Contratada

Contestada 

Olivia mordió su labio inferior, estaba echando a la basura absolutamente todo, ni siquiera había tenido ni una sola oportunidad. 

Liam la miró fijamente deteniéndose justo en sus labios, era extraño, esa mujer se le hacía conocida, movió su cabeza repetidas veces, definitivamente  estaba loco, se parecía a ella, más no era ella. Liam volvió su vista a Olivia quien estaba apunto de estallar, ella se había contenido demasiado, y por supuesto que no dejaría que nadie la humillaran.

—¡Está bien señor Paterson! Me voy de su empresa, nunca creí que el dueño de todo esto fuera un arrogante, prepotente y egocéntrico, además de un troglodita. En fin, hasta nunca —dijo ella, sin ni siquiera pestañear.

Ella sabía que Jackson la iba a matar, y de paso sus niños estarían desamparados. Solo le quedaba hacer una cosa, y era trabajar se dijo así misma, así le tocará vender su alma al mismísimo lucifer.

Liam sintió que su ira subió, si ya más antes lo había insultado, no lo iba a permitir nuevamente. Liam estiró sus manos y tomó el brazo de Olivia, haciendo que ella guardara su cuerpo y quedará a escasos centímetros de él.

La boca de Olivia tembló, incluso sus piernas, no se podía negar que ella estaba justo al frente de un Dios griego.

—¡Suélteme! Me está lastimando —dijo ella mirándolo fijamente. Liam movió su cabeza repetidas veces, no podía ser que esa mujer le recordara a ella. Su irá se incrementó mucho más, y sin darse cuenta la jalo con mucha más fuerza tanto que Olivia se dejó salir un chillido.

Justo en ese momento las puertas del elevador se abrieron dejando salir a cinco hombres imponentes que miraron aturdidos la escena.

¡Ohayo okyakusama Paterson! —dijo uno de ellos, mirándolo con asombro.

Los ojos de Liam se abrieron de par en par, los japoneses lo acaban de ver maltratando a una mujer, y lo peor, tal vez ahora no querían hacer negocios con él, definitivamente Liam Paterson estaba acabado.

Matte imashita —exclamó Olivia, al ver que Liam no decía ninguna palabra, su mandíbula se había desencajado al igual que todo él.

Liam abrió su boca, como era posible que esa mujer supiera hablar perfectamente japonés, aún así, movió su cabeza y vio que Olivia les daba la mano amistosamente, lo cual ellos sonreían.

—Señor Suzuki, es un gusto tenerlos en esta su empresa, como bien lo acaba de decir mi secretaria los estábamos esperando —dijo Liam. Olivia lo fulminó con la mirada.“¿Cómo? Si hace unos minutos me echó y dijo que ya tenía secretaría, en fin ella solo quería sacarlo de ese apuro, tal vez así podría al menos conseguir un empleo ahí y Jackson tal vez no se enfureciera.”

Los empresarios quedaron totalmente fascinados con Olivia, ella les hablaba japonés fluido sin contar que Olivia con tan solo ver los documentos le indicaba sin ningún problema, tanto así que decidieron firmar de inmediato.

Liam creyó que le llevaría más tiempo poder llegar a un acuerdo con ellos, nunca pensó que una cara bonita con piernas largas consiguiera lo que él no había podido en varios meses.

—Señorita, podría usted esperarme en la oficina —dijo Liam al ver que Olivia caminaba hacia el elevador. 

Ella se giró y no pudo evitar sonreír, además de cruzar sus dedos, había conseguido trabajar en industrias Paterson, así no fuese de su secretaria, lo importante era que trabajará ahí, ahora solo le quedaba la parte más difícil, “enamorarlo”.

—¿Quién demonios es?, ¿Por qué aparece en mi empresa y conoce cosas que se supone que nadie excepto yo y unos cuantos debe conocer? —vociferó Liam entrando bruscamente en la oficina.

Olivia rodó los ojos, definitivamente Liam no solo era un hombre arrogante, prepotente y egocéntrico, ahora también estaba loco, bueno no tan loco, Jackson se había encargado de explicarle cada función de la empresa, así ella podría conseguir el empleo.

—Mucho gusto soy Olivia Stewart, y déjeme decirle que si conozco cada función, es porque me tomé el trabajo de estudiarlo, me interesa trabajar en esta empresa, o bueno me interesaba —dijo ella encogiéndose los hombros.

Liam la observó de arriba abajo, tanta maravilla no podía ser cierta, en todo el maldito día él mismo había entrevistado a miles de mujeres, y ahora tenía a la perfecta secretaria en frente de él.

—Digamos que le creo, está usted en tiempo de prueba. Solo le advierto una cosa, quiero que maneje muy bien su vocabulario, pues no acostumbro que mis secretarias me falten al respeto —dijo él llevándose las manos a su cabeza.

Oliva sonrió, y no pudo evitar saltar, bueno por poco y salta a brazo de Liam, quien no pudo evitar de una pequeña sonrisa, esa mujer aparte de loca, lo acaba de sacar de un apuro, y ahora parecía una niña pequeña.

Olivia salió de las empresas, y antes de volver con Jackson prefirió caminar, así solo tal vez su estadía en esa casa, sería más llevadera.

Liam subió a su auto y condujo hasta su casa, por primera vez en mucho tiempo estaba tranquilo, además que no había dejado de sonreír después del salto que Olivia dió casi que a sus brazos, ahora solo faltaba darle la buena noticia a su abuelo, el señor Darwin Paterson.

—Así que por fin quisieron invertir, vaya, en verdad que cada día me sorprendes más —dijo el viejo con una enorme sonrisa dibujada en su rostro. Él sabía que su nieto era capaz de eso y mucho más.

—Si abue, lo logré, ahora no puedo negar que soy yo quien debe seguir manejando las empresas, Jackson echaría todo a perder, él no está capacitado —dijo recordando la última discusión que había tenido con su primo.

—Ahora solo falta que me cumplas mi deseo, quiero verte feliz, realizado, y para ello necesitas a una mujer a tu lado —dijo el viejo palmeando el hombro de Liam.

—Abuelo, ya sabes que no quiero, no me interesa absolutamente nadie, además después de la muerte de Paula no quiero saber de mujeres —dijo Liam.

Por supuesto, que la había amado, incluso se negaba a sacarla de su corazón, a pesar que ya había pasado un mes de aquel trágico accidente donde le arrancaron al amor de su vida, se negaba a estar con mujeres.

Para Liam estar al lado de una mujer era como estar al lado de una bacteria, se podía decir que se había convertido en alérgico a las mujeres.

—Vaya así que aquí se encuentra nuestro flamante presidente, ¡Hola abuelo!, ahora resulta que voy a la empresa y el imbécil de mi primo me prohibió la entrada —dijo Jackson entrando en la sala.

Liam se colocó de pie e inmediatamente frunció el ceño, esta vez estaba dispuesto a sacarlo de la casa con sus propias manos si era posible.

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