III. Valor.
Sintieron como si el tiempo se hubiera detenido. La mujer aún le daba la espalda al lobo mientras éste le observaba en agitado silencio. Mas de improvisto, como un golpe letal a su corazón necesitado, ella se volteó, conectando sus miradas en ese, su segundo encuentro. Carbón y plata se mezclaron, el mundo echó a andar con ellos, el destino retomó su curso negado de hace tiempo. El lobo no podía creerlo, tantos años de búsqueda, de frío, sin poder dormir, viviendo atribulado porque le habían mostrado lo que le correspondía sin dejarle obtenerlo. Y ahí estaba ahora, su luna, su contraparte, Níniel; la doncella de las lágrimas. Las lágrimas que lloró por ella y las que le permitían verla claramente.
Su compañera.
A pesar del profundo terror del que era víctima en ese momento, Niel
IV. Actuando.Después de una exhaustiva búsqueda en aquel lugar, que estaba infestado de trampas, uno de los muchachos, con olfato admirable, logró reconocer el aroma a lodo entremezclado con sangre. Debían ser ellas. Les costó el resto del día encontrarlas, pues algunas trampas aún conservan decentes camuflajes y debían andar con pie de pluma para no caer en ellas.Nilah casi soltó un sollozo de alivio cuando reconoció el hilo de su perfume flotando en el aire, aunque estuviese opacado por aquel preocupante hedor a miedo y sangre. Sin perder más tiempo optaron por presentarse con su aspecto humano, ya que la primera impresión que causaron con sus lobos no fue la mejor. Se acercaron con cautela a un agujero que había en el suelo, otra posible trampa para animales que lucía lúgubre y honda. Oyeron una respiración errática y se detuvieron, esperando con paciencia a que las mujeres hicieran su aparición. Y lo hicieron, pero no de una forma que podrían esperar.
V. Fuerza.Mi papá siempre dijo que sólo el más fuerte sobreviviría. Al verlo vencedor sobre las bestias, nuestra mayor competencia en el mundo y nuestros iguales en cuestiones de jerarquía, lo creí el más fuerte y por lo tanto, quien sobreviviría. Yo también lo haría, sería la más fuerte así como él, y lo demostré cuando maté mi primer cerdo. Me había lanzado sobre él y clavado una filosa piedra en su cogote, ganando, siendo más fuerte. La mirada que me dedicó mi papá fue el paraíso. Estaba orgulloso de mí.—¡Brindemos por mi hija y por la sangre cazadora que corre por sus venas! Muy pronto, nos volveremos invencibles y con nuestro poder derrotaremos a esos malditos monstruos. ¡La gloria será nuestra!Todos alzaron sus cuencos y bebieron, borrachos po
VI. Bestias.Hace mucho tiempo nadie llamaba a Niel por su nombre, el apodo había pasado a convertirse en su nueva identidad. Pero el lobo negro la había llamado por su nombre sin siquiera habérselo dicho y con tal intensidad que siempre le provocaba un vuelco en el estómago.Sus nervios durante esos días conviviendo con los monstruos estaban destrozados, a pesar de que no se cruzaban mucho ya que ellos tenían la costumbre de dormir de noche. Aun así ella estaba al borde de un colapso nervioso, víctima del miedo e insomnio, por lo que no cabía posibilidad de resistir una conversación entera con el verdugo de su vida, la más terrible de sus pesadillas. Y lo peor no era eso, sino que él en sí era un enigma, pues Niel nunca tenía idea de qué estaba pensando, cuáles eran sus intenciones o cuándo iba a saltar a hinc
VI. Bestias.Hace mucho tiempo nadie llamaba a Niel por su nombre, el apodo había pasado a convertirse en su nueva identidad. Pero el lobo negro la había llamado por su nombre sin siquiera habérselo dicho y con tal intensidad que siempre le provocaba un vuelco en el estómago.Sus nervios durante esos días conviviendo con los monstruos estaban destrozados, a pesar de que no se cruzaban mucho ya que ellos tenían la costumbre de dormir de noche. Aun así ella estaba al borde de un colapso nervioso, víctima del miedo e insomnio, por lo que no cabía posibilidad de resistir una conversación entera con el verdugo de su vida, la más terrible de sus pesadillas. Y lo peor no era eso, sino que él en sí era un enigma, pues Niel nunca tenía idea de qué estaba pensando, cuáles eran sus intenciones o cuándo iba a saltar a hinc
VII. Planes.—¡Pero qué dices!—¿Dónde están los otros?Ambas humanas charlaban en susurros. Brinda, tendida en el sofá y con los vendajes expuestos, observaba confundida a Niel, quien se había arrodillado a su lado después de entrar con la frente ensangrentada y diciendo incoherencias.—La anciana salió y el otro no sé.—Planean comernos —soltó Niel sin contemplaciones. La pelirroja abrió los ojos grandemente—. Lo dijo un lobo allá afuera, e intentó comerme también. Dijo que ellos nos tenían aquí en su territorio porque éramos su porción de la cacería que hicieron cuando nos atraparon.—No jodas...—Debemos irnos lo más pronto posible. ¿Cómo están tus heridas?—Todavía abiertas —informó la cazadora con congoja. Se sentía como un lastre.—No te preocupes, buscaré una manera de irnos sin ponerte en riesgo.
VIII. Veneno.Habían pasado trece días desde la llegada a la cabaña de Nilah. Las humanas se recuperaban a buen paso y el tiempo se hacía nulo, pues cada quien tenía sus propios asuntos que atender. Brinda se la pasaba tendida en el sofá, Niel curioseaba el territorio bajo el ojo vigilante de Nilah, Darío iba y venía como un nómade y el dueño de casa tenía un balanceado horario que le permitía ocuparse de sus cosas sin perder de vista a Níniel. No era que desconfiara de ella, pero podía oler a kilómetros sus ganas de escaparse. Era muy transparente en ese sentido. Mas no le molestaba tener que echarle un ojo cada tantos, pues no se cansaba de admirar su armónica faz, ya que era lo único que podía obtener de ella. No habían vuelto a hablar después del incidente del híbrido, no se cruzaban casi nunca y Niel ni siquiera lo miraba, cosa que lo que le deprimía considerablemente. Lo único positivo de esa situación era que ya no percibía ese miedo agonizante
IX. Cimientos.—¿Necesitas que te ayude con eso?Las mujeres se tensaron cuando aquel extraño se acercó, por lo que detuvo su andar. Las oteó un poco antes de presentarse.—No tienen porqué temer, soy uno de ustedes —declaró con una sonrisa amistosa, poniendo la mano en su pecho—. Me llamo Ivar, guerrero de la Resistencia Este. Aunque en realidad sólo somos una aldea escondida entre las montañas.Brinda y Niel no pudieron mirarse con incredulidad porque la última aún estaba debajo del cadáver del hombre lobo. El joven se acercó a ella y con un par de empujones le quitó a la criatura de encima. La chica se reunió rápidamente con Brinda y posicionó a su lado.—¿Cuál resistencia? —habló por fin la cazadora, observando al recién llegado con desconfianza.—La mejor... Pero no podemos hablar aquí —dijo él, echando un vistazo a su alrededor. Se les volvió a acercar y cuchicheó—.
X. Los que saben.Darío despertó gracias a la intensa luz que entraba por la ventana. Abrió un poco los ojos y los volvió a cerrar, considerando el volver a dormirse. Sentía que quería descansar por mucho tiempo. Se mantuvo dormitando un par de minutos más pero sus pensamientos comenzaron a hacerse bulliciosos, así que no logró dormir otra vez. Algo molesto por eso, volvió a abrir sus ojos y se encontró en una habitación desconocida, donde la ventana daba vista al bosque y la fría mañana reinaba. Estaba tendido en una cama grande de bronce, con Nilah inconsciente a su lado. Estaba durmiendo torcido y tenía el entrecejo tenso, como si estuviese sufriendo. Se dio cuenta de que ambos tenían ropas para dormir y que la estancia olía a mujer, a una mujer anciana. Comprendió más o menos lo que sucedía cuando percibió la pres