Capítulo 42

El pinchazo en su brazo la hizo cerrar los ojos. Ese día se cumplían los tres meses de su primera inyección anticonceptiva, y diligentemente asistió a su segunda dosis.

En ese lapso, cambiaron el departamento lujoso por una casa majestuosa, cinco veces más grande. Lo que implicaba un mayor número de empleados y una mayor muestra de gratitud hacia Axel.

“¡Es nuestro castillo!”, le había dicho Alana, emocionada, la primera vez que estuvo frente a esa mansión.

―Señorita Herrera, hemos terminado. ―La ginecóloga puso su mano con suavidad en el hombro de su paciente. La joven llevaba seis minutos sentada sin hacer otra cosa que presionar el algodón sobre la herida.

―Sí. ―Parpadeó repetidamente, y al fijarse que ya no le salía sangre se retiró el algodón―. Gracias.

Salió del consultorio y no se demoró en encontrar a Jerónimo en uno de los asientos. El hombre, al verla, se puso de pie, avanzó hacia ella y le dio indicaciones de dónde salir.

Ariana lo siguió sin decir nada. Se subi
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