Cuarenta y uno

XLI. Libres menos uno.

Níniel sabía que su madre esperaba su aparición. Alanna sabía que su hija vendría. Ambas predecían cómo sería el proceder de la otra y formularon un plan perfecto para cada lado, sin considerar el ajeno desenlace esperado. Hasta cierto punto, sabían cómo actuar para lograr sus objetivos, pero el final era sólo un anhelo propio de ambas partes de resultar victoriosas. Y en el deseo no había ningún fundamento para resultar vencedor. Curiosamente, compartían formas de pensar.

Níniel sabía que su madre querría tomar la vida de alguien más para realizar su "liberación" y deseaba impedirlo. Que nadie inocente fuese dañado por las luchas de otros, menos las suyas. Dentro de la ecuación, era claro que la chamán del Norte contaba con la naturaleza piadosa de su sucesora para l

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