Me dirigí a mi salón de clases a la espera de que los agentes policiales llagaran a la escuela para registrar el casillero de Adam. Al entrar el profesor me pidió que me sentara en mi pupitre para comenzar el examen. Pasó por todos los asientos repartiendo las pruebas, y por un segundo me había olvidado del examen. –Tienen una hora para resolver el examen. No quiero verlos hablando les retiraré la hoja ¿Está claro? –Sí – contestamos todos. –¡Perfecto! –Miró su reloj – Comiencen… Me puse a mirar la hoja de cálculo con los ejercicios de mates pero no sé porque no podía concentrarme para realizar las operaciones. Mi mente estaba en blanco, y si no aprobaba las materias adecuadamente y quedaba suspendido tendrían que llamar a mis “padres”, nadie podía descubrir la verdad. Quería primero ganarme la confianza de Alice, para luego decirle todo de una vez por todas; no sabía con certeza si lograría que ella me perdone, pero la haría entrar en razón luego de que le dijera toda la historia
Era una mañana tranquila. Me había levantado de buenos ánimos, con ganas de sonreír al mundo, exahalando la brisa invernal que atravesaba las calles de Forrest Hill. Era inesperado en mí estar tan alegre, pero sentía que sería un día diferente. Supongo que muchas personas notaron esa usual diferencia en mi ánimo matutino, porque me miraban con extrañeza al verme tan risueña, tan despierta en esta mañana. He de admitir, que no soy para nada simpática a simple vista. Me cuesta un poco –demasiado–, simpatizar con alguien de buenas a primeras, lo sé soy una completa antipática, pero no soy antisocial, aunque a veces siento que cuanto más conozco a las personas más quiero a los libros. Sí, soy una amante empedernida de la literatura romántica, literatura inglesa y sobre todo la literatura francesa. Es así, lees un libro y te enamora por completo, te llena de energía, moralejas… de revolución. Creo, que sí lees un libro ya eres un revolucionario, yo lo soy, soy toda una revolucionaria del
Caminé lo más rápido que pude de aquel corredor, en realidad no sé porque estaba molesta que a mí amiga le gustara mi hermano, mí único hermano, si por mi fuera lo cambiaría por un paquete de cigarrillos, pero quizá era el hecho que me lo contara como si nada, como si no tuviera importancia. Además, tenía miedo de que mi hermano le rompiera el corazón. Él era el capitán de waterpolo, algo como un capitán de quinta o de pacotilla, pero aun así tenía mucho existo con las chicas. Sí, en absoluto era el tío más popular porque técnicamente era deportista, atlético, guapo y súper superduper simpático. Lo único que tenía mi hermano de desagradable, era su mal humor por las mañanas, sería capaz de darte una patada en el culo con tal de seguir durmiendo, y que no le rompan los huevos, pero después de eso, es bastante agradable.Al llegar al comedor me di cuenta que se me había ido el apetito, aparentemente enterarte que tu amiga quiere con tu hermano es suficiente como para no querer comer. Di
Mientras aquellas cosas revoloteaban por mi mente, a la vez que jugaba con mi comida, Alexander apareció de sorpresa quitando mi sándwich de la mano para llevárselo a la boca.—¡Eh, eso es mío! –le dije molesta–, ¿No tienes comida acaso?—Sí, pero es más divertido quitártela a ti –me contesto sacándome la lengua–, ¿Dónde mierda te habías metido? Te estuve buscando por todo el instituto como un maldito perro.Por un momento se lo iba a decir, pero sabía lo que pasaría si lo hacía… Se pondría muy celoso, y lo que menos quería era empezar el día peleando con mi novio.—Nada, lo mismo de siempre… me escondí a fumar por ahí –dije sin importancia mientras le daba un gran mordisco a mi manzana.No sé por qué le mentí, tal vez debería haberle contado mi encuentro con ese chico, pero me pareció un detalle irrelevante que sencillamente no tenía importancia. Además, Adam podía ser un poco fastidioso cuando se trataba de otros chicos, era un poco irritante.Se sentó cerca de mi asiento, para esta
Comencé a reír sin razón aparente, pensando en lo ridículo que sonaba que alguien que apenas conocía se preocupara tanto. Me paré en seco y lo observe como esta mañana, a pesar de su aspecto misterioso, seguía sorprendiéndome. Su cara tan angelical me desconcertaba, porque en sí no combinaba en nada con su actitud. Hablamos un poco mientras seguíamos caminando hasta la entrada de mi casa, a pesar de ello no hablamos mucho, a decir verdad le conté un poco porque estaba molesta, pero no del todo, me limite a detallar cosas de mi vida privada. A pesar de ello, él solamente se limitó a escuchar, no me dio ningún consejo en concreto, ni hizo preguntas al respecto, u objeciones sobre el asunto, sólo se limitó a escuchar. Fue de gran ayuda. Había algo en él que me colmaba de tranquilidad, quizá porque recién lo conocía o porque me hacía sentir que sí le importaba a alguien después de todo, que no todo es tan complicado o rebuscado como estoy acostumbrada. Aunque, aún tenía algunos cabos su
Al morir mamá, mi padre decidió dedicarse a tiempo completo a estudiar algunos casos complejos, ya que no éramos una familia adinerada, y tener que mantener a dos hijos solo era difícil para él. No es por presumir pero era el mejor en su área, a veces me dejaba ayudarlo con el papeleo, o a resolver un par de casos. Me sentía como harriet la espía, o Nancy Drue. Al dedicarle tanto tiempo al trabajo, lo veíamos muy poco por las noches, el único momento que teníamos para compartir un momento juntos era la cena, por eso él siempre se esmera por cocinar platillos deliciosos, detesta que peleemos porque es el único momento que tenemos como familia.A veces extraño esos momentos, donde comíamos todos juntos, con la abuela, algunos de mis tíos, mamá. Extraño mucho a mamá, la extraño demasiado. En ocasiones, sacó los cuadros que están esparcidos por la casa, la observo por un buen rato, admirando su belleza, su larga cabellera, las pecas que salpican su rosto, sus ojos esmeralda «qué heredé»,
Tome aquel papel de la mesa de noche, comencé a teclear uno a uno los dígitos en mi teléfono mientras escribía su nombre, para terminar de agendarlo. A penas eran las 11:00 p.m, lo cual no era tan tarde para intentar mandarle un texto. Pero… ¿Qué le diría? No sabía que escribirle, nos habíamos visto a penas esta tarde, no tenía nada nuevo que decirle, tal vez el hecho de mi reciente tristeza por parte del puerco de mi novio, y… quizá podría mencionar a mi madre. ¿Pero, de verdad debería contárselo? Tal vez no, es pronto revelar datos de mi vida privada. No podía llamar a Lori, ya que su papá le quitaba su teléfono después de las diez p.m, así que estaba entre la espada y la pared. Estaba mal, y a la vez necesitaba hablar con alguien. Era una decisión difícil de tomar, aun así lo hice. Tome mi teléfono, y comencé a teclear nerviosa, y luego le di a enviar. Sin esperar respuesta, deje el celular en la mesita de noche, para intentar dormir. Cuando creí que me quedaría dormida, mi celu
Puse los ojos en blanco, extenuada de hablar siempre de lo mismo con mi amiga, a la vez que ponía mi cerebro en modo apagado para dejar de hablar de mi novio, para entrar al salón de clases, pero al entrar me percaté que había olvidado en mi casillero mi libro de ciencias. Camine por los pasillos lentamente, mientras cantaba una canción de Radiohead, era tan pegadiza que no podía sacármela de la cabeza. Let down and hanging around Crushed like a bug in the ground Let down and hanging around Shell smashed, juices flowing Wings twitch, legs are going Don't get sentimental It always ends up drivel Tarareaba cada estrofa tan sentida, vibrando con la música mientras seguía mi camino en el corredor. Ya no quedaba nadie, todos estaba en sus salones, algunos daban vueltas, otros intentaban huir, algunos se la daban de vagos, y yo sólo intentaba volver a clases sin que Rita me viera otra vez fuera del salón de clases deambulando por todo el instituto. Estaba por sacar mi libro de mi cas