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¡Ella te envio, para ocupar su lugar!

Capítulo 4 ¡Ella te envió, para ocupar su lugar!

Días después, Samantha caminaba por el aeropuerto de Roma. Se maldecía a sí misma por su debilidad ante su hermana.

Sin duda continuaba siendo la misma tonta manejable que en el pasado; siempre arreglando los desastres de su hermana. Sabía que esto que estaba haciendo no estaba bien, por esa razón, antes de tomar el avión, varias veces estuvo a punto de regresarse

Detuvo sus reflexiones cuando encontró a un hombre que sostenía un cartel con el nombre de Melissa Carter. Suponía que era el que la llevara al hotel donde se quedaría durante su estadía allí.

— ¡Disculpe! — se dirigió al hombre del cartel, llamando su atención.

—Lo siento, señorita, vengo a recoger a una señora—, se disculpó el hombre con amabilidad

— ¡Soy yo! ¡La persona que está esperando soy yo! ——, le aclaro hablando en italiano, el cual aprendió durante su noviazgo con Francesco, ya que en ese momento pensó que tendría que vivir en Italia

Él frunció el ceño, mirándola desconcertado, —usted está equivocada, esperó a la señora Melissa Carter.

—Ella no pudo venir, soy hermana de Melissa, de seguro, ha escuchado hablar de mí. Me llamo Samantha Carter— ella vio de inmediato el cambio de expresión del chofer

— ¿Ella… la señora Melissa Carter, no vendrá? —pregunto confuso pensando que lo estaba engañando

—No por el momento. Vendrá después, —no quiso dar mayores explicaciones.

El hombre, el cual supuso, era el chofer; la miro extrañado, y levantó los hombros en un gesto ambiguo.

— Por favor, sígame.        

  Se ofreció a cargar la maleta, guiándola hasta el estacionamiento del aeropuerto, donde subieron a un automóvil de lujo.

—Señorita, nos Iremos directamente a la residencia del Señor Matteo

— ¿Cómo dice? ¿No me dejará en un hotel?

—Sigo las órdenes del Señor Matteo

—Maldición Melissa ¿Qué has hecho?… cuando aprenderé a no dejarme convencer… —seguía rumiando después que escucho eso, creyó que iría a un hotel.

*******

Al llegar a la residencia, el ama de llaves, también mostró un gesto de asombro al verla, el cual fue reemplazado rápidamente por una sonrisa de bienvenida, al escuchar la explicación del chofer. 

Después la condujo por un pasillo alfombrado.

Sus reflexiones, mientras caminaba por el amplio pasillo, fue interrumpida cuando llegaron a un largo e imponente despacho en semi penumbra donde se observaban grandes ventanales cubiertos con pesadas cortinas. 

Había elegantes sillas y una mesa sobre un suelo de madera bellamente pulido. No sabía por qué, pero se sintió incómoda, bajo el silencio sepulcral, que quedo apenas el ama de llaves se fue.

— ¿¡Qué demonios haces tú aquí!? —Al escuchar la voz fuerte y autoritaria, Samantha pego un brinco por la sorpresa.

— ¿Dónde está Melissa? —. Samantha reconoció el tono autoritario de Matteo D'Ángelo.

Se giró hacia dónde provino la voz, parpadeo varias veces, estaba atónita, tardó un poco en recuperarse del susto y en encontrar su voz de nuevo.

La fuerte presencia del hombre la tenía congelada. 

Las palabras no le salían con firmeza. 

Él estaba cerca de una de las ventanas, no lo vio al llegar, ni siquiera supo cuando llego o si ya estaba allí desde antes que ella llegara. 

Matteo se encontraba estaba sentado en su silla de ruedas, su presencia dominaba la penumbra de la habitación. Su rostro, era una máscara tensa y endurecida.

Le basto mirarlo una vez para notar sus ojos de un negro intenso, brillantes y enigmáticos.

Su vestimenta era completamente negra, de un color tan oscuro como la noche. Aquel hombre sombrío no era como el que conoció en el pasado, el hombre de ahora parecía envuelto en un aura de misterio. 

En apariencia su discapacidad física no lo limitaba, parecía un hombre fuerte; los músculos de sus piernas no se veían desgastados como normalmente lo suelen tener los discapacitados. Quizás su actitud sombría y arrogante era una armadura que ocultaba un corazón herido mucho más de lo que se podía percibir a simple vista.

No obstante, estaba mucho más delgado.

Después de su contemplación, no supo qué respuesta darle, sabía que él todavía estaba molesto con ella, por lo sucedido hace tres años con su hermano, pero lo que la traía aquí hoy, era más urgente.

— ¿Qué? Te satisface verme en estas condiciones, gracias a ti estoy postrado a esta m*****a silla— le reclamo él tras ver la mirada de Samantha fija en sus piernas.

—No… yo— él no la dejó decir más por qué alzo la mano con expresión endurecida.

— ¿Qué haces tú aquí? —el hombre más que hablar gruñía sospechando de sus motivos al estar allí

— ¡Melissa me dijo que te lo explicaría! — logro apenas balbucear apenas ante su evidente furia

— ¿Explicarme qué? —preguntó con voz inflexible, lleno de ira 

— ¡Ella te explicaría por qué me envió! ¡Ella quedó en explicarte!, —sabía que estaba repitiendo las palabras, pero no encontró que otra cosa hacer

— ¿Melisa te envió? ¡Tuvo el descaro de enviar a otra persona, para ocupar su lugar!—le replicó hablándole con dureza.

Matteo solo en apariencia había aceptado su estado, en el fondo de su alma estaba muy afectado, pero al ver a Samantha pudo recordar todo lo sucedido, y la culpaba a ella, ¡Maldición! ¡La culpaba porque había desencadenado su desgracia!

— ¿Dónde está ella? ¿Viene en otro vuelo? ¡Dímelo!, ¿Qué demonios haces tú aquí? ¿Este es otro de los sucios trucos de las hermanas Carter? ¿Crees que después de lo que le hiciste a mi hermano y a mí puedes venir aquí como si nada?

¡Samantha sentía que sus piernas temblaban, no podía sentirse peor! ¿Cómo podía Melissa haberle hecho esto? ¿No le aviso que venía? No había duda de que él se sorprendió de verla allí y estaba furioso. Ya se sentía mal al venir a sustituirla, pero que él no supiera que venía, no lo esperaba, pensó que Melissa contaba con su aprobación.

— ¡La niña, mi sobrina! ¿Cómo sigue? — le dijo suplicante en un intento rápido de cambiar la conversación

— ¡Eso no te importa! ¿Dónde está Melissa? 

— ¿Qué tiene la niña? —, le pregunto apenada

— ¿No te lo dijo ella? —, le dijo él con renuencia—, ¿Dónde está tu hermana? ¿Es que esa mujer es tan inconsciente que ni la enfermedad de Carina es suficiente para que regrese?

Samantha se humedeció los labios, luego se mordió el labio inferior, indecisa y negó moviendo la cabeza—Ella… no vendrá por ahora—declaró turbada.

 — ¿Qué quieres decir con eso?, gruñó él. 

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