LAURA—Fui a buscar a Bryan… estaba borracho… me pidió que fuera por él… y…No tuve que terminar.Martín se apartó de golpe, sus facciones endureciéndose.—¿Qué te hizo? —su tono cambió, se volvió frío, afilado como una cuchilla.Negué con la cabeza, pero él ya lo sabía. Lo vio en mi rostro, en mi miedo, en mis lágrimas.—¡¿Qué te hizo, Laura?!—Intentó… —mi voz se quebró, pero tragué el nudo en mi garganta y lo solté—. Intentó obligarme, Martín.El silencio que siguió fue sofocante.Martín cerró los puños, sus nudillos volviéndose blancos. Su respiración se volvió pesada, su pecho subía y bajaba con furia contenida.—Voy a matarlo —susurró.—No, Martín, por favor…—Voy. A. Matarlo.Dio un paso atrás, listo para irse, pero me aferré a su brazo con todas mis fuerzas.—No lo hagas, por favor… No quiero más problemas, solo quiero olvidar esto…—¿Olvidarlo? —espetó con rabia—. ¡Ese imbécil intentó hacerte daño y tú solo quieres olvidar?—Solo quiero estar contigo —le supliqué, las lágrima
MARTINDejé la cama de Laura muy temprano. Su respiración era tranquila, y su cuerpo, cubierto apenas por la sábana, aún conservaba los rastros de nuestra entrega. Me incliné para dejar un beso suave en sus labios antes de salir en silencio.En la cocina, el aroma del café llenaba el ambiente. Rodrigo ya estaba allí, con el ceño fruncido y las ojeras delatando su falta de sueño.—¿No dormiste? —pregunté mientras servía una taza.Rodrigo suspiró, frotándose la nuca con frustración.—No pude. Estuve dando vueltas al asunto y no puedo quedarme de brazos cruzados. Una parte de mí quiere escuchar su versión, culpar al alcohol… pero la otra solo quiere romperle la cara y echarlo del hospital.Me recargué en la encimera, sintiendo la ira latente en mi pecho.—Yo haría lo segundo —afirmé sin dudar—. Aunque Laura no quiere que se haga un escándalo.Rodrigo asintió lentamente, con los ojos fijos en su taza.—Debo hablar con él y recordarle que Laura ya no es suya, que no debe acercarse.Solté u
BRYANEl sueño pesado aún me envolvía cuando sentí que alguien sacudía con fuerza mis hombros. Gruñí, molesto, enterrando el rostro en la almohada.—¡Despierta! —La voz de mi padre retumbó en mis oídos.Parpadeé, confuso. La luz que entraba por la ventana me hizo entrecerrar los ojos, y la punzada en mi cabeza me recordó de inmediato la resaca. Aún aturdido, me incorporé con esfuerzo, viendo a mi padre de pie junto a mi cama, su rostro tenso y severo. Detrás de él, mi madre y Joshiel nos observaban en silencio.—¿Qué pasa? —murmuré con voz ronca.—Responde, Bryan —exigió mi padre—. ¿Estuviste bebiendo anoche?Me pasé una mano por la cara, tratando de despejarme. No respondí de inmediato, mi mente era un caos nebuloso.—Te hice una pregunta, maldita sea —rugió él, perdiendo la paciencia.—Sí… —admití al fin, frotándome las sienes—. Solo fueron unas copas. Era el cumpleaños de un compañero…—¡No me mientas! —exclamó mi padre con furia—. ¿Eso fue todo?Fruncí el ceño. Algo en su tono me
BRYANGiré el rostro y la vi parada en la entrada del café, con los ojos encendidos de furia.Martin, aún sonriendo a pesar del golpe, se limpió la sangre de la boca y me miro con satisfacción.—Justo a tiempo —se burló, mientras Laura corría acercándose.Laura se acercó y, para mi sorpresa, lo ayudó a incorporarse. Luego, sin dudarlo, me miró con rabia y me lanzó una bofetada que me dejó helado.—No quiero que vuelvas a acercarte a nosotros, ¿oíste?Sus palabras me atravesaron más que cualquier golpe. Me quedé inmóvil, viendo cómo tomaba a Martin del brazo y se lo llevaba.No me miró ni una vez más.Al salir de la cafetería, los vi.Laura y Martin, besándose con pasión a unos metros del lugar.Mi pecho se comprimió, sentí un nudo en la garganta y desvié la mirada. No podía soportarlo. Con pasos pesados, me alejé rumbo a casa.Mi corazón estaba hecho pedazos. Pero no era solo por las fotografías ni por el beso que acababa de presenciar. Lo que más dolía era la dureza con la que Laura
MARTINUna semana después, Alex me llama.—Ya tengo todo listo —dijo con voz firme—, pero antes de enviar los videos, necesito asegurarme de que Bryan los tenga en su laptop junto con las fotos.Me explicó el plan. Me daría una USB que debía conectar a su dispositivo. Ahí estarían los videos y el pago por la venta de las fotos.—Todo es perfecto, sin dejar rastro —añadió con confianza—, pero si algo sale mal, tú no me conoces.Yo solo sonreí.Necesitaba, de una vez por todas, terminar de hundir a Bryan. Y lo haría.—Encontraré el momento perfecto para hacerlo —aseguré—. Cuando todo esté listo, te daré la señal para que hagas tu parte.Mientras tanto, fui a la universidad a recoger a Laura para cenar. Hoy celebrábamos nuestro primer mes juntos, así que mis hermanos tendrían que regresar en mi auto.En el camino, compré un ramo de flores, unos chocolates y un presente muy especial. Quería que esta noche fuera inolvidable.Al llegar a la universidad, mi vista se dirigió de inmediato haci
RAMIROEl olor a papel viejo y tinta me envolvía mientras recorría los estantes de la biblioteca. Mis dedos pasaban lentamente por los lomos de los libros, buscando aquel título que necesitaba para mi ensayo. El lugar estaba en calma, con solo unos pocos estudiantes sumidos en sus propias lecturas.—Siempre tan concentrado… —susurró una voz familiar detrás de mí.Un escalofrío me recorrió la espalda antes de girarme. Ahí estaba Damian, apoyado contra uno de los estantes, mirándome con esa sonrisa pícara que siempre lograba ponerme nervioso.—¿Qué haces aquí? —murmuré, tratando de sonar indiferente.—Buscándote. —Se acercó un poco más, inclinando la cabeza con esa confianza que tanto me desconcertaba—. Me gusta verte así… con ese ceño fruncido cuando piensas demasiado.Intenté ignorarlo y seguir con mi búsqueda, pero Damian era imposible de ignorar. Su presencia llenaba el espacio, y su mirada ardía sobre mí.—No tengo tiempo para esto —dije en voz baja, pero mi propio tono me traicion
RAMIROJazmín y yo lo miramos expectantes.—Si van a fingir que siguen juntos, entonces los tres seremos inseparables —dijo con una sonrisa cínica—. No hay citas privadas, ni salidas a solas.Abrí los ojos con sorpresa.—¿Qué?Jazmín pareció divertida con la idea, pero antes de que pudiera decir algo, Damián continuó:—Ah, y nada de sexo con ella. Ni siquiera lo pienses, Ramiro.Jazmín soltó una carcajada.—¿Celoso?Damián la miró con seriedad.—Solo protejo lo que es mío.Me pasé una mano por la cara, suspirando. Esto se estaba complicando más de lo que imaginé.—¿Entonces? —insistió Damián—. ¿Aceptas mis términos?Lo miré, luego a Jazmín, que parecía disfrutar demasiado todo esto, y finalmente asentí.—De acuerdo.Damián sonrió, satisfecho. Jazmín, por su parte, tenía una expresión pícara.—Esto se pondrá interesante —dijo con un brillo travieso en los ojos.La noche cayó sobre mí como un peso insoportable. Convencer a Jazmín de guardar silencio había sido un alivio momentáneo, pero
RAMIRONo solo estaba empezando a vivir una doble vida, sino que mis propios sentimientos eran un laberinto sin salida.Besar a Jazmín era distinto. Me gustaba. Su piel suave, su aroma dulce, la manera en que sus labios se movían con los míos… pero Damián me enloquecía. La electricidad entre nosotros, la forma en que me miraba cuando pensaba que nadie lo notaba. Eran dos mundos opuestos tirando de mí, y yo no sabía a cuál aferrarme.La fiesta de Jazmín fue el escenario perfecto para poner a prueba mi autocontrol. Me presentó como su novio, con una sonrisa orgullosa, mientras Damián era solo su "mejor amigo de toda la vida". Él no reaccionó en lo absoluto, como si no le importara, pero yo lo conocía demasiado bien. Sus ojos brillaban con algo peligroso.Bailamos los tres. Bebimos más de la cuenta. Y en algún punto de la madrugada, terminamos subiendo tambaleándonos a su habitación.Jazmín se acomodó entre nosotros, su respiración tranquila y relajada, ajena a la tensión que vibraba en