XXXVII. Mi hogar.
"Un lugar donde alguien todavía piensa en ti es un lugar al que puedes llamar hogar."
— Jiraiya, Naruto Shippuden.
Una ya pospuesta expedición para buscar exhaustivamente a ambas mujeres —chamán y niña— sería llevada a cabo por Nilah, Brinda y Misha, este último alegando que ya se encontraba mejor. Habían pasado trece días desde el encuentro con Alanna, en los que el lobo ruso tuvo que recuperarse, pensando en si Níniel estaría lidiando con el asunto por su cuenta, después de todo, hace años no veía a su madre, pero ya era demasiado tiempo para ser normal, por lo que finalmente se decidieron a intervenir.
Ya tenían una idea de adónde ir; la Zona Oeste. De ese lugar provenía el olor de Níniel, o más bien de su sangre, aunque en ínfimas cantidades y casi imperceptiblemente. Se habían preparado bastante, provistos de menjurjes para evitar los hechizos de la ya declarada como bruja, Alanna, pero desconcertados se
XXXVIII. Regresar.Duerme, niñito mío, prenda mía.Arrurú, arrurú.La luna silenciosa esta mirandodentro de tu cuna.Te diré cuentos de hadasy te cantaré cancioncitas,pero debes dormir, cerrados tus ojitos.Arrurú, arrurú...El primer recuerdo de Nilah eran sus pies descalzos pisando la nieve. Su infancia la vivió con su madre en aquel país que correspondía a la ahora llamada "Zona Norte" y, aunque no nació allí, era su hogar. Otro de sus muchos recuerdos era su progenitora, la hermosa dama Velkan, elevando sus oraciones a la proclamada como diosa de su raza; la luna. Cuando el pequeño Nilah le preguntó por qué cada noche agradecía a ese lucero en el cielo, su madre le sonrió mientras acariciaba su mejilla.—Porque me ha otorgado un milagro.Nilah era muy pequeño en ese entonces para comprender los motivos por los cuales su madre oraba tan fervientemente a
XXXVIII. Regresar.Duerme, niñito mío, prenda mía.Arrurú, arrurú.La luna silenciosa esta mirandodentro de tu cuna.Te diré cuentos de hadasy te cantaré cancioncitas,pero debes dormir, cerrados tus ojitos.Arrurú, arrurú...El primer recuerdo de Nilah eran sus pies descalzos pisando la nieve. Su infancia la vivió con su madre en aquel país que correspondía a la ahora llamada "Zona Norte" y, aunque no nació allí, era su hogar. Otro de sus muchos recuerdos era su progenitora, la hermosa dama Velkan, elevando sus oraciones a la proclamada como diosa de su raza; la luna. Cuando el pequeño Nilah le preguntó por qué cada noche agradecía a ese lucero en el cielo, su madre le sonrió mientras acariciaba su mejilla.—Porque me ha otorgado un milagro.Nilah era muy pequeño en ese entonces para comprender los motivos por los cuales su madre oraba tan fervientemente a
XXXIX. Ímpetu imparable."Y la piedra en esa montaña que en lo alto puedes ver, se creerá más importante que las que han de sostener."La mirada celestial - El príncipe de Egipto.Como una polilla atraída por la luz, se admiraba el ser de la oscuridad por las voluntades fuertes y el cielo.Adair Fearann repasaba constantemente el sacrificio de la vida de su padre para tenerles. Incluso después de tantos años, lograba remecerse gracias al recuerdo de un ser tan magno como lo fue él. Quizá su raza no fuera la más fuerte físicamente, pero tenían diferentes habilidades divinas y una salud innata que les resguardaba de la muerte casi por completo. Lástima que su padre decidió dar su vida a sus hijos y dejó una existencia tan grande como la suya enterrada bajo un árbol, cuando siempre perteneció a la gloria misma. Él había sido alguien inteligente, con una mente ávida y se atrevía a decir que cercana a la perfección, entonces, ¿por
XL. Libertad carmesí.Salió de la casa de Nilah con fluidez, como si fuese suya. Él había dicho que era su hogar, el de ambos, y ahora una sensación de urgencia le decía que tenía que volver con bien a ese lugar, donde él estaría esperándole. Claro que donde Nilah se hallara ella se sentiría bien, así como aprendió a sentirse a lo largo de esos meses, apreciando su presencia y espíritu acogedor. Esa noche había experimentado algo que nunca antes supo que existiera, fue su primera vez haciendo muchas cosas; besando, tocando y amando también, pues él se dedicó a enseñarle pacientemente, incluso el significado de la palabra "amor". Ahora que dejaba la cabaña y se encaminaba a los bosques y yacimientos para obtener lo necesario para su propósito, repasaba lo que había sucedido y anhelaba desde el fondo de su corazón que s
XLI. Libres menos uno.Níniel sabía que su madre esperaba su aparición. Alanna sabía que su hija vendría. Ambas predecían cómo sería el proceder de la otra y formularon un plan perfecto para cada lado, sin considerar el ajeno desenlace esperado. Hasta cierto punto, sabían cómo actuar para lograr sus objetivos, pero el final era sólo un anhelo propio de ambas partes de resultar victoriosas. Y en el deseo no había ningún fundamento para resultar vencedor. Curiosamente, compartían formas de pensar.Níniel sabía que su madre querría tomar la vida de alguien más para realizar su "liberación" y deseaba impedirlo. Que nadie inocente fuese dañado por las luchas de otros, menos las suyas. Dentro de la ecuación, era claro que la chamán del Norte contaba con la naturaleza piadosa de su sucesora para l
Lazo."El hombre es un lobo para el hombre."Thomas Hobbes. El leviatán (1651).La niebla aquel día se apoderó del bosque e hizo una alianza con los monstruos, aunque depende de a qué se considere como uno. Quizá, más que ser oportuna para llevar a cabo un encuentro fatal, la niebla fue hilo conductor de un irrefrenable y caprichoso destino, que superaba a los cuentos y leyendas, con una historia que se quiso contar.Los sonidos y aromas del bosque ocultaban a dos humanas. La menor, una niña de cuatro años, poseedora de unos ojos que al permanecer siempre tan abiertos, parecían estar por descubrir los más grandes secretos. Era una chiquilla peculiar, pues su piel pálida, víctima del ajeno sol que no conocía esas tierras, lucía como si estuviera cubierta de polvo, una capa gris violeta que la volvía parte de las tinieblas. Ni
I. Reencuentro."Apenas nazco, me encamino hacia la muerte."Corrió de la manera más discreta que pudo, como un animalito indefenso. Se aseguró de sentir los pasos detrás de ella y cuando los oyó, continuó con su trote hacia el refugio, que constaba de un claro escondido entre enredaderas y arbustos de fuerte aroma, sellados desde adentro con cascarones de árboles muertos. Procuró entrar sin develar el interior de aquel lugar, pues si alguien se percataba del gran escondite que ahí había, perderían su espacio y la poca seguridad que poseían. Se quitó los polvorientos harapos de encima cuando ya estuvo adentro y segundos después percibió el mismo ruido de la ropa cayendo, pero con mucha más rudeza. Su camarada había llegado.—¡Todo ese esfuerzo por unas míseras bayas!Niel observó con pasividad a quién profería tales quejas; su única amiga y persona con la cual tenía contacto desde que era niña; Brinda. La muchacha en cuestión
II. Del otro lado.Me quise fundir con el invierno,me quemé a mí mismocon mi propio hielo,me convertí en nieve silenciosaque cae sobre los cristales rotos.El dolor, la sangre invisible,¿acaso no habrá renacer?Un hecho puede marcarlo todo,pero no respiraré esperando más.El aguante ya no soportay el frío me sofoca.Si pudiese elegir una de sus memorias más preciosas, sería el Norte y su blancura eternal. Al pensar en su niñez, lo primero que acudía a su mente eran los picos de las montañas, espolvoreados de nieve y luz. Recordaba todo como nítidas fotografías porque sus ojos tenían una memoria sin igual, lograban calcar cada imagen con precisión y era así como él lograba transportarse a aquellas épocas preciosas.Sin embargo, su memoria más preciada y que guardaba con mayor recelo, no estaba grabada en la totalidad por