CAPÍTULO 59

—Esto… no está tan mal.

Él rió suavemente, su pecho vibrando contra el mío.

—No, no lo está.

La música seguía envolviendo el ambiente mientras bailábamos, pero sentía que estaba en un mundo aparte, solo con Sebastiano. Su mano en mi cintura era firme, pero sus movimientos reflejaban una suavidad que pocas veces veía en él. Nadie se atrevía a interrumpirnos, y aunque notaba las miradas de algunos invitados, me sentía protegida bajo la mirada intensa de Sebastiano.

—¿Cansada? —murmuró cerca de mi oído, su aliento cálido enviando un leve escalofrío por mi piel.

—Para nada. —sonreí, disfrutando el momento.

—Eso es bueno, porque la noche apenas comienza.

Antes de que pudiera preguntar qué significaba eso, la música terminó, y él tomó mi mano, llevándome fuera de la pista.

—Sebastiano, ¿a dónde vamos? —pregunté, intentando mantener el paso con sus largas zancadas.

—A tomar aire. Aquí dentro hay demasiado ruido.

Nos detuvimos en el balcón, donde la vista del viñedo bajo la luz de la luna era
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