POV SEBASTIANOEl avión despegó, llevándose a Mia lejos de mí, y con ella, una parte de mi propia alma. Me quedé en el mismo lugar durante varios minutos después de que el coche desapareció en la distancia, como si el vacío que dejaba pudiera llenarse con mi simple presencia.No podía culparla por querer irse, pero eso no hacía que fuera más fácil de aceptar. Había algo en su voz, en su mirada, que me decía que esto era más que una visita a su madre. Esto era su forma de escapar, de poner un océano entre nosotros para poder pensar con claridad.—Señor, ¿todo está bien? —preguntó uno de mis hombres, acercándose con cautela.—Déjame en paz. —respondí con un gruñido, volteándome para entrar de nuevo en la casa.El aire dentro era sofocante, cada rincón parecía estar impregnado de su presencia. Las habitaciones que alguna vez parecían llenas de vida ahora se sentían vacías. Giulia aún seguía ahí, pero su presencia me resultaba irrelevante. Ya no había cabida para distracciones en mi mente
POV SEBASTIANOEl día había sido una tormenta de pensamientos confusos, pero los negocios, esos malditos negocios, no se detienen. No importaba cuán jodidamente mal me sintiera por la distancia con Mia. Las cosas en mi mundo mafioso seguían marchando, y las reuniones no esperaban. Hoy tenía una con unos proveedores de armas ilegales, un negocio que siempre me ponía de mal humor. No porque no fuera rentable, sino porque este tipo de transacciones nunca eran fáciles. Había demasiados intereses, demasiados riesgos.Me vestí de manera rápida pero meticulosa, con el traje oscuro que siempre usaba para este tipo de reuniones. La chaqueta perfectamente ajustada, los zapatos lustrados hasta el último detalle. No podía permitirme parecer débil, no en estos momentos. Cuando entré al coche, la oscuridad de la mañana me rodeaba. En la distancia, podía ver la silueta del almacén donde nos encontraríamos. El lugar estaba alejado de la ciudad, un terreno abandonado con naves que olían a metal oxidad
POV SEBASTIANOLa tarde se deslizaba con una pesadez que ya se me hacía familiar. El sol, a través de los altos ventanales del edificio, golpeaba las superficies de vidrio y acero, reflejándose en las mesas de reuniones. El reloj en mi muñeca no hacía más que marcar los minutos, segundos, minutos nuevamente. El maldito tiempo.Hoy no era un buen día, no lo sentía. Había terminado mi reunión con los proveedores de armas, pero aún quedaban pendientes muchas cosas por atender. La empresa de telecomunicaciones no esperaba, y el maldito trabajo no me daba respiro. Así que aquí estaba, de nuevo, listo para otro de esos encuentros con los ejecutivos que, sin importar lo que dijeran, me parecían cada vez más incompetentes. La misma maldita historia. La misma mierda de siempre. ¿Cuántas veces tenía que explicarle a estos imbéciles cómo hacer las cosas correctamente?El aire dentro de la sala de reuniones estaba cargado. Los ejecutivos, todos impecablemente vestidos, tomaban asiento en la mesa.
POV SEBASTIANOLa noche se había asentado sobre la ciudad como un manto pesado, dejando un aire de solemnidad que parecía apropiado para lo que estaba por venir. El restaurante reservado para la reunión era discreto, situado en una calle estrecha que apenas se distinguía bajo la tenue luz de las farolas. Era uno de mis lugares favoritos para negocios como estos, no solo por la comida, que era excepcional, sino por la privacidad que ofrecía. Aquí, las paredes no escuchaban, y los empleados sabían que sus vidas dependían de su silencio.Cuando llegué, el lugar ya estaba cerrado al público. Los únicos que se encontraban dentro eran los empleados esenciales y mi equipo de seguridad, apostados estratégicamente en cada entrada y salida. Un camarero nervioso me condujo a la sala privada, donde me esperaban ya algunos rostros familiares, aunque solo uno capturaba mi atención esta noche: Étienne Leclerc, el líder de la mafia francesa.Étienne era un hombre elegante, como un maldito modelo saca
POV SEBASTIANOEl viaje de regreso a mi villa fue en silencio. A través del cristal del coche, las luces de la ciudad parpadeaban como estrellas fugaces, pero mi mente estaba atrapada en un torbellino de pensamientos. La reunión había salido según lo planeado; Étienne aceptó mis términos y cerramos el trato, pero no podía evitar sentir que algo en mí no estaba del todo en su lugar.Mia.Era un nombre que resonaba en mi cabeza con la fuerza de un trueno, una presencia constante que, aunque no estuviera físicamente frente a mí, controlaba cada uno de mis pensamientos. Me preguntaba cómo estaría, si había conseguido dormir o si seguía molesta. Me odiaba por haber permitido que esa situación con Giulia se alargara lo suficiente como para sembrar dudas en Mia. Lo que menos necesitaba ahora era que cuestionara mi lealtad hacia ella.Al llegar a la villa, la casa estaba tranquila, silenciosa como si hubiera caído en un sueño profundo. Mis hombres estaban apostados en los puntos estratégicos,
POV SEBASTIANOLa villa estaba rodeada por un denso bosque, pero eso no detendría a mis hombres ni a mí. Habíamos planeado nuestra entrada con precisión, y en cuestión de minutos habíamos neutralizado a los guardias que Umberto había colocado en los alrededores.Lo encontramos en el interior, rodeado de lujos que claramente no se había ganado con esfuerzo propio. Al verme entrar, su rostro pasó de la arrogancia al pánico en un abrir y cerrar de ojos.—Sebastiano... Hermano... Esto no es lo que parece. —Su voz era temblorosa, como si supiera que sus palabras no harían ninguna diferencia.—No soy tu hermano. —Mis palabras fueron cortantes. Mi odio hacia él era más fuerte que cualquier lazo de sangre. —Solo eres una plaga que necesita ser exterminada.Lo arrastraron hasta el centro de la habitación, donde lo obligaron a arrodillarse frente a mí. La desesperación en sus ojos me hubiera dado lástima en otras circunstancias, pero no hoy. No cuando sabía lo que le había hecho a Mia, lo que h
POV SEBASTIANOEl silencio del cuarto de torturas era denso, roto únicamente por el sonido de las cadenas que mantenían a Umberto sujeto al suelo como el animal que era. Su respiración entrecortada llenaba el aire, mezclándose con el olor metálico de la sangre seca y el sudor.Me acerqué despacio, dejando que el eco de mis pasos resonara en la habitación. Cada paso era un recordatorio para él de lo inevitable, de lo que estaba por venir.—No sabes cuánto deseé este momento. —Mi voz era baja, cargada de un veneno que solo aumentaba su terror. Me detuve frente a él y me incliné ligeramente, observando su rostro destrozado. Los moretones y cortes eran un comienzo, pero no eran ni de cerca suficientes. —El deseo que tengo de verte morir… y antes de eso, de causarte el mayor de los dolores, es jodidamente enfermo.Intentó mover la cabeza, como si negar la realidad pudiera salvarlo. Su mirada temblaba, llena de terror puro, y eso me dio una satisfacción que no intenté ocultar.—¿Sabes lo qu
POV SEBASTIANOAun muerto, Umberto me seguía causando problemas. Era increíble cómo un hijo de puta podía complicarte incluso desde la tumba. Hoy debería estar en Estados Unidos con Mia, pero aquí estaba, atrapado en Italia, sumergido hasta el cuello en la mierda que él dejó atrás. Mis hombres aún no habían terminado de reunir toda la información: sus fuentes, sus aliados, sus operaciones. No podía irme sin cerrar ese tema completamente, sin asegurarme de que cada resquicio de su existencia fuera borrado del mapa.Estaba en mi despacho, con los papeles desparramados sobre el escritorio. El olor del café frío mezclado con el humo del cigarro que ardía en el cenicero llenaba el ambiente. El reloj marcaba las 10 de la mañana, pero ya estaba lo suficientemente irritado como para que parecieran las 10 de la noche tras un día de mierda.La puerta sonó. Levanté la vista de los informes con el ceño fruncido, apenas conteniendo las ganas de gritar.—¡Adelante! —espeté.Lo último que esperaba e