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Capítulo 4 - ¡Lánzanos al lago!

—¿Abrochó su cinturón? — preguntó Taylor en el instante en el que ingresé a su auto. 

Incliné mi cabeza, ya había dejado los documentos para revisión.

—¡Estacionen el auto! — exclamó alguien en la parte de atrás del vehículo. Rápidamente, él había sacado una navaja y estaba tomándome por el cuello. ¡Pensé que sería un viaje de descanso!

No me movía, yo no debía moverme; Taylor al parecer estaba reflexionando cuál sería su siguiente movimiento. Si frenaba el auto, el hombre nos podría llevar a quién sabe dónde y si no lo detiene, podríamos fallecer en el vehículo.

Observé a mi alrededor y encontré una opción. —Acelera el auto— ordené con firmeza. 

Me zafé del hombre al morder su brazo, habría de ser un secuestrador con nivel medio de experiencia.  Bien, subamos su nivel de juego.

—Hay una curva con un lago en un par de metros— me advertió un tanto nervioso.

—Abre las ventanas— sentencié mientras forcejeando en contra de él, terminé acelerando el auto. —¡Lánzanos al lago! — exclamé con determinación. Era morir o vivir, no había opción.

El hombre de atrás, al ver como yo pisaba el acelerador a todo lo que daba, se echó para atrás y se aferró al asiento. ¡Cobarde! 

Mire a Taylor, no dijo nada, apreto sus labios, extiendio su brazo frente a mí justo cuando entrabamos en el lago..

Finalmente, el auto terminó dentro del lago, no presté atención a lo que sucedía con el hombre de atrás.

Debíamos salir de ahí. Lo primero era dejar que el agua inundara por completo el vehículo, luego, sería mucho más fácil abrir las puertas.

—¿Estás bien? — pregunté observando a Taylor. El rostro de él, estaba algo inexpresivo ¿Estaba furioso? ¿Asustado? No obtuve respuesta de su parte. —Desabrocha tu cinturón, cuando el agua cubra por completo el auto abres la puerta y sales.

El momento llegó, era hora de salir, veía a Taylor abriendo la puerta, se giró a ver que yo estaba en la misma posición que antes. Le decía por medio de señas que saliera nadando, mi cinturón estaba atorado y necesitaba un poco más de tiempo.

La puerta de atrás se abrió, y el hombre que nos «había secuestrado» escapó siguiendo mis indicaciones, espero volver a encontrarme con él algún día.

Taylor que continuaba en el auto, insistía buscando la manera de soltarme. Mi anillo, mi anillo tenía una diminuta navaja que usaría para salir, era una herramienta de defensa personal que cualquier chica debería llevar, y que yo, queriendo pasar desapercibido, me limitaba a cargar ¿Pensaban que un espía llevaría armas sorpresa? Tan solo mis manos ya son armas letales.

Le señalaba una y otra vez que saliera; su reserva de aire no duró mucho, terminó inconsciente en el auto. No me pagan suficiente para esto. Logré cortar el cinturón, salí del auto y, yendo por el otro lado, tomé a Taylor del cabello para lograrlo sacar.

Lo arrastré hasta la orilla, había un par de espectadores, más no era lo importante en ese momento. —Oye, despierta— susurraba, ladeándolo. —¿No habías escuchado que necesitamos cuidarnos primero nosotros? En emergencias, hay que ser egoístas.

¡No se decidía a despertar! Tendría que hacer que sí o sí sacara el agua que había en sus pulmones. Respiración artificial, los amantes de las escenas románticas lo amarían, elevé su cabeza con cuidado y me acerqué a sus labios, realmente no me pagan lo suficiente.

Tres repeticiones después y Taylor abrió los ojos, se sentó de golpe y comenzó a toser demasiado, un poco similar a como un perro viejo.

—¿Estás bien? — pregunté dando unos golpes en su espalda. Él no dejaba de toser y llevó sus manos a los labios.

—¡¿Qué hiciste?! — Se limpió los labios con inquietud.

obviamente el joven se sentia.

—No hice nada, señor., solamente cumplí con mi deber— susurré inclinando la cabeza aparentemente apenada.— No es su primer beso, verdad?

A juzgar por la mirada de Taylor, no había sido una broma.

Esta vez fui yo quien se sorprendió de que su familia le protegiera tanto, que no tenia experiencia con las mujeres con 26 años de edad, a pesar de que estaba en el ejército.

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