BRYANGiré el rostro y la vi parada en la entrada del café, con los ojos encendidos de furia.Martin, aún sonriendo a pesar del golpe, se limpió la sangre de la boca y me miro con satisfacción.—Justo a tiempo —se burló, mientras Laura corría acercándose.Laura se acercó y, para mi sorpresa, lo ayudó a incorporarse. Luego, sin dudarlo, me miró con rabia y me lanzó una bofetada que me dejó helado.—No quiero que vuelvas a acercarte a nosotros, ¿oíste?Sus palabras me atravesaron más que cualquier golpe. Me quedé inmóvil, viendo cómo tomaba a Martin del brazo y se lo llevaba.No me miró ni una vez más.Al salir de la cafetería, los vi.Laura y Martin, besándose con pasión a unos metros del lugar.Mi pecho se comprimió, sentí un nudo en la garganta y desvié la mirada. No podía soportarlo. Con pasos pesados, me alejé rumbo a casa.Mi corazón estaba hecho pedazos. Pero no era solo por las fotografías ni por el beso que acababa de presenciar. Lo que más dolía era la dureza con la que Laura
MARTINUna semana después, Alex me llama.—Ya tengo todo listo —dijo con voz firme—, pero antes de enviar los videos, necesito asegurarme de que Bryan los tenga en su laptop junto con las fotos.Me explicó el plan. Me daría una USB que debía conectar a su dispositivo. Ahí estarían los videos y el pago por la venta de las fotos.—Todo es perfecto, sin dejar rastro —añadió con confianza—, pero si algo sale mal, tú no me conoces.Yo solo sonreí.Necesitaba, de una vez por todas, terminar de hundir a Bryan. Y lo haría.—Encontraré el momento perfecto para hacerlo —aseguré—. Cuando todo esté listo, te daré la señal para que hagas tu parte.Mientras tanto, fui a la universidad a recoger a Laura para cenar. Hoy celebrábamos nuestro primer mes juntos, así que mis hermanos tendrían que regresar en mi auto.En el camino, compré un ramo de flores, unos chocolates y un presente muy especial. Quería que esta noche fuera inolvidable.Al llegar a la universidad, mi vista se dirigió de inmediato haci
RAMIROEl olor a papel viejo y tinta me envolvía mientras recorría los estantes de la biblioteca. Mis dedos pasaban lentamente por los lomos de los libros, buscando aquel título que necesitaba para mi ensayo. El lugar estaba en calma, con solo unos pocos estudiantes sumidos en sus propias lecturas.—Siempre tan concentrado… —susurró una voz familiar detrás de mí.Un escalofrío me recorrió la espalda antes de girarme. Ahí estaba Damian, apoyado contra uno de los estantes, mirándome con esa sonrisa pícara que siempre lograba ponerme nervioso.—¿Qué haces aquí? —murmuré, tratando de sonar indiferente.—Buscándote. —Se acercó un poco más, inclinando la cabeza con esa confianza que tanto me desconcertaba—. Me gusta verte así… con ese ceño fruncido cuando piensas demasiado.Intenté ignorarlo y seguir con mi búsqueda, pero Damian era imposible de ignorar. Su presencia llenaba el espacio, y su mirada ardía sobre mí.—No tengo tiempo para esto —dije en voz baja, pero mi propio tono me traicion
RAMIROJazmín y yo lo miramos expectantes.—Si van a fingir que siguen juntos, entonces los tres seremos inseparables —dijo con una sonrisa cínica—. No hay citas privadas, ni salidas a solas.Abrí los ojos con sorpresa.—¿Qué?Jazmín pareció divertida con la idea, pero antes de que pudiera decir algo, Damián continuó:—Ah, y nada de sexo con ella. Ni siquiera lo pienses, Ramiro.Jazmín soltó una carcajada.—¿Celoso?Damián la miró con seriedad.—Solo protejo lo que es mío.Me pasé una mano por la cara, suspirando. Esto se estaba complicando más de lo que imaginé.—¿Entonces? —insistió Damián—. ¿Aceptas mis términos?Lo miré, luego a Jazmín, que parecía disfrutar demasiado todo esto, y finalmente asentí.—De acuerdo.Damián sonrió, satisfecho. Jazmín, por su parte, tenía una expresión pícara.—Esto se pondrá interesante —dijo con un brillo travieso en los ojos.La noche cayó sobre mí como un peso insoportable. Convencer a Jazmín de guardar silencio había sido un alivio momentáneo, pero
RAMIRONo solo estaba empezando a vivir una doble vida, sino que mis propios sentimientos eran un laberinto sin salida.Besar a Jazmín era distinto. Me gustaba. Su piel suave, su aroma dulce, la manera en que sus labios se movían con los míos… pero Damián me enloquecía. La electricidad entre nosotros, la forma en que me miraba cuando pensaba que nadie lo notaba. Eran dos mundos opuestos tirando de mí, y yo no sabía a cuál aferrarme.La fiesta de Jazmín fue el escenario perfecto para poner a prueba mi autocontrol. Me presentó como su novio, con una sonrisa orgullosa, mientras Damián era solo su "mejor amigo de toda la vida". Él no reaccionó en lo absoluto, como si no le importara, pero yo lo conocía demasiado bien. Sus ojos brillaban con algo peligroso.Bailamos los tres. Bebimos más de la cuenta. Y en algún punto de la madrugada, terminamos subiendo tambaleándonos a su habitación.Jazmín se acomodó entre nosotros, su respiración tranquila y relajada, ajena a la tensión que vibraba en
LAURAEl sol de la tarde bañaba el parque de diversiones con una luz dorada y cálida. El aire estaba lleno de risas, el sonido de los juegos mecánicos y el bullicio de la gente disfrutando del día. Jazmín había organizado la salida, invitándonos a Ramiro y a sus hermanos. Martin no pudo venir porque tenía trabajo, pero eso no me impidió disfrutar de la compañía de mis amigos.Entre vueltas en la rueda de la fortuna, carreras en los carritos chocones y la adrenalina de la montaña rusa, la tarde transcurrió entre gritos de emoción y carcajadas. Era uno de esos momentos en los que me sentía libre, sin preocupaciones, sin sombras del pasado acechándome.Pero entonces, entre la multitud, lo vi. Bryan estaba allí, a unos metros de distancia, con las manos en los bolsillos y una expresión de incertidumbre en el rostro. Me observaba, como si dudara en acercarse. Nuestras miradas se cruzaron y por un instante, todo el pasado pareció caer sobre mí como una ola. Sin embargo, algo dentro de mí me
LAURASu drama exagerado me desesperó. Me voltee y comencé a caminar, dejando su enojo atrás. Pero Martin no me dejó ir tan fácilmente. Me siguió, con su voz repleta de reproche.—¿Cómo puedes permitir que se te acerque después de lo que te hizo? ¿Cómo puedes siquiera hablarle?Me detuve de golpe. La rabia me recorrió el cuerpo como un fuego incontrolable. Me giré y lo miré directamente a los ojos, con la voz temblorosa de indignación.—¿Y tú? —dije, con la respiración agitada. —Tú también me lastimaste. ¿Cuál es la diferencia, Martin? Dime, ¿qué te hace distinto?El silencio se instaló entre nosotros. Su expresión cambió en un instante. La furia se transformó en algo diferente, algo que no supe descifrar. Pero yo no estaba dispuesta a callarme. No esta vez.—Eres mi novio, sí. ¿Y qué? Eso no te da derecho a decidir con quién hablo, con quién me encuentro o a quién perdono. ¡Esa decisión es mía!Martin apretó la mandíbula, incapaz de responder. Su mirada se oscureció, y por primera ve
LAURA—Soy gay— volvió a repetir.La frase se quedó suspendida en el aire como un golpe seco. Giré el rostro para mirarlo, esperando encontrar incomodidad o nerviosismo en su expresión, pero no había nada de eso. Parecía tranquilo, como si hubiese ensayado esas palabras muchas veces en su cabeza y, al fin, las hubiera dejado salir. Sin embargo, su siguiente confesión fue lo que realmente me descolocó.—Laura, no soy un hombre completo. No sé cómo fue, ni cómo pasó, pero sucedió. Descubrí que no me gustan las mujeres. Sin embargo, con Jasmine es diferente... No sé por qué. —Suspiró, mirando el suelo con la frente fruncida—. Un día nos descubrió a Damián y a mí en la biblioteca. Le dije la verdad. Todo comenzó como un juego, un reto de guardar el secreto con una condición... y este juego ha ido creciendo. Con el paso de los días y las semanas, se ha vuelto peligroso. Ayer me viste, y muchos más también. Pronto mi secreto estará expuesto y no sé qué pueda pasar.Lo miré en silencio, sin