Enamorando a mi verdugo
Enamorando a mi verdugo
Por: Paola Ramírez
Peligro

Olivia Steward corrió lo más rápido que pudo, evitando que ellos la alcanzaran, cayó un par de veces, pero los gritos eran en vano porque la oscura noche no permitía que ella fuera vista.

Tan pronto vio un bote de basura corrió, era meterse ahí y dejar que aquellos hombres se alejaran, o que la siguieran golpeando aún más.

Abrió la tapa y metió su maltratado cuerpo, no dejaba de maldecir todo por lo que estaba pasando, si tan solo pudiera regresar el tiempo atrás de seguro y ella no estaría ahora en ese lugar.

Su pecho subía y bajaba desmesuradamente. A tan solo unos pasos estaban aquellos hombres, que juraban que la acabarían si la encontraban.

«Diosito por favor hazme invisible, sé que no te debería estar pidiendo esto, solo una vez más y te juro que no vuelvo a pedirte nada». Olivia respiró profundo una vez más y llevó las manos a su boca, sabía que tenía que aguantar demasiado, los hombres de Jackson cada vez estaban más cerca.

—¡Ahhhh! —El fuerte dolor en su vientre hizo que ella dejara salir un aullido. 

Maldijo internamente, al sentir que la caneca en la cual estaba, fue tirada al piso. El cuerpo de Olivia cayó al piso en medio de la basura maloliente.

—¡Vaya!, ¡vaya!, ¡así que aquí se escondía la princesita!, al jefe le va a encantar saber que ya encontramos a la rata.

Los ojos de oliva una vez más se encharcaron al ver que todos su esfuerzo había sido en vano, ya no podía hacer nada, a pocos metros un auto negro con las luces encendidas se estacionaba y ahí estaba el hombre que le haría ver si propia suerte a Olivia Steward.

—¡Ahhh! —Los gritos desgarraban la garganta de Olivia al ser arrastrada por los hombres de Jackson para presentarla ante su jefe.

—¡Por favor!, no más, por favor —dijo en medio del llanto, justo cuando ante sus ojos estaba el mismísimo lucifer,  Jackson la miró una vez más con bastante desprecio.

Jackson la empezó a rodear como cazador a su presa, llevaba tiempo esperando poder cobrarle a aquella mujer todo lo que le había hecho, claramente no iba a desaprovechar esta oportunidad.

Jackson hizo que sus hombres tomarán a Olivia hasta verla de rodillas ante él.

—¡Así que la princesita pensó que podía escapar, de mi! —habló Jackson, tomando  fuertemente del mentón de Olivia.

—¡No!, por supuesto que no, ¡te pedí tiempo!, y tu solo quisiste esperar —exclamó Olivia, mientras a su mente llegaba la imagen de aquel día, aquel día en que le vendió su alma al diablo.

—Como te parece princesita que el tiempo que me pediste hace tiempo expiró, ahora me voy a cobrar lo que me pertenece.

Por más que Jackson escuchara los gritos de Olivia, no se inmutó para nada, al contrario pidió a su hombres que la llevarán a esa bodega, la misma donde solía acabar con sus peores enemigos.

Olivia se había dado por vencida, después de todo la muerte sería la única manera de escapar de ese mundo de tristeza y dolor, ese mismo mundo que nunca la amó, y que permitió que ella estuviera ahora en manos de Jackson.

La noche llegó rápido, y Olivia seguía atada a una de las silla en la mitad de una bodega, por su mente pasaron tantas cosas que aún seguía maldiciendo por dentro, su boca estaba seca y llena de sangre, lo único que quería era que Jackson acabara con ella de una vez por todas.

Su cuerpo tembló de frío al sentir que estaba mojada por agua completamente helada, quiso gritar, pero su boca al igual que sus ojos todavía seguían vendados.

—¡Déjenme a solas con la princesita!. —La voz ronca de Jackson hizo que una vez más su cuerpo se estremeciera de miedo.

Segundos después la luz cegó casi por completo sus ojos, pero aún así los abrió y fue ahí donde vio a Jackson, sentado observándola de la manera más serena posible, cosa que llamó su curiosidad.

—¿Que esperas para matarme?, no tengo tu dinero, y mucho menos voy a terminar de entregarme  a ti —gritó Oliva. 

Aparentemente ya estaba más que resignada a que era cuestión de horas para morir.

—¡Estás equivocada princesita!, es más puedes respirar tranquila, no te pienso matar, al menos no por ahora. Claro está, eso lo pensaré con el tiempo.

Olivia alzó su mirada y miró totalmente confundida aquel hombre que se mostraba como el mejor de los hombres.

—¿No entiendo qué quiere decir?, si piensa que me voy a entregar a usted, ya le dije, prefiero que me mate en este momento —vociferó Olivia. Ella nunca lo haría en su sano juicio.

Los ojos de Jackson se iluminaron por escasos segundos, pero era hora de echar andar su plan y Olivia era la mujer perfecta para ello.

Se puso de pie y una vez más la rodeó, aguantándose las ganas de no tomarla en ese mismo momento y dejar salir ese amor que lleva guardado en su pecho.

—Lo que te voy a pedir es muy fácil, vas a enamorar a mi primo, y así tu deuda conmigo quedará saldada.

Los ojos de Olivia se abrieron de par en par, no podía creer lo que acababa de escuchar.

—¿Acaso te volviste loco?, yo no soy una prostituta, si lo dices por el dinero, te juro que lo devolveré —dijo aguantandose las ganas de caerle encima y acabarlo con sus propias manos.

—Entonces tendrás que elegir, los niños a los que proteges tanto, o enamorar a mi primo. —Una sonrisa enorme se dibujó en la cara de Jackson, él sabía muy bien que la belleza de Olivia destruiría por completo a Liam.

Vaya ahora sí Olivia estaba entre la espada y la pared, si precisamente ella estaba ahora ahí, era por esos niños, los mismos que no tenían a nadie a quien los defendiera.

—¡Está bien!, pero a cambio quiero que me prometas no tocar a los niños —exclamó Olivia.

—Está bien, claro está, depende de tus habilidades para enamorar a mi primo.

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