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En la trampa del CEO
En la trampa del CEO
Por: J.D Anderson
Capítulo 1: Serás mía, quieras o no

—Quiero que te cases conmigo, quiero que seas mía, Liliana —él sonrió, ella pudo ver un rastro de malicia en su gesto.

Los ojos de Liliana se abrieron enormes al escuchar esas palabras.

La luz del fuego de la chimenea iluminó el rostro de Demian, Liliana pudo ver ese rostro en esplendor, ¿Él era su tutor? Imaginó a un joven como ella, al menos eso le hicieron creer sus cartas.

Ese hombre no era viejo, a decir verdad, rondaría los treinta años según su idea, era muy atractivo; cabello oscuro, ojos castaños y brillantes, mentón cuadrado, un perfil casi de Dios griego, y una pinta salvaje que lo hacía insuperable.

Se alejó tanto como pudo, tragó saliva, su cuerpo temblaba de miedo, de impotencia.

Nunca esperó que él, su tutor, dijera algo así, lo tenía en gran estima, creyó que era bueno, ahora sabía que estaba en manos de alguien diferente a quien siempre pensó.

—¡Jamás seré suya! ¿Para esto me ayudó? Para esperar que le pagará como si fuera una ¡mujerzuela! —exclamó con rabia en sus palabras.

Demian sonrió, su mirada era tan penetrante y cínica que ella no pudo soportarlo más.

Liliana abofeteó el rostro de Demian, por un impulso incontenible, él se quedó impactado de que su carácter fuera tan fuerte, tocó su mejilla, al segundo en que hizo una mueca de burla que lo hizo repudiarlo de nuevo.

Ella intentó irse, pero él la detuvo tomando su brazo con fuerza.

—Me debes todo lo que eres, Liliana, ahora eres mía.

—¡No soy tu propiedad! —sentenció.

Ella se soltó de su agarre, salió de prisa.

Liliana intentó escapar, pero la puerta de la mansión estaba cerrada con llave, se sintió asustada, ahora sabía que ese hombre no hablaba en broma, que no podía tomar sus palabras a la ligera.

Ella vio detrás, observando a Demian venir hacia ella.

—Sígueme, Liliana, te mostraré tu habitación.

Liliana estaba temerosa.

—¡Déjame ir! ¡No soy tuya, no me compraste! Déjame ir, o llamaré a la policía.

Ella intentó correr a buscar su teléfono, pero sintió como ese hombre la tomó en sus brazos, como si fuera un pequeño bebé, la llevó consigo.

Liliana no pudo escapar, pataleaba, gritaba, más nadie parecía ser capaz de escucharla, se sintió como en una cruda pesadilla.

Él subió la escalera, y abrió la primera puerta, Demian House llevó a la chica hasta la cama, la puso ahí.

Ella lo miró asustada, se hizo hacia atrás, para poder huir de su poder, gateó, pero sintió como ese hombre haló sus tobillos, provocando que volviera a su alcance, Demian se puso sobre ella.

Liliana sintió su cuerpo pesado, y su aliento cálido sobre su rostro, miró sus ojos, tuvo terror, ¿Quién era esta bestia salvaje que quería poseerla?

—¡Aléjate! —exclamó con desespero.

—Escúchame bien, Liliana, ¿acaso no hice lo que pediste? ¿No salvé a tu querido amiguito? ¿o quieres que tu querido Carlitos se quede con esa madre horrible?

Liliana le miró con temor.

—¡Eres malo! Nunca seré tuya —dijo casi llorosa.

Demian estaba sorprendido de su mirada, Liliana lo miraba con odio, podía verlo brillar en sus ojos.

De pronto, sus manos acunaron su rostro, besó sus labios, no pudo evitarlo.

Liliana sintió ese beso que quería apremiar, lo empujó con fuerzas, y se alejó de él. Se puso de pie.

—¡Aléjate! —gritó

Ella tomó un florero de cristal, lo amenazó.

—No te acerques —sentenció ella.

—Piensa en lo que harás, Liliana, de lo contrario, si vuelves a rechazarme, entonces, debes saber que, Carlitos no será salvado, no olvides todo lo que hice por ti, por las buenas puedes obtener lo que quieras de mí, pero por las malas, te aseguro que no querrás conocerme —su voz era tan severa, que sonó a una cruel amenaza.

Ella le miró asustada, se quedó callada.

Demian salió de ahí, cerró la puerta con llave, ella lo escuchó, corrió y tocó la puerta al darse cuenta.

Intentó abrir, pero no pudo, golpeó la puerta, frustrada, las lágrimas corrieron por su rostro, ahora estaba secuestrada por un lunático.

«¿Cómo llegué hasta aquí? Pensé que era mi tutor, que me apreciaba, parece que se ha convertido en un monstruo, me trajo engañada, durante dos años vio por mí, pagándome los estudios de colegio, enviando libros, dijo que sería una gran profesionista, que podría cumplir mis sueños, ahora los destroza porque quiere que sea su mujer, ¿Cómo pudo cambiar tanto? ¿o acaso es una trampa?», Liliana cayó de rodillas, sollozó, miró las cartas en su maleta, que ya estaba ahí, al abrir la última leyó su sobrenombre, “Lord Blue”, era el único nombre con que conocía a su tutor, ahora sabía su nombre real, Demian House.

Demian House caminó por la mansión, se sentía un león enjaulado, quería volver a ella, volver a besar sus labios, estaba obsesionado con su amor desde hace años. Estaba seguro de que eran almas gemelas destinadas a amarse, porque ella salvó su vida en el pasado, sin embargo, su desprecio no pareció gustarle.

—Ella debe ser mi esposa antes de que descubra la verdad, o entonces, la habré perdido —dijo, estaba desesperado por su amor.

Demian sirvió una copa de vino, salió al jardín, y cerró la puerta para que ella no escapara.

Respiró el aire fresco.

Liliana se levantó, tomó un abrigo y el poco dinero que tenía ahorrado.

Se armó de valor, luchó contra el seguro de la ventana, y por fin, pudo abrir, miró el gran árbol frondoso.

Miró hacia abajo, debía brincar del balcón al árbol, y trepar hasta escapar de ahí, no era difícil, ella era buena escalando árboles, solía correr fuerte, no se permitía ser la damisela en apuros, intentó hacerlo, solo quería escapar de las garras de ese monstruo al que temía.

Sin embargo, no previó que ese tronco fuera tan débil.

Demian pensaba en lo que hacía, no se sentía convencido de su actuar, su vida siempre fue un riesgo, está era su última oportunidad de ser feliz con la mujer que amaba, no dejaría ir a Liliana Mars, escuchó el crujido de ramas, miró a la copa del árbol, sus ojos se abrieron grandes, algo caía, justo encima de él, ¿era un animal? No, cuando visualizó a su Liliana que caía a toda velocidad, lanzó un grito, corrió con fuerzas, hasta atraparla para que no cayera al suelo.

Liliana cerró los ojos, esperaba el golpe final, abrió los ojos al no sentir dolor, se encontró en los brazos de ese hombre.

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