Capítulo 27

Cuando Frida le puso rostro a la víbora que se le metió en los ojos a su hijo, le vinieron recuerdos perturbadores del pasado.

Al menos esa tal Ariana daba la impresión de ser una mosca muerta, totalmente distinta de Elisa, una chusma, gata salvaje y rabiosa…

—No tengo por qué hacerle caso. Hace mucho que dejé de trabajar para ustedes, señora. Así que vaya a joder a otro lado. —Elisa se había plantado cara a cara ante su futura suegra; no le importó la expresión de asco y desconcierto en el rostro de la mujer.

—Eres una gentuza, mugrosa, malhablada… ¿Crees que por eso que tienes entre las piernas tendrás a mi hijo siempre de tu lado? —Sonrió con sorna mientras la barría con la mirada. Su vestido color coral de diseñador, entallado en la cintura, la hacía ver elegante, cual persona de la realeza, un contraste significativo con su actitud.

—Que su valor dependa de lo que tiene “entre sus piernas” no quiere decir que el de todas sea igual. Yo soy más que una vagina, señora. Mucho más que
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