XV. Mirar y sentir.
Apenas traspasaron los límites del territorio de Nilah, este se desplomó con Níniel y todo. Al parecer, transformarse y correr con la chica a cuestas le había pasado la cuenta a su estado de convalecencia y, por ello, no volvería a su forma humana hasta que se lograra aliviar.
La luna llena coronaba el cielo con su usual magnificencia. El lobo negro creía que podría contemplarla para siempre, pues sentía por ella algo muy similar a lo que por Níniel, la humana que ya no mostraba miedo en su semblante, sino turbación y ausencia, así como una genuina curiosidad en sus ojos de plata. Mirándolos, se dio cuenta de que le recordaban a la luna.
Quizá por eso le gustaba tanto.
Se sorprendió grandemente cuando ella dubitativa le habló de pronto, con él aún estando como lobo.
—¿Se encuentra bien?
No tenía manera de responderle, pero mentalmente contestó que no, que se sent
XVI. Direcciones.Darío no supo qué pensar de la imagen que tuvo ante sus ojos. Nilah y la humana juntos, después de que este afirmara que ya era suficiente de ella. No lograba entenderlo, creía que aquel con espíritu de alfa era alguien de decisiones únicas, fiel a su palabra, lo conocía hace mucho y siempre había sido así, pero esa humana, según su opinión, quebrantaba todo lo que Nilah en esencia era.Eso le hizo pensar en su vínculo, que después del montón de años que tenía, todavía no se mostraba ante él y quizá ya nunca lo haría. Ver a su mejor amigo querer con tanta locura a alguien le hacía sentirse solo, como si fuese vagando por la vida como un ente solitario. Y lo era. Antes al menos lograba olvidar el sentimiento de soledad porque compartía ese mismo estado con Nilah, pero ahora que había hallado a su compañera, recordó de golpe que él aún estaba incompleto y que no habían luces de que ese alguien apareciera en su vida. Su otra mitad par
XVII. Noble y dulce doncella.Nilah la llevó a una manada de mujeres lobo. Ella por supuesto al enterarse se negó, pensando que preferiría morir a vivir entre criaturas, pero él insistió, diciendo que estando con ellas, entendería el porqué de llevarla allí. Níniel se quería morir, estaba sumamente aterrada, pero antes de asimilarlo ya estaba siendo arrastrada como cordero al matadero.Amor omnia vincit.Ese era el nombre de la manada; "el amor todo lo vence". Un sinsentido si le preguntaban, pero al llegar al territorio ubicado en el Noroeste, comprendió un poco lo que él dijo.Parecía una aldea humana, similar a la que dejó atrás hace un par de días. Estaba compuesta solamente por mujeres de todos los colores y tamaños, yendo felices de allá para acá. Apenas el Velkan cruzó el límite de las tierras, todas comenzaron a aullar y a reír en completa alegría. Níniel no entendía qué sucedía.<
XVIII. Corazones cálidos.Dejó pasar seis días, los peores de su vida. Bueno, tal vez exageraba un poco, pues había tenido bastantes días malos a lo largo de su existencia, pero vivir estos se sintió como un suplicio en diferentes sentidos.Finalmente los ayudantes de la señora Agda habían logrado desinfectar su casa de cualquier rastro de acónito, por lo que pudo volver a su hogar después de semanas siendo un allegado. Apenas entró inhaló hondamente, percibiendo lo que era el dulce aroma de su cabaña. Él era muy hogareño en ese aspecto, amaba con su corazón aquella casita, por lo que de inmediato se puso a ordenar y limpiar, dejando todo como correspondía. Después de eso se dio un prologando baño, comió algunos manjares los cuales guardaba celosamente y se acostó feliz en la cama, listo para descansar.Lástima que ahí comenzó su martirio.Estar solo ya no era tan sencillo como antes, sobre todo después de haber ree
XIX. Sorpresas.Esos días habían sido sorpresa tras sorpresa. Primero, la humana pelirroja se le había escapado, segundo; la siguió, cosa que todavía se cuestionaba, y tercero; ella llegó a un lugar que parecía no existir, pues no expedía aroma o emitía ruido alguno, eran solamente un montón de enredaderas y arbustos. La joven cazadora se metió ahí y desapareció de sus sentidos como por arte de magia. Si no fuera por lo que vio, habría admitido a viva voz que se le había esfumado en las narices.La cuarta sorpresa fue adentrarse en ese lugar sin meditarlo ni un minuto. La quinta que inmediatamente fue derribado por la humana, quien le puso una roca afilada en el cogote. Otra sorpresa sería enterarse más tarde que era una cazadora experimentada. Y la sexta fue el panorama ahí adentro; una anciana minúscula de mirada agria, un hombre corpulento que medía más de dos metros y una mujer que le observaba con asombro y temor. Hacía tiempo de que no veía ta
XX. Necesidades y objetivos.Desde el día en que los monstruos destruyeron todo lo que conocía, se instaló en ella una frialdad inconcebible que la hacía ajena a cualquier tipo de dolor que no fuese el suyo. Incluso el dolor de su hija le era impropio, pues la había dejado a su suerte hace más de dos décadas con el respaldo de unos simples polvos y no tenía idea de ella desde entonces.La chamán admitía su egoísmo con serenidad pero sin verlo como algo negativo, pues le señalaba muy bien sus objetivos. Lo que pudiese distraerle o entorpecerle no servía, por lo que debía desecharlo. Tampoco es que fuese una persona con intenciones oscuras o maldad intrínseca, simplemente miraba hacia adelante sin dejar de avanzar, no importándole a quién aplastara en el camino.Muchos monstruos habían perecido atravesándosele y ahora esa niña que había robado también lo haría.Era más
XXI. Nuestras sendas.La situación era por lo mínimo extraña. Más que eso, era incómodo y todos los presentes lo sabían, sólo que algunos lograron sobreponerse, como Nilah, que se acercó a su amigo en un ambiente de secreteo.—¿Quién desapareció?—Una de las lobitas más pequeñas, no recuerdo su nombre, pero no debe tener más de cuatro años —informó Darío recordando a la pequeña. Allí llegaban muchas huérfanas, por lo que tampoco sabía su origen o quién cuidaba de ella—. Era una de cabello café y ojos grandes, la que olía a flores.—Sé más específico, Misha. Todas las niñas huelen a flores.—¡Joder, no sé! ¡No tengo memoria fotográfica como tú! ¿Cómo voy a distinguir a un montón de cachorras si todas se ven iguales? Sólo me acuerdo de su olor. La única vez que la vi, usaba dos trenzas y andaba con una canasta.—Ya sé quién e
XXII. Protectores.Una pequeña niña tiritaba de frío acurrucada junto a un tronco. Sus ojos vidriosos reclamaban por afecto y atención, enmudecidos por el reglamentario voto de silencio que desde nacida llevaba. Había sido cubierta por vez primera con los polvos que la harían invisible por el resto de sus días, y sus diferentes ingredientes le estaban causando estragos tales como fiebre y comezón. Su madre, ajena a los malestares, daba vueltas alrededor de ella, mirando al Norte, a cualquier lugar excepto su hija. Entonaba unas dulces pero lúgubres melodías, como incitando a alguien a acercarse a la vez que lo espantaba."El lobo aúlla de noche en el bosque,él quiere, pero no puede dormir."La pequeña, al borde de perder la conciencia debido a la falta de energía, divisó un tímido movimiento entre las hojas del suelo. Entrecerró sus ojitos y vio asomar su cabeza a un temeroso ratoncillo, quien también parecía padecer d
XXIII. La suerte está echada.[Parte I ]"La venganza de los osos"23 años atrás.Era un día nublado en toda la extensión de la Gran Zona, pero cada división mantenía su propio clima usual. Era verano, así que en el Norte no nevaba ni llovía, pero comparado a las demás zonas, aquella todavía preservaba el frío en el aire y el agua de los ríos, víctimas del derretimiento de hielo que caía desde las montañas.En la desembocadura del río más macizo de la zona Norte se dividían los territorios de dos especies enemigas. Por el lado del pleno Norte había un grupo de cambiantes lobo y por el otro lado, uno que colindaba con la zona Este y su rocosidad montañosa; los cambiantes oso. Aunque eran criaturas de la misma clase, su mitad animal los enemistaba desde sus parientes más salvaje