XXXIV. Ayuno y reflexión.
Habían pasado un par de días desde que la tomaron prisionera. El remanente de toda su clase en la Gran Zona, el Grupo chamán del
Oeste, la tenía atada a un poste hace días, sin comida ni agua. Siquiera podía descansar bien, pues las ataduras eran tan férreas que no podía acomodarse para dormir, ya que lastimaban su piel. Y los captores no hacían amago de aparecerse por ahí, pues durante ese periodo de oscurantismo no vio a nadie ni percibió más voces. La habían olvidado o decidieron dejarla morir; una de dos.Aunque Níniel no planeaba morir ahí. Con base en insomnio y desesperación, dejó que sus instintos más primitivos actuaran y se dedicó a roer las cuerdas con las que la mantenían presa, como todo un roedor. Estaba denotando resultados, pues poco a poco se hacían más débiles las fibras y ya pronto podría usar sus manos para salir de allí. Tenía en la mira desde hace rato va
XXXV. Nuestras luchas.La joven se lanzó de un salto nuevamente al refugio subterráneo, donde sus tres captores la observaban atónitos. El extraño hombre albino, al que le hizo un corte que sangraba en un anormal tono azulado, estaba tirado en el suelo, con los brazos de Adair a su alrededor. El viejo chamán de pie a su lado parecía cuidarlos, como si ella fuese una terrible amenaza. Níniel maldijo, el golpe de adrenalina que la respaldó durante su operación de escape había mermado y ahora sólo sentía cansancio y fatiga. Parecido a la vez que salió de la trampa con Brinda a cuestas, ahora también estaba imposibilitada y eso le generaba una frustración con la que era difícil lidiar. Aun así, todavía no perdía el control de la situación, seguía teniendo opciones.—Me quedaré hasta que pueda irme, pero no se atrevan a amarrarme de nuevo. —Les habló en un tono oscuro, irreconocible, como una advertencia de "ya saben con quién tratan". Los seres asintier
XXXVI. Quién soy.El Norte se luce limpio,con parecido a hogar invernal.¿Por qué si nievano tengo frío?Entre los árboles duermojunto al fuego,y las estrellas lloran tibio.Al borde del abismofluye apacible el río,y en él se refleja cuando mirouna majestuosa bestiadel más puro blanco.¿De quién son estos recuerdos?Despertó con un exabrupto, pues en su ligero sueño advirtió la sensación de ser observada. Desde el catre penetró con sus ojos de piedra a Kainan, el anciano que parado desde la puerta no hacía sino mirarla. Níniel se echó para atrás de manera instintiva, aunque no se encogió como usualmente haría, sino que su postura fue más bien defensiva.A su lado, la pequeña loba dormía acurrucada sobre sus piernas. Ahora que lo pensaba, jamás hab
XXXVII. Mi hogar."Un lugar donde alguien todavía piensa en ti es un lugar al que puedes llamar hogar."— Jiraiya, Naruto Shippuden.Una ya pospuesta expedición para buscar exhaustivamente a ambas mujeres —chamán y niña— sería llevada a cabo por Nilah, Brinda y Misha, este último alegando que ya se encontraba mejor. Habían pasado trece días desde el encuentro con Alanna, en los que el lobo ruso tuvo que recuperarse, pensando en si Níniel estaría lidiando con el asunto por su cuenta, después de todo, hace años no veía a su madre, pero ya era demasiado tiempo para ser normal, por lo que finalmente se decidieron a intervenir.Ya tenían una idea de adónde ir; la Zona Oeste. De ese lugar provenía el olor de Níniel, o más bien de su sangre, aunque en ínfimas cantidades y casi imperceptiblemente. Se habían preparado bastante, provistos de menjurjes para evitar los hechizos de la ya declarada como bruja, Alanna, pero desconcertados se
XXXVIII. Regresar.Duerme, niñito mío, prenda mía.Arrurú, arrurú.La luna silenciosa esta mirandodentro de tu cuna.Te diré cuentos de hadasy te cantaré cancioncitas,pero debes dormir, cerrados tus ojitos.Arrurú, arrurú...El primer recuerdo de Nilah eran sus pies descalzos pisando la nieve. Su infancia la vivió con su madre en aquel país que correspondía a la ahora llamada "Zona Norte" y, aunque no nació allí, era su hogar. Otro de sus muchos recuerdos era su progenitora, la hermosa dama Velkan, elevando sus oraciones a la proclamada como diosa de su raza; la luna. Cuando el pequeño Nilah le preguntó por qué cada noche agradecía a ese lucero en el cielo, su madre le sonrió mientras acariciaba su mejilla.—Porque me ha otorgado un milagro.Nilah era muy pequeño en ese entonces para comprender los motivos por los cuales su madre oraba tan fervientemente a
XXXVIII. Regresar.Duerme, niñito mío, prenda mía.Arrurú, arrurú.La luna silenciosa esta mirandodentro de tu cuna.Te diré cuentos de hadasy te cantaré cancioncitas,pero debes dormir, cerrados tus ojitos.Arrurú, arrurú...El primer recuerdo de Nilah eran sus pies descalzos pisando la nieve. Su infancia la vivió con su madre en aquel país que correspondía a la ahora llamada "Zona Norte" y, aunque no nació allí, era su hogar. Otro de sus muchos recuerdos era su progenitora, la hermosa dama Velkan, elevando sus oraciones a la proclamada como diosa de su raza; la luna. Cuando el pequeño Nilah le preguntó por qué cada noche agradecía a ese lucero en el cielo, su madre le sonrió mientras acariciaba su mejilla.—Porque me ha otorgado un milagro.Nilah era muy pequeño en ese entonces para comprender los motivos por los cuales su madre oraba tan fervientemente a
XXXIX. Ímpetu imparable."Y la piedra en esa montaña que en lo alto puedes ver, se creerá más importante que las que han de sostener."La mirada celestial - El príncipe de Egipto.Como una polilla atraída por la luz, se admiraba el ser de la oscuridad por las voluntades fuertes y el cielo.Adair Fearann repasaba constantemente el sacrificio de la vida de su padre para tenerles. Incluso después de tantos años, lograba remecerse gracias al recuerdo de un ser tan magno como lo fue él. Quizá su raza no fuera la más fuerte físicamente, pero tenían diferentes habilidades divinas y una salud innata que les resguardaba de la muerte casi por completo. Lástima que su padre decidió dar su vida a sus hijos y dejó una existencia tan grande como la suya enterrada bajo un árbol, cuando siempre perteneció a la gloria misma. Él había sido alguien inteligente, con una mente ávida y se atrevía a decir que cercana a la perfección, entonces, ¿por
XL. Libertad carmesí.Salió de la casa de Nilah con fluidez, como si fuese suya. Él había dicho que era su hogar, el de ambos, y ahora una sensación de urgencia le decía que tenía que volver con bien a ese lugar, donde él estaría esperándole. Claro que donde Nilah se hallara ella se sentiría bien, así como aprendió a sentirse a lo largo de esos meses, apreciando su presencia y espíritu acogedor. Esa noche había experimentado algo que nunca antes supo que existiera, fue su primera vez haciendo muchas cosas; besando, tocando y amando también, pues él se dedicó a enseñarle pacientemente, incluso el significado de la palabra "amor". Ahora que dejaba la cabaña y se encaminaba a los bosques y yacimientos para obtener lo necesario para su propósito, repasaba lo que había sucedido y anhelaba desde el fondo de su corazón que s
XLI. Libres menos uno.Níniel sabía que su madre esperaba su aparición. Alanna sabía que su hija vendría. Ambas predecían cómo sería el proceder de la otra y formularon un plan perfecto para cada lado, sin considerar el ajeno desenlace esperado. Hasta cierto punto, sabían cómo actuar para lograr sus objetivos, pero el final era sólo un anhelo propio de ambas partes de resultar victoriosas. Y en el deseo no había ningún fundamento para resultar vencedor. Curiosamente, compartían formas de pensar.Níniel sabía que su madre querría tomar la vida de alguien más para realizar su "liberación" y deseaba impedirlo. Que nadie inocente fuese dañado por las luchas de otros, menos las suyas. Dentro de la ecuación, era claro que la chamán del Norte contaba con la naturaleza piadosa de su sucesora para l