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Liv temblaba, negó. —¡No puedo hacerlo! —¡Lo harás! No olvides que tienes una deuda conmigo —dijo y se acercò, pellizcó su mejilla, ella le mirò con ojos llorosos. —¡Por favor…! —Si no lo haces, inventaré algo sobre ti, te enviaré a prisión, ¿quieres eso? Liv negó. La mujer saliò y ella escuchó como cerró la puerta con llave, Liv quiso gritar, pero su vientre dolió, fue al baño retorcida de dolor, y vomitó. Estaba lívida, supo que no tenía otra opción, ninguno de los Vicent la ayudarían, menos sus esposas, cuando Alana se pusiera contra ella. «Es una mujer tan mala, ¿Por qué papá la amó tanto, incluso más que a mamá y a mí?», pensó con tristeza, recordando cuando su padre amaba a esa mujer, y ella podía notarlo. Alana bajó y encontró a Demetrius, ya tenían todo listo, irían a Santa Mónica para revisar un contrato con un cliente. —Madre, ¿y Liv? —Hijo, lo siento, Liv se siente muy mal del estómago, ella no podrá viajar, deben irse sin ella. —¿Necesita un médico? La mujer di
Liv tenía ojos cubiertos de llanto, negó. —¡Es mentira! Yo… lo siento, ella me está obligando a decirlo. Los ojos de Liliana se abrieron enormes, mirò a Alana con incredulidad, casi con horror, ¿Cómo podía esta mujer ser la madre de su esposo y al mismo tiempo ser tan cruel? —¡¿Qué dices pequeña m*****a mujerzuela?! ¡No le creas, Liliana! —exclamó Alana—. Ella me dijo con claridad que se metió en la cama de tu marido una noche después del trabajo, ella es una mentirosa. Liv sollozó, gritó —¡No es cierto! Usted odia por odiar a Liliana, pero yo ya no quiero esto. Alana abofeteó a la mujer, le lanzó unos golpes al rostro, mientras la chica gritó. Liliana dio un paso atrás, sintió un cólico fortísimo, y se quejó. Una empleada llegó. —¡Señora, debe ir a recostarse! —¡Llama al médico, tengo dolor! ¡Mis hijos! Llamen a mi marido. La empleada tomó de la mano a Liliana, la hizo subir la escalera con lentitud, mientras Liv y Alana la miraban irse. Cuando la mujer ya no estuvo en su
—¡¿Qué estás diciendo? ¡Qué estás diciendo? —exclamó Demetrius y se le fue encima como si fuera un animal salvaje Marina y Renata gritaron, pero Demian fue quien detuvo al hombre. —Basta, ¿de que estás hablando, Lawrence? El hombre tenía una sonrisa pícara en el rostro. —Soy un Vicent, soy su hermano, lo quieran o no creer, así que me vendí las acciones a mí mismo, a mi empresa, ¿Por qué lo hice? Porque se lo merecen, porque yo lo merezco, ustedes han tenido por años todo lo que era de mi padre, ahora yo tomó lo que es mío. —¿De que estás hablando? ¿Qué hermano? ¿Qué tonterías hablas? —exclamó Demetrius incrédulo. —háblalo con la mujerzuela de tu madre. Demetirus seguía reacio a no creer, y a golpearlo, pero Demian que no se dejaba afectar por insultos lo contenía. —¡Mientes! Te voy a llevar a juicio por esto. —Hazlo, yo también lo harè, quiero mi dinero, él que me pertenece por ser un Vicent. Pregúntale a tu madre, ella sabe que soy un Vicent, ella es una rompe hogares, y se
Alana hundió la mirada, fue suficiente para que Demetrius supiera la verdad, que era cierto. —Madre… —Demetrius, ese es solo un bastardo. —Pero, es el hijo de nuestro padre, y merece lo que le has robado —sentenció Demian al entrar Alana le miró incrédula. —Hijo… —¿Enviaste a Lawrence a un orfanato? La mujer le miró, se puso muy nerviosa. —¡Su madre intentó matarnos! ¡Fue su culpa que tú enfermaras! —Mentira, sigues mintiendo, Alana, sabes bien lo que hiciste, Lawrence nos dijo todo, que huías porque habías lastimado al hijo de la esposa de tu amante, por eso es que ella te perseguía, ¡es que, si yo hubiese estado en su lugar, te hubiese acabado! Alana tragó saliva. —Ella miente. —No miente, yo no creo en ti, y te advierto, pobre de ti, que estés inmiscuida en lo que hizo Liv. Alana le miró frustrada, salió de prisa, alejándose de él. —Demian, has sido muy duro —dijo Demetrius Demian negó. Al día siguiente. La ginecóloga vino a revisar a Liliana, dijo que estaba bien.
Lawrence llamó a una ginecóloga, estaba afuera de la habitación, la doctora revisaba a Liv. Su madre lo observó, estaba muy molesta. —¿Qué significa esto, Lawrence? Dime si lo que Rentada dijo es verdad, ¿el hijo que espera esa joven es tuyo? —Es mío. Su madre le miró perpleja. —¡Dios mío, Lawrence! Debes hacerte cargo de ese bebé, no puede crecer sin un padre, no puede tener tu mismo destino, debes casarte con ella, no puedes negarle tu amor. Lawrence bajó la mirada. Su madre se alejó de él. Sin embargo, le informaron que había un hombre que la buscaba, la mujer se encontró con Demetrius Vicent. —¿Usted aquí? —Por favor, quiero hablar no con su hijo, sino con usted. Ambos deambularon por el jardín, hablaron. Ella le contó toda su verdad. —Entonces, mi padre fue un hombre infiel, y mi madre, la mujer que con descaro lo hizo. —No lo sé, solo puedo hablar desde mi perspectiva, antes guardé rencor, pero ahora no lo hago más, Alana y yo cometimos errores, padecí de mis errore
—¡Te llevaré con Liliana! Pero, ¡no me mates! —exclamó Alana Tessa le miró incrédula. —¡No! —gritó Tessa. Alana manejó, sabía que si se detenía ese hombre iba a matarla, tuvo mucho miedo. —¡Usted sabía que Demian mató a mi padre! ¿Lo calló? Tessa le miró asustada, negó. —¡Él no hizo eso! —¡Claro que sí! Ahora lo mataré, y me llevaré a mi Liliana conmigo. Alana no pudo decir nada, tenía pavor. Tessa sollozó, estaban camino a la mansión Vicent. Liliana estaba en la habitación, estaba agotada, Demian estaba ahí, cuidándola. Marina entró y los vio. —Llevaré a las niñas a la fiesta de su amigo, será en un jardín cercano, ¿puedo llevar también a Carlitos? También llevaré a Diego. —Vale, gracias, Marina —dijo Demian. Ella sonrió. Fue con los niños y el chofer, envió un mensaje a Demetrius diciéndole que iría a la fiesta. Demetrius llegó solo unos minutos después, entró en la casa. Cuando llegaron a la mansión no encontraron problemas en entrar. —Si dices una sola palabra, vo
—Quiero que te cases conmigo, quiero que seas mía, Liliana —él sonrió, ella pudo ver un rastro de malicia en su gesto. Los ojos de Liliana se abrieron enormes al escuchar esas palabras. La luz del fuego de la chimenea iluminó el rostro de Demian, Liliana pudo ver ese rostro en esplendor, ¿Él era su tutor? Imaginó a un joven como ella, al menos eso le hicieron creer sus cartas. Ese hombre no era viejo, a decir verdad, rondaría los treinta años según su idea, era muy atractivo; cabello oscuro, ojos castaños y brillantes, mentón cuadrado, un perfil casi de Dios griego, y una pinta salvaje que lo hacía insuperable. Se alejó tanto como pudo, tragó saliva, su cuerpo temblaba de miedo, de impotencia. Nunca esperó que él, su tutor, dijera algo así, lo tenía en gran estima, creyó que era bueno, ahora sabía que estaba en manos de alguien diferente a quien siempre pensó. —¡Jamás seré suya! ¿Para esto me ayudó? Para esperar que le pagará como si fuera una ¡mujerzuela! —exclamó con rabia en
Los ojos de Demian House la miraban severos, había una mueca en su gesto que indicaba que estaba furioso, era fácil notarlo.Liliana tembló, podía observar su rostro perfecto, como si pudiera delinearlo con sus dedos.—¿Estás bien? —preguntó—Sí —balbuceó con voz temblorosa.Solo en ese momento, Demian dejó a la joven sobre el suelo firme, aunque ella aún batalló por mantenerse en pie.—¡¿A dónde demonios crees que ibas?! —espetó el hombre con furia, sus ojos castaños casi parecían sacar chispas de rabia.Un escalofrío intenso recorrió el cuerpo de la chica, quien retrocedió asustada—Yo… ¡Escaparé de ti! —exclamó y se lanzó a correr, los ojos enfurecidos de Demian la siguieron, su mirada se volvió gélida, no fue hacia ella con prisa, en cambio, esperó a que ella se frustrara.Liliana intentó abrir el portón de hierro, era inútil, ni siquiera permitía ver hacia afuera.Cuando vio a esa imponente figura caminar hacia ella, lanzó un grito, pero fue inútil, ese hombre la cargó al hombro,