Lara Adam, se sentía miserable, por la vida que estaba llevándo.
Se había quedado dormida cuándo escuchó una pelea, los gritos de su padre nuevamente llegaban a su habitación, de nuevo estaba discutiendo con Miranda, quién lloraba y le pedía que entendiera que aquella noche le había ido mal, pero su padre se negaba a entender y escuchó dos fuertes golpes, estaba por salir de la habitación cuando sintió los fuertes pasos de su padre, que pasaba frente a su recámara. Se mantuvo quieta por al menos diez minutos y luego salió en dirección a la habitación de Miranda, la encontró llorando débilmente, su corazón se encogió de tristeza, sin entender por que ellas estaban pasando por todo aquello.
-Hola, cariño- Miranda, se secó las lágrimas- dejé tu comida en la cocina. ¿Cenaste?
-Si lo hice, muchas gracias.
-Me alegra- sonrió débilmente- ¿cómo te fue hoy en la cafetería?
-Yo pensé que me había ido bien hasta que llegue a casa, hoy traje más del doble y aún así, me golpeó- suspiró- dijo que no alcanza ni para sus chicles, es una persona horrible.
-La vida es horrible- dijo con una sonrisa temblorosa, queriendo expresar su deseo de acabar con su miseria.
-No, No Miranda.- la miro con dolor- otras personas llevan vidas menos dolorosas, es solo que. . . no hemos tenido suerte, pero mejoraremos, lo se.
-Me meteré a la cama, estoy cansada.- no tenia animos de entrar en un intercambio filosofico de ideas con su hermana.
-Me gustaría dormir contigo hoy- fue una frase, más bien una petición.
-Hay suficiente espacio para las dos- sonrió- y me hará bien un poco de compañía.
Los días siguientes no mejoraron, Miranda, trajo más dinero a casa, pero ella no conseguía un nuevo empleo, y menos uno que le pagará mejor que la señora Roberta. Aún recordaba el día en que había ido hasta allá para disculparse por no poder seguir trabajando.
La mujer, le había dicho que ella era una buena trabajadora y que si el problema era el sueldo, en cuánto tuviese más experiencia podrían llegar a un acuerdo. Lo intentó durante una semana, pero siguió recibiendo golpes de parte de su padre, cada noche al llegar a casa. Él nunca estaba contento con el dinero que ella llevaba, y eso la hacía sentir cada vez más frustrada, así que unos días después había decidido abandonar el puesto en la cafetería para buscar algo más en dónde pudiese recibir más dinero, pero aquello no había sido lo peor, su padre había enfurecido gradualmente, a medida de que pasaban los días y no conseguía nada más, ya no sabía qué hacer e internamente sólo lloraba por lo infeliz que era, ¿cómo era posible ser tan desdichada solo con dieciocho años?
Llegó a casa con miedo a entrar, no quería otra reacción explosiva de parte de su padre, o la mirada de burla de parte de su madre, aún no entendía como su propia madre podía mantenerse inmóvil e inmutable ante el maltrato que su esposo les daba, mientras el padre la golpeaba, ella permanecía inmóvil.
En cuanto abrió la puerta tuvo el deseo de correr en dirección a su habitación, cerrar la puerta con el pestillo y no salir de allí jamás, pero la voz de aquel hombre la detuvo.
-Lara.
-Si, padre- dijo caminándo hasta él.
-Dame buenas noticias, hermosa- le sonrió, mostrando esa enorme hilera de dientes- ¿ cuánto tienes para mí, hoy?
-Yo. . .- inicio nerviosa, e inmediatamente sus ojos se llenaron de lagrimas.
-¿Tú. . .
-Lo siento, padre. No pude encontrar nada, nadie me da la oportunidad de trabajar y. . . - se detuvo de inmediato cuándo lo vio levantarse rápidamente de la silla y caminar hasta ella, la tomó del cabello con fuerza, tanto que ella sintió que la elevaba del suelo unos centímetros, apretó la boca y los ojos con fuerza para evitar llorar.
-Por favor, por favor padre, me duele, me duele demasiado. . . por favor- sollozó débilmente.
-Hoy no comerás nada- le dijo furioso acercando su rostro a ella.
-Pero, ayer. . . tampoco comí, tengo demasiada hambre- dijo llorándo, pensando que lo poco que había logrado ahorrar en su trabajo con la señora Roberta, ya lo había gastado, alimentándose un poco durante aquellos días en los que caminaba desde que salía el sol, hasta que se ocultaba, buscándo y suplicando trabajo.
-Me importa muy poco cuánta hambre tengas, no trajiste dinero a casa, no hay comida, agradece que te dejo dormir bajo mi techo, que enorme estorbo resultaste ser, tan bonita y tan inútil- la arrojó con fuerza contra la pared, la debilitada Lara, sintió como el aire abandonaba sus pulmones- Ahora vete, apartate de mi vista antes de que. . .- elevó su mano como si fuese a golpearla y ella se encogió esperándo la bofetada, cuándo no la recibió, entonces con dificultad se alejó, sintiéndo como poco a poco, volvía a respirar con normalidad. Contuvo las lágrimas, realmente estaba muy hambrienta. En cuánto llegó a su habitación se percató que la puerta de la habitación de Miranda estaba entreabierta, fue hasta allí y llamó suavemente, un par de segundos después Violeta le abrió.
-Hola, Cariño- le sonrió.
-Hola- la observó de pies a cabeza- ¿puedo pasar?
-Claro, cariño. Adelante- abrió la puerta para que ella pasara, así lo hizo, se sentó en la cama mientras observaba como su hermana se retocaba en el espejo. Era muy hermosa, tenía el cuerpo lleno de curvas, una espesa melena rubia, que brillaba como el oro, ojos verdes, profundos. . . aunque tristes- en la cocina he dejado tu cena- Lara, quiso llorar.
-Padre dijo que hoy no podré comer- su hermana se giró hacia ella y la miró frunciendo el ceño- no pude encontrar nada hoy.
-Te lo dije cariño, no es fácil- suspiró.
-Además, padre dice que si no encuentro algo. . . tendré que ir a dormir a la calle- sus ojos se llenaron de lágrimas- Tengo tanta hambre, Miranda.
-Iré a hablar con él, ¿cómo tendrás fuerza para trabajar si no te alimentas?, No puede mantenerte sin comer, va a matarte de inanición, además la comida se compra con mi dinero- dijo decidida.
-No lo hagas- le rogó- capaz y enfurece y termina golpeándonos a las dos. Yo. . .- desvío la mirada triste- quizás pueda comer mañana- sus ojos se llenaron de tristeza y las lágrimas fluyeron libres. Miranda, se acercó con los ojos brillando de lágrimas.
-Te prometí que te protegería, te he fallado Lara, no puedo protegerme ni a mí misma- su labio inferior tembló- No sabes cuánto lo siento, que todo esto esté pasando.
-No te preocupes, no tienes la culpa de nada.- le dijo animandola.
-Lara, quizás podría darte un poco de dinero para que te escapes ahora y comas fuera.
-Es peligroso, él podría verme, ambos están en la sala bebiendo- suspiró.
-También podrías esperarme despierta, o yo te despertaré cuándo llegue de trabajar, te traeré comida, lo juro- Lara, sintió el ardor en su estómago, miró a su hermana intensamente y le dijo;
-Llévame Miranda, iré a trabajar contigo- acababa de tomar una decisión desesperada.
-No, no, no Lara, ya te lo dije- sus ojos se cristalizaron - tú eres mejor que esto, éste mundo no es para ti- miró por algunos minutos, se alejó un poco, su mirada se tornó sería y preocupada.- No, No Lara, yo no te quiero en este mundo.
-¿Entonces qué hago, me dejó morir de hambre, dejó que padre me muela a golpes, me voy a dormir a la calle dónde puedes pasarme cosas peores?- dijo angustiada- ésta no es una decisión fácil, Miranda, pero es la más inteligente,. Quizás para ésto nacimos, para. . . ser. . . damas de compañía- dijo triste.
-No, Lara. . .- la miro con desconsuelo- no puedo hacerlo, tu no, Lara, tu no.-Me has dicho que son hombres. . . elegantes, limpios, exclusivos, así los llamaste, ayúdame Miranda.-No puedo, no puedo porque conozco en carne propia todo el dolor que ésta vida te deja, es muy difícil salir luego que entras, es como entrar en las drogas, una vez que inicias. . . estás perdido.-No tengo nada que perder, Miranda. Se que quieres lo mejor para mi, se que intentas protegerme, velar por mi, pero, es mi decisión, o me llevas, o averiguo un lugar y voy por mi cuenta, no tengo nada que perder, no tengo nada, más que el miedo a ser golpeada y el hambre que me atormenta.-Lara. . . Te lo ruego, hermana, por favor, no.-Tu puedes ayudarme- le dijo convencida- así será más fácil para poder reunir el dinero que necesitamos para irnos de aquí, Miranda, tu y yo saldremos adelante, pero ayudemonos.-Lara. . . Lara. . .- Miranda caminaba de un lado a otra sintiendo la desesperacion y el desconsuelo de q
Miranda y Lara, bajaron del taxi frente a aquel imponente lugar. La segunda, se quedó bastante sorprendida por la elegancia que despedía la sola fachada, si había pensado que sería un lugar bonito, pero no tanto.-Es un lugar increíble- le susurró a su hermana.-Lo es- se encaminaron juntas a la entrada, cuatro hombres en la puerta, elegantemente vestidos de negro y camisa blanca, con trajes de tres piezas.-Buenas noches- dijo Miranda con voz dulce.-Buenas noches, señorita Miranda- respondió el más alto de ellos, su voz gruesa y raspada- veo que hoy trae compañía.-Así es- sonrió.-Bien, si me permite.- dijo dando un paso hacia ella.-Por supuesto- Miranda, fue escaneada con un aparato, luego avanzó y otro aparato hizo lo mismo.-Ahora tú, muñeca- dijo el hombre y Lara, sintió un escalofrío recorrerla, aquel hombre era grande, muy musculoso e intimidante. Repitieron el proceso con ella y pronto estuvo junto a su hermana- Bien, adelante.-Gracias, chicos- dijo Miranda y tomó del braz
-¡Rafaelle!- Giovanni, se puso de pie y estrechó la mano del hombre- no te había visto hoy.-Hace muy poco que llegué- respondió en tono amistoso- estaba caminando por aquí y por allá, viendo los presentes, andando un poco, esperando tener algo de suerte- sonrió.-Qué bueno- se giró hacia la mesa- a Miranda, ya la conoces.-Por supuesto, es un placer saludarte, mi bella flor- dijo coqueto.-El placer es, todo mío- sonrió ella con picardía.-Y está hermosa mujer es Lara, quién nos visita hoy por primera vez.- dijo con una enorme sonrisa.-Qué gusto señorita Lara, espero que Piacere, esté resultando de su agrado.-Sin lugar a dudas, un lugar magnífico- sonrió- complacida de estar aquí está noche.-Qué alegría, espero nos visite más a menudo- se giró hacia Miranda- bella flor, me encantaría tomar una copa contigo. . . en otro lugar- su pausa deliberada le causó escalofríos a Lara, dejaba en evidencia. . . que aquel “otro lugar”, era solo para dos.-Por supuesto- le sonrió poniéndose en p
Lara, no podía terminar de creer lo que acababa de suceder, lo buscó con la mirada, y lo vió desaparecer entre las personas y el ambiente exótico y misterioso del lugar. Aún no podía creer lo que estaba pasando, en su bolso tenía mucho dinero, muchísimo, más de lo que imagino ver en toda su vida. Además, de una invitación para ir con él al día siguiente.Su hermana, había dicho que era necesario tener mucha suerte para poder tener la atención de Giovanni Di Luca, si era así, entonces aquella había sido una noche de mucha suerte. Sonrió internamente, él era un hombre hermoso, mucho mayor que ella, eso era seguro, quizás tendría treinta y dos, o treinta y tres años, aproximadamente. Tenía unos ojos preciosos, oscuros, profundos, unos labios carnosos que se curvaban en una seductora sonrisa, era alto, con muy buen cuerpo, vestía elegante y su caminar era pausado e imponente.La había impresionado.Se sorprendió cuándo un hombre llegó a su mesa.-Hola, buenas noches.-Hola- lo miró fijame
Un nuevo día despuntó, trayendo con él la ansiedad de no saber qué esperar con aquel hombre. Lara, no había logrado descansar. Al llegar a la casa aquella madrugada, se había deshecho del vestido, limpió su cara del maquillaje y luego la lavó, eliminando todo rastro de pintura en él. Después, se dedicó a distribuir el dinero que había obtenido aquella noche. En su vieja maleta, metió un fajo y medio, distribuido entre los bolsillos y dos pares de viejos zapatos que estaban dentro. Luego de aquello se había ido a la cama, pero por más que lo intentó sólo durmió quizás una hora, cuándo el Sol comenzaba a aparecer, ella abrió los ojos, recordándo que aquel día sería su cita con Giovanni.Estaba nerviosa, debía admitirlo, sólo pedía que todo saliera bien y quizás, al día siguiente, su prima y ella pudiesen estar lejos de esa casa.Se levantó y preparó el desayuno para todos, en cuánto sus padres aparecieron, con resaca, gruñendo a causa del hambre les dió los buenos días, a los pocos minu
Giovanni, esperaba pacientemente, se había retirado su camisa, quedándo con el dorso descubierto y unos pantalones cortos. Bebía de su copa de champagne, mientras ansiaba el regreso de las mujeres, moría por ver el cuerpo de Lara, aunque los vestidos insinuaba su hermosa silueta, él quería apreciar todo lo que se escondía debajo, la noche anterior no pudo quedarse con ella, había tenido asuntos que atender, a aquel soplón que le había hecho perder mucho dinero en aquella mercancía confiscada, sus órdenes fueron la de torturarlo toda la noche para matarlo la mañana siguiente, en ésta ocasión el ácido, había sido un buen aliado para desaparecer a aquel infeliz.Si, él no sólo debía pagar su dinero perdido, sino el hecho de no poder disfrutar más junto a Lara.Qué dulce mujercita, su inocencia era un premio para él, podía arrebatarsela y alimentar así su necesidad y su competitividad de ser el primero en todo. Era difícil ser el primer hombre para una mujer, sin embargo, él había encontr
Lara, sintió el primer contacto de aquella boca sobre la suya, sus labios suaves, llenos, carnosos, le dieron un ligero beso, luego otro, y otro. . . Sintió cómo su cuerpo en pleno era sacudido por oleadas de profundo placer, su pecho se agitaba, mientras la temperatura comenzaba a ascender en su cuerpo, hacía calor, sí, mucho calor, y no era precisamente el calor del sol. Giovanni, tiró con más fuerza de su cabello, y ella llevó la cabeza atrás para evitar el dolor, logró con esto, arquear su cuerpo, momento que él aprovecho para descender y acariciar con la nariz el valle entre sus pechos, con movimientos suaves y delicados. La masculina y húmeda lengua, lamió el valle existente entre aquellos dos montículos y ella gimió de satisfacción.-Ssshhh, preciosa- la silenció- no querrás que nos escuchen- ella negó con su cabeza, la mano en su abdomen ascendió y liberó uno de sus pechos de su prisión de tela, la piel estaba sumamente sensibles al tacto, y cada poro visible. Debía aceptar qu
Lara, sintió como poco a poco fue recuperando la respiración hasta que se normalizara, Giovanni acariciaba sus cabellos y le susurraba al oído lo hermosa que era y todo lo que causaba en él.Le decía palabras muy reconfortante.-Eres muy hermosa, Lara, la mujer más hermosa que he conocido. . . Me encantas. . . voy a cuidarte y protegerte, no tienes que preocuoarte de nada, confía en mi, dulce Lara. . . todo está bien, ahora estás conmigo. . . Yo me haré cargo de ti, no debes preocuparte por nada. . . Tú serás mía, yo seré tuyo.-Me gustó mucho- dijo un poco apenada, si quería que aquello resultara, ella debía poner también de su parte. Giovanni se estaba comportando muy bien con ella, no paraba de hablar y halagarla, mientras que ella se había quedado laxa, y muda, ante la exploción de satisfacción que la recorría.-Yo también lo disfruté, por ahora no debemos llegar a más, pero te prometo que pronto, pronto te enseñaré mucho placer, Lara, será increíble, te prometo que será una exper