Con la suave iluminación de las lámparas colgantes en la cafetería, Amber esperaba con paciencia a su hermana, habían acordado encontrarse en aquel pequeño e íntimo lugar en donde solían charlar. Llevaban un mes sin verse, después de la magnífica boda de Amber, con el hombre que sus padres habían elegido para ella, finalmente se reunieron para charlar sobre sus vidas.
El delicioso aroma a café recién molido se desbordaba en el ambiente. Cuando Amy llegó, Amber ni siquiera se molestó en voltear hacia la puerta, pues el fuerte chasquido de los tacones de su hermana al andar, le anunciaron su llegada. Siempre le gustaba llamar la atención.
La chica escaneó el lugar con cautela. Amber estaba sentada en una esquina como siempre, sus ojos verdes nerviosos se encontraron con los de su hermana gemela, cuando esta se acercó. Luego de un abrazo relativamente corto y frío, sellaron su reencuentro.
—Parece que el matrimonio te ha sentado muy bien, te ves con más color y creo que hasta con unos kilos de más. —Ladeó los labios para luego retirarse su abrigo.
Amber inhaló profundo y bebió un sorbo del capuchino que tenía sobre la pequeña mesa de madera.
—También me da gusto verte —murmuró bajito y desvió su mirada hacia el cristal, para ver la llovizna.
—Jamás me imaginé que se tomaran tanto tiempo en su luna miel, “casi un mes, me parece un sueño”—, deseo que me cuentes los detalles de tu viaje, ¿qué tal tu noche de bodas? —esbozó una sonrisa torcida.
Amber fingió sonreír lo mejor que pudo.
—Estuvo bien. ¿Cómo está Jack?, me contó mamá que estuvo enfermo.
—El hombre es un necio, apasionado del trabajo. Ya lo conoces, se negaba a ir al médico, hasta que la fiebre, lo hizo sucumbir, pero ¿a quién no? —se encogió de hombros.
—Pero…, ¿ya está bien?, ¿se recuperó del todo? —cuestionó sintiendo una presión en su pecho.
— ¡Ay! adoro ver como te preocupas por mi marido. Estoy segura que serás una gran esposa para Jacob. —Colocó su mano sobre la de ella—. Está tan recuperado que se fue a Washington por negocios. —Sujetó la taza que recién le habían llevado.
—Te pedí un espresso —comentó Amber con mayor tranquilidad.
—Siempre estás en todo, Amber, eres el sol de la familia —Amy recargó el codo sobre la mesa, sin quitarle la mirada de encima.
Amber inclinó su rostro, sabía perfectamente que eso era una mentira. Desde que eran niñas, hubo una especie de rivalidad impuesta por sus padres —Siempre buscando quién era la mejor— En comparación con Amy, ella siempre había sido el patito feo, pues su hermana siempre había destacado por su inteligencia y destreza para los negocios. Su mente táctica y su perspicacia empresarial la habían vuelto el tesoro de la familia.
Por esa razón, la unión de hace dos años entre Jack y Amy había sido otro negocio más. Sus padres la habían presionado, ya que el señor Fóster había sufrido un infarto, luego de estar en serios aprietos, por un “misterioso desfalco”, necesitaba con urgencia que alguien los ayudara a evitar la ruina. Quien mejor que su mayor orgullo para ser la esposa de un importante CEO, dejó fuera los sentimientos, los cuales no cabían en las negociaciones. Por suerte Jack, era un buen partido, que buscaba consolidarse en Nueva York, por lo que también le vino bien contraer nupcias con ella y tener carta libre dentro de los negocios de la familia.
—No has respondido la pregunta que te hice, ¿qué tal tu primera noche con Jacob? —cumplió con las expectativas? —mordió su labio inferior.
Las mejillas de Amber se tiñeron de rosa, al ver a su hermana hacer un ademán, que ella comprendió muy bien. Amy deseaba saber detalles sobre la virilidad de su ahora ‘esposo’.
—No voy a responder a tus preguntas. —Volvió a dar un sorbo a su capuchino—, no tienes porque saber esas cosas, ‘son privadas’.
Amy carcajeó sin poder parar.
—Entre nosotras no existen secretos, ¿qué tiene de malo saberlo? —cuestionó. — ¿Acaso temes que se me antoje acostarme con tu marido? —preguntó curiosa—, voy a recordarte lo que ya sabes: Jack es un hombre de… grandes virtudes. —Separó los dedos índice de ambas manos y enfatizó—, además que es un gran amante. —Mordió su labio inferior—. Así que dime, ¿por qué razón no podrías hablarme de las virtudes de tu marido?
Para suerte de Amy, más que de Amber, la cafetería se encontraba prácticamente vacía, por lo que daba el perfecto escenario para que ella preguntara lo que quisiera, pero Amber jamás creyó que llegara a tanto. Por lo que con frecuencia desviaba su mirada.
Amy buscó la mirada verdosa de su hermana. Sabía que algo le estaba ocultando. Intuía que su hermana le ocultaba algo, y deseaba descubrir el misterio que guardaba, pero Amber era como una caja fuerte, que no permitía entrada a sus secretos.
—Siempre nos hemos contado todo —Amy intentó que la mirarla, pero no lo logró. — ¿Qué pasa?, ¿te inquieta algo?
— ¿Cómo le hiciste para acostumbrarte a vivir con Jack? —Amber cuestionó evadiendo el tema.
Amy tomó su móvil para contestar un mensaje, antes de responder a la pregunta de su hermana.
—Es cuestión de perspectivas —contestó con simpleza—. Mi matrimonio como el tuyo, solo es una transacción familiar. ¡No lo olvides! Tienes que manejarlo así. Debes tener acuerdos con tu socio, y cada uno seguir con su vida. —Elevó una ceja.
—En estos dos años que llevas de casada, ¿aún no te has enamorado de él? —cuestionó con incredulidad. Jack era un caballero, tenía una sonrisa encantadora, podría describirla como seductora; además que sus charlas eran interesantes, había viajado mucho, era muy culto. Y… atractivo.
Se mofó sin poder evitarlo.
—El amor es para los débiles, nosotras fuimos criadas de forma distinta, ¿acaso ya lo olvidaste?, lo más importante en esta vida es…
—El poder —interrumpió Amber, en ese momento se dio cuenta que su hermana Amy era la viva imagen de su padre, fría, calculadora, parecía no tener corazón, sin embargo ella se sentía atrapada entre la ambición de su familia y sus sentimientos.
—Retomando nuestra conversación, ¿me vas a decir que tal tu vida de casada? —volvió a insistir.
—No muy distinta a la tuya. —Se puso de pie, mirando el reloj—, se me hace tarde, tengo que trabajar. —Se dio la media vuelta, intentando ocultar las lágrimas en su mirada, era verdad, ocultaba algo que le quemaba en su interior. «Había aceptado casarse, pues deseaba poder olvidarse del hombre del que se había enamorado. Era un amor imposible, a pesar de estar muy cerca de él, estaba a años luz de su corazón. Se trataba de Jack Davis, el esposo de su hermana. ¿Qué podía hacer?».
La casa de campo de los padres Foster, estaba algo ajetreada. Era sábado al medio día, la familia se reuniría para celebrar el cumpleaños del papá de las chicas. Amber estacionó su vehículo frente al garaje, tomó su bolso, además del regalo que llevaba y la torta de cumpleaños, y descendió con las pupilas dilatadas al ver a Jack acercarse también.¡Dios!La forma de andar, lo hacían verse imponente, además que la oscura camisa ajustada que llevaba, le marcaban su trabajado pectoral, separó los labios ligeramente al verlo retirar un par de mechones de su frente, sus angulosos rasgos faciales, remarcaban su varonil rostro.«Controlate Amber, se trata de tu cuñado», se reprendió en su mente.—Buenas tardes —Jack pronunció algo serio. Parecía molesto, pero intentaba disimularlo.La piel de la joven Foster se erizó al escucharlo, fue como sentir una caricia con su voz tan varonil.—Hola, que tal —respondió intentando ocultar su nerviosismo, sus piernas temblaron al momento que se le acerc
Semanas después. Las carcajadas y charlas animadas en la mansión Davis, se pausaron cuando los padres de las gemelas entraron, haciendo que aquella convivencia pausara unos instantes, en los que ellos se integraban.—Lamentamos la demora, pero no queríamos llegar con las manos vacías —Jonh el padre de las gemelas mencionó y se acercó a Amy, para entregarle un obsequio.La chica se puso de pie, acomodó sobre uno de sus acremados hombros el delgado tirante de su sexy vestido color burdeos.— ¿De qué se trata? —preguntó ansiosa.La señora Sara, esbozó una amplia sonrisa.—Es algo que has querido desde hace mucho, mucho tiempo.— ¡El collar que te heredó la abuela! —adivinó pronto.Los labios de Amber se separaron, pues aquella valiosa joya, era algo que ambas anhelaban desde niñas. ¡Se lo estaba entregando a ella!—Y no solo eso — agregó su madre—. Te traje los aretes y el anillo, para que tengas el juego completo.—Te mereces eso y más. No es nada fácil haber estado a la cabeza de la
A tempranas horas, Amber y Jack salieron hacia el aeropuerto, en pocos minutos, el fuerte zumbido del jet privado resonó en el aire. Amber estaba completamente nerviosa, pero a la vez emocionada, se acomodó en el lujoso interior de la aeronave. Jack por su parte estaba absorto en su teléfono, revisando correos electrónicos, ocupado en asuntos de negocios. La vista desde las ventanas mostraba las nubes que se alejaban mientras se elevaban hacia el cielo azul.Amber lo imitó y sacó su teléfono sabiendo que Amy estaba haciendo lo mismo que Jack y ella solo fingía trabajar. De pronto Amber observó a Jack por un momento, notando la expresión seria en su rostro. —¿Todo bien? —preguntó con voz firme.Jack levantó la mirada brevemente, asintiendo sin prestar mucha atención. —Sí, todo en orden —respondió, volviendo su atención al dispositivo en sus manos—. Se me pasó dejar indicaciones sobre la venta del viejo edificio de la avenida seis. Eso es todo.Amber se mordió su labio inferior, sinti
Nueva York, Estados Unidos. La puerta de la casa de Amber se abrió con un suave crujido, asomando la silueta de Amy, que había llegado temprano antes de la esperada reunión familiar. Sus pasos resonaron en el vestíbulo.Jacob, el esposo de Amber, estaba en la sala, absorto en la lectura de un libro. —Hola, mi Cleopatra —saludó.—Hola, mi príncipe —caminó hacia él con elegancia y altivez en su paso. —¿Cómo ha sido tu día?Las pupilas de Jacob se dilataron, comenzó a evaluarla con curiosidad. Hasta que soltó una gran carcajada.—Casi me engañas, Amy. —Se puso de pie y la tomó por la cintura, acercando sus gruesos labios sobre su acremada piel.—Creí que no sabrías distinguir entre nosotras —murmuró entre sus labios al besarlo.—Son tan distintas, Amber es puritana, le falta la sensualidad que a ti te sobra. —Sus manos con rapidez comenzaron a recorrer su talle.—Menos mal, que sabes diferenciar entre el talento y las copias baratas, las imitaciones. Es lo que es ella, no me llega ni
Por la mañana, cuando Amber despertó, se dio cuenta que aún seguía desnuda, luego de la torrencial noche que habían compartido, aún no podía creer haber traspasado aquella barrera que no debió, pero no se arrepentía. Al ver hacia el otro lado de la cama, la encontró vacía, Jack ya no estaba. Se movilizó para arreglarse e ir a la residencia Davis, en donde seguramente estaba con su familia. Que no la esperara, le hizo sentir decepción. —Buenos días —saludó la joven a la familia de Jack al entrar a la residencia. —¿Y Jack? —cuestionó. —Trabajando —respondió el señor Davis. Desde ese día Jack se sumió cada vez más en sus asuntos comerciales, dedicando la mayor parte de su tiempo a llamadas y reuniones. Aunque Amber intentaba participar en la dinámica familiar, se encontraba cada vez más excluida de la vida de Jack. Sus intentos por entablar conversaciones con él eran evadidos con respuestas cortantes y con su indiferencia habitual. — ¿Podemos ir a la playa? —cuestionó asomándose hac
—¿Estás embarazada? —Jack se llevó las manos a su espesa cabellera. Su corazón se agitó, no estaba preparado para una noticia como esa.Al ver el resultado de la prueba, Amber afirmó con la cabeza.—Sí, lo estoy.Jack recordó la broma que hizo en las vacaciones su hermano Damián, sobre el embarazo, presionó con fuerza sus dientes, ante la realidad que ahora estaban viviendo. Dio un par de pasos hacia el ventanal y enfocó sus ojos en el azul del cielo…—No estás obligado a nada, yo puedo resolverlo sola. —Por su mente pasaron mil posibles escenarios, algunos trágicos, otros no tantos. Se hizo a un lado y caminó hacia el comedor.Jack la detuvo con delicadeza por uno de sus brazos.—Yo…Amber se dio media vuelta y lo miró a los ojos. Estaba en shock, además de pálido, su respiración subía y bajaba, agitado. Fue como si una bomba estallara frente a sus ojos. Era tanta su sorpresa que Amber no tenía clara su reacción. Sabía que debía decir la verdad, pero no podía sin antes hablar con Amy
Amy regresó a la ciudad, su rostro estaba enrojecido por la furia contenida mientras se dirigía hacia su residencia, donde estaba su reemplazo, Amber. La noticia del embarazo, había desatado una mayor rivalidad entre ellas. Parecía que Amy se preparaba para derribar a su enemigo de guerra. Al llegar a la casa, ella golpeó la puerta con coraje. Sabiendo quien era, Amber resopló y se preparó lo mejor que pudo, en cuanto abrió la puerta y las verdosas miradas de ambas, se cruzaron con una mezcla de resentimiento y rivalidad. — ¿Estamos solas? —Amy preguntó sintiendo que su torso subía y bajaba, agitado. —Sí, lo estamos. Con rapidez, Amy lanzó una bofetada a su hermana. —¿Cómo te atreviste, Amber? —espetó, apenas podía contener la ira que bullía en su interior. No se podía contener. Amber se llevó la mano a su mejilla. —No lo planeamos, bebimos y una cosa nos llevó a la otra. Amy, incapaz de ocultar su frustración, prosiguió: —No puedo creer que te acostaras con ¡¡¡MI MARIDO!!! —
Varios días después. Amy, era incapaz de aceptar aquella terrible realidad. En un ultimo intento, decidió abordar el asunto, volvió a buscarla, en un intento desesperado de cambiar la situación. ¡Estaba desesperada! Se reunieron en la sala de estar, el distanciamiento entre ellas era notable para ambas. —Amber, necesitas reconsiderar esto —comenzó Amy con una expresión grave—. No es el momento adecuado para tener un hijo, especialmente no con el esposo de tu hermana —recalcó. Amber la observó a los ojos, era como verse frente a un espejo, eran como dos gotas de agua por fuera, pero en el interior tan distintas, ella hubiera dado lo que fuera por casarse por amor, por tener un hogar. No haberlo hecho por querer olvidar, ahora sabía que un clavo, no sacaba a otro. —Este bebé es parte de mí, Amy. No puedo simplemente interrumpir su vida porque no encaja con tus planes. La decisión es mía y de nadie más, te guste o no. Yo soy la única que tiene el control. Amy se llevó las manos al cu