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Capítulo 4: Señor y señora House

Demian entró a ese restaurante, aunque sus pensamientos estaban confusos por la larga plática con Tessa, pronto vio al niño ahí.

Al mirarlo no pudo evitar sentirse identificado, él también creció en un orfanato cuando su madre lo abandonó.

El pequeño estaba escondido en la última mesa, no había mucha gente ahí, cuando un comensal se levantó y abandonó la mesa, el niño salió de escondite, corrió hasta le mesa, estaba por comer las sobras que había en el plato, pero un empleado retiró el plato y lo miró con desprecio.

—¡Vete de aquí, mocoso, no estés pidiendo limosna!

Carlitos hizo un puchero, se echó a llorar, mientras ese hombre lo callaba, y lo corría.

Demian sintió que la rabia lo dominaba, se acercó y tocó el hombro de ese empleado, que le miró con ojos asustados, al ver su gesto severo.

—Diga.

—Trae el menú para el niño, ¡ahora! —espetó chasqueando los dedos, el hombre obedeció asustado.

Carlitos limpió sus mejillas, que estaban sucias, tenía una larga camisa casi dos tallas más grandes, incluso hacía frío, pero él no llevaba abrigo.

Demian se sentó frente a él.

—¿Tienes hambre, Carlitos?

El niño abrió ojos enormes.

—¿Sabes mi nombre? —alzó las cejas hasta que se escondieron tras su flequillo.

Demian sonrió.

—Sí, es porque soy amigo de una persona que te busca incansable.

Carlitos le miró con duda, negó.

—¿Quién es? ¡Del orfanato!

Él niño se apuró a irse.

—¿No te suena el nombre de Liliana?

El niño regresó y se sentó en la silla de enfrente.

—¡Liliana! ¡sí, ella es mi amiga! Ella me cuidaba, pero me fui de ahí, a lo mejor ya ni me recuerda.

—Te recuerda tanto, que me envió por ti, Liliana quiere que vayas a vivir con ella.

—¿De veritas?

—Así es, además, Liliana quiere ser tu nueva mamita, ¿no te gustaría?

Carlitos le miró con ojos enormes, estaba pensativo, cuando el empleado trajo el menú.

—¿Quieres comer?

El pequeño asintió a toda prisa, pidió pastel y leche caliente.

Demian miró al pequeño.

—¿Te gustaría vivir con Liliana y conmigo?

—Con Liliana sí, ella es buena, pero… ¿Usted sería como mi nuevo papito?

Demian sonrió.

—Algo así —titubeó.

Carlitos se levantó de la mesa, y lo abrazó, el empleado que sirvió la comida los miró con extrañeza, pero a Demian no le importó si ese niño estaba sucio, Carlitos comenzó a comer con rapidez, pues no había comido en varios días.

Más tarde, Liliana esperaba en la habitación, estaba desesperada, solo podía ver por la ventana, le abrieron la puerta, ella miró a la empleada que antes le trajo la comida.

—Señorita, la espera el señor House en el salón.

Liliana bajó con rapidez, estaba dispuesta a gritarle un par de cosas malas a Demian House por haberla encerrado, pero sus ojos se encontraron con aquel pequeño niño de cinco años, que saltó a sus brazos.

—¡Carlitos! —exclamó, le dio besos, observó lo mal que estaba, sintió pena de ver que su madre fuera tan cruel.

Demian sonrió al ver a Liliana feliz.

—¡Lily, dijo Demian, que ustedes dos ahora serán mis papitos! ¿Es cierto que viviremos juntos por siempre? Di que sí, por favor, no quiero volver con mamá, ella me pega mucho, y siempre tengo hambre.

Liliana sintió un dolor en su corazón, acarició su rostro, apenas pudo asentir, y Demian sonrió feliz.

Él llamó a la empleada, y le pidió que llevara al pequeño niño a darse un baño.

Liliana y él quedaron a solas. Demian la miró.

—Ya que le diste tu palabra a Carlitos, en dos horas vendrá el juez, en tu habitación dejé tu vestido de novia, hubiese querido que nos casáramos por la iglesia, pero, supongo que no querrás.

Ella le miró con rabia.

—Te odio por esto, pensé que te conocía en tus cartas, que eras alguien decente, pensé que éramos amigos, ahora veo que me equivoqué, nunca te conocí.

Demian se acercó a Liliana, ella sintió su mano en su rostro.

—Cariño, tendremos el resto de la vida para conocernos, no te preocupes —aseveró.

Liliana se alejó, fue a la habitación, miró su vestido, le pareció de pronto una mortaja, le pareció que iba a su propia muerte.

Dos horas despues, llegó el juez, esperó en el salón.

Demian subió por ella, y abrió la puerta cuando se negó a bajar, ella se asomó por la puerta del baño, luego salió, sintió su mirada.

—Te ves hermosa.

—Estoy en mi funeral, señor House, ¡bienvenido a mi funeral! —sentenció con ojos llorosos

Demian sintió dolor de sus palabras.

—Si quieres pensar así, está bien, será mejor que aceptes que a partir de ahora, serás mía, Liliana, de lo contrario, no olvides que Carlitos podría volver con su madre, y ella lo vendería por dinero.

Liliana dudó.

Salió de la habitación y fue tras él.

Carlitos salió, tomó la mano de Liliana, solo al sentir su toque, Liliana tuvo valor, recordó cuando lo abandonaron en una noche fría de invierno afuera del orfanato, era también su peor día, cuando más sola se sintió él fue una esperanza en su corazón.

Entraron al salón, Liliana se sintió desconectada, pero cuando volvió a su dura realidad, escuchó las palabras del juez.

—Señor Demian House, ¿Acepta casarse con Liliana Mars?

—Acepto —dijo con rapidez

—Señorita Liliana Mars, ¿Acepta como esposo al señor Demian House?

Ella titubeó, pensó en lo que hacía, soñó con casarse enamorada, ser feliz como cualquier mujer, ahora sus fantasías estaban arruinadas, él tomó su mano, volvió al ahora.

—Yo… sí, acepto —dijo, pero una lágrima corrió por su rostro, Demian pudo ver esa lágrima.  

—Muy bien, firmarán el acta de matrimonio.

Demian fue el primero en hacerlo, Liliana tenía su mano temblorosa, que su rúbrica quedó maltrecha.

—Ahora, los declaró marido y mujer, ya puede besar a su esposa, señor House.

Los testigos que eran los empleados volvieron a aplaudir, Carlitos también aplaudió ilusionado, esperaban que se besarán, Liliana se sintió tan débil, sintió las manos de ese hombre sobre su rostro, sus ojos se abrieron con temor, la idea de que él ahora era su esposo la horrorizó.

Ahora ella debía corresponderle como una esposa debía hacerlo, sintió miedo de su pensamiento.

«Ahora estoy casada sin amor, con alguien a quien no conozco» sus pensamientos fueron apagados al sentir esos labios sobre los suyos

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