La noche estaba cayendo, y no habían logrado hacerme aquella «prueba de identidad». Por cada intento, había dos errores, y la torpe de Irene insistía en que yo era una farsante y me había escapado de la prisión.
—¡Ya está! — exclamó el guardaespaldas bastante satisfecho. ¿Qué tipo de tecnología arcaica era esa? ¿No podrían tener algún repuesto?
En mi país esto se habría arreglado en cuestión de minutos; sin embargo, en mi amada Rusia, la identificación se hace con el reconocimiento de pupila. Realmente no sé por qué un país tan avanzado puede usar una tecnología tan atrasada.
La pantalla comenzó a desplegar toda la información que había sobre mí, quiero decir, sobre Sharon. Edad, aficiones, familia, allegados, historial médico. Kyra, mi superior, se había encargado de crear toda una historia de vida para mí, algo de admirar. Su compromiso y dedicación en el trabajo, mi ejemplo a seguir.
La firma del contrato se agilizó luego de eso, además de que el Sr. presidente no podía estar en el lugar debido a su condición. Aparte de eso, la Señora Samantha se encargó de darle a Sharon la más agradable acogida. No era conveniente que yo continuara más en el sitio, debía reunirme con Nathan, era necesario trazar el siguiente paso del plan.
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—Espero que Irene no te cause problema— expuso bebiendo de su refresco. —Debes saber que ella es el ser humano más molesto del universo, como tener un olor de muela y un poco de caramelo se quede atorado ahí— una sonrisa se posó en sus labios.
Mi rostro era inexpresivo, no dejaba de examinar las afueras del pentágono, debía haber un punto por el que pudiéramos entrar sin llamar la atención. —Deje de cargar cosas innecesarias, si come en la zona de trabajo, pueden rastrearlo con facilidad.
Nathan dejó a un lado la lata y se unió a la vigilancia ¡¿No le enseñaron nada en la academia militar?! ¡Ash! Es un incompetente. Terminaré haciendo el trabajo yo sola.
—¿Puedo hacer una pregunta? — susurró el sujeto dejando al lado los binoculares. Con un sonido casi a manera de gruñido, accedí —¿Está soltera?
—Lo estoy, no deseo perder mi tiempo— Respondí sin darle importancia, me alejé unos pasos del sitio. Ha de haber un punto que facilite más observar alguna posible entrada.
No soy intachable, lo sé, pero, enamorarme en este momento sería un obstáculo en mis objetivos, además de que, no estoy interesada y no es mi especialidad. Volveré a enfocarme en mi misión.
C O N T A Y L O R
Después de que la mujer se marchara, Taylor se dirigió a la habitación de su padre, el cual se encontraba durmiendo. Tomando la hoja de vida de Sharon Shadow, se sentó en el sofá del salón. En ese documento, estaba escrito que Sharon se encontraba en cinco grupos de caridad, lo cual hizo que la mente de Taylor se llenara de cierta duda.
«Ella había dicho que su madre estaba gravemente enferma, ¿Le daba tiempo de participar en tantos grupos caritativos?» meditó Taylor. Los ojos del sr. Johnson se abrieron y esbozó una debilitada sonrisa.
—¿Qué sucede? — peguntó mientras intentaba incorporarse para tener una mejor visión de su hijo, el cual, dejando la hoja de vida sobre la cama, se apresuró a ayudar al anciano.
—¿En qué estás pensando? Estás tan absorto, hijo mío— cuestionó al momento de haber terminado de sentarse. El anciano se acercó lo suficiente para ver el currículum de Sharon. Para tener una mejor visión de ella entrecerró por un momento sus ojos.
—Hum, muy bonita esta chica, amable, con experiencia en el trabajo y cariñosa, ¿cómo fue la entrevista?
El anciano se subió las gafas y miró a su hijo con satisfacción.
—Aprobado, pero demasiado perfecta, así que lo dudo. ¿Usted opina que una persona puede ser extremadamente amable y genuina?
—Por supuesto. No todas las personas son como tu exnovia, Taylor— sentenció con dulzura y, recalcando la mala decisión que el joven había tomado años atrás.
Unos instantes después, Taylor salió de la habitación de su padre un poco abatido, los recuerdos de lo sucedido con aquella mujer no dejaban de torturarlo en las noches. Él seguía con el ceño fruncido, mirando la foto de Sharon; la mano que sujetaba el currículum se había cerrado formando un puño y el papel arrugado. Un escalofrío recorrió su cuerpo.
Ya en su habitación, el celular del joven comenzó a sonar, contestó esperando escuchar que sus indicaciones habían sido seguidas con exactitud.
—Joven amo. Todo está listo— anunció el mayordomo de casa.
—Prepara mi coche, haré un viaje a los barrios bajos— ordené.
El hombre condujo hasta la casa de la chica, que apestaba y estaba llena de gamberros, con botellas caídas y colillas por todas partes. Todo el mundo miraba con ojos maliciosos al llamativo joven de traje. No sabía que, a sus espaldas, un par de hermosos ojos lo habían visto hace tiempo.
El hombre caminó en dirección a la casa de Sharon, su mente repitiendo constantemente lo que ella había hecho durante la semana:
«Sr. Johnson, la señora me pidió que le recordara que es hora de tomar su medicamento».
«Sr. Johnson, su té está aquí».
«Sr. Johnson, probará la nutritiva comida que he preparado especialmente para su recuperación»
«Sr. Johnson, descanse por favor, hoy ha trabajado mucho».
«Sr. Johnson, no olvide beber más agua».
«Sr. Johnson… Sr. Johnson… Sr. Johnson…»
Con un tono tan suave sin detenerse, la voz de Sharon recorría todos los rincones de la casa blanca; sin parar, de día y de noche. Seguía al presidente a cualquier lado. Para colmo, el presidente había llegado a confiar demasiado en esa mujer.
el joven sacudió la cabeza para que la voz de la enfermera saliera de su mente.
—Mocosa, ¿Qué tipo de medicamento le estarás dando a mi padre? ¿Lo estará drogando? —renegó el hombre para sí mismo.
—¡Oye! — exclamó la joven a sus espaldas
El hombre pensó que le habían descubierto y le dio la espalda, pero un resoplido de risa y un grito de mujer procedentes de su entorno le sugirieron que Sharon estaba en problemas.
—¡Aléjense de mí! — la joven volvió a exclamar y una botella impactó con algo.
Sin pensarlo, el instinto de militar hizo que Taylor se lanzara con firmeza hacia la chica asediada.
Los ojos de Sharon se encontraron con los del militar. El joven se acercó a ellos con precaución y logró observar que tenían una barra metálica en sus manos.Sharon mantenía sus ojos fijos en el hombre que estaba más cercano a ella. Por su parte, con una señal, Taylor le hizo saber que todo estaría bajo control, llegando por espaldas de los bandidos. Con una sartén oxidada que habían arrojado a la basura, logró hacer que esos hombres se fueran. Cuando los hombres se marcharon, él se dio la vuelta para regresar a su vehículo, más los brazos que rodeaban su abdomen se lo impidieron. Una extraña sensación recorrió su cuerpo al sentir el suave tacto de Sharon, a pesar de que ella, se mostraba completamente aterrorizada haciendo que sus brazos y piernas temblaran. —Lo siento, no debería abusar de su amabilidad— dio unos pasos para atrás enjugando sus lágrimas. Sus piernas no dejaban de estremecerse, su miedo no se había desvanecido. El hombre que era capaz de enfrentarse a grupos armad
—¿Abrochó su cinturón? — preguntó Taylor en el instante en el que ingresé a su auto. Incliné mi cabeza, ya había dejado los documentos para revisión. —¡Estacionen el auto! — exclamó alguien en la parte de atrás del vehículo. Rápidamente, él había sacado una navaja y estaba tomándome por el cuello. ¡Pensé que sería un viaje de descanso! No me movía, yo no debía moverme; Taylor al parecer estaba reflexionando cuál sería su siguiente movimiento. Si frenaba el auto, el hombre nos podría llevar a quién sabe dónde y si no lo detiene, podríamos fallecer en el vehículo. Observé a mi alrededor y encontré una opción. —Acelera el auto— ordené con firmeza. Me zafé del hombre al morder su brazo, habría de ser un secuestrador con nivel medio de experiencia. Bien, subamos su nivel de juego. —Hay una curva con un lago en un par de metros— me advertió un tanto nervioso. —Abre las ventanas— sentencié mientras forcejeando en contra de él, terminé acelerando el auto. —¡Lánzanos al lago! — excl
El sol estaba calentando con fuerza, al parecer, i a llegar mucho más mojados de lo que pensé.—¿Por qué llegan de esa manera? — preguntó la señora justo después de que llegáramos a casa. —¿El trabajo de la señorita Sharon los detuvo más de lo esperado? Se suponía que tendrían que estar aquí hace casi dos horas— cuestionó —además de que están, todos mojados, pueden enfermarse. —Tuvimos un pequeño problema con el auto, y terminamos caminando hasta aquí. Además de que el sol se sentía agradable— respondió Taylor intentando excusarse. —Se lo dije, el sol que hacía era para que lloviera— intervine tiritando del frío. —Si me disculpan, iré a darle la medicina al Sr. Johnson— dije en un tono bajo de voz alejándome de la sala. —Deberías secarte primero— sugirió la señora Jonhson a manera de orden. Asentía sin darme la vuelta, mis brazos estaban alrededor de mi cuerpo intentando dar un poco más de calor. No podía descuidar ni un solo detalle de mi actuación; sin importar que mi entrenamie
—Gracias, esperaré al momento en el que nos podamos volver a encontrar. Hablar en código, evitar dar explicaciones exactas era un requisito a la hora de usar el celular, cualquier persona con un conocimiento levemente avanzado podría interceptar algunas de nuestras llamadas sin ningún tipo de problema. Esa es la razón por la que nosotros recurrimos a métodos no tan convencionales para comunicarnos. Pero que eran igual de efectivos. —¿No le parece que es un bonito día? — le pregunté al Sr. Johnson. Estábamos dando un pequeño paseo en el parque cercano, era bueno que él recibiera un poco de luz natural o su salud podría afectarse más de lo que ya estaba. Al frente de nosotros había un hombre alto y bastante delgado, paseaba a su perro. Algunas monedas cayeron de su bolsillo y una señal con anillo apareció. Estaba claro, era uno de nuestros hombres y esa señal era para mí, debo tomar esas monedas. —Señor, ¿le gustaría que nos tomáramos un pequeño descanso bajo ese árbol? Considero qu
Sus abdominales estaban bien marcados; recorrí su torso con mi mirada para encontrar el lugar de la herida o si había alguna otra lesión que apremiara mayor cuidado. Tuve la certeza de que una bala lo había atravesado, precisamente por su costado. Por suerte el elemento, así como entró, salió sin hacer ningún otro daño; Debíamos esperar a que esta no se fuese a infectar. —Sr. Taylor, debo limpiar esto, así que le dolerá un poco— él asintió y comencé con mi labor. En los casos de lesiones por bala, lo más importante no es que haya una bala en sí; en cambio, examinar el daño que el proyectil tuvo en el cuerpo y cuidar de que no haya una infección. —Debo suministrarle una antitetánica— susurré con calma, entre tanto, buscaba en el botiquín aquello que necesitaba. Al verlo más detalladamente, su mirada no era de confusión, sino de miedo pero aparentemente se contuvo. Mis ojos se desviaron en dirección de mis manos, ellas sostenían una jeringa y una aguja de algunos centímetros más
—Usted no es el primer militar con el que he tenido que tratar, Sr. Taylor— sonreí de lado —puedo ser una simple enfermera, pero sé que evitar tener que hacer un reporte no es una justificación válida para esto— señalé observando su herida. Taylor estaba callado, tal vez pensaba acerca de la respuesta que me daría, o, buscaba la manera de escapar sin que pudiera detenerlo, posiblemente se lamentaba haber terminado aquí junto a mí, sabiendo que, por ley, tengo un proceso que llevar en casos como estos. —¿Y bien? — pregunté apoyando su mentón en la palma de mis manos —¿va a hablar o debo realizar la llamada? — un pequeño suspiro salió de entre mis labios. Extrañamente había notado a Taylor observándolos más tiempo de lo necesario ¿Qué estaba pasando por su cabeza? —El hombre que me disparó, es mi hermano mayor— soltó de repente. Esa confesión me había tomado por sorpresa. —¿Hermano mayor? — cuestioné acercándome más a su dirección. —Sé que no debería preguntar más, pero, en la hist
Sorprendentemente, la mañana en la casa blanca estaba demasiado silenciosa. El señor presidente tenía una pequeña reunión en su habitación, pese a todo eso, había olvidado que era hora de que tomara su medicamento.Me detuve a las afueras de su habitación, no era propio que entrara sin tocar la puerta, me dispuse a hacer eso mientras sostenía la bandeja con mi otra mano.—Discúlpenme, señores, por interrumpirles— susurré con una diminuta y apenada sonrisa, entre tanto me acercaba al Sr. Johnson. —Pero, es hora de que el señor presidente tome su medicina.Me acerqué al mayor de los presentes, él permanecía en su cama, ocasionalmente lo llevaba a que tomara un poco de aire y recibiera luz solar; Por el contrario, hoy insistió en quedarse en casa para poder participar en aquella reunión.Había un mapa en su regazo, un mapa perfectamente reconocible para mí: el Mar de Chukotka, ubicado entre el extremo de mi amada Rusia y Alaska ¿Qué es lo que están planeando?—Que helicóptero más extraño
Dado a que Sharon no le había permitido a Taylor regresar a casa, él se encontraba aún en el departamento de la joven. Su costado aún dolía, por lo que debería tomar algunos calmantes para el dolor. Había que admitir que, entre los planes de Taylor, el haberse quedado para descansar y no tener que dar explicaciones en casa, no eran los únicos. Él había comenzado a experimentar una gran necesidad para conocer a Sharon, como una enfermera común, sabia demasiado de la familia mas poderosa del pais.El primer lugar en el que el joven había decidido escabullirse, era su habitación. La mayor cantidad de cosas personales se encuentran en la habitación. Como era de esperarse, todo estaba perfectamente ordenado, no había nada fuera de su sitio, por lo que debería prestar mucha más atención en la posición en que las pertenencias de Sharon se encontraban.Su closet estaba repleto de ropa pulcramente colgada, no había nada más en esa sección, salvo una caja que ocupaba cerca de la mitad de la pa