—Quiero que te cases conmigo, quiero que seas mía, Liliana —él sonrió, ella pudo ver un rastro de malicia en su gesto.
Los ojos de Liliana se abrieron enormes al escuchar esas palabras.
La luz del fuego de la chimenea iluminó el rostro de Demian, Liliana pudo ver ese rostro en esplendor, ¿Él era su tutor? Imaginó a un joven como ella, al menos eso le hicieron creer sus cartas.
Ese hombre no era viejo, a decir verdad, rondaría los treinta años según su idea, era muy atractivo; cabello oscuro, ojos castaños y brillantes, mentón cuadrado, un perfil casi de Dios griego, y una pinta salvaje que lo hacía insuperable.
Se alejó tanto como pudo, tragó saliva, su cuerpo temblaba de miedo, de impotencia.
Nunca esperó que él, su tutor, dijera algo así, lo tenía en gran estima, creyó que era bueno, ahora sabía que estaba en manos de alguien diferente a quien siempre pensó.
—¡Jamás seré suya! ¿Para esto me ayudó? Para esperar que le pagará como si fuera una ¡mujerzuela! —exclamó con rabia en sus palabras.
Demian sonrió, su mirada era tan penetrante y cínica que ella no pudo soportarlo más.
Liliana abofeteó el rostro de Demian, por un impulso incontenible, él se quedó impactado de que su carácter fuera tan fuerte, tocó su mejilla, al segundo en que hizo una mueca de burla que lo hizo repudiarlo de nuevo.
Ella intentó irse, pero él la detuvo tomando su brazo con fuerza.
—Me debes todo lo que eres, Liliana, ahora eres mía.
—¡No soy tu propiedad! —sentenció.
Ella se soltó de su agarre, salió de prisa.
Liliana intentó escapar, pero la puerta de la mansión estaba cerrada con llave, se sintió asustada, ahora sabía que ese hombre no hablaba en broma, que no podía tomar sus palabras a la ligera.
Ella vio detrás, observando a Demian venir hacia ella.
—Sígueme, Liliana, te mostraré tu habitación.
Liliana estaba temerosa.
—¡Déjame ir! ¡No soy tuya, no me compraste! Déjame ir, o llamaré a la policía.
Ella intentó correr a buscar su teléfono, pero sintió como ese hombre la tomó en sus brazos, como si fuera un pequeño bebé, la llevó consigo.
Liliana no pudo escapar, pataleaba, gritaba, más nadie parecía ser capaz de escucharla, se sintió como en una cruda pesadilla.
Él subió la escalera, y abrió la primera puerta, Demian House llevó a la chica hasta la cama, la puso ahí.
Ella lo miró asustada, se hizo hacia atrás, para poder huir de su poder, gateó, pero sintió como ese hombre haló sus tobillos, provocando que volviera a su alcance, Demian se puso sobre ella.
Liliana sintió su cuerpo pesado, y su aliento cálido sobre su rostro, miró sus ojos, tuvo terror, ¿Quién era esta bestia salvaje que quería poseerla?
—¡Aléjate! —exclamó con desespero.
—Escúchame bien, Liliana, ¿acaso no hice lo que pediste? ¿No salvé a tu querido amiguito? ¿o quieres que tu querido Carlitos se quede con esa madre horrible?
Liliana le miró con temor.
—¡Eres malo! Nunca seré tuya —dijo casi llorosa.
Demian estaba sorprendido de su mirada, Liliana lo miraba con odio, podía verlo brillar en sus ojos.
De pronto, sus manos acunaron su rostro, besó sus labios, no pudo evitarlo.
Liliana sintió ese beso que quería apremiar, lo empujó con fuerzas, y se alejó de él. Se puso de pie.
—¡Aléjate! —gritó
Ella tomó un florero de cristal, lo amenazó.
—No te acerques —sentenció ella.
—Piensa en lo que harás, Liliana, de lo contrario, si vuelves a rechazarme, entonces, debes saber que, Carlitos no será salvado, no olvides todo lo que hice por ti, por las buenas puedes obtener lo que quieras de mí, pero por las malas, te aseguro que no querrás conocerme —su voz era tan severa, que sonó a una cruel amenaza.
Ella le miró asustada, se quedó callada.
Demian salió de ahí, cerró la puerta con llave, ella lo escuchó, corrió y tocó la puerta al darse cuenta.
Intentó abrir, pero no pudo, golpeó la puerta, frustrada, las lágrimas corrieron por su rostro, ahora estaba secuestrada por un lunático.
«¿Cómo llegué hasta aquí? Pensé que era mi tutor, que me apreciaba, parece que se ha convertido en un monstruo, me trajo engañada, durante dos años vio por mí, pagándome los estudios de colegio, enviando libros, dijo que sería una gran profesionista, que podría cumplir mis sueños, ahora los destroza porque quiere que sea su mujer, ¿Cómo pudo cambiar tanto? ¿o acaso es una trampa?», Liliana cayó de rodillas, sollozó, miró las cartas en su maleta, que ya estaba ahí, al abrir la última leyó su sobrenombre, “Lord Blue”, era el único nombre con que conocía a su tutor, ahora sabía su nombre real, Demian House.
Demian House caminó por la mansión, se sentía un león enjaulado, quería volver a ella, volver a besar sus labios, estaba obsesionado con su amor desde hace años. Estaba seguro de que eran almas gemelas destinadas a amarse, porque ella salvó su vida en el pasado, sin embargo, su desprecio no pareció gustarle.
—Ella debe ser mi esposa antes de que descubra la verdad, o entonces, la habré perdido —dijo, estaba desesperado por su amor.
Demian sirvió una copa de vino, salió al jardín, y cerró la puerta para que ella no escapara.
Respiró el aire fresco.
Liliana se levantó, tomó un abrigo y el poco dinero que tenía ahorrado.
Se armó de valor, luchó contra el seguro de la ventana, y por fin, pudo abrir, miró el gran árbol frondoso.
Miró hacia abajo, debía brincar del balcón al árbol, y trepar hasta escapar de ahí, no era difícil, ella era buena escalando árboles, solía correr fuerte, no se permitía ser la damisela en apuros, intentó hacerlo, solo quería escapar de las garras de ese monstruo al que temía.
Sin embargo, no previó que ese tronco fuera tan débil.
Demian pensaba en lo que hacía, no se sentía convencido de su actuar, su vida siempre fue un riesgo, está era su última oportunidad de ser feliz con la mujer que amaba, no dejaría ir a Liliana Mars, escuchó el crujido de ramas, miró a la copa del árbol, sus ojos se abrieron grandes, algo caía, justo encima de él, ¿era un animal? No, cuando visualizó a su Liliana que caía a toda velocidad, lanzó un grito, corrió con fuerzas, hasta atraparla para que no cayera al suelo.
Liliana cerró los ojos, esperaba el golpe final, abrió los ojos al no sentir dolor, se encontró en los brazos de ese hombre.
Los ojos de Demian House la miraban severos, había una mueca en su gesto que indicaba que estaba furioso, era fácil notarlo.Liliana tembló, podía observar su rostro perfecto, como si pudiera delinearlo con sus dedos.—¿Estás bien? —preguntó—Sí —balbuceó con voz temblorosa.Solo en ese momento, Demian dejó a la joven sobre el suelo firme, aunque ella aún batalló por mantenerse en pie.—¡¿A dónde demonios crees que ibas?! —espetó el hombre con furia, sus ojos castaños casi parecían sacar chispas de rabia.Un escalofrío intenso recorrió el cuerpo de la chica, quien retrocedió asustada—Yo… ¡Escaparé de ti! —exclamó y se lanzó a correr, los ojos enfurecidos de Demian la siguieron, su mirada se volvió gélida, no fue hacia ella con prisa, en cambio, esperó a que ella se frustrara.Liliana intentó abrir el portón de hierro, era inútil, ni siquiera permitía ver hacia afuera.Cuando vio a esa imponente figura caminar hacia ella, lanzó un grito, pero fue inútil, ese hombre la cargó al hombro,
—No seré tu esposa, Demian House, y si sigues con eso, estaré decepcionada de que no estés muerto —sentenció con furia. Ella intentó alejarse, pero Demian se levantó, tomó su mano, la atrajo a él con la misma fiereza, Liliana le miró con ojos llenos de miedo. Él se acercó a su rostro, tan peligroso como antes, Liliana quería alejarse, su respiración se volvió irregular, su corazón retumbó como si todo el mundo pudiera escucharlo. Él estaba por besarla, pero ella giró su rostro para que no lo hiciera. Liliana pudo sentir sus labios sobre su mejilla, su aliento cálido impregnando su piel. —Liliana, Liliana, ¿Por qué eres tan dura? No eres como te soñé; dulce, tímida, amorosa solo conmigo… ¿Por qué? —preguntó con voz ronca, se sintió un poco mareado, pero no obedeció a su sensación. Él respiró profundo haciendo que la piel de la chica se estremeciera con el roce de su aliento, ella sintió que él era muy caliente, pero más que lo usual, eso le dio una idea, su mano se alzó y al verl
Demian entró a ese restaurante, aunque sus pensamientos estaban confusos por la larga plática con Tessa, pronto vio al niño ahí. Al mirarlo no pudo evitar sentirse identificado, él también creció en un orfanato cuando su madre lo abandonó. El pequeño estaba escondido en la última mesa, no había mucha gente ahí, cuando un comensal se levantó y abandonó la mesa, el niño salió de escondite, corrió hasta le mesa, estaba por comer las sobras que había en el plato, pero un empleado retiró el plato y lo miró con desprecio. —¡Vete de aquí, mocoso, no estés pidiendo limosna! Carlitos hizo un puchero, se echó a llorar, mientras ese hombre lo callaba, y lo corría. Demian sintió que la rabia lo dominaba, se acercó y tocó el hombro de ese empleado, que le miró con ojos asustados, al ver su gesto severo. —Diga. —Trae el menú para el niño, ¡ahora! —espetó chasqueando los dedos, el hombre obedeció asustado. Carlitos limpió sus mejillas, que estaban sucias, tenía una larga camisa casi dos tall
El juez firmó también los papeles de adopción del pequeño Carlitos, luego se fue. Liliana no dejaba de leer esa acta donde decía que ella ahora era madre adoptiva de Carlitos, aunque no le gustaba que Demian House apareciera como padre, ella se sentía tranquila de que por lo menos, Carlitos tuviera un buen futuro asegurado. Ella llevó al niño a la habitación, y se quedó ahí a su lado. Pronto llegó la noche, y al ver que ella ni siquiera quiso cenar a su lado, Demian subió la escalera, tocó la puerta, la llamó. Ella estaba asustada, por lo que apenas quiso salir. —¿Qué quieres? —exclamó nerviosa —¿Acaso estarás escondiéndote de mí aquí todo el tiempo, como si fueras un ratón y yo un gato? —preguntó con mirada severa. Ella alzó la barbilla, sostuvo su mirada tanto como pudo, a pesar del miedo que sentía. —Justo así, me repugnas, no quiero verte —sentenció Demian hizo una mueca de rabia. —Cuidado con tus palabras, Liliana —dijo con voz grave —¿O qué? —exclamó retándolo, aunque
Ella golpeó en su pecho con fuerzas. —Sigue soñando despierto, dicen que soñar no cuesta nada. Ella pudo ver el rostro de Demian volverse tan rabioso, sintió miedo, pero lo vio echar llave a la puerta, Liliana se sintió un pequeño animal indefenso, frente a una bestia salvaje. —¿Qué haces? ¡déjame salir! No te atrevas a lastimarme —dijo y sus ojos estaban asustados. Él sonrió, de esa forma maliciosa que ella odiaba. —No lo haré, querida, puedes estar tranquila. Él fue al cuarto de baño, al verlo cerrar la puerta, Liliana pudo respirar tranquila. Se sentó en una silla, estaba nerviosa, su corazón no dejaba de latir. «Nunca pensé que abandonar el internado sería el comienzo de una pesadilla», pensó Estaba ahí al cabo de unos minutos, lo vio salir del cuarto de baño, el hombre llevaba la toalla anudada a su cintura, exhibiendo su pecho, secando su rostro con otra toalla, ella abrió los ojos severos, no pudo evitar que su mirada recorriera una gota de agua, que se deslizaba desde
Demian abrió los ojos al sentir sus suaves dedos en su piel, sonrió al verla, pero ella se levantó como resorte. —¿Qué pasa? ¿Ibas a darme un beso? —exclamó con una sonrisa pícara en sus labios. —En realidad, planeaba asfixiarte con una almohada. Él rio de sus palabras, no le creyó, “su Liliana” no era así. Él se levantó, tomó las llaves de un cajón y abrió la puerta. Liliana salió a toda prisa, fue a la habitación de Carlitos, él aun dormía, ella miró lo bonita que era la habitación; había juguetes y ropa ahí, era como si ese hombre lo tuviera todo planeado, no lo dudaba, ahora no dudaba de nada de lo que era capaz Demian House. Cuando Carlitos despertó, Liliana lo bañó y lo vistió. —Vamos, cariño, vamos a comer —dijo ella, tomó su mano. —¡Qué rico, sí, tengo mucha hambre! —exclamó tocando su estómago—. ¿Qué iremos a comer, Lily? ¿Será que debemos ir a conseguir comida o el señor Demian nos dará? Liliana le miró con ternura, lo cargó, y miró su rostro. —No, cariño, aquí hay
Luego de disparar el arma, y de cerciorarse que todo estaba hecho, Demian tomó su rifle lo metió en el estuche, estaba listo para irse, escuchó un ruido tras él, pero cuando por fin se convenció de que nadie estaba ahí, se apuró a irse, antes de ser descubierto. En la mansión. Liliana apuntó al hombre, quien retrocedió. —¡Señora, por favor, no me mate! Yo no tengo ninguna culpa de esto. —¿Ninguna culpa? Has visto como fui secuestrada, no actuaste, la maldad dura hasta que el bueno lo permite ahora abre esa puerta o juro que dispararé —dijo severa El hombre atormentado por la osadía de la chica abrió la puerta, ella y Carlitos salieron, luego, con la llave, Liliana cerró la reja, lanzó la llave a la acera, y se fue corriendo con el niño sin importar los gritos el hombre. —¡Tengo miedo, Lily! ¿Qué pasa? —dijo Carlitos con la voz temblorosa, Liliana lo cargó a horcajadas, miró su carita inocente —Tranquilo, mi amor, no pasa nada, confía en mí. —¿A dónde vamos a ir? Liliana no lo
Tessa ordenó que los dejaran salir, Liliana tomó su mochila, de nuevo tomó la mano de Carlitos y corrió lejos de ahí. La monja estaba tan asustada, temblando de miedo. «Liliana, ¡oh, Liliana! Lo siento, perdóname, todo lo hice por tu bien, aunque no lo puedas ver. Si te quedabas a la espera de tu verdadero tutor, él no iba a dudar en tratarte como a una prostituta para su hijo Azael, ellos no hubiesen tenido piedad de ti, por eso lo hice, de los males, el menor, y conozco parte del corazón de Demian House, él no es capaz de lastimar a alguien que ama», pensó Liliana corrió con Carlitos, llegaron en un taxi hasta la central de autobuses. —¿A onde iremos, Lily? Quiero ver a mi nuevo papito Demian, él me quiere, y me dio comida, por favor, hace frío, volvamos. Liliana besó la frente del niño, negó. —No, mi amor, no podemos volver con él. Demian es malo, compréndelo. —¡No es malo! Es bueno, él me salvó. Liliana cargó a Carlitos, lo subió al autobús, y pronto fueron con rumbo a Pueb