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Liliana tenía mucho miedo, pero se defendería con uñas y dientes, antes de que ese hombre la lastimara, ella no lo iba a permitir, sobrevivir era su única lucha.—¡Maldita! Me has herido, voy a matarte, arpía.Los gritos y llanto de Carlitos resonaban por la casa.Minerva intentaba calmarlo, pero el niño no se contenía.Cuando Demian bajó y escuchó ese llanto supo que Carlitos estaba ahí, Liliana también, tocó a la puerta—¡Abran!—¿Papito Demian? —exclamó el pequeño al reconocer el sonido de su voz.Demian escuchó la voz de Carlitos, como nadie abría, unos hombres dispararon a la cerradura, y pudo entrar.Minerva no lo esperaba, dio un paso atrás y tomó al niño con la pistola, apuntándolo, Carlitos sollozó, pero Demian se abalanzó contra la mujer que débil ante su imponente presencia, se asustó y soltó el arma, Demian golpeó a la mujer, le dio una fuerte bofetada, la hizo caer al suelo.—¿Dónde está Liliana?Carlitos apuntó al fondo, Demian pidió que cuidarán a Carlitos, él y Cedric f
Liliana fue dada de alta, fue llevada a la mansión, al llegar se sintió desolada, no salió en todo el día de la habitación, solo para ver a Carlitos. La hermana Tessa vino a visitarla, pero ella se negó a recibirla, hasta que al fin la mujer fue hasta su alcoba. —Sé que me odias, Liliana, tienes razón, hablé con Demian, él no te lastimará está advertido, no es malo, Liliana —dijo la mujer intentando calmar a la joven. Ella alzó la vista, Tessa pudo ver la rabia en su gesto. —No es malo, solo es un demonio —aseveró la mujer con gran rencor en su tono de voz. —Hija, algún día comprenderás que lo que hice fue lo correcto para ti —dijo Tessa al recordar que al menos pudo salvarla de las garras de Pietro Salvador. Liliana no podía creer en sus palabras, pero no dijo nada más. Tessa se fue. Liliana intentó llevar a dormir a Carlitos, cuando volvió a su habitación vio que ese hombre estaba llegando. Demian volvió de revisar unos pendientes de una empresa en la que estaba colaborando,
—¡¿Qué dices?! ¡Nunca haría algo así, Liliana! —Él se levantó de la cama, caminó hacia ella, se acercó tanto que la asustó—, no sé quien creas que soy, tal vez te parezco un demente o un monstruo, pero no soy nada de eso, nunca te tocaría a la fuerza, tú estabas desnuda en el baño, podías lastimarte, te envolví en una toalla, te traje aquí, a pesar de que te deseo con toda la pasión que arde en mi corazón, nunca te dañaría, a eso, yo le llamo amor. —¿Qué? —exclamó con duda —Estabas enferma, ardiendo en fiebre, eso fue todo, y me besaste. Ella abrió ojos enormes con espanto. —¡Eso nunca pasó! Él sonrió. —Sí que pasó, está en mi mente, lo recuerdo muy bien, ¿quieres que te lo recuerde? —su voz era tan gruesa que la hizo temblar, ella retrocedió. —Vete de aquí. Él sonrió. —Es mi habitación, pero, está bien, saldré. Caminó a la puerta, la dejó sola. Liliana liberó el aire que contuvo en sus pulmones, sintió como su corazón latía tan rápido. «No me pasa nada con él, solo me da m
Liliana se alejó, miro la universidad, estaba perpleja, incluso si quería ser orgullosa, era su sueño hecho realidad. —No estudiaré aquí, iré a una universidad que yo pueda pagar. Demian le miró con rabia, le dio al pequeño Carlitos a Cedric para que lo cuidara. —Llévalo a comprar un juguete. Cedric lo aceptó. Demian tomó de la mano a Liliana, no la soltó y la obligó a caminar, hasta que fueron por el camino de los encinos, ella estaba rabiosa, intentando liberarse de él. ——¡No te cansas de obligarme a hacer todo lo que no quiero! ¿No te cansas de verdad? Él la soltó, la miró con decepción, hundió la mirada, odiaba cuando se ponía así, la habái imaginado siendo una simple chica sumisa, pero Liliana era lo opuesto. —Estoy haciendo lo mejor que puedo por ti, dando lo mejor, no soy fácil, soy egoísta, soy detestable, es verdad, pero no contigo, intento hacerte feliz, ¿así me pagas? —¡Yo no te lo pedí! —exclamó Demian sintió que sus palabras lo vencían, hundió la mirada, estaba n
De vuelta a la mansión, Demian manejaba el auto para llevarlos, miró por el espejo retrovisor, sintió que, de alguna manera, algo de la incomodidad y el enojo de Liliana ya no estaba. Se sentía como una gran victoria, pero sabía que no debía confiarse. «Debo ganarme su amor, esto no será tan fácil, al menos ya conseguí que no me vea con desprecio, un pequeño paso a la vez», pensó con optimismo. Al entrar, Liliana comenzó a arreglar los útiles escolares de Carlitos. —¿Por qué debo ir al colegio? Yo no quiero ir, no me gusta. Liliana sonrió al escucharlo hacer berrinche y un puchero. —¿No quieres saber leer, Carlitos? —No, papito, no ocupo leer. Demian rio de sus palabras, lo cargó en sus brazos, Carlitos era pequeñito, tenía el cabello rizado, y piel blanca, con grandes ojos almendrados. —¿Cómo de qué no? ¿Acaso te vas a perder de algo maravilloso como leer? —¿Leer? Pero, mami Liliana me puede leer un montón de cuentos, ¿verdad que sí, mamita? Liliana lo miró. —Te leeré cuen
Liliana empujó al hombre lo alejó de ella, sintió su rostro arder ante la sensación que la estremeció. —No vuelvas a robarme un beso, Demian House —su voz fue rabiosa, pero por dentro ella no tenía tanto valor como el que quería demostrar ante él. Él sonrió con picardía. Ella se giró y lo ignoró, abrazando a Carlitos. Demian quería abrazarla, besar su mejilla, su cuello, hacerle sentir todo lo que provocaba en él, pero se contuvo. No debía ser así, pensó en su gemelo, Demetrius, él era todo un caballero, nada comparado con él, al menos así lo sentía. «Bueno, debo ser paciente, esperaría por ti la vida entera, Liliana, he esperado mucho, algún día, tú misma sabrás que somos dos almas gemelas», pensó. Al cabo de un rato, el sueño terminó por vencerlos a ambos. A la mañana siguiente Liliana fue la primera en despertar, cuando lo hizo, notó que Demian mal dormía, moviendo la cabeza de un lado a otro, haciendo un ruido de quejido, parecía que tenía un mal sueño del que no podía des
Días después. Liliana llevó a Carlitos a su primer día de clases, Demian fue con ellos. —¿Estás listo, cariño? Carlitos tenía una mueca de miedo, sus ojitos de pronto se volvieron llorosos, negó. —No quiero, tengo miedo, no quiero quedarme aquí, ¿y si ya no vuelven o me pierdo? ¡No quiero, mami Liliana! ¡no me dejes aquí! Carlitos se echó a llorar, ella levantó la mirada, estaba desconcertada, además, se le hacía tarde para su primer día en la universidad. Demian se acercó al pequeño. —Carlitos, escúchame, hijo, no debes tener miedo de la escuela, ni tampoco debes dudar de que vendremos por ti, debes aprender a confiar en mamá y papá, si estás aquí es para aprender, porque queremos lo mejor para ti. —Pero… es que ahí yo no conozco a nadie, ¿y si me pegan? ¿y si me dicen cosas feas? Demian sonrió, lo cargó en sus brazos. —Bueno, escúchame, si pasa eso, cuando vengamos a recogerte, me lo dirás todo, y yo hablaré con cualquier persona que te haga daño, no voy a permitir que a mi
Cuando Demian terminó una junta en el Instituto de Educación Superior del sector privado, estaba por irse para ir a casa, cuando accidentalmente chocó con ese hombre. Sintió su dura mirada. —Lo siento, fue un accidente. El hombre furnció el ceño al verlo. —¿Te conozco? Me parece que te he visto antes. Demian alzó las cejas con aire de desdén —En mi vida te he visto —sentenció. Demian pasó de largo, volvió a mirarle al sentir que ese hombre tenía sus ojos clavados en su espalda, era Azael Salvador, se veía tan diferente a antes, parecía como si hubiese envejecido, delgado, ojeroso, Demian pensó en lo que hizo, en el fondo, se sintió culpable. Azael entró a la oficina del presidente del Instituto. —Buenas tardes. —Bienvenido, señor Azael, me dijeron que quería verme. —Así es, pronto enviaré el dinero que debe lavar, vine a que lo negociemos, me dijeron que se quiere salir del negocio, ¿Quién era el hombre que acaba de irse? El presidente del instituto estaba muy nervioso —El