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Lawrence llamó a una ginecóloga, estaba afuera de la habitación, la doctora revisaba a Liv. Su madre lo observó, estaba muy molesta. —¿Qué significa esto, Lawrence? Dime si lo que Rentada dijo es verdad, ¿el hijo que espera esa joven es tuyo? —Es mío. Su madre le miró perpleja. —¡Dios mío, Lawrence! Debes hacerte cargo de ese bebé, no puede crecer sin un padre, no puede tener tu mismo destino, debes casarte con ella, no puedes negarle tu amor. Lawrence bajó la mirada. Su madre se alejó de él. Sin embargo, le informaron que había un hombre que la buscaba, la mujer se encontró con Demetrius Vicent. —¿Usted aquí? —Por favor, quiero hablar no con su hijo, sino con usted. Ambos deambularon por el jardín, hablaron. Ella le contó toda su verdad. —Entonces, mi padre fue un hombre infiel, y mi madre, la mujer que con descaro lo hizo. —No lo sé, solo puedo hablar desde mi perspectiva, antes guardé rencor, pero ahora no lo hago más, Alana y yo cometimos errores, padecí de mis errore
—¡Te llevaré con Liliana! Pero, ¡no me mates! —exclamó Alana Tessa le miró incrédula. —¡No! —gritó Tessa. Alana manejó, sabía que si se detenía ese hombre iba a matarla, tuvo mucho miedo. —¡Usted sabía que Demian mató a mi padre! ¿Lo calló? Tessa le miró asustada, negó. —¡Él no hizo eso! —¡Claro que sí! Ahora lo mataré, y me llevaré a mi Liliana conmigo. Alana no pudo decir nada, tenía pavor. Tessa sollozó, estaban camino a la mansión Vicent. Liliana estaba en la habitación, estaba agotada, Demian estaba ahí, cuidándola. Marina entró y los vio. —Llevaré a las niñas a la fiesta de su amigo, será en un jardín cercano, ¿puedo llevar también a Carlitos? También llevaré a Diego. —Vale, gracias, Marina —dijo Demian. Ella sonrió. Fue con los niños y el chofer, envió un mensaje a Demetrius diciéndole que iría a la fiesta. Demetrius llegó solo unos minutos después, entró en la casa. Cuando llegaron a la mansión no encontraron problemas en entrar. —Si dices una sola palabra, vo
—Quiero que te cases conmigo, quiero que seas mía, Liliana —él sonrió, ella pudo ver un rastro de malicia en su gesto. Los ojos de Liliana se abrieron enormes al escuchar esas palabras. La luz del fuego de la chimenea iluminó el rostro de Demian, Liliana pudo ver ese rostro en esplendor, ¿Él era su tutor? Imaginó a un joven como ella, al menos eso le hicieron creer sus cartas. Ese hombre no era viejo, a decir verdad, rondaría los treinta años según su idea, era muy atractivo; cabello oscuro, ojos castaños y brillantes, mentón cuadrado, un perfil casi de Dios griego, y una pinta salvaje que lo hacía insuperable. Se alejó tanto como pudo, tragó saliva, su cuerpo temblaba de miedo, de impotencia. Nunca esperó que él, su tutor, dijera algo así, lo tenía en gran estima, creyó que era bueno, ahora sabía que estaba en manos de alguien diferente a quien siempre pensó. —¡Jamás seré suya! ¿Para esto me ayudó? Para esperar que le pagará como si fuera una ¡mujerzuela! —exclamó con rabia en
Los ojos de Demian House la miraban severos, había una mueca en su gesto que indicaba que estaba furioso, era fácil notarlo.Liliana tembló, podía observar su rostro perfecto, como si pudiera delinearlo con sus dedos.—¿Estás bien? —preguntó—Sí —balbuceó con voz temblorosa.Solo en ese momento, Demian dejó a la joven sobre el suelo firme, aunque ella aún batalló por mantenerse en pie.—¡¿A dónde demonios crees que ibas?! —espetó el hombre con furia, sus ojos castaños casi parecían sacar chispas de rabia.Un escalofrío intenso recorrió el cuerpo de la chica, quien retrocedió asustada—Yo… ¡Escaparé de ti! —exclamó y se lanzó a correr, los ojos enfurecidos de Demian la siguieron, su mirada se volvió gélida, no fue hacia ella con prisa, en cambio, esperó a que ella se frustrara.Liliana intentó abrir el portón de hierro, era inútil, ni siquiera permitía ver hacia afuera.Cuando vio a esa imponente figura caminar hacia ella, lanzó un grito, pero fue inútil, ese hombre la cargó al hombro,
—No seré tu esposa, Demian House, y si sigues con eso, estaré decepcionada de que no estés muerto —sentenció con furia. Ella intentó alejarse, pero Demian se levantó, tomó su mano, la atrajo a él con la misma fiereza, Liliana le miró con ojos llenos de miedo. Él se acercó a su rostro, tan peligroso como antes, Liliana quería alejarse, su respiración se volvió irregular, su corazón retumbó como si todo el mundo pudiera escucharlo. Él estaba por besarla, pero ella giró su rostro para que no lo hiciera. Liliana pudo sentir sus labios sobre su mejilla, su aliento cálido impregnando su piel. —Liliana, Liliana, ¿Por qué eres tan dura? No eres como te soñé; dulce, tímida, amorosa solo conmigo… ¿Por qué? —preguntó con voz ronca, se sintió un poco mareado, pero no obedeció a su sensación. Él respiró profundo haciendo que la piel de la chica se estremeciera con el roce de su aliento, ella sintió que él era muy caliente, pero más que lo usual, eso le dio una idea, su mano se alzó y al verl
Demian entró a ese restaurante, aunque sus pensamientos estaban confusos por la larga plática con Tessa, pronto vio al niño ahí. Al mirarlo no pudo evitar sentirse identificado, él también creció en un orfanato cuando su madre lo abandonó. El pequeño estaba escondido en la última mesa, no había mucha gente ahí, cuando un comensal se levantó y abandonó la mesa, el niño salió de escondite, corrió hasta le mesa, estaba por comer las sobras que había en el plato, pero un empleado retiró el plato y lo miró con desprecio. —¡Vete de aquí, mocoso, no estés pidiendo limosna! Carlitos hizo un puchero, se echó a llorar, mientras ese hombre lo callaba, y lo corría. Demian sintió que la rabia lo dominaba, se acercó y tocó el hombro de ese empleado, que le miró con ojos asustados, al ver su gesto severo. —Diga. —Trae el menú para el niño, ¡ahora! —espetó chasqueando los dedos, el hombre obedeció asustado. Carlitos limpió sus mejillas, que estaban sucias, tenía una larga camisa casi dos tall
El juez firmó también los papeles de adopción del pequeño Carlitos, luego se fue. Liliana no dejaba de leer esa acta donde decía que ella ahora era madre adoptiva de Carlitos, aunque no le gustaba que Demian House apareciera como padre, ella se sentía tranquila de que por lo menos, Carlitos tuviera un buen futuro asegurado. Ella llevó al niño a la habitación, y se quedó ahí a su lado. Pronto llegó la noche, y al ver que ella ni siquiera quiso cenar a su lado, Demian subió la escalera, tocó la puerta, la llamó. Ella estaba asustada, por lo que apenas quiso salir. —¿Qué quieres? —exclamó nerviosa —¿Acaso estarás escondiéndote de mí aquí todo el tiempo, como si fueras un ratón y yo un gato? —preguntó con mirada severa. Ella alzó la barbilla, sostuvo su mirada tanto como pudo, a pesar del miedo que sentía. —Justo así, me repugnas, no quiero verte —sentenció Demian hizo una mueca de rabia. —Cuidado con tus palabras, Liliana —dijo con voz grave —¿O qué? —exclamó retándolo, aunque
Ella golpeó en su pecho con fuerzas. —Sigue soñando despierto, dicen que soñar no cuesta nada. Ella pudo ver el rostro de Demian volverse tan rabioso, sintió miedo, pero lo vio echar llave a la puerta, Liliana se sintió un pequeño animal indefenso, frente a una bestia salvaje. —¿Qué haces? ¡déjame salir! No te atrevas a lastimarme —dijo y sus ojos estaban asustados. Él sonrió, de esa forma maliciosa que ella odiaba. —No lo haré, querida, puedes estar tranquila. Él fue al cuarto de baño, al verlo cerrar la puerta, Liliana pudo respirar tranquila. Se sentó en una silla, estaba nerviosa, su corazón no dejaba de latir. «Nunca pensé que abandonar el internado sería el comienzo de una pesadilla», pensó Estaba ahí al cabo de unos minutos, lo vio salir del cuarto de baño, el hombre llevaba la toalla anudada a su cintura, exhibiendo su pecho, secando su rostro con otra toalla, ella abrió los ojos severos, no pudo evitar que su mirada recorriera una gota de agua, que se deslizaba desde