Semanas después.
Las carcajadas y charlas animadas en la mansión Davis, se pausaron cuando los padres de las gemelas entraron, haciendo que aquella convivencia pausara unos instantes, en los que ellos se integraban.
—Lamentamos la demora, pero no queríamos llegar con las manos vacías —Jonh el padre de las gemelas mencionó y se acercó a Amy, para entregarle un obsequio.
La chica se puso de pie, acomodó sobre uno de sus acremados hombros el delgado tirante de su sexy vestido color burdeos.
— ¿De qué se trata? —preguntó ansiosa.
La señora Sara, esbozó una amplia sonrisa.
—Es algo que has querido desde hace mucho, mucho tiempo.
— ¡El collar que te heredó la abuela! —adivinó pronto.
Los labios de Amber se separaron, pues aquella valiosa joya, era algo que ambas anhelaban desde niñas. ¡Se lo estaba entregando a ella!
—Y no solo eso — agregó su madre—. Te traje los aretes y el anillo, para que tengas el juego completo.
—Te mereces eso y más. No es nada fácil haber estado a la cabeza de la compañía, has sido muy comprensiva y nos has apoyado en todo. —Jonh la abrazó con gran efusión, había aparecido en una revista junto con Jack, como los empresarios del año.
—Estoy de acuerdo con mis papás, nadie mejor que tú, mereces tener las joyas de la familia, eres un estuche de monerías: No solo eres una gran empresaria, también eres una gran hermana. —La mirada de Amber se cristalizó—, estoy segura que también una gran esposa. —Sintió ácido recorrer en su interior al hablar—. Ofrezco un brindis por la hermana tan maravillosa que tengo. —Alzó su copa y fingió sonreír.
—Por Amy —pronunciaron los presentes.
Jack tomó una copa que le entregó uno de los meseros, observó la interacción que había. No dijo más. Bebió de un trago la champaña.
Amber se fue a la cocina al ver que Jacob, se acercó a su hermana y la abrazó con la excusa de felicitarla —eran patéticos los dos— Al no tener claro cómo enfrentarlos, esperaba a calmarse y pensar con claridad, pero era evidente que aún no lograba tenerla. Aunado a que temía una recaída en el estado de salud de su padre, por infarto, eso la detuvo por completo. Tenía que aguantar y fingir que todo estaba bien.
Sacudió su cabeza para volver al presente, torció los labios al ver a Amy, como siempre, siendo el centro de atención. Los invitados parecían disfrutar de escuchar los triunfos en ella, además que enfocaban toda su atención en Amy y Jack, la pareja que encarnaba el éxito y la prosperidad.
Mientras tanto, Amber se acomodó en una esquina de la sala. Trataba de mantener la compostura, pero le dolió reafirmar que para sus papás era un cero a la izquierda. Sin darse cuenta sus padres, involuntariamente, intensificaron el distanciamiento entre ellas.
—Amy, eres realmente una maravilla. No podríamos estar más orgullosos de la mujer fuerte y decidida que has llegado a ser —declaró su madre, mientras su padre asentía con aprobación.
A medida que los elogios continuaban, las miradas y sonrisas dirigidas a Amy eran como dagas para Amber. Se preguntaba si algún día sería reconocida por algo más que no fuera ser su hermana gemela. A pesar de sus esfuerzos por sonreír y participar en la conversación, se sentía invisible y menospreciada.
Amy, por su parte, alimentaba cada vez más su gran ego buscaba agradar a sus padres y sobre todo a Jack, pues ambos eran muy competitivos. La dinámica familiar se volvía más tensa con cada palabra que reforzaba la superioridad de su hermana.
La reunión, en lugar de ser un momento de unión familiar, se convirtió en un recordatorio doloroso de las expectativas y las comparaciones. Además de estar lidiando con lo sucedido entre su esposo y su hermana. ¡Se estaba asfixiando!
En cuanto pudo, se salió al jardín y se recostó sobre una de las tumbonas, dirigió su mirada hacia las titilantes estrellas del oscurecido escenario en el cielo.
El bullicio de la celebración continuaba, desde el comedor donde Amy estaba charlando con un par de amigas, y no le quitaba la mirada de encima a Jacob, era cierto lo que le había dicho, que no podría olvidarse de él. Desde aquella noche fantaseaba con ese esculpido cuerpo de chocolate sobre ella, haciéndole el amor. Presionó sus piernas al sentir palpitar su zona femenina, lo deseaba tanto, que buscaba la forma de volver a tenerlo para ella. La angustia llegó a su mente al saber que viajarían a Grecia. ¡Estaba harta!La realidad era que detrás de esas paredes en las que vivía, Jack y ella no tenían química, era cierto que eran buena dupla en los negocios, pero ambos parecía que estaban cortados con la misma tijera, eran fríos, ambiciosos, a los dos les parecía una estupidez el sentimentalismo, preferían analizar y mover las piezas del tablero. Era así cómo funcionaban, las veces que habían tenido intimidad, era porque se les habían pasado las copas, por lo que luego de saciar aquellos primitivos instintos, él volvía a su habitación y cada uno dormía por su lado. Solamente la noche de bodas, se había quedado con ella. Tenían claro que su matrimonio sólo había sido una transacción comercial, en la que el amor salía sobrando, su única meta era el poder en los negocios.
Al observar a su hermana en el jardín, sonrió con malicia por primera vez en la vida, agradeció que eran idénticas, pues había llegado a su mente el recurso que necesitaba para cambiar el rumbo de su vida —al menos esas tortuosas semanas— Se puso de pie, con discreción guiñó un ojo a Jacson y enseguida se encaminó hacia Amber.
—Te traje otro trago.
—Ya no apetezco más —mencionó sentándose.
— ¿Te has dado cuenta de lo predecible que se ha vuelto todo? —murmuró Amy, con una chispa de rebeldía en sus ojos—. Necesito de tu ayuda.
Amber arrugó el ceño, ya no le creía nada. Estaba por ponerse de pie, cuando Amy la detuvo.
—No estoy bromeando, mi situación con Jack, se ha tornado insostenible, inclusive me ha pasado por la mente separarnos, pero… sabes bien que una noticia como esta, acabaría con la tranquilidad de nuestros padres.
— ¿Es una broma, verdad? —bebió de golpe el trago.
—No, no estoy bromeando, he pensado en pedirle tiempo para aclarar mis sentimientos, pero, que excusa le podría dar a papá ante mi ausencia, trabajamos juntos, cada negociación que hacemos pasa por nuestra revisión, estamos enrolados en la empresa hasta el cuello y yo… ya no puedo más. —La abrazó—, eres mi única esperanza. Te lo ruego, ayúdame.
—No sé qué podría hacer por ti, no encuentro lógica.
Al seguir abrazadas, Amy sonrió de forma perversa.
—Necesito que te hagas pasar por mí y viajes a Grecia con su familia, ellos no me soportan, y tampoco yo, es muy desgastante esta situación y si no nos damos ese tiempo, nuestro matrimonio, explotará.
Amber se llevó las manos a su larga y castaña cabellera.
—¡Estás loca!, jamás podría hacer algo así. No puedo sostener una conversación de negocios, imaginate estando con él, las veinticuatro, siete, ¡me descubriría!
—Jack no habla mucho conmigo, además cuando llegan a la casa de sus padres, tienen una regla: No hablar de negocios.
—Será mejor que enfrentes la situación —Amber recriminó con molestia—, si ya no lo amas, separense, solo espera a que papá esté mejor.
—No, el divorcio jamás, no quiero decepcionarlo. Tienes que ayudarme o sino…
—¿Si no qué? —me estás amenazando? —elevó el mentón.
—No, solo te quiero prevenir, ¿recuerdas aquellos documentos en los que necesitaba de tu firma?
Amber arrugó el ceño, supo al instante que algo había detrás de eso.
—Claro que lo recuerdo, necesitabas mi firma porque también soy parte de la empresa.
Amy carcajeó.
—Eres una estúpida —susurró—. Siempre hay que leer hasta las letras chiquitas, aquellos documentos te involucran en el desfalco, que hubo, pero no tengas miedo que ya se aclaro, solo que papá se llevaría una gran desilusión. —Se encogió de hombros.
La respiración de Amber se agitó.
—No, no te creo capaz. Somos hermanas, siempre te he apoyado en todo.
—Pruébame, si no me ayudas, ellos lo sabrán. —Señaló hacia sus papás.
— ¿Y tú qué harás si decido aceptar? —indagó con nerviosismo.
—Le haré compañía a Jacob, no creo que tu relación sea mejor que la mía. —Se encogió de hombros.
—No lo dudo. —Bebió de golpe el resto de la champaña, su mirada atravesó el ventanal y se clavó en Jack, su traje oscuro y la forma en la que sostenía la copa con whisky, realzaba el porte y lo masculino que era. ¡Dios, era su oportunidad!
—Si no deseas ayudarme, lo entiendo. —Amy se puso de pie y se dio la media vuelta—, será un duro golpe para papá y mamá. —Comenzó a caminar hacia la reunión. Estaba por ingresar a la casa derrotada, cuando escuchó su respuesta.
—Lo haré.
Clavó su mirada en Jacob, disfrutaría cada una de las noches a lado de ese hombre, se saciaría una y otra vez, sin tener que esconderse.
—Tenemos que ir a mi habitación para cambiarnos —indicó satisfecha, sin imaginar que Amber lo sabía todo.
—Que conste, que lo hago solo por ti —Amber esbozó una sonrisa torcida. No era la única que tenía secretos, caminó detrás de su hermana.
A tempranas horas, Amber y Jack salieron hacia el aeropuerto, en pocos minutos, el fuerte zumbido del jet privado resonó en el aire. Amber estaba completamente nerviosa, pero a la vez emocionada, se acomodó en el lujoso interior de la aeronave. Jack por su parte estaba absorto en su teléfono, revisando correos electrónicos, ocupado en asuntos de negocios. La vista desde las ventanas mostraba las nubes que se alejaban mientras se elevaban hacia el cielo azul.Amber lo imitó y sacó su teléfono sabiendo que Amy estaba haciendo lo mismo que Jack y ella solo fingía trabajar. De pronto Amber observó a Jack por un momento, notando la expresión seria en su rostro. —¿Todo bien? —preguntó con voz firme.Jack levantó la mirada brevemente, asintiendo sin prestar mucha atención. —Sí, todo en orden —respondió, volviendo su atención al dispositivo en sus manos—. Se me pasó dejar indicaciones sobre la venta del viejo edificio de la avenida seis. Eso es todo.Amber se mordió su labio inferior, sinti
Nueva York, Estados Unidos. La puerta de la casa de Amber se abrió con un suave crujido, asomando la silueta de Amy, que había llegado temprano antes de la esperada reunión familiar. Sus pasos resonaron en el vestíbulo.Jacob, el esposo de Amber, estaba en la sala, absorto en la lectura de un libro. —Hola, mi Cleopatra —saludó.—Hola, mi príncipe —caminó hacia él con elegancia y altivez en su paso. —¿Cómo ha sido tu día?Las pupilas de Jacob se dilataron, comenzó a evaluarla con curiosidad. Hasta que soltó una gran carcajada.—Casi me engañas, Amy. —Se puso de pie y la tomó por la cintura, acercando sus gruesos labios sobre su acremada piel.—Creí que no sabrías distinguir entre nosotras —murmuró entre sus labios al besarlo.—Son tan distintas, Amber es puritana, le falta la sensualidad que a ti te sobra. —Sus manos con rapidez comenzaron a recorrer su talle.—Menos mal, que sabes diferenciar entre el talento y las copias baratas, las imitaciones. Es lo que es ella, no me llega ni
Por la mañana, cuando Amber despertó, se dio cuenta que aún seguía desnuda, luego de la torrencial noche que habían compartido, aún no podía creer haber traspasado aquella barrera que no debió, pero no se arrepentía. Al ver hacia el otro lado de la cama, la encontró vacía, Jack ya no estaba. Se movilizó para arreglarse e ir a la residencia Davis, en donde seguramente estaba con su familia. Que no la esperara, le hizo sentir decepción. —Buenos días —saludó la joven a la familia de Jack al entrar a la residencia. —¿Y Jack? —cuestionó. —Trabajando —respondió el señor Davis. Desde ese día Jack se sumió cada vez más en sus asuntos comerciales, dedicando la mayor parte de su tiempo a llamadas y reuniones. Aunque Amber intentaba participar en la dinámica familiar, se encontraba cada vez más excluida de la vida de Jack. Sus intentos por entablar conversaciones con él eran evadidos con respuestas cortantes y con su indiferencia habitual. — ¿Podemos ir a la playa? —cuestionó asomándose hac
—¿Estás embarazada? —Jack se llevó las manos a su espesa cabellera. Su corazón se agitó, no estaba preparado para una noticia como esa.Al ver el resultado de la prueba, Amber afirmó con la cabeza.—Sí, lo estoy.Jack recordó la broma que hizo en las vacaciones su hermano Damián, sobre el embarazo, presionó con fuerza sus dientes, ante la realidad que ahora estaban viviendo. Dio un par de pasos hacia el ventanal y enfocó sus ojos en el azul del cielo…—No estás obligado a nada, yo puedo resolverlo sola. —Por su mente pasaron mil posibles escenarios, algunos trágicos, otros no tantos. Se hizo a un lado y caminó hacia el comedor.Jack la detuvo con delicadeza por uno de sus brazos.—Yo…Amber se dio media vuelta y lo miró a los ojos. Estaba en shock, además de pálido, su respiración subía y bajaba, agitado. Fue como si una bomba estallara frente a sus ojos. Era tanta su sorpresa que Amber no tenía clara su reacción. Sabía que debía decir la verdad, pero no podía sin antes hablar con Amy
Amy regresó a la ciudad, su rostro estaba enrojecido por la furia contenida mientras se dirigía hacia su residencia, donde estaba su reemplazo, Amber. La noticia del embarazo, había desatado una mayor rivalidad entre ellas. Parecía que Amy se preparaba para derribar a su enemigo de guerra. Al llegar a la casa, ella golpeó la puerta con coraje. Sabiendo quien era, Amber resopló y se preparó lo mejor que pudo, en cuanto abrió la puerta y las verdosas miradas de ambas, se cruzaron con una mezcla de resentimiento y rivalidad. — ¿Estamos solas? —Amy preguntó sintiendo que su torso subía y bajaba, agitado. —Sí, lo estamos. Con rapidez, Amy lanzó una bofetada a su hermana. —¿Cómo te atreviste, Amber? —espetó, apenas podía contener la ira que bullía en su interior. No se podía contener. Amber se llevó la mano a su mejilla. —No lo planeamos, bebimos y una cosa nos llevó a la otra. Amy, incapaz de ocultar su frustración, prosiguió: —No puedo creer que te acostaras con ¡¡¡MI MARIDO!!! —
Varios días después. Amy, era incapaz de aceptar aquella terrible realidad. En un ultimo intento, decidió abordar el asunto, volvió a buscarla, en un intento desesperado de cambiar la situación. ¡Estaba desesperada! Se reunieron en la sala de estar, el distanciamiento entre ellas era notable para ambas. —Amber, necesitas reconsiderar esto —comenzó Amy con una expresión grave—. No es el momento adecuado para tener un hijo, especialmente no con el esposo de tu hermana —recalcó. Amber la observó a los ojos, era como verse frente a un espejo, eran como dos gotas de agua por fuera, pero en el interior tan distintas, ella hubiera dado lo que fuera por casarse por amor, por tener un hogar. No haberlo hecho por querer olvidar, ahora sabía que un clavo, no sacaba a otro. —Este bebé es parte de mí, Amy. No puedo simplemente interrumpir su vida porque no encaja con tus planes. La decisión es mía y de nadie más, te guste o no. Yo soy la única que tiene el control. Amy se llevó las manos al cu
Jack, con el corazón latiendo con bravura, se apresuró junto a la ambulancia que transportaba a Amber. La rapidez en sus pasos, reflejaba la posible gravedad de ella, además que sus pensamientos en desorden se agolpaban en su mente.La llegada al hospital fue un maremoto con un grupo de personas corriendo hacia ella, con la supuesta Amy siendo llevada de inmediato a las áreas de emergencia. Jack, movido por la desesperación y la necesidad de estar cerca de ella, intentó seguirlos sin soltar la camilla. —Lo siento, señor, no puede pasar más allá de este punto —las manos de una enfermera lo detuvieron.Arrugó el ceño con impotencia, sabía que no podría hacer más para ingresar. Se dio la media vuelta y se dirigió hacia la sala de espera, lleno de un gran agobio.— Necesito saber el estado de salud de mi esposa.La enfermera, consciente de la angustia de Jack, lo miró con compasión.—Entendemos su preocupación, pero necesitamos tiempo para evaluar la situación. Haremos todo lo posible po
El ambiente se tornó denso en el interior de la habitación para ambos se hizo complicado poder respirar. Para Jack, no fue complicado averiguar la verdad, a través de un análisis de huellas dactilares, estaba furioso al confirmar que era Amber, quien se había estado haciendo pasar por Amy. — ¡Dios! La había descubierto.— ¿Cómo pudiste hacer esto, Amber? —espetó Jack, su tono vibraba con una mezcla de furia, decepción y dolor. —¿Hacerte pasar por tu propia hermana? ¿Qué estabas pensando?Amber, consciente de la gravedad de la situación, bajó la mirada antes de responder. —Jack, lo siento. Fue un error, creí que era lo mejor en ese momento. —Inclinó su mirada avergonzada.La respuesta de Amber no calmó la furia de Jack, quien continuó expresando su indignación. — ¡¿Lo mejor?! ¿Engañarme a mí y a todos los demás? ¿Qué planeaban lograr con esto?Sintiéndose acorralada Amber, intentó darle una explicación.—Tenía miedo, Jack. Miedo de cómo reaccionarías, miedo de perderlo todo. Lo h