CAPÍTULO 4. BAJO OTRA PIEL

A tempranas horas, Amber y Jack salieron hacia el aeropuerto, en pocos minutos, el fuerte zumbido del jet privado resonó en el aire. Amber estaba completamente nerviosa, pero a la vez emocionada, se acomodó en el lujoso interior de la aeronave. Jack por su parte estaba absorto en su teléfono, revisando correos electrónicos, ocupado en asuntos de negocios. La vista desde las ventanas mostraba las nubes que se alejaban mientras se elevaban hacia el cielo azul.

Amber lo imitó y sacó su teléfono sabiendo que Amy estaba haciendo lo mismo que Jack y ella solo fingía trabajar. De pronto Amber observó a Jack por un momento, notando la expresión seria en su rostro. 

—¿Todo bien? —preguntó con voz firme.

Jack levantó la mirada brevemente, asintiendo sin prestar mucha atención. 

—Sí, todo en orden —respondió, volviendo su atención al dispositivo en sus manos—. Se me pasó dejar indicaciones sobre la venta del viejo edificio de la avenida seis. Eso es todo.

Amber se mordió su labio inferior, sintiendo el estrés del engaño que se estaba llevando a cabo. Aún así, no podía evitar la fascinación al estar en el jet privado de Jack, rumbo a Grecia para pasar la Navidad y el año nuevo con su familia.

Mientras el avión continuaba su trayectoria, Amber decidió volver intentar romper la barrera que separaba sus vidas. 

—¿Alguna vez has celebrado en Nueva York la navidad? —preguntó, esperando iniciar una conversación que desviara la atención de Jack de sus asuntos laborales.

Él levantó la mirada nuevamente, esta vez con una pizca de curiosidad, pues a Amy no solía mostrar interés alguno por su vida personal.

—No, nunca. Siempre nos reunimos en Grecia. Esas fechas son inamovibles —recalcó—. Estamos tan ocupados que no suelo visitar a mi familia con frecuencia—. Creí que ya lo habíamos hablado.

La sonrisa que estaba por esbozar, se le borró al escuchar su respuesta. Era muy obvio que ya había tratado el tema con Amy, pues solían pasar ambas fechas allá, pero ¡qué tonta! 

—Lo había olvidado —prefirió guardar silencio para no cometer otra imprudencia y dormir un poco, al igual que Jack quien guardó su móvil y acomodó el asiento para descansar.

Amber despertó un rato después y se puso de pie para buscar su chaqueta, su verdosa mirada apreció los angulosos rasgos de él, era tan apuesto. Caminó hacia una de las gavetas, justo cuando una coqueta azafata tomó una frazada, para colocársela a Jack.

—Yo me encargo de mi esposo —indicó con seriedad, sintiendo una fuerte oleada de celos, unos que jamás había sentido. Y de pronto separó los labios con sorpresa, ¿qué fue lo que había dicho? ¿se refirió a él como su… esposo?, aquella palabra le gustó más de lo que se pudo imaginar.

Se acercó con cautela y colocó aquella frazada sobre él, deslizó sus manos sobre su rostro con mucha delicadeza, sin poder evitarlo dirigió sus labios a los de él y lo besó con dulzura.

Al tomar asiento, recargó su cabeza sobre el mullido asiento de cuero, su corazón latía tan fuerte que lo escuchaba. Además que no podía evitar sentir la ironía de la situación. Mientras Jack se imaginaba que era con Amy con quien pasaría las vacaciones familiares, ella temía que algo amenazara aquella farsa y las descubriera en cualquier momento. La sola idea de que él la llegara a despreciar le preocupaba..

Con cada minuto que pasaba en el jet privado, Amber se preguntaba cómo sobreviviría al enredo de mentiras producto de la mente perversa de Amy. Mientras tanto, la promesa de Grecia y la posibilidad de estar cerca de Jack le proporcionaban un destello de esperanza en medio del laberinto de engaños en el que se encontraba. 

La mansión de los Davis en Grecia resaltaba majestuosa entre el paisaje mediterráneo, iluminada por el cálido resplandor del sol. Mientras Jack y Amber descendían del jet privado, el aire fresco y el aroma a mar los golpeaba con fuerza. Jack, ahora lejos de las preocupaciones del trabajo, parecía más relajado, Amber notó una transformación sutil en su actitud.

Al entrar en la casa, fueron recibidos por la bulliciosa alegría de la familia Davis. Los padres de Jack, amables y cariñosos, recibieron a Amber con pinzas. Era cierto,  su esposa se había ganado la falta de aprecio.

 —Es un placer tenerte aquí, Amy  —dijo la madre de Jack, confundiendo a Amber con su hermana.

—Gracias —respondió Amber con una sonrisa, intentando mantener la compostura. Se dedicó a ver la forma en la que se abrazaban, observando a Jack interactuar con sus hermanos y padres nunca los había visto antes. 

—Me has hecho mucha falta —Cristel su hermana menor pronunció con emoción y se aferró con fuerza a su abrazo.

—Vivir fuera, es parte del trabajo —comentó sin soltarla.

— ¡Bienvenido, hermano! —Damián dijo y se unió al abrazo.

—Gracias —contestó amable.

En el transcurso de la tarde, Jack mostró un lado de sí mismo que Amber desconocía. Pues hablaba con mayor soltura y sonreía un poco más, aunque a ratos revisaba su móvil.

Al llevar el equipaje a la habitación que compartirían, los nervios la invadieron, no había pensado que dormirían juntos, aunque le encantaría entregarse por completo a él, no se veía haciéndolo de la misma forma en la que Amy los traicionaba.

Se recostó para descansar un rato,  se quedó dormida, al despertar se encontró con Jack acostado a su lado, perdido en sus sueños, hasta que la alarma de su despertador timbró y se levantó.

—Espero que esta vez, muestres un poco más de educación y respeto hacia mi familia. —Posó su mirada férrea sobre ella.

—Me tienen sin cuidado. —Intentó escucharse como Amy, caminó contoneando las caderas como ella lo hacía.

—Intenta fingir que somos una pareja feliz, que me amas. 

—¿Harás lo mismo? —cuestionó con interés, colocando ambas manos sobre su tonificado pectoral. —¿Fingirás que me amas? —acercó sus labios a los de él, quedando a escasos milímetros—. Necesito saber... ¿Qué me darás a cambio por el esfuerzo que voy a hacer? —su corazón retumbó con fuerza, no tenía idea de dónde le salía ese valor.

—Si con eso llevaremos la fiesta en paz, al menos por unos días, tú ganas. Fingiré que nos llevamos mejor que los años anteriores. —Rodó los ojos y salió a atender una llamada de negocios.

Amber ladeó los labios triunfante, esta era su oportunidad para ser un poco más ella y pasarla bien.

Al reunirse a cenar, se encontraron con toda la familia reunida. Los padres de Jack elogiaron a "Amy" por su elegancia y Amy, en la piel de Amber, prosiguió imitando a su hermana. 

—Preparé tus platillos favoritos —refirió Ruth a su hijo.

Jack ladeó los labios, a pesar de ser norteamericanos de nacimiento, sus padres se los habían llevado muy pequeños a Grecia a vivir, por lo que habían adoptado a Grecia como una segunda casa—, adoro la Spanakópita —refirió tomando el hojaldre para darle un mordisco—, delicioso, gracias mamá..

—Lo sé —la mujer elevó el rostro con orgullo.

—Tienes que probar esto, amor —Jack acercó su tenedor a los labios de su esposa. Sabía que Amy no comía nada de esas cosas, por cuidar su figura.

—Tienes razón, es exquisito, cariño. —Sonrió con espontaneidad, sabía que Jack pensaría que fingía.

—¿Quieres más? —preguntó para molestarla, volviendo a acercarle otro bocado.

—Sí, claro que quiero. —Amber lo recibió gustosa.

— ¿No estarás embarazada? —preguntó Damián con espontaneidad.

Aquellas palabras provocaron que Amber pasara mal el bocado y se atragantara, además de sonrojarse.

 Jack esbozó una sonrisa torcida al verla sonrojada; sin embargo, la idea de tener un hijo con Amy, en definitiva ¡No!. Ninguno de los dos sería bueno para criar un hijo.

— ¡No! —los dos respondieron al mismo tiempo a la pregunta de Damián.

Momentos después la música comenzó a escucharse, los padres de Jack abrieron el baile. Amber tomó de la mano a su supuesto esposo, tenemos que bailar, este último año lo hemos venido haciendo muy seguido, mintió. Y no lo soltó ni un segundo, aprovechandose se acomodó entre su firme pectoral, aspirando su embriagante aroma.

A medida que la noche avanzaba, Amber se sentía más atrapada entre esa falsa realidad. Por un lado, estaba la falsa realidad que estaba construyendo a través de su engaño, y por otro, la autenticidad y la calidez que experimentaba en la familia Davis. Cosa que jamás sintió en su propia casa.

Al llegar a la cabaña, Amber se fue a cambiar a la única habitación, justo cuando se retiró el sostén, Jack ingresó sin camisa. La mirada de ambos se encontró por escasos segundos, los ojos de él se dirigieron hacia la desnudez de sus pechos. Los cuales fueron rápidamente cubiertos por el pijama de seda. 

—¿Te cubres, cómo si nunca te hubiera visto desnuda? ¿Acaso no deseas que pasemos una noche agitada?

El corazón de Amber se estremeció, una fuerte punzada en su vientre bajo la hizo despertar un fuerte deseo en él. ¿Por qué Amy le diría que estar con él era aburrido?

Después de aquella sonrisa torcida que vio en sus labios, lo siguiente que hizo Jack fue recostarse dándole la espalda a su esposa.

—¿Aún con esa farsa a mí no logras engañarme?

Los ojos de Amber se abrieron de par en par, un fuerte escalofrío le recorrió la espina dorsal, ¿Acaso la había descubierto? —se rascó la cabeza llena de confusión. — ¿Qué… quieres decir? —preguntó con voz temblorosa

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