—Gracias, esperaré al momento en el que nos podamos volver a encontrar.
Hablar en código, evitar dar explicaciones exactas era un requisito a la hora de usar el celular, cualquier persona con un conocimiento levemente avanzado podría interceptar algunas de nuestras llamadas sin ningún tipo de problema. Esa es la razón por la que nosotros recurrimos a métodos no tan convencionales para comunicarnos. Pero que eran igual de efectivos.
—¿No le parece que es un bonito día? — le pregunté al Sr. Johnson. Estábamos dando un pequeño paseo en el parque cercano, era bueno que él recibiera un poco de luz natural o su salud podría afectarse más de lo que ya estaba.
Al frente de nosotros había un hombre alto y bastante delgado, paseaba a su perro. Algunas monedas cayeron de su bolsillo y una señal con anillo apareció. Estaba claro, era uno de nuestros hombres y esa señal era para mí, debo tomar esas monedas.
—Señor, ¿le gustaría que nos tomáramos un pequeño descanso bajo ese árbol? Considero que sería bueno para usted— Sé que él iba en su silla de ruedas; no obstante, fue lo único que se me ocurrió para poder tomarlas.
Cuando por fin las tuve a centímetros de mis manos, uno de los guardias se interpuso. —¿Qué es lo que está haciendo? — preguntó con aparente curiosidad.
—Esto— me incliné, tomé las monedas y se las mostré —con mamá siempre encontraba una, encontrar tres es una señal de buena suerte— expuse observando al guardaespaldas con una sonrisa, el cual, luego de rodar los ojos, regresó a su posición inicial.
Pensé que las tomaría para examinarlas, pero no hizo nada más. Dentro de estas preciosuras, estaba aquello que los compañeros debían decirme, podrían ser más datos, un cambio en la misión, un pedido de ayuda a algún compañero cercano. Incluso, imágenes satelitales de nuestro objetivo: El Pentágono.
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Tres noches más tarde y la familia presidencial estaba ya en la casa blanca. Yo, por mi parte, estaba ansiosa en mi departamento ajustando la luz de la lámpara, la hora en la que conocería qué es lo que había en el interior de aquellas monedas estaba más cerca que nunca.
—Iré primero por algo de beber— me dije poniéndome de pie. Tanto tiempo había esperado y la emoción se agolpaba dentro de mí ¿Qué tipo de información habría en el interior de esas monedas? ¿Sería algún secreto de estado? ¿Uno de mis compañeros cercanos estaba en peligro?
Regresé a mi escritorio. —Nada podrá separarnos ahora… mis preciosuras— susurré tomando una de las monedas y el alfiler con el que los abriría. Antes de lograr insertarlo, la puerta sonó con estrépito.
Me puse de pie lo más rápido posible, no había manera de que alguien conociera mi dirección, además, el soldado Nathan no tocaría de esa manera tan desesperante. Tomé un paraguas que estaba cerca de la entrada, esa era mi manera de defenderme de quién sea que esté afuera.
La puerta volvió a sonar, más el último golpe sonaba un poco más suave que el anterior. Al abrir la puerta, la figura ensangrentada de un hombre cayó sobre mí.
—¡Sr. Taylor! — exclamé sobresaltada.
Me apresuré a entrarlo a casa; si estaba luchando en contra de alguien, o escapaba, dejarlo a las afueras del departamento sería dejarle una señal a su heridor de que venga a terminar su trabajo.
—Espere aquí, por favor— ordené al lograr dejarlo en el sofá de la sala. Su herida sangraba demasiado, y su rostro estaba demasiado golpeado.
«¿Será que Taylor participó en una de esas peleas callejeras?» me preguntaba mientras tomaba el botiquín. Sacudí mi cabeza de un lado a otro, no era posible, se supone que él es un militar, la ética debe ser más fuerte que cualquier cosa ¿No? O, ¿Aquí en los Estados Unidos las cosas eran tan diferentes? ¿Por qué él terminó aquí en lugar de ir a un hospital?
Regresé a su lado, su gesto me indicaba que el dolor era demasiado fuerte. No había manera de poder revisarlo si él continuaba con su camiseta, sin decir nada más, tomé las tijeras y corté la parte superior de su vestimenta.
—¿Deberíamos ir a un hospital? — pregunté y él sacudió su cabeza con suavidad de un lado a otro, ese gesto de dolor no había desaparecido.
Sus abdominales estaban bien marcados; recorrí su torso con mi mirada para encontrar el lugar de la herida o si había alguna otra lesión que apremiara mayor cuidado. Tuve la certeza de que una bala lo había atravesado, precisamente por su costado. Por suerte el elemento, así como entró, salió sin hacer ningún otro daño; Debíamos esperar a que esta no se fuese a infectar. —Sr. Taylor, debo limpiar esto, así que le dolerá un poco— él asintió y comencé con mi labor. En los casos de lesiones por bala, lo más importante no es que haya una bala en sí; en cambio, examinar el daño que el proyectil tuvo en el cuerpo y cuidar de que no haya una infección. —Debo suministrarle una antitetánica— susurré con calma, entre tanto, buscaba en el botiquín aquello que necesitaba. Al verlo más detalladamente, su mirada no era de confusión, sino de miedo pero aparentemente se contuvo. Mis ojos se desviaron en dirección de mis manos, ellas sostenían una jeringa y una aguja de algunos centímetros más
—Usted no es el primer militar con el que he tenido que tratar, Sr. Taylor— sonreí de lado —puedo ser una simple enfermera, pero sé que evitar tener que hacer un reporte no es una justificación válida para esto— señalé observando su herida. Taylor estaba callado, tal vez pensaba acerca de la respuesta que me daría, o, buscaba la manera de escapar sin que pudiera detenerlo, posiblemente se lamentaba haber terminado aquí junto a mí, sabiendo que, por ley, tengo un proceso que llevar en casos como estos. —¿Y bien? — pregunté apoyando su mentón en la palma de mis manos —¿va a hablar o debo realizar la llamada? — un pequeño suspiro salió de entre mis labios. Extrañamente había notado a Taylor observándolos más tiempo de lo necesario ¿Qué estaba pasando por su cabeza? —El hombre que me disparó, es mi hermano mayor— soltó de repente. Esa confesión me había tomado por sorpresa. —¿Hermano mayor? — cuestioné acercándome más a su dirección. —Sé que no debería preguntar más, pero, en la hist
Sorprendentemente, la mañana en la casa blanca estaba demasiado silenciosa. El señor presidente tenía una pequeña reunión en su habitación, pese a todo eso, había olvidado que era hora de que tomara su medicamento.Me detuve a las afueras de su habitación, no era propio que entrara sin tocar la puerta, me dispuse a hacer eso mientras sostenía la bandeja con mi otra mano.—Discúlpenme, señores, por interrumpirles— susurré con una diminuta y apenada sonrisa, entre tanto me acercaba al Sr. Johnson. —Pero, es hora de que el señor presidente tome su medicina.Me acerqué al mayor de los presentes, él permanecía en su cama, ocasionalmente lo llevaba a que tomara un poco de aire y recibiera luz solar; Por el contrario, hoy insistió en quedarse en casa para poder participar en aquella reunión.Había un mapa en su regazo, un mapa perfectamente reconocible para mí: el Mar de Chukotka, ubicado entre el extremo de mi amada Rusia y Alaska ¿Qué es lo que están planeando?—Que helicóptero más extraño
Dado a que Sharon no le había permitido a Taylor regresar a casa, él se encontraba aún en el departamento de la joven. Su costado aún dolía, por lo que debería tomar algunos calmantes para el dolor. Había que admitir que, entre los planes de Taylor, el haberse quedado para descansar y no tener que dar explicaciones en casa, no eran los únicos. Él había comenzado a experimentar una gran necesidad para conocer a Sharon, como una enfermera común, sabia demasiado de la familia mas poderosa del pais.El primer lugar en el que el joven había decidido escabullirse, era su habitación. La mayor cantidad de cosas personales se encuentran en la habitación. Como era de esperarse, todo estaba perfectamente ordenado, no había nada fuera de su sitio, por lo que debería prestar mucha más atención en la posición en que las pertenencias de Sharon se encontraban.Su closet estaba repleto de ropa pulcramente colgada, no había nada más en esa sección, salvo una caja que ocupaba cerca de la mitad de la pa
La mañana había aclarado, la cabeza de Taylor dolía como si hubiese saltado de dos metros de altura y hubiera caído en su propia cabeza. No había abierto los ojos, pero, estaba consciente de lo que sucedía a su alrededor. —¿Si escuchó lo que sucedió anoche? — preguntaba una de las señoras de limpieza a su compañera mientras sacudían el polvo de la mesita. —¡Pobrecita la señorita Sharon! Estaba muy molesta, pero no podía hacer nada. Al final de cuentas se trata del hijo de su jefe ¿No es así? — respondía su compañera, ella estaba limpiando al lado del joven —además mira su figura tan diminuta frente a los enormes brazos del Sr. Taylor. —Yo siempre pensé que el señor Taylor era un hombre bastante respetuoso, pero ¡Tomar así a la señorita que lo estaba ayudando! ¿El señor presidente lo sabe? La cabeza de Taylor había eliminado los sucesos de la noche anterior, por más que lo intentara, no comprendía de lo que estaban hablando. —No, ella estaba muy molesta, pero nos pidió que no le d
—Si me disculpan, los dejaré para que conversen de manera tranquila— dije apresurándome a salir de la habitación, posiblemente se tratara de un asunto ajeno a mí, un asunto familiar. —Señor, me avisa por favor cuando podamos hacer nuestra caminata matutina.El día anterior había logrado ver cómo algunos submarinos estaban entre mi amada Rusia y el extremo de Alaska, debía informarles a mis superiores lo que estaba sucediendo, así que esa misma noche me dediqué a hacer una copia exacta del mapa. «Sr. Johnson, ¡no me diga que se va a subir en uno de esos helicópteros defectuosos!»No tengo ni la más mínima idea de dónde surgió esa comparación; sin embargo, fue demasiado útil para que no me vean como una posible amenaza.Ahora, tendré que darle un par de monedas a uno de los mensajeros, toda la información está ahí dentro.Alguna otra cosa que podrían preguntarse es la razón por la que Taylor permaneció en el departamento de una espía asignada a solas. Sencillo, no hay nada en mi departa
Frente a mí estaba la afortunada pareja, todos estábamos en la sala de la casa, incluso los empleados estaban presentes. Taylor e Irene veían alrededor sin saber qué era lo que estaba ocurriendo. Por lo que había visto unos minutos atrás, Taylor estaba dispuesto a disculparse, pero, Irene, ella sería un hueso duro de roer.—¿Qué están esperando? — intervino el presidente en un tono de impaciencia —ambos trataron de una pésima manera a la señorita Sharon, ella simplemente estaba realizando su trabajo. Tú— señaló a Taylor —la tomaste a la fuerza para besarla, serás el primero en disculparte.—Padre, pero, todos están aquí— murmuró avergonzado, mirando alrededor.—Sí, y lo que hiciste anoche lo hiciste delante de muchas personas— objetó la primera dama. ¿Era normal sentir este tipo de satisfacción por lo que se estaba desarrollando frente a mis ojos?Yo callaba a la vez en que mis ojos se mostraban un poco avergonzados, mis mejillas se estaban tornando rosáceas, sí, esto se sentía perfec
Estaba de noche, nuevamente debía cruzar por ese callejón. Me aseguré de que nadie me siguiera y, con lo sucedido el día de hoy, en efecto, ese tipo no fingiría ser el héroe de esta historia.—Estaba esperando por ti— susurró un hombre a mis espaldas, era uno de los que se habían estado aquella noche, quizá, el jefe de la pandilla —mis hombres están rodeando el lugar, se asegurarán de que nada ni nadie interrumpan nuestra noche romántica.—Se equivoca— susurré dando unos pasos en su dirección —quien esperaba encontrarse con usted, era yo— murmuré en su oído, su mano se posó en mi cintura y la mía, muy cerca de su cuello.El aspecto de ese hombre era extremadamente repulsivo, sus ojos, tenían una oscuridad completamente perversa. Su voz estaba un poco enronquecida y olía a cigarro mezclado con alcohol, en pocas palabras, era un desperdicio humano.Antes de que él lograra saber lo que sucedía, tomé su cabello y lo llevé para atrás, deseaba que él viera mi rostro, por última vez.C O N