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Capítulo 6; Triplicarlo.

-¡Rafaelle!- Giovanni, se puso de pie y estrechó la mano del hombre- no te había visto hoy.

-Hace muy poco que llegué- respondió en tono amistoso- estaba caminando por aquí y por allá, viendo los presentes, andando un poco, esperando tener algo de suerte- sonrió.

-Qué bueno- se giró hacia la mesa- a Miranda, ya la conoces.

-Por supuesto, es un placer saludarte, mi bella flor- dijo coqueto.

-El placer es, todo mío- sonrió ella con picardía.

-Y está hermosa mujer es Lara, quién nos visita hoy por primera vez.- dijo con una enorme sonrisa.

-Qué gusto señorita Lara, espero que Piacere, esté resultando de su agrado.

-Sin lugar a dudas, un lugar magnífico- sonrió- complacida de estar aquí está noche.

-Qué alegría, espero nos visite más a menudo- se giró hacia Miranda- bella flor, me encantaría tomar una copa contigo. . . en otro lugar- su pausa deliberada le causó escalofríos a Lara, dejaba en evidencia. . . que aquel “otro lugar”, era solo para dos.

-Por supuesto- le sonrió poniéndose en pie- Lara, volveré en. . . quizás demore un poco- le sonrió a Rafaelle.

-No te preocupes Miranda, la dama queda en mi compañía. Me aseguraré de que la pase bien y no se pierda.

-Se lo agradezco- le sonrió. Miranda, se giró, tomándo la mano del hombre, quién la guió en dirección a las escaleras que llevaban a la parte superior, dónde su hermana, aseguraba que estaban las habitaciones.

Lara, se sintió muy nerviosa, sabiéndose sola con aquel hombre, en aquel lugar, y saber a lo que se marchó su hermana, no hacía más que incrementar sus nervios.

-¿Hace mucho que conoce a Miranda?- la pregunta del hombre la sorprendió, ella no le había explicado que debía decir en ese caso, sólo deseaba no equivocarse, ya que iba a optar por la verdad.

-La conozco desde hace. . . toda mi vida- tomó la copa y bebió un pequeño sorbo de su burbujeante contenido- Miranda, es mi hermana.

-Sorprendente- la miró fijamente- aunque si se detallan un poco, si podrían hallarse rasgos familiares, se parecen mucho, dos despampanantes bellezas. Dime algo, ¿Sabes lo que es éste lugar?

-Mi hermana me lo explicó, así que no debe preocuparse por eso.- le aseguró tragándose los nervios.

-¿Qué pudo impulsarte a venir a mi club?- la miró fijamente, como queriendo analizarla.

-Situaciones desesperadas, ameritan acciones desesperadas- dijo y se calló rápidamente, mirando al hombre con ojos abiertos.

-Quiere decir que algo muy grave sucedió y eso te impulsó a ver aquí. ¿Estás en busca de un cliente?-su mano comenzó a temblar, se obligó a cerrarla y convertirla en un puño. Lo miró, pero pudo sentir como sus mejillas se calentaron- podría jurar que nunca antes habías venido a un lugar como éste- escudriñó su rostro, mirándola con intensidad- me atrevería a jurar que. . . estás incursionado en éste mundo.

-No se equivoca, usted- le dijo con una tímida sonrisa- es primera vez que hago esto, no me. . . enorgullece, pero es necesario.

-¿Un padre enfermo?, ¿Una madre que requiere tratamiento?, ¿un hermano menor a tu cargo, hermosa Lara? - No pudo evitar que sus ojos se llenaron de lágrimas, desvió la vista-  No es necesario que lo cuentes, pero me agradaría saber de ti, me intriga saber qué te trajo hasta aquí, qué te llevo a tomar ésta decisión.

-Preferiría no hablar de eso. . . es un tema sensible, pero. . .muy doloroso para mí.

-Lo siento, dulce Lara. Nadie merece pasar por algo como eso- tomó su mano y la presionó, trasmitiéndole calor.

-Gracias- asintió - lo único real es que tengo cuentas por cubrir, así que, ésto no es lo que hubiese escogido, pero es mi mejor opción.

-Eres hermosa- miró a su alrededor- ¿ves a todos esos hombres?- Lara, no se había percatado, pero muchos miraban hacía la mesa, justo hacia ellos- todos están deseándo acercarse y no lo hacen solo por una razón; porque sigo sentado aquí- sonrió- clientes no te faltarán, eso es seguro, pero aquí, yo soy el poder y la fuerza. Todos creen que eres mía, a menos que me aleje, nadie se acercaría- Lara, guardó silencio, percatándose de la verdad que encerraban sus palabras.

-No es tan cómodo como pensé- se movió inquieta en su asiento.

-¿Qué edad tienes?- preguntó empequeñeciendo los ojos.

-La suficiente para estar aquí- se encogió de hombros- así que no debe preocuparse por mi edad, soy perfectamente legal- dijo firme.

-Bien. Dime algo más, Lara- sonrió- ¿Cuál es el precio que sugirió, Miranda?, porque ella es una mujer de negocios- sonrió - es muy inteligente y sabe cómo cerrar un buen trato, así que he de suponer que Miranda, se encargó de sugerir un precio. - ella lo miró con ojos enormes.

-No lo sé, Miranda me aseguró que los hombres solían ofrecer un monto.

-Sí, eso es bastante común, que seamos nosotros quienes demos el primer paso-  sonrió, entonces Lara recordó un detalle que no debía olvidar.

-Miranda me aseguró que. . . debía triplicarlo.

-¿Triplicarlo?- Giovanni, se echó atrás en la silla y la miró con real asombro.- Vaya, sí que es buena haciéndo negocios, debería contratarla para dirigir mis empresas- sonrió con ironía - eso sería muchísimo, muchísimo dinero, ya que los aquí presentes, siempre ofrecen buenas cifras. Debes tener algo muy especial, como para pedir un monto tan alto- ella lo miró avergonzada, desvió la vista, con el rubor cubriendo sus mejillas- Vamos, no puedes avergonzarte de explicar porqué mereces el triple de lo que merecen las otras chicas, te estoy dándo la oportunidad de explicarme por qué razón mereces semejante suma de dinero.

-Nunca. . . nunca he tenido, amantes- Giovanni Di Luca, estaba realmente sorprendido, la miró con ojos enormes por algunos minutos y luego empequeñeció los ojos, como si estuviera analizándo la posibilidad de que ella estuviese diciendo lo cierto.

-Si eso es cierto, mereces más que el triple- sonrió. Elevó una mano con una extraña seña, un hombre se acercó, era muy serio y mal encarado, abrió un maletín frente a él, el cuál contenía muchos fajos de billetes. Lara, contuvo la respiración, era obvio que el dinero no era un problema para él. Di Luca, tendió hacía ella una tarjeta, se leía el nombre del local y un par de número telefónicos. También le tendió otra tarjeta, con una extraña dirección.

Giovanni Di Luca, tomó tres enormes fajos de los billetes y le indicó al hombre que se retirara.

-Pero. . .

-Quiero ayudarte- dijo el hombre y le tendió los billetes- no, no me mires así, no debes ir conmigo a ninguna habitación- sonrió con amabilidad-  No quiero que sientas que te estoy comprando, no es así como una mujer debe recordar su primera experiencia- sonrió de manera dulce y encantadora.

-Entonces, ¿No le intereso?- preguntó asombrada.

-No te confundas, hermosa Lara.- sonrió como un depredador - Me interesas y mucho, pero no es así como haré las cosas contigo. Ese dinero es tuyo.

-Pero. . . yo no me lo he ganado- dijo asombrada.

-Aquí no sólo se paga por sexo, también se hace por recibir compañía, y tú, llevas mucho tiempo aquí sentada conmigo. Considera que si te lo ganaste, lo mejor de todo es que hoy podrás volver a casa, llevándo dinero para solucionar tus problemas, sin necesidad de que algún hombre te toque contra tu deseo. Quisiera invitarte a un paseo- sonrió con amabilidad- estaría muy feliz si Miranda, también nos acompaña, sólo deben ir a esa dirección.

-¿El puerto?- Lara, frunció el ceño.

-Tengo un yate, podríamos dar un paseo por el mar, detenernos en alguna isla cerca y volver por la tarde- Lara, contuvo el deseo de decirle que ella nunca había conocido el mar y menos había subido a un yate.

-Dígame algo, ¿Cuáles son sus verdaderas intenciones?

-No son macabras, si es lo que te preocupa- rió de manera encantadora-  solo será un paseo, la pasaremos genial. Vamos, guarda tu dinero, hoy no estás obligada a aceptar la compañía de nadie más-  Lara, tomó el dinero y ambas tarjetas, las metió en su bolsa aún dudando. -  la otra tarjeta contiene dos números telefónicos en los cuales puedes contactarme si llegarás a necesitarme en algún momento.

-Yo. . . no sé que decir- dijo asombrada, durante la noche se había creado muchos escenarios en su cabeza y aquel no era uno de ellos.

-No es necesario que digas nada- volvió a elevar la mano con una seña diferente, un camarero se acercó.

-Señor, Di Luca.

-La dama se quedará un poco más, aunque yo debo retirarme ahora mismo, cualquier pedido, corre por cuenta de la casa.

-Por supuesto que sí, señor. Como usted lo ordene.- respondió el hombre asintiendo.

-Bien, puedes retirarte- dijo y enfocó nuevamente su atención en la mujer frente a él- estaré esperándo en el puerto a las nueve en punto, por ahora debo retirarme, mis asuntos me esperan- tomó la mano de ella y la besó, dejándo un tierno beso en el dorso de la mano- ha sido un Piacere para mí, hermosa, Lara. Las espero mañana. Si alguien se acerca y quieres que se vaya, sólo hace falta que digas que tienes un compromiso conmigo, o hacer alguna seña a los hombres y ellos se encargarán.

-Muchas gracias, hasta mañana- le dedicó una sonrisa, ante su gallardo gesto.

-Hasta mañana- se levantó de la silla y se estiró su elegante traje, para luego marcharse con pasos elegantes.

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