Quince

XV. Mirar y sentir.

Apenas traspasaron los límites del territorio de Nilah, este se desplomó con Níniel y todo. Al parecer, transformarse y correr con la chica a cuestas le había pasado la cuenta a su estado de convalecencia y, por ello, no volvería a su forma humana hasta que se lograra aliviar.

La luna llena coronaba el cielo con su usual magnificencia. El lobo negro creía que podría contemplarla para siempre, pues sentía por ella algo muy similar a lo que por Níniel, la humana que ya no mostraba miedo en su semblante, sino turbación y ausencia, así como una genuina curiosidad en sus ojos de plata. Mirándolos, se dio cuenta de que le recordaban a la luna.

Quizá por eso le gustaba tanto.

Se sorprendió grandemente cuando ella dubitativa le habló de pronto, con él aún estando como lobo.

—¿Se encuentra bien?

No tenía manera de responderle, pero mentalmente contestó que no, que se sent

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