré furiosa–, ni siquiera sé porque estabas en el baño esta mañana.
—De acuerdo, no tienes por qué hacerlo. Pero no me iré hasta que no sepa que estas bien.
Lo mire fijamente.
—¿Por qué lo haces? ¿Por qué te importa? –le pregunté desconcertada.
—Por qué todos, en ocasiones necesitamos un amigo.
Aquella frase me dejo anonadada, congelada.
Sencillamente, no había conocido a un tío más raro que esté. Era inusual –al menos para mí–, alguien realmente se preocupara a tal punto. Para eso la tenía a Lori, al menos cuando me sentía como hoy, pero últimamente se estaba comportando cómo la m****a, y ya sé el por qué.
Comencé a reír sin razón aparente, pensando en lo ridículo que sonaba que alguien que apenas conocía se preocupara tanto. Me paré en seco y lo observe como esta mañana, a pesar de su aspecto misterioso, seguía sorprendiéndome. Su cara tan angelical me desconcertaba, porque en sí no combinaba en nada con su actitud. Hablamos un poco mientras seguíamos caminando hasta la entrada de mi casa, a pesar de ello no hablamos mucho, a decir verdad le conté un poco porque estaba molesta, pero no del todo, me limite a detallar cosas de mi vida privada. A pesar de ello, él solamente se limitó a escuchar, no me dio ningún consejo en concreto, ni hizo preguntas al respecto, u objeciones sobre el asunto, sólo se limitó a escuchar. Fue de gran ayuda. Había algo en él que me colmaba de tranquilidad, quizá porque recién lo conocía o porque me hacía sentir que sí le importaba a alguien después de todo, que no todo es tan complicado o rebuscado como estoy acostumbrada. Aunque, aún tenía algunos cabos su
Al morir mamá, mi padre decidió dedicarse a tiempo completo a estudiar algunos casos complejos, ya que no éramos una familia adinerada, y tener que mantener a dos hijos solo era difícil para él. No es por presumir pero era el mejor en su área, a veces me dejaba ayudarlo con el papeleo, o a resolver un par de casos. Me sentía como harriet la espía, o Nancy Drue. Al dedicarle tanto tiempo al trabajo, lo veíamos muy poco por las noches, el único momento que teníamos para compartir un momento juntos era la cena, por eso él siempre se esmera por cocinar platillos deliciosos, detesta que peleemos porque es el único momento que tenemos como familia.A veces extraño esos momentos, donde comíamos todos juntos, con la abuela, algunos de mis tíos, mamá. Extraño mucho a mamá, la extraño demasiado. En ocasiones, sacó los cuadros que están esparcidos por la casa, la observo por un buen rato, admirando su belleza, su larga cabellera, las pecas que salpican su rosto, sus ojos esmeralda «qué heredé»,
Tome aquel papel de la mesa de noche, comencé a teclear uno a uno los dígitos en mi teléfono mientras escribía su nombre, para terminar de agendarlo. A penas eran las 11:00 p.m, lo cual no era tan tarde para intentar mandarle un texto. Pero… ¿Qué le diría? No sabía que escribirle, nos habíamos visto a penas esta tarde, no tenía nada nuevo que decirle, tal vez el hecho de mi reciente tristeza por parte del puerco de mi novio, y… quizá podría mencionar a mi madre. ¿Pero, de verdad debería contárselo? Tal vez no, es pronto revelar datos de mi vida privada. No podía llamar a Lori, ya que su papá le quitaba su teléfono después de las diez p.m, así que estaba entre la espada y la pared. Estaba mal, y a la vez necesitaba hablar con alguien. Era una decisión difícil de tomar, aun así lo hice. Tome mi teléfono, y comencé a teclear nerviosa, y luego le di a enviar. Sin esperar respuesta, deje el celular en la mesita de noche, para intentar dormir. Cuando creí que me quedaría dormida, mi celu
Puse los ojos en blanco, extenuada de hablar siempre de lo mismo con mi amiga, a la vez que ponía mi cerebro en modo apagado para dejar de hablar de mi novio, para entrar al salón de clases, pero al entrar me percaté que había olvidado en mi casillero mi libro de ciencias. Camine por los pasillos lentamente, mientras cantaba una canción de Radiohead, era tan pegadiza que no podía sacármela de la cabeza. Let down and hanging around Crushed like a bug in the ground Let down and hanging around Shell smashed, juices flowing Wings twitch, legs are going Don't get sentimental It always ends up drivel Tarareaba cada estrofa tan sentida, vibrando con la música mientras seguía mi camino en el corredor. Ya no quedaba nadie, todos estaba en sus salones, algunos daban vueltas, otros intentaban huir, algunos se la daban de vagos, y yo sólo intentaba volver a clases sin que Rita me viera otra vez fuera del salón de clases deambulando por todo el instituto. Estaba por sacar mi libro de mi cas
Al salir, noté para mi sorpresa que aquel joven raro estaba cerca de una de las escaleras de emergencia, escondido fumándose un cigarrito. Sonreí al verle, como si ello me hiciera menos miserable, y al verme levanto la cabeza y me contesto con una sonrisa amistosa. Pero al verme a los ojos, notó que algo andaba mal conmigo. Se acercó lentamente a nosotras, mientras sostenía su cigarrillo entre sus labios. Podía notar como el montón de rulos se caían como cascadas rulientas de su cabeza. Se veía tan adorable, pero con un aspecto tan misterioso, con sus mocasines de cuero, su chaqueta a juego y su increíble sonrisa de lado.Al verlo venir mi amiga comprendió rápidamente lo que sucedía y se limitó a mirarme de forma cómplice, sin arruinar el momento con su parloteo de siempre, ni revelando la información que le había contado hace unas horas. Solo se limitó a observar.—Así qué, la tía sobresaliente se escapa a hurtadillas del instituto –le dio una pitada a su cigarrillo mientras ladeab
Aparte la mirada por un momento, nerviosa y avergonzada mientras intentaba buscar mi cajetilla de cigarrillos, como si fuera adivino me tendió uno colocándolo suavemente en mis labios sin dejar de mirarme, para después encenderlo. Inhalé el humor sin dejar de mirarlo ni por un segundo, siguiendo cada uno de sus movimientos a cámara lenta. Me sonrió de lado, dejando ver aquella sonrisa que se escondía detrás de la puesta de un baño, esa que me hacía pensar que la vida es impredecible. Fumamos juntos en silencio, como si no hiciera falta nada más, ni siquiera los centímetros que nos separaban el uno al otro. Nos mirábamos de reojo para ver si el otro se encontraba bien. Ninguno se atrevía a romper el silencio que llenaba el vació del momento. Bastian se colocó delante de mí, mirándome a los ojos con su mirada penetrante y misteriosa que me dejaba pensando ¿Qué era lo que ocultaban aquellos ojos?, detrás de esa sonrisa burlona. La distancia entre nosotros se hacía más corta, mi corazón
Ahora, no le temía al coco le temía a las personas; al rechazo social, a la constante humillación pública tras haber sido ridiculizada por mi Ex novio, digámosle “EL CACAS”. Digamos, que no quería ser la típica chica que se indigna y toma serías represalias sobre el asunto, haciendo un tremendo alboroto al respecto, quedando aún más en ridículo. Tampoco, me considero una buena partidaria de no hacer nada, mientras lloras en silencio, y al verte al espejo ves a una tú totalmente demacrada y con el rímel corrido. ¡NO! ¡NO! ¡NO! ¡NO! ¡NO! ¡NO! ¡NO! ¡NO! ¡NO! ¡NO! ¡NO! ¡NO! ¡NO! ¡NO! ¡NO! ¡NO! ¡NO! ¡NO! ¡NO! ¡NO! Y ¡NO! Yo quería, quiero (TIEMPO PRESENTE), ser una guerrera, un ave fénix resurgiendo del azufre, el fuego ardiente, las brasas que terminan por ser cenizas. Salir del barro pero cómo toda una lady, sin contaminarme con la m****a de los demás. No quiero sufrir, pero cómo toda tormenta tiene algo de caos, para luego desatar el hermoso arcoíris, yo no esperaría menos de ello.
Su amiga la miró de lejos y se acercó cual cazador a sus presa sin alertar a la misma para que está no se asuste. Al estar lo suficientemente cerca, Alice se volteó a ver la cara de endiablada de su amiga y creyó que el infierno existía tal vez. Lori sin pensarlo dos veces, le dio un buen bofetón para que ella pudiera entrar en razón, a lo que ella respondió tocándose su mejilla ardiente para calmar el dolor. –¡Ah! –Dio un pequeño gritito–, ¿Estás loca? –Escúchame bien, Alice. Soy tú mejor amiga y antes muerta que verte en este estado por alguien que no vale ni la tierra de tus zapatos. –¡No tenías por qué golpearme. –¡Claro que sí! –La regañó–, Estabas hechas una estúpida, comiendo por estrés y llorando como una marrana flaca. Él es una bola de m****a, y ahora deberíamos estar pensando la mejor manera de vengarnos. Por un momento entré en razón y pensé detenidamente en las palabras de mi mejor amiga ¿Por qué era yo la que estaba así? Él era el que debía pagar por todo el daño q