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Capítulo 5; Giovanni Di Luca.

Miranda y Lara, bajaron del taxi frente a aquel imponente lugar. La segunda, se quedó bastante sorprendida por la elegancia que despedía la sola fachada, si había pensado que sería un lugar bonito, pero no tanto.

-Es un lugar increíble- le susurró a su hermana.

-Lo es- se encaminaron juntas a la entrada, cuatro hombres en la puerta, elegantemente vestidos de negro y camisa blanca, con trajes de tres piezas.

-Buenas noches- dijo Miranda con voz dulce.

-Buenas noches, señorita Miranda- respondió el más alto de ellos, su voz gruesa y raspada- veo que hoy trae compañía.

-Así es- sonrió.

-Bien, si me permite.- dijo dando un paso hacia ella.

-Por supuesto- Miranda, fue escaneada con un aparato, luego avanzó y otro aparato hizo lo mismo.

-Ahora tú, muñeca- dijo el hombre y Lara, sintió un escalofrío recorrerla, aquel hombre era grande, muy musculoso e intimidante. Repitieron el proceso con ella y pronto estuvo junto a su hermana- Bien, adelante.

-Gracias, chicos- dijo Miranda y tomó del brazo a su pequeña hermana para ingresar al lugar. Bien, si la fachada era impresionante, el interior lo era diez veces más. La música lenta, suave y romántica, generaba un ambiente tímido, las luces eran opacas, bastante tenues.

-Esto es impresionante, Miranda- dijo Lara, realmente sorprendida, ahora entendía porque su hermana aseguraba que para los clientes, el dinero no era un problema, por supuesto que no debía serlo si se permitían asistir a un lugar como aquel, todo gritaba glamour y elegancia, pero sobretodo gritaba “COSTOSO”

Habían mesas disponibles, en los rincones mesas con cómodos sillones, en el fondo un escenario con un tubo, daba la impresión que sin lugar a dudas los shows allí brindados, debían ser igual de impresionante que el lugar. Siguió a su hermana hasta una mesa y tomaron asiento.

-Bien, bienvenida a “Piacere”, Lara.

-¿Piacere?- preguntó frunciendo el ceño.

-Un nombre exótico, para un lugar exótico, sin lugar a dudas. Piacere, es la traducción italiana de; Placer, se supone que es lo que todos vienen a buscar aquí. El dueño es Italiano; Giovanni Di Luca, en ocasiones deja verse y decide pasar noches en éste lugar, pero sería una verdadera suerte si se llega a fijar en nosotras.

-¿Por qué?, ¿es un hombre difícil?- preguntó asombrada.

-Es un hombre. . . ocupado en los múltiples negocios que tiene. Piacere, no es su único club, que tiene muchos, muchos negocios, es un hombre importante, un hombre con mucho, mucho dinero.

-Debe serlo, si puede tener un lugar así.

-Buenas noches, señoritas- las interrumpió un camarero- le damos la bienvenida a Piacere- el hombre acomodó las dos copas, una frente a cada una y luego con una leve inclinación, se marchó.

-Si no pedimos nada aún- dijo ella frunciendo el ceño, ¿sería seguro beber de una copa que no había solicitado?

-Siempre que ingresas al lugar, te ofrecen una copa de bienvenida, realmente creo que es una especie de señuelo para que te provoque y te animes a pedir el siguiente trago y así, no te detengas.

-Pero que cortesía la de éste lugar, una cortesía muy lujosa.

-Si- Miranda bebió de su copa- además el licor te da un poco de valentía, presta atención y no gires el rostro, a tu derecha, hay unas escaleras, éstas te llevan al segundo piso, lo que allí se encuentran son diversas habitaciones- Lara, se ruborizo un poco- las habitaciones son diferentes, digamos que hay para todos los diferentes gustos, obviamente así como varían en modalidades, varían en precio, el precio no es lo que debe preocuparte, porque eso lo paga el cliente, lo que debe llamar tu atención es, a qué tipo de habitación desean llevarte.

-Bien- dijo nerviosa.

-En ocasiones nos topamos con clientes que tienen gustos. . . extraños, a algunos les gusta jugar a roles, así como si interpretaran papeles.

-Eso es un poco raro- dijo sorprendida.

-Hay quienes disfrutan de un sexo más normal, y a otros que les encanta el romanticismo, eso no es difícil de complacer, también están los más extraños.

-Extraños, ¿cómo? - abrió mucho los ojos.

-Les gusta golpear, o ser golpeados, le gustan los juguetes, sexo en grupo y hasta intercambio de parejas. . .

Giovanni Di Luca, caminaba por todo el lugar, supervisando que la noche se llevara a cabo tranquila y éxitosa, podía ver qué el lugar estaba concurrido.

-¿Alguna novedad, Miller?- preguntó .

-Ninguna importante, señor. Todo marcha bastante bien, hoy tenemos buenos clientes, han llegado buenas chicas, lo que quiere decir que habrá buen consumo.

-Y yo tendré muchas ganancias- sonrió malicioso.

-Así es, señor. La noche es jóven aún, pero promete ser buena. Si hay algo nuevo, es que Miranda, ha llegado con una chica nueva.

-¿La conoces?- preguntó frunciendo el ceño

-No, es primera vez que la veo, y aparentemente es su primera vez en Piacere, ninguno de los chicos la ha visto antes, y es un rostro que seguramente recordaríamos.

-Es hermosa. . . - sonrió.

-Más que hermosa, además tiene un aire de. . . inocencia, pero con unos impresionantes ojos de gata, mi señor, es una mujer muy atractiva.

-Bien, entonces me daré el gusto de verla con mis propios ojos- se acomodó la chaqueta- ¿Dónde están?

-En las mesas de la derecha, la número cinco para ser exactos.- le indico con un leve movimiento de cabeza.

-Bien Miller, bien.- le dijo sonriendo mientras palmeaba su hombro.

-No sé si eso tranquiliza mis nervios- le dijo Lara sincera- encontrar personas con ese tipo de. . . gustos, y tener que someterme a ellos.

-Sé que es difícil y por eso quería mantenerte al margen, no es una vida fácil de llevar. Si quieres podemos marcharnos ahora mismo.

-Y que padre acabe con nosotros, no, gracias, cualquier cosa es mejor que enfrentarse a él.

-Quizá sea lo me. . . oh, diablos. . .

-¿Qué?- le preguntó Lara, asustada.

-Ésta puede ser una noche de mucha suerte, hermana, el mismísimo dueño del lugar viene hacia nosotras, compórtate educada, pero no fácil, mantén aura de misterio. Si no es mi noche de suerte, podría ser la tuya.

-Bien- fue lo único que se atrevió a decir, mantuvo su pulso firme y tomó de la copa, para luego beber un pequeño sorbo con la intensión de que el burbujeante líquido la llenará de la valentía que necesitaba en ese momento.

-Buenas noches, Señoritas, es un placer darles la bienvenida a Piacere.- aquella voz era ronca, profunda, pero con un deje de autoridad, evidentemente un hombre acostumbrado a dar órdenes.

-Muchas gracias- respondió Lara, girándose hacia él.

Rayos, pensó aturdida, era un hombre realmente imponente, quizás rondará sus treinta años, era muy alto, de abundante cabello castaño oscuro o negro, sus ojos oscuros como la noche, se veía que se preocupaba en trabajar su cuerpo para mantenerse en forma. Era un hombre muy, muy impresionante, sin duda alguna podía entender las palabras de su hermana, cualquier chica a la que él llegara a solicitarle un servicio, podría asegurar ser su día de suerte, era atractivo, jóven, el dueño del lugar y muy adinerado, aunque aquello no borrara la naturaleza del acto.

*****************”********

—Muchas gracias— le escuchó decir en cuanto se giró hacia él.

Impresionante.

Así era la mujer frente a él. Sus ojos se quedaron en ella, analizándola por un par de minutos. Si, tenía un aire de inocencia, que contrastaba con ese cuerpo lleno de curvas que se dejaba ver, parecía muy jóven, quizás no muy lejana a la mayoría de edad, aunque tuviese mucho maquillaje en su rostro, aunque parecía muy delgada, por lo general le gustaban mucho las mujeres voluptuosas y llenas de curvas aquí y allá, pero aquella mujer tenía las curvas necesarias.

Lo más impresionante eran sus ojos. Efectivamente parecían ojos de gata. Sensuales, expresivos, muy hermosos

-Señor Di Luca, pero qué placer- le dijo Miranda- llegamos hace poco. Permítame presentarle a Lara.

-Es un gusto- dijo ella.

-El gusto es todo mío. ¿Están acompañadas o me permiten sentarme?- señala una silla justo en medio de ellas.

-Adelante, es un honor para nosotras recibirle en nuestra mesa esta noche-  Giovanni, tomó asiento.

-No le había visto por aquí, señorita Lara, no suelo venir todos los días, pero si me gusta estar al tanto de lo que sucede en mi local- le sonrió y Lara sintió que podría ruborizarse, ante aquella encantadora sonrisa.

-Nunca antes había asistido, es primera vez que lo hago- le devolvió la sonrisa.

-¿Qué le ha parecido la experiencia?- quiso saber.

-Sin duda alguna, muy placentera. Es un lugar exquisito.

-Me complace saberlo- sonrió nuevamente- hacía muchos días que no te veía, Miranda.

-Estuve un par de días fuera de la ciudad, resolviendo asuntos familiares, pero hace mucho que volví, vengo prácticamente cada noche, señor Di Luca- sonrió con picardía- sólo que no había tenido el placer de que coincidieramos.

-Siempre es un gusto verte.- le sonrió de forma encantadora.

-Lo mismo digo- le sonrió coqueta, y Lara, estaba sorprendida de esa faceta descarada de su hermana, una faceta que no conocía.

-Y bien, ¿ les ofrezco una copa? preguntó en tono caballeroso.

-Hace poco hemos recibido la copa de bienvenida- la alzó para él.

-Yo aún conservo la mía casi intacta- dijo Lara, rogando no tener que beber mucho más.

-En ese caso, pediré un trago para mí y las acompañaré un poco.

-Nada nos daría más placer- aseguró Miranda. El hombre levantó la mano y en tiempo récord un camarero estuvo allí, pidió Whiskey en las rocas y en un par de minutos lo tuvo en sus manos.

-Damas, Caballero, buenas noches- los tres presentes en la mesa, se giraron hacia la masculina voz que les hablaba.

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