IX. Cimientos.
—¿Necesitas que te ayude con eso?
Las mujeres se tensaron cuando aquel extraño se acercó, por lo que detuvo su andar. Las oteó un poco antes de presentarse.
—No tienen porqué temer, soy uno de ustedes —declaró con una sonrisa amistosa, poniendo la mano en su pecho—. Me llamo Ivar, guerrero de la Resistencia Este. Aunque en realidad sólo somos una aldea escondida entre las montañas.
Brinda y Niel no pudieron mirarse con incredulidad porque la última aún estaba debajo del cadáver del hombre lobo. El joven se acercó a ella y con un par de empujones le quitó a la criatura de encima. La chica se reunió rápidamente con Brinda y posicionó a su lado.
—¿Cuál resistencia? —habló por fin la cazadora, observando al recién llegado con desconfianza.
—La mejor... Pero no podemos hablar aquí —dijo él, echando un vistazo a su alrededor. Se les volvió a acercar y cuchicheó—.
X. Los que saben.Darío despertó gracias a la intensa luz que entraba por la ventana. Abrió un poco los ojos y los volvió a cerrar, considerando el volver a dormirse. Sentía que quería descansar por mucho tiempo. Se mantuvo dormitando un par de minutos más pero sus pensamientos comenzaron a hacerse bulliciosos, así que no logró dormir otra vez. Algo molesto por eso, volvió a abrir sus ojos y se encontró en una habitación desconocida, donde la ventana daba vista al bosque y la fría mañana reinaba. Estaba tendido en una cama grande de bronce, con Nilah inconsciente a su lado. Estaba durmiendo torcido y tenía el entrecejo tenso, como si estuviese sufriendo. Se dio cuenta de que ambos tenían ropas para dormir y que la estancia olía a mujer, a una mujer anciana. Comprendió más o menos lo que sucedía cuando percibió la pres
XI. Monstruos."¿Quién monstruo y quién hombreentre ellos será?"El jorobado de Notre Dame (1996).Siempre hubo algo que le no le permitió vivir en paz. Al percatarse de ello, al huir, al esconderse y al volver a encararlo. Algo que la hizo sentirse insegura de por vida, pues no había forma de ocultar las emociones, menos cuando estas eran intensas. Y aquello que no reconocía era una fehaciente prueba de que lo dicho por el lobo negro era cierto; estaban vinculados. Porque la primera vez que se vieron, siendo ella una niña, percibió la emoción de él al verla, lo sintió antes de que se mostrara. Y cuando se lo volvió a encontrar pasó lo mismo; segundos antes de que él llegara, un éxtasis ajeno y contradictorio bailó en su pecho, y luego Nilah apareció. Quiso negarlo con todas sus fuerzas, pero fue más que evidente después de convivir con él y sentir todo el tiempo sus emociones. Cuando ella se alejaba sentía tristeza y
XII. Tropiezos y caídas.Venía perturbada por la cacería, y es que algo muy extraño había pasado. Del grupo de los cazadores —un total de veintiuno contándola a ella— debían salir un par a cazar para la hoguera de esa noche. Pero en contra de toda lógica, Ivar decidió enviar a un grupo de diez al exterior, de los cuales cuatro estaban heridos o enfermos. No tenía sentido alguno, pero el joven y los demás dirigentes del grupo dijeron que alguien solamente se podía recuperar si se movía, una soberana estupidez si a ella le preguntaban. En la tribu de su padre jamás ocurrió algo similar. Como fuera, debían salir y cazar una buena cantidad para saciar a todo el pueblo. Se preparó con las armas que había adquirido durante su estancia y salieron apenas comenzó a aclarar.Adelante y atrás iban los más vigorosos, en medio, los que no lo eran tanto. Se inclinaron en dirección Norte y llegaron a un lodazal, donde la humedad era irrespirable. Todo estaba lleno
XIII. Los que desean saber.Volvía a ser día de lobos, como a él gustaba llamarle. A Nilah le importaba un bledo la luna, pero Darío aprovechaba la divina ocasión para dejar sus instintos más animales aflorar. Cazar algo, aullar, trotar en cuatro patas, eran cosas que él personalmente valoraba, pues le recordaban mucho a su juventud dorada. Esa donde el mundo humano aún no decidía abrir sus ojos y él tenía que cuidarse las espaldas si no quería ser quemado en una hoguera. Sonaba ilógico que su época más añorada fuera una tan oscura para su especie, pero era la verdad, porque el peligro lo hizo sentirse vivo. Cortejar señoritas, beber en sitios de mala muerte, asustar a algún aldeano, asistir a misa fingiendo ser un señor. Todo aquello estaba bien para él y nunca se preocupó demás hasta que sus cam
XIV. La enemiga del destino."¿Es ese un ángel que volóhacia el cielo crepuscular?¿Es ese un demonio que salióA través de la grieta?"Shingeki no Kyojin (2013).—¿Y dónde está tu mamá?—Ella... se fue.Salir de la Gran Zona a tierras extrañas de monstruos desconocidos era algo impensable para un humano, pero no para un chamán, aunque fuese una contradicción. Quizá, dentro de todo, aquel era el lugar más seguro para estar, por eso se atrevió a dejarla sola ahí. Como fuese, hacía tiempo desde que había tomado la decisión que la llevó lejos de todo lo que conocía.Y de lo único que tenía.Vagaba sin rumbo desde hace años pero en busca de algo específico, sino no se expondría de tal forma, caminando por un espacio abierto a plena luz del día. Esa búsqueda era lo suficientemente importante como para arriesgar su vida de esa forma. E inevitablemente logró llamar
XV. Mirar y sentir.Apenas traspasaron los límites del territorio de Nilah, este se desplomó con Níniel y todo. Al parecer, transformarse y correr con la chica a cuestas le había pasado la cuenta a su estado de convalecencia y, por ello, no volvería a su forma humana hasta que se lograra aliviar.La luna llena coronaba el cielo con su usual magnificencia. El lobo negro creía que podría contemplarla para siempre, pues sentía por ella algo muy similar a lo que por Níniel, la humana que ya no mostraba miedo en su semblante, sino turbación y ausencia, así como una genuina curiosidad en sus ojos de plata. Mirándolos, se dio cuenta de que le recordaban a la luna.Quizá por eso le gustaba tanto.Se sorprendió grandemente cuando ella dubitativa le habló de pronto, con él aún estando como lobo.—¿Se encuentra bien?No tenía manera de responderle, pero mentalmente contestó que no, que se sent
XVI. Direcciones.Darío no supo qué pensar de la imagen que tuvo ante sus ojos. Nilah y la humana juntos, después de que este afirmara que ya era suficiente de ella. No lograba entenderlo, creía que aquel con espíritu de alfa era alguien de decisiones únicas, fiel a su palabra, lo conocía hace mucho y siempre había sido así, pero esa humana, según su opinión, quebrantaba todo lo que Nilah en esencia era.Eso le hizo pensar en su vínculo, que después del montón de años que tenía, todavía no se mostraba ante él y quizá ya nunca lo haría. Ver a su mejor amigo querer con tanta locura a alguien le hacía sentirse solo, como si fuese vagando por la vida como un ente solitario. Y lo era. Antes al menos lograba olvidar el sentimiento de soledad porque compartía ese mismo estado con Nilah, pero ahora que había hallado a su compañera, recordó de golpe que él aún estaba incompleto y que no habían luces de que ese alguien apareciera en su vida. Su otra mitad par
XVII. Noble y dulce doncella.Nilah la llevó a una manada de mujeres lobo. Ella por supuesto al enterarse se negó, pensando que preferiría morir a vivir entre criaturas, pero él insistió, diciendo que estando con ellas, entendería el porqué de llevarla allí. Níniel se quería morir, estaba sumamente aterrada, pero antes de asimilarlo ya estaba siendo arrastrada como cordero al matadero.Amor omnia vincit.Ese era el nombre de la manada; "el amor todo lo vence". Un sinsentido si le preguntaban, pero al llegar al territorio ubicado en el Noroeste, comprendió un poco lo que él dijo.Parecía una aldea humana, similar a la que dejó atrás hace un par de días. Estaba compuesta solamente por mujeres de todos los colores y tamaños, yendo felices de allá para acá. Apenas el Velkan cruzó el límite de las tierras, todas comenzaron a aullar y a reír en completa alegría. Níniel no entendía qué sucedía.<