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CAPÍTULO 3. PROPUESTA INQUIETANTE

Semanas después.

Las carcajadas y charlas animadas en la mansión Davis, se pausaron cuando los padres de las gemelas entraron, haciendo que aquella convivencia pausara unos instantes, en los que ellos se integraban.

—Lamentamos la demora, pero no queríamos llegar con las manos vacías —Jonh el padre de las gemelas mencionó y se acercó a Amy, para entregarle un obsequio.

La chica se puso de pie, acomodó sobre uno de sus acremados hombros el delgado tirante de su sexy vestido color burdeos.

— ¿De qué se trata? —preguntó ansiosa.

La señora Sara, esbozó una amplia sonrisa.

—Es algo que has querido desde hace mucho, mucho tiempo.

— ¡El collar que te heredó la abuela! —adivinó pronto.

Los labios  de Amber se separaron, pues aquella valiosa joya, era algo que ambas anhelaban desde niñas. ¡Se lo estaba entregando a ella!

—Y no solo eso — agregó su madre—. Te traje los aretes y el anillo, para que tengas el juego completo.

—Te mereces eso y más. No es nada fácil haber estado a la cabeza de la compañía, has sido muy comprensiva y nos has apoyado en todo. —Jonh la abrazó con gran efusión, había aparecido en una revista junto con Jack, como los empresarios del año.

—Estoy de acuerdo con mis papás, nadie mejor que tú, mereces tener las joyas de la familia, eres un estuche de monerías: No solo eres una gran empresaria, también eres una gran hermana. —La mirada de Amber se cristalizó—, estoy segura que también una gran esposa. —Sintió ácido recorrer en su interior al hablar—. Ofrezco un brindis por la hermana tan maravillosa que tengo. —Alzó su copa y fingió sonreír.

—Por Amy —pronunciaron los presentes.

Jack tomó una copa que le entregó uno de los meseros, observó la interacción que había. No dijo más. Bebió de un trago la champaña.

Amber se fue a la cocina al ver que Jacob, se acercó a su hermana y la abrazó con la excusa de felicitarla —eran patéticos los dos— Al no tener claro cómo enfrentarlos, esperaba a calmarse y pensar con claridad, pero era evidente que aún no lograba tenerla. Aunado a que temía una recaída en el estado de salud de su padre, por infarto, eso la detuvo por completo. Tenía que aguantar y fingir que todo estaba bien.

Sacudió su cabeza para volver al presente, torció los labios al ver a Amy, como siempre, siendo el centro de atención. Los invitados parecían disfrutar de escuchar los triunfos en ella, además que enfocaban toda su atención en Amy y Jack, la pareja que encarnaba el éxito y la prosperidad.

Mientras tanto, Amber se acomodó en una esquina de la sala. Trataba de mantener la compostura, pero le dolió reafirmar que para sus papás era un cero a la izquierda. Sin darse cuenta sus padres, involuntariamente, intensificaron el distanciamiento entre ellas. 

—Amy, eres realmente una maravilla. No podríamos estar más orgullosos de la mujer fuerte y decidida que has llegado a ser —declaró su madre, mientras su padre asentía con aprobación.

A medida que los elogios continuaban, las miradas y sonrisas dirigidas a Amy eran como dagas para Amber. Se preguntaba si algún día sería reconocida por algo más que no fuera ser su hermana gemela. A pesar de sus esfuerzos por sonreír y participar en la conversación, se sentía invisible y menospreciada.

Amy, por su parte, alimentaba cada vez más su gran ego buscaba agradar a sus padres y sobre todo a Jack, pues ambos eran muy competitivos. La dinámica familiar se volvía más tensa con cada palabra que reforzaba la superioridad de su hermana.

La reunión, en lugar de ser un momento de unión familiar, se convirtió en un recordatorio doloroso de las expectativas y las comparaciones. Además de estar lidiando con lo sucedido entre su esposo y su hermana. ¡Se estaba asfixiando!

En cuanto pudo, se salió al jardín y se recostó sobre una de las tumbonas, dirigió su mirada hacia las titilantes estrellas del oscurecido escenario en el cielo.

El bullicio de la celebración continuaba, desde el comedor donde Amy estaba charlando con un par de amigas, y no le quitaba la mirada de encima a Jacob, era cierto lo que le había dicho, que no podría olvidarse de él. Desde aquella noche fantaseaba con ese esculpido cuerpo de chocolate sobre ella, haciéndole el amor. Presionó sus piernas al sentir palpitar su zona femenina, lo deseaba tanto, que buscaba la forma de volver a tenerlo para ella. La angustia llegó a su mente al saber que viajarían a Grecia. ¡Estaba harta! 

La realidad era que detrás de esas paredes en las que vivía, Jack y ella no tenían química, era cierto que eran buena dupla en los negocios, pero ambos parecía que estaban cortados con la misma tijera, eran fríos, ambiciosos, a los dos les parecía una estupidez el sentimentalismo, preferían analizar y mover las piezas del tablero. Era así cómo funcionaban, las veces que habían tenido intimidad, era porque se les habían pasado las copas, por lo que luego de saciar aquellos primitivos instintos, él volvía a su habitación y cada uno dormía por su lado. Solamente la noche de bodas, se había quedado con ella. Tenían claro que su matrimonio sólo había sido una transacción comercial, en la que el amor salía sobrando, su única meta era el poder en los negocios.

Al observar a su hermana en el jardín, sonrió con malicia por primera vez en la vida, agradeció que eran idénticas, pues  había llegado a su mente el recurso que necesitaba para cambiar el rumbo de su vida —al menos esas tortuosas semanas— Se puso de pie, con discreción guiñó un ojo a Jacson y enseguida se encaminó hacia Amber.

—Te traje otro trago.

—Ya no apetezco más —mencionó sentándose.

— ¿Te has dado cuenta de lo predecible que se ha vuelto todo? —murmuró Amy, con una chispa de rebeldía en sus ojos—. Necesito de tu ayuda.

Amber arrugó el ceño, ya no le creía nada. Estaba por ponerse de pie, cuando Amy la detuvo.

—No estoy bromeando, mi situación con Jack, se ha tornado insostenible, inclusive me ha pasado por la mente separarnos, pero… sabes bien que una noticia como esta, acabaría con la tranquilidad de nuestros padres.

— ¿Es una broma, verdad? —bebió de golpe el trago.

—No, no estoy bromeando, he pensado en pedirle tiempo para aclarar mis sentimientos, pero, que excusa le podría dar a papá ante mi ausencia, trabajamos juntos, cada negociación que hacemos pasa por nuestra revisión, estamos enrolados en la empresa hasta el cuello y yo… ya no puedo más. —La abrazó—, eres mi única esperanza. Te lo ruego, ayúdame.

—No sé qué podría hacer por ti, no encuentro lógica.

Al seguir abrazadas, Amy sonrió de forma perversa.

—Necesito que te hagas pasar por mí y viajes a Grecia con su familia, ellos no me soportan, y tampoco yo, es muy desgastante esta situación y si no nos damos ese tiempo, nuestro matrimonio, explotará.

Amber se llevó las manos a su larga y castaña cabellera.

—¡Estás loca!, jamás podría hacer algo así. No puedo sostener una conversación de negocios, imaginate estando con él, las veinticuatro, siete, ¡me descubriría!

—Jack no habla mucho conmigo, además cuando llegan a la casa de sus padres, tienen una regla: No hablar de negocios.

—Será mejor que enfrentes la situación —Amber recriminó con molestia—, si ya no lo amas, separense, solo espera a que papá esté mejor.

—No, el divorcio jamás, no quiero decepcionarlo. Tienes que ayudarme o sino…

—¿Si no qué? —me estás amenazando? —elevó el mentón.

—No, solo te quiero prevenir, ¿recuerdas aquellos documentos en los que necesitaba de tu firma?

Amber arrugó el ceño, supo al instante que algo había detrás de eso.

—Claro que lo recuerdo, necesitabas mi firma porque también soy parte de la empresa.

Amy carcajeó.

—Eres una estúpida —susurró—. Siempre hay que leer hasta las letras chiquitas, aquellos documentos te involucran en el desfalco, que hubo, pero no tengas miedo que ya se aclaro, solo que papá se llevaría una gran desilusión. —Se encogió de hombros.

La respiración de Amber se agitó.

—No, no te creo capaz. Somos hermanas, siempre te he apoyado en todo.

—Pruébame, si no me ayudas, ellos lo sabrán. —Señaló hacia sus papás.

— ¿Y tú qué harás si decido aceptar? —indagó con nerviosismo.

—Le haré compañía a Jacob, no creo que tu relación sea mejor que la mía. —Se encogió de hombros.

—No lo dudo. —Bebió de golpe el resto de la champaña, su mirada atravesó el ventanal y se clavó en Jack, su traje oscuro y la forma en la que sostenía la copa con whisky, realzaba el porte y lo masculino que era. ¡Dios, era su oportunidad!

—Si no deseas ayudarme, lo entiendo. —Amy se puso de pie y se dio la media vuelta—, será un duro golpe para papá y mamá. —Comenzó a caminar hacia la reunión. Estaba por ingresar a la casa derrotada, cuando escuchó su respuesta.

—Lo haré.

Clavó su mirada en Jacob, disfrutaría cada una de las noches a lado de ese hombre, se saciaría una y otra vez, sin tener que esconderse.

—Tenemos que ir a mi habitación para cambiarnos —indicó satisfecha, sin imaginar que Amber lo sabía todo.

—Que conste, que lo hago solo por ti —Amber esbozó una sonrisa torcida. No era la única que tenía secretos, caminó detrás de su hermana.

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