-¿Y. . . ellos lo saben?- le preguntó dubitativa.
-Nunca se los he dicho abiertamente, nunca me lo han preguntado, pero es obvio que lo saben y se hacen de la vista gorda, mientras les entregue suficiente dinero. En una noche les traigo más dinero del que le daría en un mes de trabajo, visto ropa fina, en ocasiones desaparezco por todo un fin de semana, sólo les alegra saber que cuándo llegó, traigo mucho dinero que van a quitarme, para beber y drogarse. Al principio les entregaba absolutamente todo mi dinero, hace poco nuevamente comencé a quedarme con una parte muy, muy pequeña, necesitamos huir de ellos, no podemos seguir soportando el trato que nos dan.
-Miranda, hermana. . . ¿no te desagrada dormir con esos hombres?- le preguntó con ojos llenos de lágrimas.
-Mis clientes. . . son muy exclusivos, muy limpios y no son desagradables, sólo hombres con mucho dinero, que pueden pagar por mí, prefiero llamarme; una dama de compañía, estos hombres son apasionados de exhibir mujeres jóvenes y hermosas, les entregas un poco de tiempo, un poco de placer y a cambio tienes mucho dinero, joyas, prendas, no es algo agradable pero aprendes a vivir con ello- dijo avergonzada- Desde que entré al negocio sólo ruego porque alguno de esos clientes quiera convertirme en su amante estable, de esa manera me iría con alguno de ellos y podría llevarte conmigo, desapareceriamos del radar de nuestros padres, y sólo tendría que dedicarme a un hombre.
-No. . . no puedo imaginarme vivir así, Miranda, permitiéndole al que tenga para pagar el monto, hacerse de mi cuerpo- sus ojos brillaban de dolor- es horrible.
-Es mi manera de sobrevivir en éste mundo- suspiró y se retiró un poco- de lo contrario, tendríamos a nuestro padre golpeándonos diariamente por no darle el dinero suficiente, pronto encontraré la manera de salir del yugo de él, te lo prometo Lara, no dejaré que vuelva a golpearte.
Lara, volvió a su habitación, aún sin asimilar lo que su hermana le había contado, sabía que tenía un trabajo duro, ella siempre lo decía, pero jamás se hubiese podido imaginar que estaba atravesando por todo aquello. Ahora su vida había cambiado mucho, necesitaba encontrar urgentemente un empleo, no quería ser golpeada por todos los días, ni que Miranda fuese golpeada.
A la mañana siguiente despertó muy temprano, se colocó sus mejores jeans, una linda blusa y una desgastada chaqueta de cuero, unas zapatillas deportivas y salió a dar una vuelta.
-¿A dónde vas?- le preguntó su madre- Aún no has limpiado la casa.
-Voy a buscar un empleo- dijo tranquilamente.
-Más te vale volver a casa con algo de dinero- le dijo su padre, asperamente-.no estoy para mantener vagas- ella evitó contestar, decirle a la casa que él era incapaz de mantener a nadie, ni a si mismo, porque las casa, a él, y a todos, además de sus vicios se pagaban con el dinero de su hermana, así que guardandose todo lo que sentía, asintió y salió.
El ambiente era frío, se abrigó bien cerrándo su chaqueta y comenzó su recorrido, caminó durante mucho tiempo, preguntando en algunos lugares dónde solicitaban chicas, pero al explicar que no tenía experiencia, era rechazada.
-Aprendo muy rápido, sólo debe la oportunidad - rogaba.
-Lo siento, niña, necesito a alguien que tenga experiencia, no tengo tiempo para que aprendas y no puedo dedicarle a enseñar.
Se sentó en una plaza, sintiéndose hambrienta y sedienta a partes iguales, estaba agotada y sólo quería regresar a la casa y descansar, pero se repitió una y otra vez, que aquello no era posible, necesitaba hallar algo, por pequeño que fuese.
Después de tanto caminar e insistir en muchos lugares, una amable mujer le dio una oportunidad en una cafetería, se dedicó a limpiar las mesas, atender a los clientes muy amablemente para que estuviesen feliz del trato, a media tarde, la mujer le dejó tomar un pan con una taza de café, se lo agradeció mucho, ya que le aseguró que tenía mucha hambre.
Llegó la hora de cerrar, ya comenzaba a ponerse muy oscuro, Lara, ayudó a recoger y limpiar todo, para que quedara organizado para el día siguiente.
Se fue feliz a la casa, con el poco dinero que había ganando en el bolsillo de su chaqueta, la mujer le aseguró que era el pago correspondiente a su medio día de turno, pero que al día siguiente, si llegaba temprano seguramente le iría mejor, y si se esforzaba los clientes le darían buena propina.
Al llegar a la puerta de la casa, sacó el pago, apartó un billete y lo metió en el interior de la chaqueta, el restante lo metió al bolsillo de su pantalón.
En cuánto llegó, sus padres estaban en el sofá, bebiendo directamente de una botella y Miranda, recogía la mesa.
-Hasta que apareces- le dijo su padre- pensé que te habías perdido en la ciudad.
-Fácilmente me perdería es un lugar enorme, pero afortunadamente no fue así y pude encontrar el camino para volver a casa y con buenas noticias- se acercó a él- una mujer me permitió trabajar en su café y me pagó- metió la mano en su bolsillo y le extendió un par de billetes, el hombre lo tomó y al mirarlos, volvió su furiosa vista a ella- ¿Qué. . . qué sucede?
-¡Debes estar bromeando! - ella no lo comprendía- ¡ESTO ES TODO LO QUE TE PAGARON!-gritó furioso.
-Si, padre, me esforcé mucho por ese dinero- lo miró asustada cuándo él se puso de pie, intimida por su estatura- trabajé muy duro pero. . . la mujer sólo me pagó medio turno, porque empecé a la una. . . ella dice que mañana me irá mejor.
-Esto es una miseria, Lara, no alcanzaría ni para una lata de verduras- le dijo burlón. Ella quiso llorar, porque realmente se había esforzado toda la tarde, y él solo la gritaba porque no era suficiente.
-Mañana traeré más- dijo nerviosa, mientras temblaba internamente, le asustaba la actitud de su padre, él no valoraba su esfuerzo, todas las horas que tuvo que caminar en busca de una oportunidad, y luego, lo mucho que se había esforzado al limpiar cada mesa.
-Eso espero, Lara, porque ésta miseria no alcanzará para que vivamos.
-Ven, cariño- le dijo su hermana Miranda- te serviré de cenar- ella lo agradeció porque estaba realmente hambrienta, lo único que había comido en todo el día había sido ese pan con la taza con café.
-Gracias, Miranda- le dijo cuándo se sentó para comer, después de lavarse las manos, sentía tanta frustración de que su padre no valorara su trabajo, se había quejado del dinero, llamándolo miseria, pero bien se lo había echado al bolsillo del pantalón.
Lara Adam, se sentía miserable, por la vida que estaba llevándo.Se había quedado dormida cuándo escuchó una pelea, los gritos de su padre nuevamente llegaban a su habitación, de nuevo estaba discutiendo con Miranda, quién lloraba y le pedía que entendiera que aquella noche le había ido mal, pero su padre se negaba a entender y escuchó dos fuertes golpes, estaba por salir de la habitación cuando sintió los fuertes pasos de su padre, que pasaba frente a su recámara. Se mantuvo quieta por al menos diez minutos y luego salió en dirección a la habitación de Miranda, la encontró llorando débilmente, su corazón se encogió de tristeza, sin entender por que ellas estaban pasando por todo aquello.-Hola, cariño- Miranda, se secó las lágrimas- dejé tu comida en la cocina. ¿Cenaste?-Si lo hice, muchas gracias.-Me alegra- sonrió débilmente- ¿cómo te fue hoy en la cafetería?-Yo pensé que me había ido bien hasta que llegue a casa, hoy traje más del doble y aún así, me golpeó- suspiró- dijo que
-No, Lara. . .- la miro con desconsuelo- no puedo hacerlo, tu no, Lara, tu no.-Me has dicho que son hombres. . . elegantes, limpios, exclusivos, así los llamaste, ayúdame Miranda.-No puedo, no puedo porque conozco en carne propia todo el dolor que ésta vida te deja, es muy difícil salir luego que entras, es como entrar en las drogas, una vez que inicias. . . estás perdido.-No tengo nada que perder, Miranda. Se que quieres lo mejor para mi, se que intentas protegerme, velar por mi, pero, es mi decisión, o me llevas, o averiguo un lugar y voy por mi cuenta, no tengo nada que perder, no tengo nada, más que el miedo a ser golpeada y el hambre que me atormenta.-Lara. . . Te lo ruego, hermana, por favor, no.-Tu puedes ayudarme- le dijo convencida- así será más fácil para poder reunir el dinero que necesitamos para irnos de aquí, Miranda, tu y yo saldremos adelante, pero ayudemonos.-Lara. . . Lara. . .- Miranda caminaba de un lado a otra sintiendo la desesperacion y el desconsuelo de q
Miranda y Lara, bajaron del taxi frente a aquel imponente lugar. La segunda, se quedó bastante sorprendida por la elegancia que despedía la sola fachada, si había pensado que sería un lugar bonito, pero no tanto.-Es un lugar increíble- le susurró a su hermana.-Lo es- se encaminaron juntas a la entrada, cuatro hombres en la puerta, elegantemente vestidos de negro y camisa blanca, con trajes de tres piezas.-Buenas noches- dijo Miranda con voz dulce.-Buenas noches, señorita Miranda- respondió el más alto de ellos, su voz gruesa y raspada- veo que hoy trae compañía.-Así es- sonrió.-Bien, si me permite.- dijo dando un paso hacia ella.-Por supuesto- Miranda, fue escaneada con un aparato, luego avanzó y otro aparato hizo lo mismo.-Ahora tú, muñeca- dijo el hombre y Lara, sintió un escalofrío recorrerla, aquel hombre era grande, muy musculoso e intimidante. Repitieron el proceso con ella y pronto estuvo junto a su hermana- Bien, adelante.-Gracias, chicos- dijo Miranda y tomó del braz
-¡Rafaelle!- Giovanni, se puso de pie y estrechó la mano del hombre- no te había visto hoy.-Hace muy poco que llegué- respondió en tono amistoso- estaba caminando por aquí y por allá, viendo los presentes, andando un poco, esperando tener algo de suerte- sonrió.-Qué bueno- se giró hacia la mesa- a Miranda, ya la conoces.-Por supuesto, es un placer saludarte, mi bella flor- dijo coqueto.-El placer es, todo mío- sonrió ella con picardía.-Y está hermosa mujer es Lara, quién nos visita hoy por primera vez.- dijo con una enorme sonrisa.-Qué gusto señorita Lara, espero que Piacere, esté resultando de su agrado.-Sin lugar a dudas, un lugar magnífico- sonrió- complacida de estar aquí está noche.-Qué alegría, espero nos visite más a menudo- se giró hacia Miranda- bella flor, me encantaría tomar una copa contigo. . . en otro lugar- su pausa deliberada le causó escalofríos a Lara, dejaba en evidencia. . . que aquel “otro lugar”, era solo para dos.-Por supuesto- le sonrió poniéndose en p
Lara, no podía terminar de creer lo que acababa de suceder, lo buscó con la mirada, y lo vió desaparecer entre las personas y el ambiente exótico y misterioso del lugar. Aún no podía creer lo que estaba pasando, en su bolso tenía mucho dinero, muchísimo, más de lo que imagino ver en toda su vida. Además, de una invitación para ir con él al día siguiente.Su hermana, había dicho que era necesario tener mucha suerte para poder tener la atención de Giovanni Di Luca, si era así, entonces aquella había sido una noche de mucha suerte. Sonrió internamente, él era un hombre hermoso, mucho mayor que ella, eso era seguro, quizás tendría treinta y dos, o treinta y tres años, aproximadamente. Tenía unos ojos preciosos, oscuros, profundos, unos labios carnosos que se curvaban en una seductora sonrisa, era alto, con muy buen cuerpo, vestía elegante y su caminar era pausado e imponente.La había impresionado.Se sorprendió cuándo un hombre llegó a su mesa.-Hola, buenas noches.-Hola- lo miró fijame
Un nuevo día despuntó, trayendo con él la ansiedad de no saber qué esperar con aquel hombre. Lara, no había logrado descansar. Al llegar a la casa aquella madrugada, se había deshecho del vestido, limpió su cara del maquillaje y luego la lavó, eliminando todo rastro de pintura en él. Después, se dedicó a distribuir el dinero que había obtenido aquella noche. En su vieja maleta, metió un fajo y medio, distribuido entre los bolsillos y dos pares de viejos zapatos que estaban dentro. Luego de aquello se había ido a la cama, pero por más que lo intentó sólo durmió quizás una hora, cuándo el Sol comenzaba a aparecer, ella abrió los ojos, recordándo que aquel día sería su cita con Giovanni.Estaba nerviosa, debía admitirlo, sólo pedía que todo saliera bien y quizás, al día siguiente, su prima y ella pudiesen estar lejos de esa casa.Se levantó y preparó el desayuno para todos, en cuánto sus padres aparecieron, con resaca, gruñendo a causa del hambre les dió los buenos días, a los pocos minu
Giovanni, esperaba pacientemente, se había retirado su camisa, quedándo con el dorso descubierto y unos pantalones cortos. Bebía de su copa de champagne, mientras ansiaba el regreso de las mujeres, moría por ver el cuerpo de Lara, aunque los vestidos insinuaba su hermosa silueta, él quería apreciar todo lo que se escondía debajo, la noche anterior no pudo quedarse con ella, había tenido asuntos que atender, a aquel soplón que le había hecho perder mucho dinero en aquella mercancía confiscada, sus órdenes fueron la de torturarlo toda la noche para matarlo la mañana siguiente, en ésta ocasión el ácido, había sido un buen aliado para desaparecer a aquel infeliz.Si, él no sólo debía pagar su dinero perdido, sino el hecho de no poder disfrutar más junto a Lara.Qué dulce mujercita, su inocencia era un premio para él, podía arrebatarsela y alimentar así su necesidad y su competitividad de ser el primero en todo. Era difícil ser el primer hombre para una mujer, sin embargo, él había encontr
Lara, sintió el primer contacto de aquella boca sobre la suya, sus labios suaves, llenos, carnosos, le dieron un ligero beso, luego otro, y otro. . . Sintió cómo su cuerpo en pleno era sacudido por oleadas de profundo placer, su pecho se agitaba, mientras la temperatura comenzaba a ascender en su cuerpo, hacía calor, sí, mucho calor, y no era precisamente el calor del sol. Giovanni, tiró con más fuerza de su cabello, y ella llevó la cabeza atrás para evitar el dolor, logró con esto, arquear su cuerpo, momento que él aprovecho para descender y acariciar con la nariz el valle entre sus pechos, con movimientos suaves y delicados. La masculina y húmeda lengua, lamió el valle existente entre aquellos dos montículos y ella gimió de satisfacción.-Ssshhh, preciosa- la silenció- no querrás que nos escuchen- ella negó con su cabeza, la mano en su abdomen ascendió y liberó uno de sus pechos de su prisión de tela, la piel estaba sumamente sensibles al tacto, y cada poro visible. Debía aceptar qu