POV MARCOAl día siguiente, con el amanecer pintando el cielo de tonos rosados y dorados, me dirigí a la mansión de Morelli. Cada paso que daba sentía el peso de la responsabilidad sobre mis hombros, pero también la determinación de hacer lo correcto.Cuando llegué, fui recibido por los guardias y conducido al despacho de Morelli. Al entrar, vi a Valentina sentada en un rincón, con una expresión de preocupación en su rostro. Mi corazón dio un vuelco, pero me obligué a mantener la calma.Morelli estaba sentado detrás de su escritorio, mirándome con una mezcla de curiosidad y desdén.—Marco —dijo con voz fría—. Parece que tenemos un asunto pendiente.Asentí, sin apartar la mirada.—Sí, señor. Estoy aquí para enfrentar las consecuencias de mis acciones.Morelli se recostó en su silla, evaluándome.—Golpeaste a mi yerno, Marco. Eso no es algo que pueda pasar por alto.—Lo hice porque estaba protegiendo a Valentina —respondí firmemente—. Ella le pidió que se detuviera y no lo hizo. No podí
POV VALENTINADos semanas despuésSi había algo que agradecer en medio de la tensa situación en la que nos encontrábamos, era que había retrasado mi fiesta de compromiso. Pero la realidad volvía a imponerse, y con ella, el regreso a la universidad. Después de todo, estar encerrada en casa hacía innecesaria la presencia de Marco, mi guardaespaldas, y la sola idea de ver a Alessandro al final de la semana me llenaba de un peso que apenas podía soportar.Me preparé para el primer día del nuevo semestre, intentando despejar mi mente de las preocupaciones. Salí de casa, el aire fresco de la mañana envolviéndome, y mi corazón latiendo con una mezcla de emoción y aprehensión. El regreso a la universidad significaba volver a la rutina, pero también significaba volver a ver a Marco.Desde nuestro primer encuentro, no había podido sacarlo de mi mente. Su mirada intensa y penetrante, su actitud fría y cortante, y ese atractivo misterio que lo rodeaba me habían dejado completamente intrigada. Sin
POV MARCOOdiaba tener que esperarla por una maldita razón. Era como si fuera un puto producto de degustación para todas las mujeres de este campus. Había perdido la cuenta de las miradas que había recibido y de los papeles con números que me habían pasado, números que jamás me tomaría la molestia de aprender o siquiera de intentar llamar.Estaba a punto de mandar a volar a esta chica cuando, de repente, apareció Valentina. La furia en sus ojos y los celos que emanaban de ella eran palpables, se notaban desde aquí hasta la maldita ciudad perdida.—¿Estás trabajando cuidándome o coqueteando con las mujeres de mi universidad? —casi sonreí al ver su actitud.Antes de que pudiera responder, Valentina se volvió hacia la chica que había estado hablando conmigo.—Vete de aquí, Antonia. Mi guardespaldas tiene mucho trabajo —dijo con una firmeza que no había visto en ella antes.Antonia se alejó con una mirada de resentimiento, y Valentina se acercó a mí, todavía visiblemente molesta. Había al
POV VALENTINANos alejamos apresuradamente de la tienda, dejando atrás el caos y las sirenas que se aproximaban. Mi corazón aún latía con fuerza por la cercanía de la amenaza, y mis pensamientos giraban en torno a quién podría querer verme muerta y por qué.—Marco, ¿qué vamos a hacer ahora? —pregunté, intentando controlar el temblor en mi voz mientras caminábamos hacia el auto.Él me miró con una determinación intensa en sus ojos oscuros, y su respuesta fue firme y decidida.—Voy a intensificar las investigaciones. Necesito descubrir quién está detrás de estos ataques y asegurarme de que no vuelvan a intentarlo.Asentí, sintiendo una mezcla de alivio y miedo. Confíaba en Marco más de lo que podía expresar con palabras, pero la idea de que alguien estuviera conspirando para hacerme daño me llenaba de una angustia que era difícil de ignorar.Seguimos caminando en silencio, y mientras nos acercábamos al auto, no pude evitar pensar en lo mucho que mi vida había cambiado desde que él había
POV MARCOHoy tenía una pelea programada y, sinceramente, no podía esperar. Era mi única vía de escape, el único lugar donde podía desquitar toda la frustración y la rabia que me consumían. La situación con Valentina, los constantes intentos de atentado, la presión de mantenerla a salvo... Todo se acumulaba dentro de mí como una olla a presión, y necesitaba soltar el vapor antes de que me volviera loco.Llegué al gimnasio temprano, el lugar estaba oscuro y vacío, excepto por el sonido de los sacos de boxeo balanceándose suavemente. Me quité la chaqueta y me cambié rápidamente, enfocándome en lo que estaba por venir. Necesitaba este combate, no solo por el entrenamiento físico, sino porque me permitía liberar el peso que cargaba día y noche.Empecé a calentar, lanzando golpes rápidos y precisos contra el saco de boxeo. Cada puñetazo era un intento de silenciar las voces en mi cabeza, las preocupaciones por Valentina y la rabia hacia quienes la querían muerta. Cada vez que mi puño conec
SINOPSISSumergida en una vida de sacrificios, Mia Jones ha renunciado a todo por salvar a su madre, cuya vida depende de un costoso trasplante de riñón. Desesperada por dinero, encuentra una salvación en una oferta tan peligrosa como tentadora: fingir ser la esposa de un poderoso hombre de negocios que ha muerto en un accidente.El plan parece simple: su "salvador" cobrará una inmensa fortuna por medio de ella, y así, podrá darle a su madre la oportunidad de sobrevivir. Lo que no sabe es que su esposo no es un simple empresario… es Sebastiano Lombardi, el temido jefe de la Camorra. Y no está muerto.Atrapada en su propio engaño, Mia debe mantener la farsa mientras busca desesperadamente una salida del infierno en el que se ha sumergido. Sin embargo, cuanto más tiempo pasa junto a Sebastiano, más se ve envuelta en su oscuro mundo de poder, violencia y deseo. Él no está dispuesto a dejarla escapar, y Mia pronto descubre que los sentimientos que surgen entre ambos podrían ser tan peligr
—Mi niña... no entiendo qué está pasando. ¿Cómo conseguiste el dinero para internarme?El peso de su pregunta cayó sobre mí como una losa. Me acerqué lentamente, entrelazando nuestras manos, obligándome a mantener una sonrisa que se sentía rota, mientras mi corazón latía frenéticamente.Ese hombre, que aún no me había dicho su nombre, había pagado por una atención exclusiva en uno de los hospitales más caros de California. Mi madre estaría internada por un tiempo, recibiendo su diálisis y estabilizándose. Después, iría a un centro de recuperación, acompañada de una enfermera que se encargaría de ella mientras yo... cumplía con mi parte del trato.No podía creer todo lo que estaba ocurriendo. La rapidez con la que mi vida había cambiado me dejaba aturdida, pero no podía quejarme. No con mi madre aquí, rodeada de médicos competentes, sabiendo que su tratamiento al fin había comenzado. El precio de mi libertad... de nuestra salvación.—Tengo una propuesta de trabajo, mami —dije, esforzán
En el camino, el silencio dentro del auto era sofocante.El motor del auto rugía con un ritmo constante, pero mis pensamientos eran un caos. Ninguno de los dos había dicho una palabra desde que nos subimos. Sentía su mirada ocasional, analizando cada uno de mis movimientos, cada expresión en mi rostro. Sabía que tenía preguntas, podía verlo en la forma en que sus ojos oscuros brillaban con algo cercano a la curiosidad, pero por alguna razón, las callaba.Me humedecí los labios, tratando de aliviar la tensión en mi garganta. Finalmente, rompí el silencio, aunque mi voz salió más débil de lo que esperaba.—¿A dónde iremos?Dario no tardó en contestar.—A casa —dijo con una frialdad que me hizo estremecer—. Donde siempre debiste estar.Mi corazón dio un vuelco ante sus palabras. Me obligué a asentir, aunque por dentro las dudas me carcomían.El silencio volvió a envolvernos, pero esta vez fue él quien lo rompió.—Quisiera saber cómo se conocieron tú y Sebastiano.Su pregunta me dejó sin