Gracias, gracias, llegamos al final de esta historia. Con altas y bajas, pero... ¿Quién no se equivoca? Les dejo mi cariño y les saludo con todo el respeto.
Con la suave iluminación de las lámparas colgantes en la cafetería, Amber esperaba con paciencia a su hermana, habían acordado encontrarse en aquel pequeño e íntimo lugar en donde solían charlar. Llevaban un mes sin verse, después de la magnífica boda de Amber, con el hombre que sus padres habían elegido para ella, finalmente se reunieron para charlar sobre sus vidas.El delicioso aroma a café recién molido se desbordaba en el ambiente. Cuando Amy llegó, Amber ni siquiera se molestó en voltear hacia la puerta, pues el fuerte chasquido de los tacones de su hermana al andar, le anunciaron su llegada. Siempre le gustaba llamar la atención.La chica escaneó el lugar con cautela. Amber estaba sentada en una esquina como siempre, sus ojos verdes nerviosos se encontraron con los de su hermana gemela, cuando esta se acercó. Luego de un abrazo relativamente corto y frío, sellaron su reencuentro.—Parece que el matrimonio te ha sentado muy bien, te ves con más color y creo que hasta con unos ki
La casa de campo de los padres Foster, estaba algo ajetreada. Era sábado al medio día, la familia se reuniría para celebrar el cumpleaños del papá de las chicas. Amber estacionó su vehículo frente al garaje, tomó su bolso, además del regalo que llevaba y la torta de cumpleaños, y descendió con las pupilas dilatadas al ver a Jack acercarse también.¡Dios!La forma de andar, lo hacían verse imponente, además que la oscura camisa ajustada que llevaba, le marcaban su trabajado pectoral, separó los labios ligeramente al verlo retirar un par de mechones de su frente, sus angulosos rasgos faciales, remarcaban su varonil rostro.«Controlate Amber, se trata de tu cuñado», se reprendió en su mente.—Buenas tardes —Jack pronunció algo serio. Parecía molesto, pero intentaba disimularlo.La piel de la joven Foster se erizó al escucharlo, fue como sentir una caricia con su voz tan varonil.—Hola, que tal —respondió intentando ocultar su nerviosismo, sus piernas temblaron al momento que se le acerc
Semanas después. Las carcajadas y charlas animadas en la mansión Davis, se pausaron cuando los padres de las gemelas entraron, haciendo que aquella convivencia pausara unos instantes, en los que ellos se integraban.—Lamentamos la demora, pero no queríamos llegar con las manos vacías —Jonh el padre de las gemelas mencionó y se acercó a Amy, para entregarle un obsequio.La chica se puso de pie, acomodó sobre uno de sus acremados hombros el delgado tirante de su sexy vestido color burdeos.— ¿De qué se trata? —preguntó ansiosa.La señora Sara, esbozó una amplia sonrisa.—Es algo que has querido desde hace mucho, mucho tiempo.— ¡El collar que te heredó la abuela! —adivinó pronto.Los labios de Amber se separaron, pues aquella valiosa joya, era algo que ambas anhelaban desde niñas. ¡Se lo estaba entregando a ella!—Y no solo eso — agregó su madre—. Te traje los aretes y el anillo, para que tengas el juego completo.—Te mereces eso y más. No es nada fácil haber estado a la cabeza de la
A tempranas horas, Amber y Jack salieron hacia el aeropuerto, en pocos minutos, el fuerte zumbido del jet privado resonó en el aire. Amber estaba completamente nerviosa, pero a la vez emocionada, se acomodó en el lujoso interior de la aeronave. Jack por su parte estaba absorto en su teléfono, revisando correos electrónicos, ocupado en asuntos de negocios. La vista desde las ventanas mostraba las nubes que se alejaban mientras se elevaban hacia el cielo azul.Amber lo imitó y sacó su teléfono sabiendo que Amy estaba haciendo lo mismo que Jack y ella solo fingía trabajar. De pronto Amber observó a Jack por un momento, notando la expresión seria en su rostro. —¿Todo bien? —preguntó con voz firme.Jack levantó la mirada brevemente, asintiendo sin prestar mucha atención. —Sí, todo en orden —respondió, volviendo su atención al dispositivo en sus manos—. Se me pasó dejar indicaciones sobre la venta del viejo edificio de la avenida seis. Eso es todo.Amber se mordió su labio inferior, sinti
Nueva York, Estados Unidos. La puerta de la casa de Amber se abrió con un suave crujido, asomando la silueta de Amy, que había llegado temprano antes de la esperada reunión familiar. Sus pasos resonaron en el vestíbulo.Jacob, el esposo de Amber, estaba en la sala, absorto en la lectura de un libro. —Hola, mi Cleopatra —saludó.—Hola, mi príncipe —caminó hacia él con elegancia y altivez en su paso. —¿Cómo ha sido tu día?Las pupilas de Jacob se dilataron, comenzó a evaluarla con curiosidad. Hasta que soltó una gran carcajada.—Casi me engañas, Amy. —Se puso de pie y la tomó por la cintura, acercando sus gruesos labios sobre su acremada piel.—Creí que no sabrías distinguir entre nosotras —murmuró entre sus labios al besarlo.—Son tan distintas, Amber es puritana, le falta la sensualidad que a ti te sobra. —Sus manos con rapidez comenzaron a recorrer su talle.—Menos mal, que sabes diferenciar entre el talento y las copias baratas, las imitaciones. Es lo que es ella, no me llega ni
Por la mañana, cuando Amber despertó, se dio cuenta que aún seguía desnuda, luego de la torrencial noche que habían compartido, aún no podía creer haber traspasado aquella barrera que no debió, pero no se arrepentía. Al ver hacia el otro lado de la cama, la encontró vacía, Jack ya no estaba. Se movilizó para arreglarse e ir a la residencia Davis, en donde seguramente estaba con su familia. Que no la esperara, le hizo sentir decepción. —Buenos días —saludó la joven a la familia de Jack al entrar a la residencia. —¿Y Jack? —cuestionó. —Trabajando —respondió el señor Davis. Desde ese día Jack se sumió cada vez más en sus asuntos comerciales, dedicando la mayor parte de su tiempo a llamadas y reuniones. Aunque Amber intentaba participar en la dinámica familiar, se encontraba cada vez más excluida de la vida de Jack. Sus intentos por entablar conversaciones con él eran evadidos con respuestas cortantes y con su indiferencia habitual. — ¿Podemos ir a la playa? —cuestionó asomándose hac
—¿Estás embarazada? —Jack se llevó las manos a su espesa cabellera. Su corazón se agitó, no estaba preparado para una noticia como esa.Al ver el resultado de la prueba, Amber afirmó con la cabeza.—Sí, lo estoy.Jack recordó la broma que hizo en las vacaciones su hermano Damián, sobre el embarazo, presionó con fuerza sus dientes, ante la realidad que ahora estaban viviendo. Dio un par de pasos hacia el ventanal y enfocó sus ojos en el azul del cielo…—No estás obligado a nada, yo puedo resolverlo sola. —Por su mente pasaron mil posibles escenarios, algunos trágicos, otros no tantos. Se hizo a un lado y caminó hacia el comedor.Jack la detuvo con delicadeza por uno de sus brazos.—Yo…Amber se dio media vuelta y lo miró a los ojos. Estaba en shock, además de pálido, su respiración subía y bajaba, agitado. Fue como si una bomba estallara frente a sus ojos. Era tanta su sorpresa que Amber no tenía clara su reacción. Sabía que debía decir la verdad, pero no podía sin antes hablar con Amy
Amy regresó a la ciudad, su rostro estaba enrojecido por la furia contenida mientras se dirigía hacia su residencia, donde estaba su reemplazo, Amber. La noticia del embarazo, había desatado una mayor rivalidad entre ellas. Parecía que Amy se preparaba para derribar a su enemigo de guerra. Al llegar a la casa, ella golpeó la puerta con coraje. Sabiendo quien era, Amber resopló y se preparó lo mejor que pudo, en cuanto abrió la puerta y las verdosas miradas de ambas, se cruzaron con una mezcla de resentimiento y rivalidad. — ¿Estamos solas? —Amy preguntó sintiendo que su torso subía y bajaba, agitado. —Sí, lo estamos. Con rapidez, Amy lanzó una bofetada a su hermana. —¿Cómo te atreviste, Amber? —espetó, apenas podía contener la ira que bullía en su interior. No se podía contener. Amber se llevó la mano a su mejilla. —No lo planeamos, bebimos y una cosa nos llevó a la otra. Amy, incapaz de ocultar su frustración, prosiguió: —No puedo creer que te acostaras con ¡¡¡MI MARIDO!!! —