Capitulo 78

LAURA

Después de recoger a los mellizos, volvimos a casa. Viviana estaba allí, esperándonos con una sonrisa radiante. Se notaba que estaba feliz de vernos juntos, como en los viejos tiempos, como cuando éramos niños y no había nada que nos separara.

—¡Por fin llegaron! —exclamó con entusiasmo—. Cuéntenme, ¿cómo les fue en la hacienda?

Nos acomodamos en la sala y cada quien compartió su versión de los días que pasamos allí. Hablamos de los paseos a caballo, las noches estrelladas y la tranquilidad que se respiraba lejos de la ciudad.

—Fue increíble estar con la familia —agregó Martín, mirándome con complicidad—. Creo que nos hacía falta desconectarnos un poco.

Asentí con una sonrisa. Esos días habían sido perfectos, y aunque todavía sentía un torbellino de emociones en mi interior, estaba feliz.

El cansancio era evidente en todos nosotros. Entre el viaje y los mellizos llenos de energía, lo último que queríamos era ir a la universidad ese día. Así que, sin pensarlo demasiado, decidimos
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