La casa de campo de los padres Foster, estaba algo ajetreada. Era sábado al medio día, la familia se reuniría para celebrar el cumpleaños del papá de las chicas. Amber estacionó su vehículo frente al garaje, tomó su bolso, además del regalo que llevaba y la torta de cumpleaños, y descendió con las pupilas dilatadas al ver a Jack acercarse también.
¡Dios!
La forma de andar, lo hacían verse imponente, además que la oscura camisa ajustada que llevaba, le marcaban su trabajado pectoral, separó los labios ligeramente al verlo retirar un par de mechones de su frente, sus angulosos rasgos faciales, remarcaban su varonil rostro.
«Controlate Amber, se trata de tu cuñado», se reprendió en su mente.
—Buenas tardes —Jack pronunció algo serio. Parecía molesto, pero intentaba disimularlo.
La piel de la joven Foster se erizó al escucharlo, fue como sentir una caricia con su voz tan varonil.
—Hola, que tal —respondió intentando ocultar su nerviosismo, sus piernas temblaron al momento que se le acercó y le dio un beso en su mejilla al saludarla. Qué decir del exquisito olor que desprendía, fue algo que traspasó sus fosas nasales, y se impregnó en lo más profundo de su ser, provocando que se sintiese embriagada por su fragancia.
—¿Necesitas bajar algo más de tu auto? —cuestionó con su gruesa voz, al verla sostener varias cosas.
—No, nada más —contestó, percibiendo un fuerte corrientazo al rozar sus dedos con los suyos al ayudarle a sostener el pastel—. Te lo agradezco.
—No es nada.
Ella inclinó su mirada con el pretexto de buscar las llaves, sabía que sus mejillas estaban sonrojadas y se pondrían más si él seguía tan cerca.
— ¿Y Amy? —Jack se aclaró la garganta.
—Se fue con tus padres a recoger el regalo de tus papás.
—Vaya, conociéndola apuesto a que debió haber gastado mucho en eso —Amber comentó al ingresar a la casa
—Lo desconozco —respondió él colocando el pastel sobre la mesa en la cocina. Arrugó el ceño al escuchar la música proveniente del jardín, el personal estaba adornando el exterior, donde sería el festejo. Se dio la media vuelta y se dirigió hacia la sala.
Amber suspiró profundo, llevó un par de bebidas, se detuvo al observarlo en un rincón, examinando una pintura en la pared, su expresión parecía distante. Su ropa oscura y su actitud reservada contrastaba con la luminosidad de la habitación. Se acercó con paso indeciso, sintiendo que su corazón latía con fuerza.
—Jack —murmuró y su nombre resonó en el espacio, llevando consigo una tonalidad de nerviosismo.
Él volvió la cabeza con indiferencia y la miró con indiferencia.
—¿Se te ofrece algo? —cuestionó, sin mostrar ningún rastro de emoción en sus ojos.
Un silencio incómodo se instaló por la sala, el cual fue interrumpido solo por el suave murmullo de la música proveniente de lo que sería la celebración afuera en el jardín. Amber se mordió el labio inferior, buscando palabras que rompieran su incomodidad, la cual era palpable.
—Supe por mamá que estuviste muy enfermo —recalcó aclarándose la garganta, para disipar el nudo que la abordaba.
Jack asintió con un gesto breve.
—Lo estuve, pero logré recuperarme muy bien, ya no tiene importancia —respondió, volviendo a ver la pintura.
Amber luchó con sus propias emociones, intentando no rebasar la línea que ella sabía que existía entre los dos.
—Me alegra que te hayas recuperado —resopló, intentando desviar la agitación que le provocaba estar tan cerca de él. Se preguntó cómo sería mirar esos profundos ojos chocolate y encontrar una chispa de interés, una conexión más allá de la relación que tenían.
Jack la observó con ceño fruncido, como si estuviera tratando de descifrar algún enigma. Se acercó y bebió un sorbo del vaso con soda que llevó Amber, para luego sacar su móvil y salir a hacer una llamada.
A pesar de las advertencias en su interior, Amber no podía evitar pensar en él, ni estando casada, lograba hacerlo, se sentía atraída por él, no tenía idea ¿Por qué? Mientras intentaba ocultar sus sentimientos, una pregunta persistente se instalaba en su mente: ¿Cómo lidiaría con un deseo que era tan irresistible como inapropiado?
Momentos después el resto de la familia llegó, incluyendo a Jacob, su esposo.
—Llegó tu Faraón. —Se acercó a Amber, colocó ambas manos sobre sus mejillas y besó sus labios, rozando un par de veces su lengua con la de ella. — ¿Me extrañaste Cleopatra? —fijó atento su azulada mirada.
—Claro. —Fingió sonreír y con discreción limpió sus labios.
—Me alegra escucharlo, porque me muero por estar a solas contigo. —Mordisqueó el lóbulo de su oreja.
Amber se sintió incómoda, no lo podía evitar. Tener intimidad con él, no le provocaba estallidos, ni destellos de juegos pirotécnicos, como Amy decía tener, cuando hacía el amor con Jack. Sin embargo, se esforzaba mucho, era detallista, cariñosa, amable, aprendió a cocinar, preparaba sus platillos favoritos, de verdad intentaba enamorarse de su marido.
Momentos más tarde, disfrutaron de una deliciosa carne a la parrilla, papas horneadas y vegetales, para luego entonar Happy Birthday to you. El señor John no se cansó de alardear ante la camioneta de lujo que le había regalado Amy, estaba muy emocionado con aquel obsequio. Caso contrario de lo que Amber le llevó, unas camisas diseñadas por ella con un juego de gemelos grabadas con sus iniciales, en verdad, se había esforzado mucho, preparando las telas, pero al parecer se le hicieron poca cosa y no fueron de su agrado. Eso la llenó de otra decepción más.
Al entrar por una botella de agua mineral a la cocina, no pudo evitar escuchar que Jack y Amy discutían.
—Me molesta que sigas compitiendo por siempre ser la que gane en todo —gruñó—, esto no es un maldito desafío, ¿cuándo lo vas a entender?, hay cosas más importantes que regalos costosos —gruñó.
—El que no comprende nada eres tú. Soy la mejor y siempre lo seré. —Alzó la voz, pues en ese momento, la música se escuchó con más volumen—. Siempre he deslumbrado a mis padres y lo seguiré haciendo.
Con lo poco que escuchó supo que Jack tenía la razón, luego de eso Jack se disculpó y se fue bajo la excusa que había tenido una emergencia. Amber tampoco se sentía bien, parecía ser un cero a la izquierda para sus padres, no necesitó decir nada, pues no se dieron cuenta en qué momento desapareció, por lo que se fue a su habitación. Desde ahí observó a Jacob y a su hermana bailando, se veían muy animados, susurrandose cosas al oído; la reunión se alargó con la llegada de varios amigos de sus padres.
Horas más tarde, se despertó, y se dio cuenta que Jacob, aún no subía. Se asomó a la ventana de la terraza y se dio cuenta que ya no había nadie, se colocó su delicada bata de seda y descendió a la planta baja, se le hizo extraño que no estuviera en la sala, ni en el estudio, se dirigió a la cocina por un poco de agua. Distinguió que había luz en el fondo del corredor, que conducía al cuarto de servicio. Algo que era extraño, porque no tenían personal de planta, no en la casa de descanso.
Silenciosamente caminó por el pasillo que conectaba con la casa. Estaba por llegar y descubrir quién estaba ahí, la puerta estaba entreabierta, bastaba con empujarla y averiguarlo.
—Vaya parece que tu amigo está ansioso por poseerme.
Amber se cubrió los labios para no emitir ningún sonido, reconocía esa voz a la perfección, “era su hermana”, pero ¿por qué estaba ocultándose ahí?, ¿con quién?
—Parece que se está portando muy mal el Faraón.
La sangre se le heló, su pecho comenzó a subir y bajar agitado, a continuación se comenzaron a escuchar candentes gemidos, acompañados de fuertes rechinidos provocados por la fricción de la cama. Su piel se erizó al saber que eran de su hermana.
—No te detengas —exigió Amy.
—No lo haré.. Te aseguro que nunca vas a poder olvidar mi nombre, y no vas a dejar de pensar en mí, mi Cleopatra.
—Eso lo decidiré, yo —respondió con seguridad—. Me moría de ganas de probar al semental de mi hermanita. Me habló maravillas de ti.
Se recargó en uno de los muros, y los pudo ver, besándose de manera apasionada, quedando el dorso oscuro de la piel de chocolate de Jacob, hacia la puerta.
«Infelices», pensó en su interior.
— Te aseguro que no te vas a arrepentir. —Se puso de pie y volteó boca abajo a Amy.
Su pecho dolía tanto que comenzó a sentir que le faltaba el aire, decidió alejarse antes de que la descubrieran. Mientras tomaba distancia de ellos, varias lágrimas escurrieron sobre sus mejillas, no podía creer que la nombrara de la misma forma en que lo hacía con ella en la intimidad, ¿en qué fallé?, se preguntó buscando la respuesta.
Se esforzaba tanto para que su matrimonio funcionara, era amable, atenta, cariñosa, aprendió a cocinar para sorprenderlo, parecía que nada valió la pena. Había fracasado una vez más. A pesar de que no había esa chispa, y que no lo amaba, jamás se negó a tener intimidad, además que nunca pasó por su mente serle infiel.
De inmediato los incesantes jadeos, volvieron.
Entonces una nueva agitación llegó a su mente “Jack”, ¿qué haría con él?, ¿se lo diría?, ¿le creería?, aquellas dudas acribillaron sus pensamientos y la llenaron de inquietud, ante la incertidumbre.
Semanas después. Las carcajadas y charlas animadas en la mansión Davis, se pausaron cuando los padres de las gemelas entraron, haciendo que aquella convivencia pausara unos instantes, en los que ellos se integraban.—Lamentamos la demora, pero no queríamos llegar con las manos vacías —Jonh el padre de las gemelas mencionó y se acercó a Amy, para entregarle un obsequio.La chica se puso de pie, acomodó sobre uno de sus acremados hombros el delgado tirante de su sexy vestido color burdeos.— ¿De qué se trata? —preguntó ansiosa.La señora Sara, esbozó una amplia sonrisa.—Es algo que has querido desde hace mucho, mucho tiempo.— ¡El collar que te heredó la abuela! —adivinó pronto.Los labios de Amber se separaron, pues aquella valiosa joya, era algo que ambas anhelaban desde niñas. ¡Se lo estaba entregando a ella!—Y no solo eso — agregó su madre—. Te traje los aretes y el anillo, para que tengas el juego completo.—Te mereces eso y más. No es nada fácil haber estado a la cabeza de la
A tempranas horas, Amber y Jack salieron hacia el aeropuerto, en pocos minutos, el fuerte zumbido del jet privado resonó en el aire. Amber estaba completamente nerviosa, pero a la vez emocionada, se acomodó en el lujoso interior de la aeronave. Jack por su parte estaba absorto en su teléfono, revisando correos electrónicos, ocupado en asuntos de negocios. La vista desde las ventanas mostraba las nubes que se alejaban mientras se elevaban hacia el cielo azul.Amber lo imitó y sacó su teléfono sabiendo que Amy estaba haciendo lo mismo que Jack y ella solo fingía trabajar. De pronto Amber observó a Jack por un momento, notando la expresión seria en su rostro. —¿Todo bien? —preguntó con voz firme.Jack levantó la mirada brevemente, asintiendo sin prestar mucha atención. —Sí, todo en orden —respondió, volviendo su atención al dispositivo en sus manos—. Se me pasó dejar indicaciones sobre la venta del viejo edificio de la avenida seis. Eso es todo.Amber se mordió su labio inferior, sinti
Nueva York, Estados Unidos. La puerta de la casa de Amber se abrió con un suave crujido, asomando la silueta de Amy, que había llegado temprano antes de la esperada reunión familiar. Sus pasos resonaron en el vestíbulo.Jacob, el esposo de Amber, estaba en la sala, absorto en la lectura de un libro. —Hola, mi Cleopatra —saludó.—Hola, mi príncipe —caminó hacia él con elegancia y altivez en su paso. —¿Cómo ha sido tu día?Las pupilas de Jacob se dilataron, comenzó a evaluarla con curiosidad. Hasta que soltó una gran carcajada.—Casi me engañas, Amy. —Se puso de pie y la tomó por la cintura, acercando sus gruesos labios sobre su acremada piel.—Creí que no sabrías distinguir entre nosotras —murmuró entre sus labios al besarlo.—Son tan distintas, Amber es puritana, le falta la sensualidad que a ti te sobra. —Sus manos con rapidez comenzaron a recorrer su talle.—Menos mal, que sabes diferenciar entre el talento y las copias baratas, las imitaciones. Es lo que es ella, no me llega ni
Por la mañana, cuando Amber despertó, se dio cuenta que aún seguía desnuda, luego de la torrencial noche que habían compartido, aún no podía creer haber traspasado aquella barrera que no debió, pero no se arrepentía. Al ver hacia el otro lado de la cama, la encontró vacía, Jack ya no estaba. Se movilizó para arreglarse e ir a la residencia Davis, en donde seguramente estaba con su familia. Que no la esperara, le hizo sentir decepción. —Buenos días —saludó la joven a la familia de Jack al entrar a la residencia. —¿Y Jack? —cuestionó. —Trabajando —respondió el señor Davis. Desde ese día Jack se sumió cada vez más en sus asuntos comerciales, dedicando la mayor parte de su tiempo a llamadas y reuniones. Aunque Amber intentaba participar en la dinámica familiar, se encontraba cada vez más excluida de la vida de Jack. Sus intentos por entablar conversaciones con él eran evadidos con respuestas cortantes y con su indiferencia habitual. — ¿Podemos ir a la playa? —cuestionó asomándose hac
—¿Estás embarazada? —Jack se llevó las manos a su espesa cabellera. Su corazón se agitó, no estaba preparado para una noticia como esa.Al ver el resultado de la prueba, Amber afirmó con la cabeza.—Sí, lo estoy.Jack recordó la broma que hizo en las vacaciones su hermano Damián, sobre el embarazo, presionó con fuerza sus dientes, ante la realidad que ahora estaban viviendo. Dio un par de pasos hacia el ventanal y enfocó sus ojos en el azul del cielo…—No estás obligado a nada, yo puedo resolverlo sola. —Por su mente pasaron mil posibles escenarios, algunos trágicos, otros no tantos. Se hizo a un lado y caminó hacia el comedor.Jack la detuvo con delicadeza por uno de sus brazos.—Yo…Amber se dio media vuelta y lo miró a los ojos. Estaba en shock, además de pálido, su respiración subía y bajaba, agitado. Fue como si una bomba estallara frente a sus ojos. Era tanta su sorpresa que Amber no tenía clara su reacción. Sabía que debía decir la verdad, pero no podía sin antes hablar con Amy
Amy regresó a la ciudad, su rostro estaba enrojecido por la furia contenida mientras se dirigía hacia su residencia, donde estaba su reemplazo, Amber. La noticia del embarazo, había desatado una mayor rivalidad entre ellas. Parecía que Amy se preparaba para derribar a su enemigo de guerra. Al llegar a la casa, ella golpeó la puerta con coraje. Sabiendo quien era, Amber resopló y se preparó lo mejor que pudo, en cuanto abrió la puerta y las verdosas miradas de ambas, se cruzaron con una mezcla de resentimiento y rivalidad. — ¿Estamos solas? —Amy preguntó sintiendo que su torso subía y bajaba, agitado. —Sí, lo estamos. Con rapidez, Amy lanzó una bofetada a su hermana. —¿Cómo te atreviste, Amber? —espetó, apenas podía contener la ira que bullía en su interior. No se podía contener. Amber se llevó la mano a su mejilla. —No lo planeamos, bebimos y una cosa nos llevó a la otra. Amy, incapaz de ocultar su frustración, prosiguió: —No puedo creer que te acostaras con ¡¡¡MI MARIDO!!! —
Varios días después. Amy, era incapaz de aceptar aquella terrible realidad. En un ultimo intento, decidió abordar el asunto, volvió a buscarla, en un intento desesperado de cambiar la situación. ¡Estaba desesperada! Se reunieron en la sala de estar, el distanciamiento entre ellas era notable para ambas. —Amber, necesitas reconsiderar esto —comenzó Amy con una expresión grave—. No es el momento adecuado para tener un hijo, especialmente no con el esposo de tu hermana —recalcó. Amber la observó a los ojos, era como verse frente a un espejo, eran como dos gotas de agua por fuera, pero en el interior tan distintas, ella hubiera dado lo que fuera por casarse por amor, por tener un hogar. No haberlo hecho por querer olvidar, ahora sabía que un clavo, no sacaba a otro. —Este bebé es parte de mí, Amy. No puedo simplemente interrumpir su vida porque no encaja con tus planes. La decisión es mía y de nadie más, te guste o no. Yo soy la única que tiene el control. Amy se llevó las manos al cu
Jack, con el corazón latiendo con bravura, se apresuró junto a la ambulancia que transportaba a Amber. La rapidez en sus pasos, reflejaba la posible gravedad de ella, además que sus pensamientos en desorden se agolpaban en su mente.La llegada al hospital fue un maremoto con un grupo de personas corriendo hacia ella, con la supuesta Amy siendo llevada de inmediato a las áreas de emergencia. Jack, movido por la desesperación y la necesidad de estar cerca de ella, intentó seguirlos sin soltar la camilla. —Lo siento, señor, no puede pasar más allá de este punto —las manos de una enfermera lo detuvieron.Arrugó el ceño con impotencia, sabía que no podría hacer más para ingresar. Se dio la media vuelta y se dirigió hacia la sala de espera, lleno de un gran agobio.— Necesito saber el estado de salud de mi esposa.La enfermera, consciente de la angustia de Jack, lo miró con compasión.—Entendemos su preocupación, pero necesitamos tiempo para evaluar la situación. Haremos todo lo posible po