A tempranas horas, Amber y Jack salieron hacia el aeropuerto, en pocos minutos, el fuerte zumbido del jet privado resonó en el aire. Amber estaba completamente nerviosa, pero a la vez emocionada, se acomodó en el lujoso interior de la aeronave. Jack por su parte estaba absorto en su teléfono, revisando correos electrónicos, ocupado en asuntos de negocios. La vista desde las ventanas mostraba las nubes que se alejaban mientras se elevaban hacia el cielo azul.
Amber lo imitó y sacó su teléfono sabiendo que Amy estaba haciendo lo mismo que Jack y ella solo fingía trabajar. De pronto Amber observó a Jack por un momento, notando la expresión seria en su rostro.
—¿Todo bien? —preguntó con voz firme.
Jack levantó la mirada brevemente, asintiendo sin prestar mucha atención.
—Sí, todo en orden —respondió, volviendo su atención al dispositivo en sus manos—. Se me pasó dejar indicaciones sobre la venta del viejo edificio de la avenida seis. Eso es todo.
Amber se mordió su labio inferior, sintiendo el estrés del engaño que se estaba llevando a cabo. Aún así, no podía evitar la fascinación al estar en el jet privado de Jack, rumbo a Grecia para pasar la Navidad y el año nuevo con su familia.
Mientras el avión continuaba su trayectoria, Amber decidió volver intentar romper la barrera que separaba sus vidas.
—¿Alguna vez has celebrado en Nueva York la navidad? —preguntó, esperando iniciar una conversación que desviara la atención de Jack de sus asuntos laborales.
Él levantó la mirada nuevamente, esta vez con una pizca de curiosidad, pues a Amy no solía mostrar interés alguno por su vida personal.
—No, nunca. Siempre nos reunimos en Grecia. Esas fechas son inamovibles —recalcó—. Estamos tan ocupados que no suelo visitar a mi familia con frecuencia—. Creí que ya lo habíamos hablado.
La sonrisa que estaba por esbozar, se le borró al escuchar su respuesta. Era muy obvio que ya había tratado el tema con Amy, pues solían pasar ambas fechas allá, pero ¡qué tonta!
—Lo había olvidado —prefirió guardar silencio para no cometer otra imprudencia y dormir un poco, al igual que Jack quien guardó su móvil y acomodó el asiento para descansar.
Amber despertó un rato después y se puso de pie para buscar su chaqueta, su verdosa mirada apreció los angulosos rasgos de él, era tan apuesto. Caminó hacia una de las gavetas, justo cuando una coqueta azafata tomó una frazada, para colocársela a Jack.
—Yo me encargo de mi esposo —indicó con seriedad, sintiendo una fuerte oleada de celos, unos que jamás había sentido. Y de pronto separó los labios con sorpresa, ¿qué fue lo que había dicho? ¿se refirió a él como su… esposo?, aquella palabra le gustó más de lo que se pudo imaginar.
Se acercó con cautela y colocó aquella frazada sobre él, deslizó sus manos sobre su rostro con mucha delicadeza, sin poder evitarlo dirigió sus labios a los de él y lo besó con dulzura.
Al tomar asiento, recargó su cabeza sobre el mullido asiento de cuero, su corazón latía tan fuerte que lo escuchaba. Además que no podía evitar sentir la ironía de la situación. Mientras Jack se imaginaba que era con Amy con quien pasaría las vacaciones familiares, ella temía que algo amenazara aquella farsa y las descubriera en cualquier momento. La sola idea de que él la llegara a despreciar le preocupaba..
Con cada minuto que pasaba en el jet privado, Amber se preguntaba cómo sobreviviría al enredo de mentiras producto de la mente perversa de Amy. Mientras tanto, la promesa de Grecia y la posibilidad de estar cerca de Jack le proporcionaban un destello de esperanza en medio del laberinto de engaños en el que se encontraba.
La mansión de los Davis en Grecia resaltaba majestuosa entre el paisaje mediterráneo, iluminada por el cálido resplandor del sol. Mientras Jack y Amber descendían del jet privado, el aire fresco y el aroma a mar los golpeaba con fuerza. Jack, ahora lejos de las preocupaciones del trabajo, parecía más relajado, Amber notó una transformación sutil en su actitud.
Al entrar en la casa, fueron recibidos por la bulliciosa alegría de la familia Davis. Los padres de Jack, amables y cariñosos, recibieron a Amber con pinzas. Era cierto, su esposa se había ganado la falta de aprecio.
—Es un placer tenerte aquí, Amy —dijo la madre de Jack, confundiendo a Amber con su hermana.
—Gracias —respondió Amber con una sonrisa, intentando mantener la compostura. Se dedicó a ver la forma en la que se abrazaban, observando a Jack interactuar con sus hermanos y padres nunca los había visto antes.
—Me has hecho mucha falta —Cristel su hermana menor pronunció con emoción y se aferró con fuerza a su abrazo.
—Vivir fuera, es parte del trabajo —comentó sin soltarla.
— ¡Bienvenido, hermano! —Damián dijo y se unió al abrazo.
—Gracias —contestó amable.
En el transcurso de la tarde, Jack mostró un lado de sí mismo que Amber desconocía. Pues hablaba con mayor soltura y sonreía un poco más, aunque a ratos revisaba su móvil.
Al llevar el equipaje a la habitación que compartirían, los nervios la invadieron, no había pensado que dormirían juntos, aunque le encantaría entregarse por completo a él, no se veía haciéndolo de la misma forma en la que Amy los traicionaba.
Se recostó para descansar un rato, se quedó dormida, al despertar se encontró con Jack acostado a su lado, perdido en sus sueños, hasta que la alarma de su despertador timbró y se levantó.
—Espero que esta vez, muestres un poco más de educación y respeto hacia mi familia. —Posó su mirada férrea sobre ella.
—Me tienen sin cuidado. —Intentó escucharse como Amy, caminó contoneando las caderas como ella lo hacía.
—Intenta fingir que somos una pareja feliz, que me amas.
—¿Harás lo mismo? —cuestionó con interés, colocando ambas manos sobre su tonificado pectoral. —¿Fingirás que me amas? —acercó sus labios a los de él, quedando a escasos milímetros—. Necesito saber... ¿Qué me darás a cambio por el esfuerzo que voy a hacer? —su corazón retumbó con fuerza, no tenía idea de dónde le salía ese valor.
—Si con eso llevaremos la fiesta en paz, al menos por unos días, tú ganas. Fingiré que nos llevamos mejor que los años anteriores. —Rodó los ojos y salió a atender una llamada de negocios.
Amber ladeó los labios triunfante, esta era su oportunidad para ser un poco más ella y pasarla bien.
Al reunirse a cenar, se encontraron con toda la familia reunida. Los padres de Jack elogiaron a "Amy" por su elegancia y Amy, en la piel de Amber, prosiguió imitando a su hermana.
—Preparé tus platillos favoritos —refirió Ruth a su hijo.
Jack ladeó los labios, a pesar de ser norteamericanos de nacimiento, sus padres se los habían llevado muy pequeños a Grecia a vivir, por lo que habían adoptado a Grecia como una segunda casa—, adoro la Spanakópita —refirió tomando el hojaldre para darle un mordisco—, delicioso, gracias mamá..
—Lo sé —la mujer elevó el rostro con orgullo.
—Tienes que probar esto, amor —Jack acercó su tenedor a los labios de su esposa. Sabía que Amy no comía nada de esas cosas, por cuidar su figura.
—Tienes razón, es exquisito, cariño. —Sonrió con espontaneidad, sabía que Jack pensaría que fingía.
—¿Quieres más? —preguntó para molestarla, volviendo a acercarle otro bocado.
—Sí, claro que quiero. —Amber lo recibió gustosa.
— ¿No estarás embarazada? —preguntó Damián con espontaneidad.
Aquellas palabras provocaron que Amber pasara mal el bocado y se atragantara, además de sonrojarse.
Jack esbozó una sonrisa torcida al verla sonrojada; sin embargo, la idea de tener un hijo con Amy, en definitiva ¡No!. Ninguno de los dos sería bueno para criar un hijo.
— ¡No! —los dos respondieron al mismo tiempo a la pregunta de Damián.
Momentos después la música comenzó a escucharse, los padres de Jack abrieron el baile. Amber tomó de la mano a su supuesto esposo, tenemos que bailar, este último año lo hemos venido haciendo muy seguido, mintió. Y no lo soltó ni un segundo, aprovechandose se acomodó entre su firme pectoral, aspirando su embriagante aroma.
A medida que la noche avanzaba, Amber se sentía más atrapada entre esa falsa realidad. Por un lado, estaba la falsa realidad que estaba construyendo a través de su engaño, y por otro, la autenticidad y la calidez que experimentaba en la familia Davis. Cosa que jamás sintió en su propia casa.
Al llegar a la cabaña, Amber se fue a cambiar a la única habitación, justo cuando se retiró el sostén, Jack ingresó sin camisa. La mirada de ambos se encontró por escasos segundos, los ojos de él se dirigieron hacia la desnudez de sus pechos. Los cuales fueron rápidamente cubiertos por el pijama de seda.
—¿Te cubres, cómo si nunca te hubiera visto desnuda? ¿Acaso no deseas que pasemos una noche agitada?
El corazón de Amber se estremeció, una fuerte punzada en su vientre bajo la hizo despertar un fuerte deseo en él. ¿Por qué Amy le diría que estar con él era aburrido?
Después de aquella sonrisa torcida que vio en sus labios, lo siguiente que hizo Jack fue recostarse dándole la espalda a su esposa.
—¿Aún con esa farsa a mí no logras engañarme?
Los ojos de Amber se abrieron de par en par, un fuerte escalofrío le recorrió la espina dorsal, ¿Acaso la había descubierto? —se rascó la cabeza llena de confusión. — ¿Qué… quieres decir? —preguntó con voz temblorosa
Nueva York, Estados Unidos. La puerta de la casa de Amber se abrió con un suave crujido, asomando la silueta de Amy, que había llegado temprano antes de la esperada reunión familiar. Sus pasos resonaron en el vestíbulo.Jacob, el esposo de Amber, estaba en la sala, absorto en la lectura de un libro. —Hola, mi Cleopatra —saludó.—Hola, mi príncipe —caminó hacia él con elegancia y altivez en su paso. —¿Cómo ha sido tu día?Las pupilas de Jacob se dilataron, comenzó a evaluarla con curiosidad. Hasta que soltó una gran carcajada.—Casi me engañas, Amy. —Se puso de pie y la tomó por la cintura, acercando sus gruesos labios sobre su acremada piel.—Creí que no sabrías distinguir entre nosotras —murmuró entre sus labios al besarlo.—Son tan distintas, Amber es puritana, le falta la sensualidad que a ti te sobra. —Sus manos con rapidez comenzaron a recorrer su talle.—Menos mal, que sabes diferenciar entre el talento y las copias baratas, las imitaciones. Es lo que es ella, no me llega ni
Por la mañana, cuando Amber despertó, se dio cuenta que aún seguía desnuda, luego de la torrencial noche que habían compartido, aún no podía creer haber traspasado aquella barrera que no debió, pero no se arrepentía. Al ver hacia el otro lado de la cama, la encontró vacía, Jack ya no estaba. Se movilizó para arreglarse e ir a la residencia Davis, en donde seguramente estaba con su familia. Que no la esperara, le hizo sentir decepción. —Buenos días —saludó la joven a la familia de Jack al entrar a la residencia. —¿Y Jack? —cuestionó. —Trabajando —respondió el señor Davis. Desde ese día Jack se sumió cada vez más en sus asuntos comerciales, dedicando la mayor parte de su tiempo a llamadas y reuniones. Aunque Amber intentaba participar en la dinámica familiar, se encontraba cada vez más excluida de la vida de Jack. Sus intentos por entablar conversaciones con él eran evadidos con respuestas cortantes y con su indiferencia habitual. — ¿Podemos ir a la playa? —cuestionó asomándose hac
—¿Estás embarazada? —Jack se llevó las manos a su espesa cabellera. Su corazón se agitó, no estaba preparado para una noticia como esa.Al ver el resultado de la prueba, Amber afirmó con la cabeza.—Sí, lo estoy.Jack recordó la broma que hizo en las vacaciones su hermano Damián, sobre el embarazo, presionó con fuerza sus dientes, ante la realidad que ahora estaban viviendo. Dio un par de pasos hacia el ventanal y enfocó sus ojos en el azul del cielo…—No estás obligado a nada, yo puedo resolverlo sola. —Por su mente pasaron mil posibles escenarios, algunos trágicos, otros no tantos. Se hizo a un lado y caminó hacia el comedor.Jack la detuvo con delicadeza por uno de sus brazos.—Yo…Amber se dio media vuelta y lo miró a los ojos. Estaba en shock, además de pálido, su respiración subía y bajaba, agitado. Fue como si una bomba estallara frente a sus ojos. Era tanta su sorpresa que Amber no tenía clara su reacción. Sabía que debía decir la verdad, pero no podía sin antes hablar con Amy
Amy regresó a la ciudad, su rostro estaba enrojecido por la furia contenida mientras se dirigía hacia su residencia, donde estaba su reemplazo, Amber. La noticia del embarazo, había desatado una mayor rivalidad entre ellas. Parecía que Amy se preparaba para derribar a su enemigo de guerra. Al llegar a la casa, ella golpeó la puerta con coraje. Sabiendo quien era, Amber resopló y se preparó lo mejor que pudo, en cuanto abrió la puerta y las verdosas miradas de ambas, se cruzaron con una mezcla de resentimiento y rivalidad. — ¿Estamos solas? —Amy preguntó sintiendo que su torso subía y bajaba, agitado. —Sí, lo estamos. Con rapidez, Amy lanzó una bofetada a su hermana. —¿Cómo te atreviste, Amber? —espetó, apenas podía contener la ira que bullía en su interior. No se podía contener. Amber se llevó la mano a su mejilla. —No lo planeamos, bebimos y una cosa nos llevó a la otra. Amy, incapaz de ocultar su frustración, prosiguió: —No puedo creer que te acostaras con ¡¡¡MI MARIDO!!! —
Varios días después. Amy, era incapaz de aceptar aquella terrible realidad. En un ultimo intento, decidió abordar el asunto, volvió a buscarla, en un intento desesperado de cambiar la situación. ¡Estaba desesperada! Se reunieron en la sala de estar, el distanciamiento entre ellas era notable para ambas. —Amber, necesitas reconsiderar esto —comenzó Amy con una expresión grave—. No es el momento adecuado para tener un hijo, especialmente no con el esposo de tu hermana —recalcó. Amber la observó a los ojos, era como verse frente a un espejo, eran como dos gotas de agua por fuera, pero en el interior tan distintas, ella hubiera dado lo que fuera por casarse por amor, por tener un hogar. No haberlo hecho por querer olvidar, ahora sabía que un clavo, no sacaba a otro. —Este bebé es parte de mí, Amy. No puedo simplemente interrumpir su vida porque no encaja con tus planes. La decisión es mía y de nadie más, te guste o no. Yo soy la única que tiene el control. Amy se llevó las manos al cu
Jack, con el corazón latiendo con bravura, se apresuró junto a la ambulancia que transportaba a Amber. La rapidez en sus pasos, reflejaba la posible gravedad de ella, además que sus pensamientos en desorden se agolpaban en su mente.La llegada al hospital fue un maremoto con un grupo de personas corriendo hacia ella, con la supuesta Amy siendo llevada de inmediato a las áreas de emergencia. Jack, movido por la desesperación y la necesidad de estar cerca de ella, intentó seguirlos sin soltar la camilla. —Lo siento, señor, no puede pasar más allá de este punto —las manos de una enfermera lo detuvieron.Arrugó el ceño con impotencia, sabía que no podría hacer más para ingresar. Se dio la media vuelta y se dirigió hacia la sala de espera, lleno de un gran agobio.— Necesito saber el estado de salud de mi esposa.La enfermera, consciente de la angustia de Jack, lo miró con compasión.—Entendemos su preocupación, pero necesitamos tiempo para evaluar la situación. Haremos todo lo posible po
El ambiente se tornó denso en el interior de la habitación para ambos se hizo complicado poder respirar. Para Jack, no fue complicado averiguar la verdad, a través de un análisis de huellas dactilares, estaba furioso al confirmar que era Amber, quien se había estado haciendo pasar por Amy. — ¡Dios! La había descubierto.— ¿Cómo pudiste hacer esto, Amber? —espetó Jack, su tono vibraba con una mezcla de furia, decepción y dolor. —¿Hacerte pasar por tu propia hermana? ¿Qué estabas pensando?Amber, consciente de la gravedad de la situación, bajó la mirada antes de responder. —Jack, lo siento. Fue un error, creí que era lo mejor en ese momento. —Inclinó su mirada avergonzada.La respuesta de Amber no calmó la furia de Jack, quien continuó expresando su indignación. — ¡¿Lo mejor?! ¿Engañarme a mí y a todos los demás? ¿Qué planeaban lograr con esto?Sintiéndose acorralada Amber, intentó darle una explicación.—Tenía miedo, Jack. Miedo de cómo reaccionarías, miedo de perderlo todo. Lo h
Al día siguiente. —Ahora que estamos enterados de todo lo sucedido, tenemos que poner fin a toda esta barbaridad —Sara, la madre de Amber pronunció furiosa. —Estoy de acuerdo contigo —Jonh la apoyó—, no puedo creer que te hayas revolcado con el esposo de tu hermana, ¿cómo pudiste chantajearla para que se intercambiaran? —gruñó sin quitarle la mirada de encima. —Las cosas no son así —respondió Amber tocando su vientre—, fue ella, quien… —¡Ni una palabra más! —exclamó Sara—, nada de lo que digas hará que te creamos. Sabemos de sobra que te gusta mentir. Será mejor que te prepares para volver con tu marido, les haremos creer que el hijo que esperas es de él y así evitaremos habladurías. Jack iba ingresando a la habitación, había salido a la oficina para una reunión importante, algo que no pudo cancelar. Presionó con fuerza sus puños al escuchar la idea atroz de Sara, ya no podía más con tanta ironía, ni tantas mentiras, estaba asqueado. Tenía que ser ágil con sus decisiones o algo má