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Capítulo 2- Debo defenderla

La noche estaba cayendo, y no habían logrado hacerme aquella «prueba de identidad». Por cada intento, había dos errores, y la torpe de Irene insistía en que yo era una farsante y me había escapado de la prisión.

—¡Ya está! — exclamó el guardaespaldas bastante satisfecho. ¿Qué tipo de tecnología arcaica era esa? ¿No podrían tener algún repuesto?

En mi país esto se habría arreglado en cuestión de minutos; sin embargo, en mi amada Rusia, la identificación se hace con el reconocimiento de pupila. Realmente no sé por qué un país tan avanzado puede usar una tecnología tan atrasada.

La pantalla comenzó a desplegar toda la información que había sobre mí, quiero decir, sobre Sharon. Edad, aficiones, familia, allegados, historial médico. Kyra, mi superior, se había encargado de crear toda una historia de vida para mí, algo de admirar. Su compromiso y dedicación en el trabajo, mi ejemplo a seguir.

La firma del contrato se agilizó luego de eso, además de que el Sr. presidente no podía estar en el lugar debido a su condición. Aparte de eso, la Señora Samantha se encargó de darle a Sharon la más agradable acogida. No era conveniente que yo continuara más en el sitio, debía reunirme con Nathan, era necesario trazar el siguiente paso del plan.

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—Espero que Irene no te cause problema— expuso bebiendo de su refresco. —Debes saber que ella es el ser humano más molesto del universo, como tener un olor de muela y un poco de caramelo se quede atorado ahí— una sonrisa se posó en sus labios.

Mi rostro era inexpresivo, no dejaba de examinar las afueras del pentágono, debía haber un punto por el que pudiéramos entrar sin llamar la atención. —Deje de cargar cosas innecesarias, si come en la zona de trabajo, pueden rastrearlo con facilidad.

Nathan dejó a un lado la lata y se unió a la vigilancia ¡¿No le enseñaron nada en la academia militar?! ¡Ash! Es un incompetente. Terminaré haciendo el trabajo yo sola.

—¿Puedo hacer una pregunta? — susurró el sujeto dejando al lado los binoculares. Con un sonido casi a manera de gruñido, accedí —¿Está soltera?

—Lo estoy, no deseo perder mi tiempo— Respondí sin darle importancia, me alejé unos pasos del sitio. Ha de haber un punto que facilite más observar alguna posible entrada.

No soy intachable, lo sé, pero, enamorarme en este momento sería un obstáculo en mis objetivos, además de que, no estoy interesada y no es mi especialidad. Volveré a enfocarme en mi misión.

C O N   T A Y L O R

Después de que la mujer se marchara, Taylor se dirigió a la habitación de su padre, el cual se encontraba durmiendo.  Tomando la hoja de vida de Sharon Shadow, se sentó en el sofá del salón. En ese documento, estaba escrito que Sharon se encontraba en cinco grupos de caridad, lo cual hizo que la mente de Taylor se llenara de cierta duda.

«Ella había dicho que su madre estaba gravemente enferma, ¿Le daba tiempo de participar en tantos grupos caritativos?» meditó Taylor. Los ojos del sr. Johnson se abrieron y esbozó una debilitada sonrisa.

—¿Qué sucede? — peguntó mientras intentaba incorporarse para tener una mejor visión de su hijo, el cual, dejando la hoja de vida sobre la cama, se apresuró a ayudar al anciano.

—¿En qué estás pensando? Estás tan absorto, hijo mío— cuestionó al momento de haber terminado de sentarse. El anciano se acercó lo suficiente para ver el currículum de Sharon. Para tener una mejor visión de ella entrecerró por un momento sus ojos.

—Hum, muy bonita esta chica, amable, con experiencia en el trabajo y cariñosa, ¿cómo fue la entrevista?

El anciano se subió las gafas y miró a su hijo con satisfacción.

—Aprobado, pero demasiado perfecta, así que lo dudo. ¿Usted opina que una persona puede ser extremadamente amable y genuina?

—Por supuesto. No todas las personas son como tu exnovia, Taylor— sentenció con dulzura y, recalcando la mala decisión que el joven había tomado años atrás.

Unos instantes después, Taylor salió de la habitación de su padre un poco abatido, los recuerdos de lo sucedido con aquella mujer no dejaban de torturarlo en las noches. Él seguía con el ceño fruncido, mirando la foto de Sharon; la mano que sujetaba el currículum se había cerrado formando un puño y el papel arrugado. Un escalofrío recorrió su cuerpo.

Ya en su habitación, el celular del joven comenzó a sonar, contestó esperando escuchar que sus indicaciones habían sido seguidas con exactitud.

—Joven amo. Todo está listo— anunció el mayordomo de casa.

—Prepara mi coche, haré un viaje a los barrios bajos— ordené.

El hombre condujo hasta la casa de la chica, que apestaba y estaba llena de gamberros, con botellas caídas y colillas por todas partes. Todo el mundo miraba con ojos maliciosos al llamativo joven de traje. No sabía que, a sus espaldas, un par de hermosos ojos lo habían visto hace tiempo.

El hombre caminó en dirección a la casa de Sharon, su mente repitiendo constantemente lo que ella había hecho durante la semana:

«Sr. Johnson, la señora me pidió que le recordara que es hora de tomar su medicamento».

«Sr. Johnson, su té está aquí».

«Sr. Johnson, probará la nutritiva comida que he preparado especialmente para su recuperación»

«Sr. Johnson, descanse por favor, hoy ha trabajado mucho».

«Sr. Johnson, no olvide beber más agua».

«Sr. Johnson… Sr. Johnson… Sr. Johnson…»

Con un tono tan suave sin detenerse, la voz de Sharon recorría todos los rincones de la casa blanca; sin parar, de día y de noche. Seguía al presidente a cualquier lado. Para colmo, el presidente había llegado a confiar demasiado en esa mujer.

el joven sacudió la cabeza para que la voz de la enfermera saliera de su mente.

—Mocosa, ¿Qué tipo de medicamento le estarás dando a mi padre? ¿Lo estará drogando? —renegó el hombre para sí mismo.

—¡Oye! — exclamó la joven a sus espaldas

El hombre pensó que le habían descubierto y le dio la espalda, pero un resoplido de risa y un grito de mujer procedentes de su entorno le sugirieron que Sharon estaba en problemas.

—¡Aléjense de mí! — la joven volvió a exclamar y una botella impactó con algo.

Sin pensarlo, el instinto de militar hizo que Taylor se lanzara con firmeza hacia la chica asediada.

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