¡Ella me dejó plantado!

Capítulo 2 ¡Ella me dejó plantado!

El novio ya había llegado y esperaba en el altar, al lado de él se encontraba su hermano mayor, Matteo. Ambos hermanos se llevaban una diferencia de edad de 2 años. Matteo era hijo del primer matrimonio de su padre con su primera mujer y Francesco, el más joven, era hijo de su padre, pero con su amante, ahora su segunda esposa.

Tanto ellos dos, como los invitados, habían pasado bastante tiempo esperando a la novia, hasta que al fin ambos observaron como la organizadora de la boda entro nerviosa al recinto, y le hizo señas a Francesco.

Este fue hacia ella, y enseguida se despertaron los comentarios de los presentes. Cuando Francesco escuchó lo que le tenía que decir la mujer. Su atractivo rostro mostró una furia desconocida para los que estaban acostumbrados a ver su espontaneidad y su sonrisa. 

Con frecuencia, la imagen que Francesco mostraba era la de un hombre sin ningún tipo de problemas que solo sabía divertirse. Un momento después, sin decir nada a nadie, él se marchó rápidamente del lugar.

La atmosfera entre los presentes se tornó ligeramente ambigua, tanto los invitados como los familiares querían saber qué ocurría, y estaban a la expectativa, deseando averiguarlo.

A Melissa, la esposa de Matteo y hermana de Samantha, también le pico la curiosidad, no entendía lo que pasaba. Por su parte, Matteo se sorprendió y comenzó a llamarlo, al ver que no se detenía, fue hasta él apresuradamente.

— ¡Francesco! ¡Detente! ¿Qué haces?, lo llamo insistentemente esperando una explicación, lo alcanzo en la puerta cuando este se detuvo, y hablando con los labios apretados, logro murmurarle en voz baja.

—Me planto, la desgraciada, me planto en el altar—lo decía sin poder creerlo, pertenecía a una familia de mayor prestigio y linaje, con mucho dinero, y poder, se consideraba guapo, educado, era deseado por muchas mujeres ¡Que fue lo que le paso por la mente a esa mujer para humillarlo así delante de todos sus conocidos y amigos!

— ¿Qué dices?— le pregunto con asombro Matteo, sin poder creerlo 

Francesco lo miro con la más absoluta rabia, lo consideraba el principal culpable de esta humillación pública

— ¡Que no aparece imbécil, se fue, no está, no la encuentran, me dejo plantado! ¡Me convirtió en el hazmerreír de todos! Encárgate tú de explicarles a tus invitados, al final eres tú el que quería que me casara y ahora mira como he quedado en el más absoluto ridículo. ¡Tú y tus imposiciones para poder darme tus limosnas! ¡Me iré a buscarla a esa condenada mujer! ¡Ella me debe una explicación!

*******

— ¿Dónde estás?— Matteo estaba muy preocupado, desde la mañana cuando vio como Francesco se marchaba no había sabido nada de él. Lo había estado llamando sin poder comunicarse, hasta este momento en que el mismo decidió llamarlo.

— ¿Dónde voy a estar? ¡En un bar rumiando mi humillación pública, gracias a tus exigencias! ¡No la conseguí por ningún lado, está desaparecida! ¡La muy condenada no llego a su casa, ni siquiera a cuidar a la madre enferma!

— ¡No sigas tomando, es peligroso!, le advirtió Matteo

— ¡Haré lo que me dé la gana, tú ya no me mandas! Gracias a ti es que sucedió todo esto! ¡Tú eres el que quería que me casara y sentara cabeza!— le replico en sus palabras, se escuchaba su desprecio.

—Papá y tu mamá están preocupados por ti ¡Dime dónde estás iré a buscarte! ¡Mejor dicho pásale el teléfono al barman!—le ordeno con firmeza

Matteo en verdad estaba preocupado por Francesco, su padre no le perdonaría si algo le pasaba a su hijo menor. No eran hermanos unidos, pero desde pequeños, su padre Sebastiano le había encomendado la ridícula tarea de cuidarlo y lo responsabilizaba por cualquier cosa que le sucediera.

Ambos hermanos eran completamente diferentes. Tanto en el carácter como en el físico. Obtuvo la ubicación del bar y dado que ya era muy tarde en la noche, no quiso provocar más murmuraciones, así que a pesar de la persistente lluvia, salió manejando el mismo hacia el lugar. 

Matteo, no vivía en esta ciudad, ni siquiera en este país, y cuando venía siempre manejaba su chofer, no obstante se guio por el GPS.

Preocupado, manejo, despacio, no obstante, al detenerse en uno de los semáforos, sintió un fuerte golpe en la parte trasera del vehículo y a los pocos segundos se escuchó un fuerte chirrido metálico.

Su cuerpo, inevitablemente a pesar del cinturón de seguridad, fue sacudido con violencia golpeándose contra un muro de contención que impidió que siguiera rodando o que otros vehículos chocaran contra él. No obstante, quedó atrapado en el vehículo.

Al principio una semi conciencia se apoderó de él, por lo que escucho voces y ruidos que no identifico, mucho tiempo después recobro el conocimiento, vio a una enfermera cerca de él.

Intento hablar, pero no pudo, sintió algo en su boca, impidiéndolo, escuchó que los médicos le decían que todo estaba bien y que pronto le quitarían los dispositivos que no lo dejaban hablar.

— ¡Tranquilo señor! ¡Todo va a estar bien! ¿Podría indicarnos como localizar a alguien de su familia?

Él no pudo responder, en cuanto retiraron el tubo de su boca, Matteo descubrió que no sentía sus piernas

— ¡No siento mis piernas!, indico con angustia y lentitud, pues, aún le molestaba la garganta

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